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lunes, 11 de abril de 2011

VICIOS, LOCURAS, MANÍAS & ENFERMEDADES REGIAS -12-



Jacobo I de Inglaterra y VI de Escocia (1566-1625), tuvo 2 hijos y 2 hijas de su matrimonio con la princesa Ana Dagmar de Dinamarca, pero a este monarca le gustaba jugar a dos bandas. La prueba es que tuvo un buen puñado de favoritos a los que concedía oro a manos llenas, títulos y hasta el más nimio capricho.



Sir Robert Carr o Kerr, 1er Conde de Somerset, K.G. (1587-1645)

Célebre fue el hermoso Robert Carr, al que concedió el título de 1er conde de Somerset en 1611, un puesto en su consejo y un sitio en su cama. Enamorado como una colegiala, Jacobo I le escribía encendidas cartas de amor. Esa relación entre rey y cortesano no impidió que Robert Carr cayera bajo los encantos de la tenebrosa Lady Frances Howard, esposa del 3er conde de Essex. Sus planes de casarse con ella, una vez ésta obtuviese el divorcio, chocaron frontalmente con la oposición de su amigo y secretario Sir Thomas Overbury. En 1613, éste dió con sus huesos en una celda de la Torre de Londres, mientras el rey se pronunciaba a favor de la disolución matrimonial de los condes de Essex, muriendo envenenado (a instancias de Lady Frances Howard, según parece). Divorciada por fin, Frances Howard pudo casarse con Robert Carr y convertirse en la condesa de Somerset. Un año después, Carr era eclipsado por Buckingham en el favor del rey, y la pareja fue acusada de haber hecho envenenar a Overbury, que se había mostrado siempre contrario a la boda. Cuatro inculpados en el crimen cayeron, pero los Somerset, tras ser alejados de la corte, se beneficiaron del perdón real gracias a los gratos momentos que Carr había hecho pasar al monarca entre las sábanas...


Sir George Villiers, 1er Duque de Buckingham, K.G. (1592-1628)

George Villiers, 1er duque de Buckingham, conquistó el corazón de Jacobo I y apartó de en medio al conde de Somerset, tomando su puesto. Llegó incluso a superar a su antecesor, consiguiendo ser uno de los nobles más ricos de Inglaterra a partir de 1614. Su arrogancia y su confianza en la protección real, le atrajeron multitud de enemigos tanto en la corte como en la calle. También hizo un excelente matrimonio al obtener la mano de una de las hijas del conde de Rutland, Lady Katherine Manners, y ésta tuvo que compartir a su hermoso marido con el monarca.

Incluso después de la muerte de Jacobo I, Buckingham supo mantenerse en la cumbre con Carlos I, ganándose su favor y su confianza. Para colmo, se hizo con las riendas del poder donde demostró con creces no tener madera de estadista, aumentando si cabe el número de descontentos e irritando hasta el paroxismo la clase política. Su meteórica carrera fue bruscamente interrumpida por el puñal de un puritano llamado Felton (1628), en el momento en que iba a encabezar una flota encargada de socorrer a los protestantes franceses asediados por los ejércitos del cardenal de Richelieu.

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