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sábado, 31 de diciembre de 2011

Anécdotas Históricas -78-



El siglo XVIII se caracterizó no solo por las corrientes filosóficas sino también por la pasión del ocultismo, del vampirismo, de las historias de terror y de apariciones sobrenaturales. A la Marquesa du Deffand, gran amiga del filósofo, escritor, ensayista y dramaturgo Voltaire, y en cuyo salón acudía la flor y nata de la cultura francesa, le preguntaron un día si creía en esas historias de aparecidos de las que todo el mundo parecía estar goloso, y ella contestó:

-"¿Que si creo en los fantasmas? ¡No, me dan demasiado miedo!"



Anécdota de: Marie Anne de Vichy-Chamrond, Marquesa du Deffand (1697-1780), mujer de letras y epistológrafa.

Cita de la Semana y última del año 2011



"El éxito tiene muchos padres, pero el fracaso es huérfano."

frase de: John Fitzgerald Kennedy, 35º Presidente de EE.UU. (1917-1963).

viernes, 30 de diciembre de 2011

EL PALACIO DE LAS TULERÍAS: un proyecto pendiente


UNA RECONSTRUCCIÓN AMBICIOSA:
EL PALACIO DE LAS TULERÍAS



Desde su destrucción por un incendio intencionado de los Comuneros parisinos, en 1871, el Palacio de Las Tulerías, anexo y complemento del vasto Palacio del Louvre, ha sido objeto de numerosos proyectos de reconstrucción. Alain Bournier, presidente de la Academia del Segundo Imperio, reabrió el dossier en 2002, en el curso del 150 aniversario de la decisión por el Presidente de la IIª República Luis-Napoleón Bonaparte de reunir el Palacio de Las Tulerías al Palacio del Louvre, construyendo el Ala de la calle Rívoli. En 2004, crea y luego preside el Comité Nacional para la reconstrucción de Las Tulerías, y que cuenta con 1.500 miembros y actúa a través de múltiples conferencias, debates o cartas dirigidas al ministro de Cultura y de Comunicaciones francés. Muchas son las acciones que, poco a poco, aportan más credibilidad a ese loco y titanesco proyecto.

Maqueta parcial del Palacio de Las Tulerías, según los diseños originales de la 2ª mitad del siglo XVI y en el que se aprecia en primer plano el Pabellón de Flora.

Maqueta del palacio primitivo de Las Tulerías inacabado, con el cuerpo central diseñado para la reina Catalina de Médicis. / Abajo, recreación virtual del aspecto que tenía el cuerpo central del palacio de Catalina de Médicis.




En junio de 2006, el proyecto se concretiza con la puesta en pie, por el entonces ministro de Cultura (Renaud Donnedieu de Vabres, de una Comisión de Estudios sobre la reconstrucción del famoso palacio real erigido por Catalina de Médicis en el siglo XVI y completado bajo Luis XIV (siglo XVII). Alain Bournier forma parte de la Comisión junto con Maurice Druon, de la Academia Francesa (presidente de la Comisión) y siete miembros más.

Fotografía trucada mostrando el aspecto definitivo que tendría el conjunto palaciego con la reintegración del Palacio de Las Tulerías en su antigua ubicación, unido al Palacio-Museo del Louvre.

El objetivo del Comité Nacional para la reconstrucción de Las Tulerías, es completar de nuevo el Gran Louvre reedificando el palacio desaparecido con sus 266 m de largo y sus 25 m de anchura, entre la Plaza del Carrusel y los Jardines de Las Tulerías. Un espacio que será consagrado a actividades culturales y a un museo sobre el histórico palacio. Para los miembros del Comité, la reconstrucción del palacio devolverá sobretodo a la capital una de las más bellas perspectivas urbanas de Europa entre el Arco de Triunfo y el Palacio de Las Tulerías. Permitirá también a Francia de dejar de ser el único país europeo que no ha reconstruído el palacio histórico de su capital. Finalmente, entre los argumentos invocados: la inexistencia de una ley que haya ordenado la destrucción del edificio, y el terreno sobre el cual podría ser reedificado el palacio y en cuyo lugar se habla de inseguridad, agresiones y venta de drogas.

Recreación virtual de la fachada Este del Palacio de Las Tulerías, que da a la Plaza del Carrusel con el arco de triunfo de Napoleón I (que servía de entrada principal) y se alza frente a la explanada del Palacio del Louvre.

El coste de semejante proyecto se ha cifrado en 350 millones de €uros, y sería financiado por fondos privados. Una inversión para el futuro, según Alain Bournier, puesto que "los franceses podrán estar orgullosos" y los turistas vendrán en masa a visitarlo.

¿Sería técnicamente posible la reconstrucción de Las Tulerías ? ¿Cuales son los obstáculos? ¿El nuevo palacio sería fielmente reconstruído e idéntico al original? ¿Este tipo de proyecto tiene antecedentes en Francia y en Europa? ¿Quién financiaría semejante proyecto?

Cuadro conmemorativo de la unión de los palacios del Louvre y de Las Tulerías gracias a la edificación del Ala de la calle Rívoli, bajo el reinado del emperador Napoleón III (1852-1870), culminación de un viejo sueño de sus predecesores en el trono.

En 2006, la situación económica era buena, pero desde el estallido de la crisis financiera en el año 2008, que tiene visos de prolongarse en 2012, parece que el proyecto peligra. Es más, desde que Chirac dejó el Palacio del Elíseo reemplazado por Sarkozy, la austeridad está al orden del día y no creo que en la actualidad se prosiga con un proyecto de tal magnitud, al menos por el momento, aunque me consta que sus promotores siguen muy activos.

jueves, 29 de diciembre de 2011

EL DESAYUNO DE LA REINA


La tradición dice que fue la entonces archiduquesa Maria-Antonia de Austria-Lorena (1755-1793), convertida en la Delfina Maria-Antonieta de Francia al casarse con el nieto y presunto heredero de Luis XV, quien introdujo en el país galo el consumo y elaboración del croissant (castellanizado en crusán, aunque sería más correcto traducirlo literalmente en "creciente" o "media luna", ya que ése es su auténtico significado) en 1770. El caso es que la Delfina y luego última Reina de Francia tenía por costumbre, al levantarse, desayunar una taza de café acompañada de croissants recién hechos por el panadero real.

El mito del croissant, entonces conocido como kipferl, se remonta hasta el año 1000 y al siglo XIII, en Austria y hay varias versiones sobre su creación. La más conocida es la que nos lleva al año 1683, en que los panaderos vieneses, para celebrar la derrota de los Turcos Otomanos después del segundo asedio a la capital del Danubio, crearon un tipo de bollo en forma de media luna, bautizado con el nombre de hörnchen (pequeño cuerno), que se hizo rápidamente popular.
Sin embargo, se ha descubierto recientemente en los archivos culinarios franceses que, en la corte francesa y en el año 1549, se confeccionaron 40 pasteles en forma de media luna para celebrar la alianza franco-turca contra el Sacro Santo Imperio y España.



En cualquier caso, el croissant, tal y como lo conocemos, no adquirió su definitivo aspecto hasta 1905, cuando la receta de su pasta de hojaldre fue publicada en Francia por primera vez. La viennoiserie, tal y como se calificaba por su pasado vienés, se popularizó realmente en la década de 1920 y sigue vinculada a la imagen turística de París desde entonces. Raro es el parisino que no desayuna una taza de café con un croissant a pie de barra antes de entrar a la oficina de buena mañana.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Anécdotas Históricas -77-



Josefina de Beauharnais, Emperatriz de los Franceses (1763-1814), pasaba por ser una mujer de buenas prendas, de mediana estatura, muy elegante y de voz exquisita y suave. Tenía por costumbre taparse siempre la boca al reírse porque sus dientes estaban podridos... En la época en que fue consorte imperial de Napoleón I (1804-1809), su guardarropa contenía nada menos que 700 vestidos, 158 camisas y 526 pares de zapatos. Extremadamente coqueta y derrochadora, y pese a la generosidad de Napoleón que la cubrió de millones (30 para ser más exactos), se encontró cinco o seis veces en tales apuros económicos que estuvo a punto de declararse en bancarrota de no haber sido por los socorros, a regañadientes, de las arcas imperiales.

Su nombre de "Josefina" se debió a su segundo marido Napoleón I, quien prefirió llamarla así tanto en la intimidad como oficialmente por razones personales: extremadamente posesivo y celoso, sabedor de las infidelidades de ésta con apuestos hombres, jamás quiso pronunciar su verdadero nombre de pila "Rosa", nombre que estaba en boca de todos sus amantes. En realidad, se llamaba María-Josefa Rosa, y de soltera se apellidaba Tascher de La Pagerie.

Profundamente monárquica y leal a los Borbones, fue ella quien, el 14 de mayo de 1804, rogó en vano a Napoleón que no aceptase el título de rey y emperador que le otorgaba el Senado francés:
-"Te lo ruego, Napoleón, no te hagas rey!"

Toda su vida mintió sobre su verdadera edad por pura coquetería, por lo que oficialmente y según el Almanaque Imperial había nacido el 24 de junio de 1768, quitándose cinco años para rejuvenecerse de cara a la galería, cuando en realidad fue un 23 de junio de 1763.

Josefina de Beauharnais fue la abuela materna del emperador Napoleón III y del Duque de Morny, y es la antepasada común de las casas reales de Suecia, Noruega, Dinamarca, Bélgica y de Luxemburgo, así como de la actual reina de España, Doña Sofía de Grecia y de Dinamarca, y del ex-rey de los Helenos Constantino II, a través de la filiación de su hijo el príncipe Eugenio de Beauharnais, Duque de Leuchtenberg.

Anécdota de: Josefina de Beauharnais, Vizcondesa de Beauharnais y luego Emperatriz de los Franceses (1763-1814).

lunes, 26 de diciembre de 2011

Anécdotas Históricas -76-



Un buen día entra un ujier para anunciar al Duque de Morny, ministro del Interior de Napoleón III, que el Señor Barón de Rothschild desea obtener una audiencia inmediata sin haber pedido cita previa. El ministro, pese a estar desbordado por el trabajo, le ordena al ujier que haga pasar inmediatamente al visitante. Al entrar éste en el despacho y, tras el saludo de rigor, Morny le invita a coger una silla para su mayor asombro; recordando su rango, objetó:

-"¿¡Pero bueno, una silla, yo el Barón de Rothschild!?¡Acabáramos!"

-"Bueno pues, coja dos."- le soltó con sorna el Duque de Morny.

Anécdota de: Charles Auguste De Morny, 1er Duque de Morny, político y financiero (1811-1865).

sábado, 24 de diciembre de 2011

Anécdotas Históricas -75-



La reina Maria-Antonieta de Austria (1755-1793), que solía posar exclusivamente para su retratista favorita Élisabeth Vigée-Lebrun, aceptó conceder unas cuantas sesiones al pintor Adolf Ulrik Wertmüller, enviado por el rey Gustavo III de Suecia, para que éste ejecutara un retrato suyo junto a sus dos hijos en el curso del año 1784-1785. Al finalizar su trabajo, el pintor mostró orgulloso el resultado final de tan ardua labor a la soberana. Asombrada a la par que disgustada al descubrir la obra del artista, Maria-Antonieta soltó:

-"C'est moi ça?" (¿Soy yo eso?)

Y sin añadir nada más ni esperar respuesta alguna del pintor, pasó de largo.

Dado que el retrato no gustó a la reina, fue inmediatamente enviado a Estocolmo como regalo al rey Gustavo III, quien mandó colgarlo en palacio, y Wertmüller nunca volvió a pintar un retrato suyo.

Anécdota de: Maria-Antonieta de Austria-Lorena, Reina de Francia y de Navarra (1755-1793). 

Anécdotas Históricas -74-






En el curso de una conversación entre el rey Luis XVIII de Francia y su hermano el Conde de Artois, en la que éste le recriminaba, a su entender, su falta de acción y excesiva prudencia en la forma de gobernar, se vio responder:

-"Hermano mío, os quejáis de tener un rey sin piernas. ¿Qué diríais de un rey sin cabeza?"

Anécdota de: Luis XVIII, Rey de Francia (1755-1824).

Cita de la Semana



"En la tierra hay suficiente para satisfacer las necesidades de todos, pero no tanto como para satisfacer la avaricia de algunos."

frase de: Mahatma Gandhi, abogado, pensador y político indio (1869-1948).

viernes, 23 de diciembre de 2011

Anécdotas Históricas -73-






Fue la Infanta Catalina Enriqueta de Portugal (1638-1705), flamante consorte del rey Carlos II de Inglaterra, quien introdujo en 1662, en la corte Británica, la costumbre de tomar el té. Al llegar a Londres, la princesa Lusa traía entre sus pertenencias un baúl repleto de té y varios servicios de porcelana. De hecho, fueron los Portugueses del siglo XVI quienes descubrieron e importaron las hojas de té de Japón (1560) adoptando su consumo.

Por otro lado la primera soberana en tomarlo en su desayuno, de forma habitual, fue la reina Ana I de Gran-Bretaña e Irlanda (1665-1714), sobrina carnal de Carlos II y de Catalina de Portugal que reinó entre 1702 y 1714.



Anécdota de: Catalina de Braganza, Infanta de Portugal, Reina de Inglaterra, Escocia e Irlanda (1638-1705).

jueves, 22 de diciembre de 2011

LA TRADICIÓN DE LA HORA DEL TÉ


EL "FIVE O'CLOCK TEA"
capricho de una duquesa



En la década de los cuarenta del siglo XIX, Anna-Maria Stanhope Russell, 7ª Duquesa de Bedford (1783-1857)*, transformó la costumbre de tomar el té que, habitualmente, se servía como simple bebida refrescante o caliente -dependiendo de la estación del año-, convirtiéndolo en el principal ingrediente de una merienda ligera de la tarde, el "Afternoon Tea", que se servía entre las tres y las cinco.

En el Reino-Unido, durante esa época de apertura económica, de revolución industrial y de libre cambio, el ritmo de las comidas consumidas en el curso de la jornada dependía de diferentes factores culturales, económicos y sociales.

La élite británica se ponía a la mesa una media de dos veces al día. El desayuno, tomado poco después del despertar, y la cena servida al principio del anochecer. La hora de esa comida siendo cada vez más tardía, se añadió lo que se conoce como "lunch" (luncheon) o almuerzo ligero para apaciguar la sensación de hambre entre esas dos principales comidas del día.

El "afternoon tea time" británico es la merienda social de media tarde, en la que se ofrece una variedad de pequeños emparedados salados y pastelitos dulces que se sirven con un té (Darjeeling), a las 17 horas.


Pero la Duquesa de Bedford, cuyas apetencias contrariaban a menudo las tardes, tomó la costumbre de hacerse servir un surtido de emparedados o "sandwiches" y pastelerías acompañadas con una taza de té. Una especie de merienda que le permitía contener su necesidad de saciarse y poder pacientar hasta la cena de la noche.

Fue ella quien invitó a sus amigas a unirse a sus meriendas diarias, sentando el origen de las "Tea Party" organizadas en la corte inglesa.

Retrato de la reina Victoria I de Gran-Bretaña e Irlanda; según F.X. Winterhalter.


Con la aprobación de la reina Victoria, el "Afternoon Tea" adquirió rápidamente gran auge en el seno de la alta sociedad británica. Desde los salones de la aristocracia, esa práctica pasó a generalizarse en los de la encopetada burguesía extendiéndose luego hasta la clase obrera, marcando fundamentalmente las costumbres alimentícias de los ingleses.

Con el paso de los siglos, ese ritual del té de la tarde se ha desarrollado progresivamente como una golosa tradición, implicando algunas convenciones sociales de buenas maneras y de saber estar en las reuniones.

Una tradición Británica muy Francesa

Es, en cualquier caso, interesante hacer hincapié sobre esta tradición reinventada por la Duquesa de Bedford; y digo reinventada porque la gran dama no hizo otra cosa que "revivir" -por muy curioso que resulte al lector-, una costumbre que imperaba entonces en los aristocráticos salones de Francia en el curso del siglo XVIII: la de ofrecer una merienda a los invitados con té, chocolate o café, amenizada con tertulias político-filosóficas y conciertos de cámara. Esa tradición salonnière francesa (que también se exportó a Rusia) se interrumpió bruscamente en 1789, año del estallido revolucionario, y no se reintroduciría hasta mediados del siglo XIX para ¡"imitar" a los británicos!

Maqueta del Barrio del Temple, París 1783 (Museo Carnavalet); el Palacio del Temple se encuentra ubicado a la derecha de la fotografía, cuyo jardín trasero precede la famosa Torre del Temple.


Famosa es la prueba gráfica de este hecho innegable: el cuadro dieciochesco titulado "El Té a la inglesa en el Salón de los Cuatro-Espejos", en el que aparece, en medio de tan egregia compañía, un niño precoz llamado Wolfgang Amadeus Mozart tocando el clavicémbalo para amenizar un evento social semanal. El cuadro fue ejecutado por Michel Barthélémy Ollivier, pintor ordinario del Príncipe de Conti, en 1766, para reproducir ese momento especial en el que el talentoso y jovencísimo Mozart había sido invitado por el príncipe a tocar en su residencia parisina del Palacio del Temple.





(*)_Lady Anna Maria Stanhope (1783-1857), hija de Charles Stanhope, 3er Conde de Harrington y de Jane Fleming, casó en 1808 con el entonces Marqués de Tavistock, Francis Russell (1788-1861), heredero del 6º Duque de Bedford que accedió al título ducal en 1839. Fue una gran amiga y dama de cámara de la reina Victoria I de Gran-Bretaña entre 1837 y 1841.

martes, 20 de diciembre de 2011

LA ESTATURA DE LOS REYES DE FRANCIA




MONARCAS DE ALTURA


de Francisco I a Napoleón III

Por desgracia, en lo que se refiere a la Historia, siempre andamos obligados a combatir los tópicos que pesan sobre muchos personajes de importancia y, cuando digo tópicos, me refiero a las mentiras y falsedades que se han ido difundiendo para que calara en la mente de la gente profana en la materia. Por poner un ejemplo ilustrativo, podría referirme a la general creencia de que el primer Emperador de los Franceses, Napoleón I (1769-1821), era un hombre bajito, o también citar al sexagésimo cuarto Rey de Francia, Luis XIV (1638-1715), al que también tildaron de "enano" que, gracias a los talones vertiginosos y las altas pelucas de entonces, ganaba en altura. Todas esas afirmaciones, que no son más que burdas trolas, fueron difundidas por historiadores del siglo XIX de espíritu marcadamente republicano que, siguiendo la corriente ideológica de la IIIª República Francesa, ferozmente anti-monárquica, se afanaron en rebajar hasta en los más nimios detalles a aquellos soberanos que gobernaron el país Galo antes de la Revolución de 1789, después de ella y hasta 1870, fecha en que se implanta definitivamente el régimen republicano. Tal fue el éxito de esa propaganda que, aún hoy, hay gente (incluyendo historiadores mal documentados, por no decir otra cosa) que sigue creyendo de pies juntillas en esas "leyendas urbanas".

Gracias a las recientes investigaciones de una nueva generación de historiadores y a la colaboración de antropólogos, podemos afirmar que la verdad vuelve a emerger para poner en evidencia la mala fe o la desidia de sus predecesores.

Retrato de Francisco I (1494-1547), Rey de Francia en 1515; según Tiziano.


Un rey francés como Francisco I (1494-1547) que, de joven, era apodado por su madre "mi hermoso Francisco", puede ser el primer ejemplo a citar por su extraordinarias medidas físicas. Ese gran monarca renacentista, protector de Leonardo da Vinci y de Benvenuto Cellini, medía nada menos que 2 m. 02 de alto. A esa estatura sorprendente se unía una magnífica musculatura y una gran anchura de hombros, lo que le daba una impresionante prestancia física. No nos ha de extrañar, por tanto, que ese gigante tirase al suelo a su primo Enrique VIII de Inglaterra cuando decidieron luchar amistosamente en el curso de su encuentro en el famoso "Campo del Paño de Oro".


Retrato de Enrique IV (1553-1610), Rey de Navarra en 1572, Rey de Francia en 1589.


Si Enrique IV (1553-1610), el primer Borbón que sentó en el trono galo, medía 1 m. 65, que era la media de su época, su esposa italiana María de Médicis resultaba mucho más bajita: 1 m. 55; una altura mediocre que combatía calzando plataformas de vértigo y la obligaban a andar con la ayuda de un bastón.

Retrato de María de Médicis, Reina-Regente de Francia en 1617, según Pourbus.

Retrato de Luis XIII (1601-1643), Rey de Francia en 1610.



El hijo y sucesor del anterior, Luis XIII (1601-1643), resultó ser más pequeño que su padre, ya que los testigos de entonces, más los testimonios de los profanadores de las tumbas reales de Saint-Denis (1793), calificaron su estatura de "mediocre", por lo que podemos barajar el metro sesenta como máximo. Pero, este rey casó con una infanta española de estatura superior a la media: Ana de Austria (1601-1666). La hija de Felipe III de España y de Margarita de Austria sobresalía de entre las damas de la época por la altura, amén de otras virtudes físicas muy loadas en vida por sus contemporáneos.

Retrato de Luis XIV (1638-1715), Rey de Francia en 1643; según H. Rigaud, 1701.


El nieto de Enrique IV e hijo de Luis XIII, que convirtió el siglo XVII en el "Grand Siècle" francés a todos los niveles, contrariamente a la creencia decimonónica, sobrepasaba a sus antecesores en estatura: Luis XIV (1638-1715), conocido como "el Grande" o "Luis el Grande", no solo lo fue por su poder y magnificencia; medía nada menos que 1 m. 84 que, con sus tacones de 11 cms., alcanzaba 1 m. 95 cms de altura. Por tanto, hemos de tener por veraces las representaciones pictóricas que se hicieron de él en vida, en las que aparece siempre muy por encima de las cabezas de sus cortesanos y parientes.

Retrato de Luis XV (1710-1774), Rey de Francia en 1715; según H. Rigaud.


Su biznieto y sucesor, Luis XV (1710-1774), no tuvo motivo alguno para acomplejarse ya que su estatura alcanzaba 1 m. 85 cms. A esa altura se unía un físico ventajoso y bien cuidado gracias a que, en su infancia, la Duquesa de Ventadour le impuso el porte del corsé hasta la adolescencia, lo que contribuyó a darle una silueta estilizada a la par que elegante.

Retrato de Luis XVI (1754-1793), Rey de Francia en 1774; según A.F. Callet.


Luis XVI (1754-1793), nieto del anterior, resultó ser un coloso para su época: 1 m. 93 cms. al que se unía una fuerza muscular hercúlea: era capaz de levantar a punta de pala a un paje en pie e incluso levantar un cañón de bronce sin caerse. Para más datos, añadir que esa imagen de gordinflón bonachón tan difundida durante la Revolución Francesa, faltaba a la verdad en parte; padeciendo de tuberculosis, solía engordar y adelgazar por épocas, y su gran lucha era deshacerse de su tendencia a tener barriga (por culpa de su gran apetito), mediante el ejercicio físico (la cinegética).

Retrato de Maria-Antonieta de Austria-Lorena (1755-1793), Reina de Francia; según Vigée-Lebrun.


La reina Maria-Antonieta de Austria (1755-1793), consorte de Luis XVI, resultó ser en comparación a su marido, más diminuta: 1 m. 72 cms. Para nivelar esa diferencia de altura entre su esposo y ella, calzaba siempre zapatos de tacón alto. Por otro lado, sabemos gracias a su modista Rose Bertin, sus otras medidas: 109 cms. de busto y 58 cms. de cintura.

Retrato de Luis XVIII (1755-1824), Rey de Francia en 1814; según Gérard.

Retrato de Carlos X (1757-1836), Rey de Francia en 1824; según Gérard.



Los hermanos y sucesores de Luis XVI en el trono, Luis XVIII (1755-1824) y Carlos X (1757-1836), Condes de Provenza y de Artois respectivamente, no tuvieron nada que envidiar a éste en cuestión de altura aunque en el caso del primero, aquejado de hidropesia, se retiene de él una imagen de un monarca clavado en una silla de ruedas, mientras que del segundo permanece esa imagen de un rey esbelto hasta sus últimos días, como lo fue su abuelo Luis XV.


Retrato de Napoleón I (1769-1821), Emperador de los Franceses y Rey de Italia.


El caso de Napoleón I (1769-1821), padre del 1er Imperio Francés, nos muestra a un hombre de estatura normal para su época: 1 m. 69 cms., cuando entonces el resto de la gente común sobrepasaba apenas el metro sesenta y cinco.

Retrato de Napoleón III (1808-1873), Emperador de los Franceses; según A. Cabanel.


Su sobrino y último representante de la saga de los Bonaparte, Napoleón III (1808-1873), Emperador de los Franceses entre 1852 y 1870, medía poco más que él: 1 m. 70 cms.

Si hemos de establecer un ránking de mayor a menor en cuestión de altura física, Francisco I encabeza esta lista sin la menor duda, seguido de cerca por Luis XVI y Luis XIV. En cuanto a longevidad, el último Borbón de la rama primogénita que reinó entre 1824 y 1830, Carlos X, ostenta el primer puesto: murió a los 79 años.

domingo, 18 de diciembre de 2011

Anécdotas Históricas -72-



Fue el rey Luis XV de Francia (1710-1774) quien, harto de enredar los delicados encajes de sus mangas de camisa en los dientes de los tenedores, impuso la moda el disponer dicho cubierto con las púas boca abajo. Desde entonces, tanto en los grandes y prestigiosos restaurantes como en las casas de la alta sociedad, se observa esa tradición versallesca.



Anécdota de: Luis XV, Rey de Francia y de Navarra (1710-1774).

EL ARBOL DE NAVIDAD EN LA HISTORIA


BREVE HISTORIA DEL ARBOL DE NAVIDAD



La primera mención documentada que se tiene del abeto o árbol navideño data de 1521, en Alsacia, también llamado "Arbol de Cristo", que al parecer remonta a una tradición aparecida en el siglo XII en Europa. Se habla entonces de decorar las casas con brancas cortadas tres días antes de la Noche Buena. La costumbre se generalizó en Alsacia y en Basilea (Suiza), representando el árbol del Edén en los misterios interpretados en vísperas de Navidad a orillas del Rhin, y delante de las iglesias y catedrales. Para decorarlo, se ataban manzanas rojas a sus ramas.

Existen también documentos refiriéndose a una fiesta del 24 de diciembre de 1510, en Riga (Letonia), en la cual los mercaderes y comerciantes solían bailar alrededor de un árbol decorado con rosas artificiales antes de proceder a su quema.

En 1546, se habla más seriamente de los árboles de Navidad cuando el Ayuntamiento de Sélestat (Alsacia), autoriza a sus ciudadanos a cortar abetos para la festividad del Nacimiento, en el curso de la noche de San Tomás, el 21 de diciembre.

Símbolo virginal, las rosas formaban parte del abanico de decoraciones para guarnecer los abetos en Alsacia en el curso del siglo XVI, así como las manzanas rojas, pastelitos y galletas dulces. Las manzanas tenían un valor simbólico puesto que en el calendario de los santos, el 24 de diciembre estaba reservado a Eva y a Adán, canonizados ambos por las Iglesias Orientales.

En aquellos tiempos, la Iglesia Católica consideraba al árbol de Navidad como una práctica de los ritos paganos y francmasones. De hecho, existía una fiesta pagana que celebraba el solsticio de Invierno en la que se decoraba un árbol, símbolo de vida, con frutas, flores y espigas de trigo. Muchísimo más tarde, se coronaría al abeto navideño con la famosa estrella de los Reyes Magos, que los guió hasta Belén.

Ilustración representando la celebración de la Navidad en el hogar familiar de Martin Luther, padre de la Iglesia Reformada Luterana.


En 1560, en la época de la Reforma, los protestantes rechazaron representar la Natividad con el tradicional Belén de los católicos (muy presente en Italia, sobretodo), prefiriendo desarrollar la tradición del abeto de Navidad, árbol que simboliza el paraíso perdido de Adán y Eva así como el conocimiento del Bien y del Mal. Por este motivo, la tradición del abeto navideño se expandería exitosamente en toda la Europa Protestante, sobretodo en Alemania y en Escandinavia.

Siendo la cera un artículo casi de lujo en el siglo XVII, se utilizaban los cascarones de las nueces a modo de velitas para adornar el abeto navideño, llenándolas de aceite y provistas de una pequeña mecha, y atándolas a las ramas del árbol. Una práctica que, pronto, se revelaría como fuente de pequeñas y grandes tragedias en diversos hogares, sobretodo en el siglo XIX.

Retrato de María Leszczynska, Reina de Francia (1703-1768), consorte de Luis XV; según J.B. Van Loo.


Fue en el Palacio de Versailles donde tronó, por vez primera en un ambiente oficial y cortesano, el árbol de Navidad de la mano de la reina María Leszczynska, consorte del rey Luis XV de Francia (1738). Ésta introdujo esa costumbre navideña traída de Alsacia, donde había pasado sus últimos años de soltera antes de casarse con el monarca francés. Una tradición que, interrumpida por la Revolución Francesa, volvería con más fuerza si cabe al Palacio de Las Tulerías (1837), residencia oficial de los soberanos franceses en París, gracias a una de las nueras del rey Luis-Felipe I : la Princesa Elena de Mecklenburgo-Schwerin, Duquesa de Orléans y consorte del Príncipe Heredero de Francia, Fernando-Felipe.



En España, sin embargo, fue Carlos III y su esposa sajona quienes introdujeron en la corte madrileña los tradicionales belenes napolitanos en plena mitad del siglo XVIII.

Retrato de la reina Victoria I de Gran-Bretaña e Irlanda, según F. X. Winterhalter en 1843.


La corte británica de Saint-James adoptaría el abeto navideño a instancias de la Reina Victoria en 1840, quizá a raíz de sus repetidas visitas a la corte francesa. Ella y su marido, el Príncipe Alberto, instalaron el árbol de Navidad en el Castillo de Windsor por vez primera, y como centro de reunión de la Familia Real Británica durante las celebraciones navideñas. Las estampas populares que fueron sacadas de tal evento contribuyeron a su rápida generalización en todos los hogares británicos pudientes.



La tradición del abeto se generalizaría en Francia tras 1870, gracias sobretodo a la influencia de los alsacianos que habían emigrado a París o a otras regiones francesas. Sin embargo, Alemania seguía siendo la primera productora de materiales de decoración navideña hasta 1950, en vidrio soplado, hilado, moldeado, así como elementos de metal, ceras y maderas. Se fabricaban también pequeños personajes en algodón y cabellos de ángel metálicos que procedían de la localidad francesa de Lyon.




En EE.UU., la Casa Blanca tendría su propio árbol de Navidad en 1890. Diez años antes, en el mismo país, aparecieron por primera vez las guirnaldas con luces eléctricas, pero eran tan caras que tan solo las familias ricas podían permitirse ese lujo. Habría que esperar al final de la IIª Guerra Mundial y la década de 1950, para que las tradicionales y peligrosas velitas fuesen reemplazadas por las guirnaldas eléctricas, mucho más seguras y de coste más accesible.



Aunque tradicionalmente se colgaban manzanas rojas a las ramas de los abetos, el invierno tan riguroso de 1858 no permitió que se siguiera haciendo al faltar el preciado fruto de Adán y Eva en los mercados. Un artesano vidriero de Meisenthal, en la región del Mosela, tuvo la ocurrencia de reemplazarlo por delicadas bolas de vidrio tintado, creando así las bolas de Navidad.

Cita de la Semana



"Antes morir de pie, que vivir de rodillas."

frase de: Dolores Ibárruri Gómez "La Pasionaria", política española (1895-1989).

viernes, 16 de diciembre de 2011

MISIÓN: MATAR AL REY ENRIQUE IV DE FRANCIA




Objetivo: Matar al Rey



El último monarca de la Casa de Valois-Angulema, Enrique III de Francia, pereció días después de ser apuñalado en el bajo vientre por un monje llamado Jacques Clément, un aciago 1 de agosto de 1589, para vengar el doble asesinato de los hermanos Guisa en diciembre de 1588 (me refiero a Enrique I de Lorena, 3er Duque de Guisa y a su hermano el Cardenal de Guisa, arzobispo de Reims). La pena por tal regicidio fue terrible: tras ser debidamente descuartizado por 4 caballos, sus restos fueron incinerados y tirados a los cerdos. Acaso precisar que el asesino fue cosido por las alabardas y espadas de la guardia personal del rey in situ.



Sin embargo, al iluminado y regicida Fray Jacques Clément no le faltaron sucesores pese al general conocimiento que cualquier súbdito tenía de la pena capital reservada al asesino en esas circunstancias.


Retrato del rey Enrique IV de Francia y de Navarra (1553-1610), en 1600 según Santi di Tito.


El primo, cuñado y sucesor del difunto rey Enrique III en el trono galo, Enrique IV (1553-1610), tuvo que lidiar con las repetidas intentonas de quitarle de en medio. El primer monarca de la Casa de Borbón tuvo que enfrentarse a no menos de 25 atentados contra su persona, e incluso contra la de su heredero el Delfín, futuro Luis XIII. Un récord difícil de superar en la Historia Francesa, por lo que resulta interesante enumerar algunos de los casos.

Ya en su juventud, la viuda de Enrique II de Francia, Catalina de Médicis, planeó deshacerse del presunto heredero del trono galo cuando aún no era más que el príncipe de Viana, hijo de los Reyes de Navarra (Juana III de Albret y Antonio de Borbón, Duque de Vendôme).

En 1572, durante la atroz, orgiástica y sangrienta Masacre de San-Bartolomé, organizada por los Guisa y con el acuerdo del rey Carlos IX, el que era entonces el rey Enrique III de Navarra, recién desposado con Margarita de Francia*, estuvo a punto de ser degollado de no haber abjurado de la fe protestante para abrazar la católica y salvar su vida.

Pero el hecho de ser el huésped forzoso de su cuñado el rey Carlos IX en la corte de París, no le salva de otras intentonas en los años posteriores al más deplorable episodio de la Historia de Francia. En 1576, la tensión es tal que siempre duerme con un ojo abierto para evitar que le maten.

En 1588, en su castillo de Nérac, consigue desbaratar los planes de la Liga Católica para asesinarle.



El martes 27 de diciembre de 1594, un joven vestido de negro consigue introducirse en el Hôtel du Bouchage, residencia parisina de Gabrielle d'Estrées sito en la rue du Coq, y mezclarse entre la treintena de personas que conforman el séquito del Rey. Enrique IV se encuentra allí para recibir la petición de perdón del Conde de Montigny, un ex-liguero** que había combatido contra las tropas del Rey en Coutras. Al momento, el soberano se inclina para levantar al caballero arrepentido cuando, de repente, se oyó como el ruido de una bofetada sobre una mejilla. En realidad, no se trataba de una bofetada lo que había recibido el Rey; la sangre brota de su boca, el labio superior está cortado y tiene un diente roto. Apresan al joven vestido de negro, cuya arma blanca se encuentra a sus pies y confiesa casi enseguida su crimen. Se trataba de un joven de 19 años que respondía al nombre de Jean Châtel, hijo de un vendedor de paños de la ciudad. Tras ser registrado, encuentran en un bolsillo un papelito que rezaba "Señor, dame la fuerza para ejecutar a Enrique de Borbón". El chaval, avergonzado por su homosexualidad y por haber tenido deseos incestuosos hacia su propia hermana, quiso comprar le perdón de Dios cometiendo una buena acción, según sus propias palabras. ¿De dónde había sacado semejante idea? Pues de los jesuitas del Colegio de Clermont, a través del Padre Guéret. Para colmo, había confesado sus intenciones al cura de Saint-André-des-Arts, el Padre Aubry, quien bendijo su plan...



Enrique IV quiso que lo dejaran ir, consciente de que los jesuitas le habían manipulado, pero el Parlamento reprobó semejante indulgencia. Dos días más tarde, el jueves 29 de diciembre de 1594, haciendo uso de un implacable rigor, los magistrados condenaron a Jean Châtel al suplicio reservado a los regicidas: el puño amputado, agarrando en su mano derecha el cuchillo homicida, el joven fue despellejado con tenazas al rojo vivo y luego descuartizado por cuatro caballos. Reunidos sus miembros destrozados, fueron incinerados y las cenizas tiradas a los cuatro vientos. Los padres del reo fueron proscritos e inmediatamente llevados hasta la Puerta de Saint-Jacques, para que abandonasen el reino de por vida, y su casa arrasada hasta los cimientos.

Posteriormente, el Padre Guéret fue ejecutado en la Plaza de Grève tras encontrar entre los papeles de su biblioteca un escrito glorificando el heróico e inspirado acto de Fray Jacques Clément. Al tiempo, se expulsaron del Colegio de Clermont y del país a 37 jesuitas por ser corruptores de la juventud, perturbadores de la tranquilidad pública y por ser enemigos del Rey y del Estado. La víspera de la expulsión de los maestros jesuitas, Guignard, regente del Colegio de los Jesuitas de París, fue estrangulado y ahorcado públicamente tras encontrar en sus aposentos escritos injuriosos y difamantes contra el honor del difunto rey Enrique III.

A principios del año 1596, un abogado y liguero del Anjou, Jean Guesdon, Señor del Haut-Plessis, fue arrestado en Chartres. Acusado de haber abandonado Angers con la intención de matar al Rey, fue ahorcado y quemado en la parisiense Plaza de Grève el 16 de febrero.

A finales de 1596, es un Italiano quien es ejecutado públicamente en la ciudad de Meaux por haber intentado disparar su ballesta contra el soberano.



El 3 de abril de 1599, dos monjes -uno jacobino y otro capuchino-, llamados respectivamente Ridicoul y Langlois, fueron condenados al suplicio de la rueda en la Plaza de Grève (París), tras reconocer sus proyectos homicidas contra la persona del Rey.

A mediados de 1600, es una mujer que respondía al nombre de Nicole Mignon quien fue apresada y juzgada culpable de intento de regicidio contra Enrique IV. Tenía previsto impregnar la cama del monarca con un líquido venenoso de su invención y de cuya letal evaporación habría muerto el Rey al inhalarlo. La alquimista es ahorcada y luego quemada hasta reducirla a cenizas el 2 de junio.




El 19 de diciembre de 1605, a las 17 horas y regresando el Rey de cacería con su séquito, fue agredido por un loco llamado Jacques des Isles al cruzar el Puente-Nuevo. Puñal en mano, consiguió agarrar la capa del monarca y tirarle hacia atrás para casi hacerle caer de su montura, gritándole: -"¡Devuelveme mi reino!"

Gracias a la intervención de los lacayos, el loco fue apresado y desarmado a tiempo.

-"Que le lleven a prisión sin daño alguno." Ordenó Enrique IV.

-"¡Al menos, os he dado un buen susto!". Exclamó el energúmeno entre carcajadas mientras se lo llevaban maniatado.

Tachado de desequilibrado, Jacques des Isles pretendía descender de Faramundo, al que se tenía por entonces como el primer monarca francés. Afirmó: -"Yo soy el rey de todo el Mundo!". Convencidos los jueces de su demencia, el pobre loco fue encerrado de por vida en una celda de La Bastilla. Tan solo pudo salir de ella con los pies por delante.

Tres años después de la tentativa de Jacques des Isles, en 1608, sería decapitado (porque era noble) el normando Señor de Saint-Germain de Bacqueville "por haber, mediante encantamientos y brujerías y algunas punzadas de una imagen de cera, querido atentar contra la persona del Rey."



Dos años más tarde, el 14 de mayo de 1610, un imponente pelirrojo vestido de verde que respondía al nombre de François Ravaillac, consiguió llevar a cabo su misión: asestar dos puñaladas mortales al rey Enrique IV de Francia, seccionando la aorta con el segundo golpe. Propinó con tal fuerza aquellas dos cuchilladas que la hoja se hundió hasta el mango. Se dio la curiosa casualidad que el carruaje del soberano se encontraba bloqueado por un embotellaje de carretas en la callejuela de La Ferronnerie. El asesino ni siquiera hizo nada para escapar, dejándose arrebatar el arma por el Mariscal de La Force, como si estuviera repentinamente ausente, como en un éxtasis místico... A pesar de que Ravaillac juró y perjuró hasta el final que había actuado en solitario, el proceso judicial dejó en evidencia que el asesinato del monarca beneficiaba a demasiadas personalidades dentro y fuera del país.

El 27 de mayo de 1610, el regicida François Ravaillac era descuartizado en la Plaza de Grève de París, después de sufrir la amputación de la mano derecha y ser bestialmente torturado.



(*)_Popularmente conocida como la Reina Margot o Margarita de Valois, hija de Enrique II de Francia y Catalina de Médicis, hermana de los tres últimos monarcas de la Casa de Valois-Angulema: Francisco II, Carlos IX y Enrique III. Fue la primera consorte de Enrique IV cuando entonces era tan solo Rey de Navarra con el ordinal de Enrique III de Borbón, popularmente conocido como "el Bearnés".

(**)_Se llamaban "Ligueros" a los que formaban parte de La Santa Liga Católica capitaneada por los Duques de Guisa, enfrentada al bando Hugonote (protestantes) liderado por los Duques de Borbón y de Vendôme, y los Príncipes de Condé, durante las sucesivas Guerras de Religión que sacudieron Francia durante la 2ª mitad del siglo XVI.