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domingo, 29 de octubre de 2017

ACTUALIDAD: La Independencia de Catalunya, el problema de Europa

CATALUNYA: París y sus vecinos europeos se equivocan

La historia prueba que esas declaraciones de rechazo al independentismo, rara vez resisten a las realidades políticas.

Artículo de Jean-Baptiste Naudet.



Así, París y las principales capitales europeas han anunciado que no reconocerían la independencia de Catalunya. Conocemos los principales argumentos: el respeto de la ley, de la Constitución española y, en segundo plano, el miedo de una “balcanización” de Europa.

La historia, dicen, es una sucesión de errores de cálculo. Y parece ser que en materia de independentismo, nuestros dirigentes quizás no han conseguido aprender a contar bien. Antes que barrer de un  manotazo la proclamación del 27 de octubre, mejor les habría ido callarse, simplemente callarse. Por varias razones. Primero, porque, sin remontar demasiado atrás y quedándonos en el continente europeo, la historia demuestra que este tipo de declaraciones, a veces contraproducentes, de rechazo al independentismo, resisten raras veces a las realidades políticas. ¿Cómo llamamos a un líder separatista que ha triunfado? Un Jefe de Estado.

Y he aquí que nuestros dirigentes franceses se turnan en Argel para ir a estrechar la mano de un fuera-de-la-ley! Un bandido! Un rebelde! El terrorista del FLN (sin embargo Jefe del Estado Argelino) Abdelaziz Bouteflika. En Argel, vamos incluso a pedir perdón, pero solo con la boca pequeña, por haber masacrado (“legalmente”) hombres, mujeres y niños.

Más recientemente: ¿dónde se encuentra nuestro amigo Slobodan Milosevic, el Jefe de Estado serbo-yugoslavo, que París ha respaldado durante mucho tiempo contra vientos y mareas, en medio de las masacres, contra los “irrealistas” separatistas eslovenos, croatas, bosnios, kosovares, etc.? Ha muerto en prisión en el Tribunal Internacional de La Haya, mientras era juzgado por crímenes de guerra y crímenes de lesa-humanidad.

¿Dónde están esos poco recomendables líderes separatistas de la ex Yugoslavia a los cuales nuestros dirigentes no querían dirigir la palabra? En el poder, en Zagreb, en Pristina, en sus repúblicas independientes. Para descargo del Quai d’Orsay, del Palacio del Elíseo, hay que decir que el embajador de Francia en Belgrado había analizado perfectamente la situación del conflicto. A los periodistas, a esos “catastrofistas sensacionalistas” que se horrorizaban por la peligrosa y sangrienta carrera chovinista de Milosevic, pequeño apparatchik comunista reconvertido al nacionalismo de la Gran Serbia, ese diplomático francés, escuchado en altísimos niveles del Estado Francés, respondía: “Cuando Yugoslavia estalle, estallará de risa.” Todos los que después vivieron, sobrevivieron a esos años de guerra de los Balcanes, no se han reído todos los días.

Tratándose de separatismo, de independentismo, la clarividencia de nuestros dirigentes ha sido aún más impactante en la ex Unión Soviética y en Rusia. En nombre de un apoyo sin fisuras a Mikhail Gorbachov (por otro lado organizador de sangientos conflictos separatistas en la Unión Soviética), el presidente francés François Mitterrand trató con desdén, ninguneó, humilló a Boris Yeltsin, primer presidente electo de Rusia. Resultado: cuando la URSS desaparece y Gorbachov con ella, cuando Bori Yeltsin se convierte en el Jefe de Estado de una de las mayores potencias del mundo, nuestros dirigentes se emplean a corregir, diciéndole que todo lo que hace es justo y bueno. Como por ejemplo aplastar, en la sangre y la tortura, a la minúscula Chechenia (separatistas, musulmanes para colmo). Total que, para reparar un error, se cae directamente en la infamia.

Haz lo que te digo, no lo que yo hago

Sabemos que nuestros dirigentes, de tradición centralista, “integracionista” y jacobina, están en contra de la separación de Catalunya del resto de España, que no reconocen el referéndum sobre la independencia organizado por Barcelona el 1 de octubre pasado. Pero, curiosamente, no dijeron nada cuando los Británicos (que no deben ser tan demócratas como los Franceses o los Españoles?), organizaron un voto separado sobre la independencia de Escocia.

Muy extrañamente también, es en nombre del referéndum de independencia separado que Francia ocupa ilegalmente Mayotte, la cuarta isla del Archipiélago del Estado de las Comores, en el Océano Indico, desde 1975 y que París se hace condenar regularmente por ello ante la ONU. Así que, es menester que en Madrid el primer ministro español haga lo que Francia le dicta pero, sobretodo, que no haga como ella. Y aún así…

Pero lo más grave no está en eso. Lo más problemático no es la cuestión jurídica que, en el conflicto catalán, no es más que el ridículo taparrabos democrático de la confrontación de dos nacionalismos. Al respaldar, incluso indirectamente Madrid contra Barcelona, “en nombre de la ley”, París y las demás capitales europeas alientan a los conservadores en el poder del Partido Popular español, lejano heredero del franquismo, con tendencias autoritarias, machistas y dominadoras, a utilizar la represión contra el independentismo catalán. Que estemos a favor o en contra, que ese independentismo sea una buena cosa o no lo sea, aquí no está la cuestión. La cuestión es que la represión, aunque fuera “legal”, tiene muy pocas posibilidades de llegar a ninguna parte. Todo lo contrario. Se arriesga a ser contraproducente, a alimentar el fuego de la indignación y de la revuelta y, finalmente, a hacer de la independencia, que se pretendía combatir, en un hecho inevitable. Quizás lo sea ya.

Cuando los independentistas catalanes solo tenían una mayoría relativa en votos (entre un 40% y 45%) antes de la represión española en el referéndum “ilegal”, según Madrid, los separatistas catalanes, a los que se unieron los “indecisos” indignados por los porrazos, se habrían convertido en mayoritarios según un sondeo confidencial. El único medio de reprimir eficazmente un movimiento independentista tan poderoso como el de Catalunya, que reúne casi la mitad de la población (sin duda ya superior en número desde el 1 de octubre), es el aplastamiento a lo Putin en Chechenia, a la Milosevic en Kosovo.

Entonces, si queremos evitar a cualquier precio el riesgo de un baño de sangre, hay que reconducir Madrid para que tome la única vía posible, la única solución democrática: la del diálogo, la de organizar, si no es ya demasiado tarde, modificando la Constitución española, un referéndum legal sobre la independencia en Catalunya. Si Madrid, París o Berlín pretenden conservar a Catalunya en el seno de España, deben arriesgarse a perderla en esa votación. Catalunya debe sentirse libre. Es por eso que lucha. Es como en un matrimonio: cuanto menos libre se sienta, con más ganas querrá partir.

Sabemos que el Partido Popular español en el poder en Madrid (la derecha conservadora que, por naturaleza, no comprende jamás que los tiempos cambian), siempre ha estado en contra del divorcio. Pero es legal hoy en España.  Y no es legal dar una paliza a su mujer si ella quiere marcharse. Y si mañana las porras de una Guardia Civil aún infiltrada por fascistas y por nostálgicos del franquismo se abaten sobre manifestantes pacifistas catalanes, si se derrama sangre en Barcelona, veremos cómo el pueblo francés tomará partido. Francia no son las declaraciones del Elíseo, no son los comunicados del Quai d’Orsay que, desde la caída del muro de Berlín, ha reconocido en Europa la independencia de todos los países a los que, sistemáticamente, había jurado jamás reconocer. Francia es la Revolución Francesa (ilegal). Es lo que hay escrito en nuestros edificios públicos. “Libertad, Igualdad, Fraternidad”. Y para Catalunya también.


Jean-Baptiste Naudet, periodista en Obs.

lunes, 18 de enero de 2016

ACTUALIDAD: Castilla no sabe gobernar sin asimilar

MADRID, ESA FÁBRICA DE INDEPENDENTISTAS



Para muchos catalanes, cuando hablamos de Madrid con menosprecio no nos referimos ni a los madrileños, que son tan buenos como pueden ser los barceloneses, ni a tantas cosas interesantes con las que cuenta la ciudad. Cuando hablamos de Madrid, nos referimos a la capital de un estado centralista y a un grupo de políticos y de grandes empresarios que tratan a los catalanes como súbditos y que, por lo tanto, tienen derecho a regular la sociedad, la cultura y la economía catalanas. No es ninguna novedad. Hace 153 años ya lo decía con palabras muy duras Joan Mañé y Flaquer, director del Diario de Barcelona y un político de lo más conservador: “Hay un punto en el mapa, llamado Madrid, en el que se resuelven los destinos de unas colonias, que tienen por nombre España”.

Madrid es una fábrica de independentistas. Habrá quien cree que esta es una virtud, desde un punto de vista político catalán, pero desde el económico –que es lo que me corresponde– Madrid ha hecho y hace mucho daño a los bolsillos de los catalanes. Y lo hace con la actuación de sus gobiernos, pero también con la de sus agentes secretos. Me refiero a personajes como Alierta –presidente de Telefónica–, González –presidente del BBVA, Villar Mir –presidente de la constructora OHL– y tantos otros.

Históricamente, Madrid nos ha perjudicado profundamente. He dedicado libros a explicarlo. Sin embargo, impresiona ver cómo pasan los años y se siguen repitiendo las mismas quejas. En 1985 –hace treinta años– Ramon Trias Fargas, que era un economista liberal y nada revolucionario, decía que “Cataluña sufre un déficit importante de infraestructuras sociales, asociadas a una clara insuficiencia de las inversiones públicas”. Hablaba también de una asfixia financiera premeditada hacia el gobierno de la Generalitat. En pocas palabras, lo dijo también esta semana el presidente Puigdemont: Los catalanes nos hemos pagado desde el canal de Urgell hasta las instalaciones del puerto de Barcelona, ​​pero no podemos hacer el ferrocarril de la vía europea, que debe unir el puerto con la frontera francesa, porque no tenemos competencias”. Y eso es lo mismo que reclamaba hace cien años la patronal catalana Fomento del Trabajo. Es un ejemplo. El costo de esta política centralista y anticatalana ha sido muy alto para Cataluña.

En el ámbito personal, podría recordar que cuando un banco americano de primer nivel me ofreció un trabajo muy atractivo en Londres, Madrid intervino para dar un pésimo informe mio a los americanos. En el ámbito colectivo, el Gobierno puede dar un pésimo informe sobre la estabilidad política catalana a una multinacional americana que quiera invertir en nuestro país.

Y termino con otra cita de un político catalán, nada revolucionario, Francesc Cambó. Él hablaba de Castilla, como yo hablo de Madrid, pero ya nos entendemos: “Qué pena que Castilla, que sabe vencer y conquistar, no sepa –no ha sabido nunca– gobernar sin asimilar. Y lo que es más grave es que tampoco sabe asimilar!”. Se olvidó decir que era una fábrica de independentistas.-

Texto de: Carlos R. Capdevila, periodista.

martes, 29 de septiembre de 2015

ACTUALIDAD: La Revolución Catalana

INDEPENDENCIA Y REVOLUCIÓN
 
 

La participación ha sido la más alta de la historia en elecciones autonómicas. Somos libres de interpretar el hecho como queramos, pero no de obviarlo. Han sido de más de 10 puntos respecto a las de 2012 y veinte respecto a las de 2010. O sea, el interés aumenta y quienes recriminaban a Mas que tuviera al personal aburrido con la papeleta en la mano, encizañaban con mala fe. Sí, es verdad, tres elecciones autonómicas en cinco años y, sin embargo, el interés popular crece porque todos saben que en ellas se juegan mucho. Cada vez más. Eso prueba que en Cataluña hay un intenso sentido ciudadano, lo cual honra a los catalanes.

Nueva falacia: las elecciones eran autonómicas normales, no plebiscitarias. Ese empeño ha provocado muchas risas en todas las cancillerías, cuando los alguaciles de la gran nación mendigaban declaraciones anticatalanas de los más exóticos mandatarios, probando con hechos lo que negaban con palabras.



Ahora, otra argucia de político marrullero que repiten todos los perdedores: sí, los independentistas tenéis mayoría absoluta de escaños, pero no de votos y, por tanto, no podéis hacer nada, ni seguir con vuestra hoja de ruta, ni declarar DUI alguna. O sea, los mismos que decían que las elecciones de 27S no eran un plebiscito dicen el 28S que sí eran un plebiscito y solo cuentan los votos, pero no los escaños. Falso: eran una elecciones autonómicas de carácter plebiscitario y valen los votos y los escaños. Si el 32% del voto que tiene el PP (y mayoría absolutísima en el Congreso) lo facultan para legislar como quiere y lo que quiere, lo mismo o más sucederá con el 47% del voto en Cataluña.

La democracia parlamentaria significa que la soberanía popular reside en el Parlamento. Este, con mayoría absoluta y según doctrina del venerable constitucionalismo británico, puede hacerlo todo "excepto convertir un hombre en una mujer". Tal cosa es hoy perfectamente viable y por tanto el Parlamento puede hacerlo todo, por ejemplo, proclamar una DUI por mayoría absoluta de escaños, aunque no de votos.



Vamos ahora a los resultados por partidos. El PP, derrota sin paliativos. El partido de gobierno en España no pinta nada en Cataluña. Estirar el tamaño del candidato no ha aumentado los votos. Al contrario, estos han mermado. Palinuro ha abandonado ya todo intento de hacer comprender a estos neofranquistas y meapilas autoritarios que su discurso no vende en Cataluña. Si fueran menos compulsivamente reaccionarios podían ver cómo Ciudadanos con sus 25 flamantes diputados (de nueve en 2012) crece porque huele menos a cuartel, a sacristía y a delincuencia aunque, en el fondo, sea tan reaccionario como él.





El PSC, otro perdedor de la jornada aunque menos de lo que se barruntaba, gracias a la fidelidad de una militancia socialista tan castigada como en el resto de España por la fabulosa ineptitud de Pedro Sánchez, pero reanimada por Iceta. No obstante si la vieja socialdemocracia española no evoluciona con los tiempos, su lento declive será inevitable. Por ejemplo, ¿por qué no intenta Sánchez entender el derecho de autodeterminación de los pueblos que está en la raíz de la izquierda europea sin miedo a disgustar a esa recua de carcas que tiene como expertos en no sé qué?



El perdedor por excelencia, más incluso que ese Duran, gentleman de los grandes hoteles, es Podemos. Algo se maliciaron sus estrategas al comienzo, cuando destacaron a Iglesias y Errejón a montar sus cuarteles in partibus, a decir las tonterías de los abuelos y seducir a la gente del común. Pero no sirvió de nada. Su inanidad intelectual y falta de sintonía con los catalanes les han hecho perder escaños en relación con los que obtuvieron ICV-EUiA que ya es lamentable. Lo siento por mis amigos de Equo en ese corral, siempre apostando por plepas. Lo interesante ahora será ver cómo van a resistir los de Podemos el abrazo de los comunistas anguitianos de IU en España cuando sus expectativas han quedado por debajo de sus escrúpulos.



Los de la CUP, mis afinidades electivas, han tenido el mejor resultado de todos en términos relativos, pues han multiplicado por más de tres sus diputados. David Fernández y Antonio Baños sí que son gente nueva, directa, brava. A lo mejor demasiado. Entiendo su euforia con los resultados con los que la gente ha premiado su entrega y su esfuerzo, pero recuérdese el lema, de nada demasiado y de pureza e intransigencia tampoco. Piensen bien eso de cerrarse en banda a la investidura de Mas, sin hablar, sin acordar, sin negociar nada. Prima facie tiene un punto de injusticia que hay que despejar.



Por último la melée triunfadora de JxS que han ganado con toda claridad y toda legitimidad, pero han perdido escaños en relación a los de 2012. Tienen que articular una política de entendimiento con la CUP sin caer en la tentación de la soberbia de trato con alguien a quien se necesita aunque no lo aprecien mucho. Y con habilidad y destreza pues la CUP es como los erizos, está llena de púas: la púa anticapitalista, la feminista, la ecologista y algunas pinchan mucho.



Finalmente, el impacto institucional. Los nacionalistas españoles rezongarán lo que quieran sobre votos y escaños pero no hay duda de que el gobierno que salga de estas elecciones es infinitamente más legítimo que el español, tiene mucho más apoyo popular y no ha llegado al poder a base de mentir hasta a su santa madre, suponiendo que los partidos tengan madre.

Ese gobierno viene con un mandato claro de poner en marcha su hoja de ruta hacia la independencia. Por la cuenta que nos trae, sería bueno que, a la hora de negociar el cómo y el cuándo, la Generalitat encontrara un interlocutor en Madrid que estuviera a su altura. Es evidente que no es el caso del gobierno actual, un órgano de una incompetencia fabulosa, sostenido por un partido que semeja una asociación de malhechores y dirigido por un hombre que parece la personificación misma del principio de Peter.

Por diversas circunstancias, eso es imposible. Vistos los resultados de las elecciones, lo lógico sería que el gobierno de Madrid presentara la dimisión por haber metido al país en un problema que lo supera en todas las dimensiones. No pasará y quizá tampoco sirviera de mucho porque el gobierno que lo sucediera tendría menos de tres meses hasta las elecciones generales y carecería de margen de maniobra.



En consecuencia, no es exagerado decir que las elecciones más importantes del año para Cataluña y España cogen a esta sin gobierno. Y no solo sin gobierno. Quizá también con la forma de Estado francamente tocada. El independentismo catalán es republicano y en el horizonte se dibuja una República catalana. A lo mejor debiera el Rey hacer lo que nunca se ha hecho en España, esto es, someter a referéndum si los españoles desean una República o prefieren que el Monarca siga reinando sobre lo que quede al final de esta oleada de independentismo que nace hoy: Castilla y poco más.

Y eso no es lo más curioso. Sin hipérbole cabe calificar las elecciones de ayer en Cataluña, según viene haciéndolo Palinuro en los últimos tiempos, como una revolución. Una revolución de nuevo tipo y tiempo nuevo. La primera revolución del siglo XXI.



Artículo de Palinuro / Ramón Cotarelo in www.cotarelo.blogspot.com

viernes, 25 de septiembre de 2015

ACTUALIDAD: Pisando el rabo del león independentista en Cataluña

PISANDO EL RABO DEL
LEÓN INDEPENDENTISTA EN CATALUÑA
 
 

El independentismo en Cataluña se encontraba aletargado, anestesiado y profundamente dormido hace una década, situándose la mayoría del arco parlamentario catalán dentro de posiciones nacionalistas o federalistas, pero en ningún caso había un deseo especial de ruptura con España. Sin embargo, sí que existía un anhelo de reforma de un estatuto de autonomía que se había quedado obsoleto para las necesidades de la nación catalana en pleno siglo XXI. Su tramitación fue todo un ejemplo de madurez democrática por parte del Parlamento de Cataluña, que logró tras meses de intensos y productivos debates la elaboración de un texto que fue ratificado por más del 90% de los diputados en el año 2006. Sin embargo, las autoridades españolas en lugar de aceptar el texto (tal como lo había prometido el propio presidente José Luis Rodríguez Zapatero, del PSOE), iniciaron una feroz campaña propagandística, institucional e incluso jurídica, para recortar ciertos párrafos de dicho estatuto, ya que el gobierno socialista, acobardado y superado por las circunstancias, terminaba plegándose a las tesis anticatalanistas del PP (en ese momento en la oposición) y renegando de su promesa electoral.

Las Cortes Generales lo votaron entonces favorablemente y el pueblo catalán lo ratificó en referéndum, pero a pesar de ello, la derecha reaccionaria española no aceptó el resultado, acusó de todos los males a Cataluña, llamó a un boicot de sus productos, y recurrió lo votado ante el Tribunal Constitucional, el cual terminó plegándose a las tesis de los populares y recortó aún más si cabe el estatuto, siendo particularmente significativo el suprimir del preámbulo el reconocimiento jurídico de Cataluña como nación. Ello fue considerado como una humillación por una gran parte de los catalanes, lo que puede considerarse como la chispa que prendió la mecha.



Este creciente y justificado malestar en el seno de la sociedad catalana terminó eclosionando un tiempo después en la Diada de 2012 (la fiesta nacional catalana que tiene lugar cada 11 de septiembre), cuando más de un millón de ciudadanos salieron a la calle para pedir la independencia entre un mar de banderas esteladas. Ante esta situación, el presidente autonómico catalán, Artur Mas, decidió ponerse al frente del movimiento y convocó nuevas elecciones autonómicas, presentándose a ellas con un programa mucho más nacionalista para tratar de adaptarse al sentir de esa mayoría de ciudadanos catalanes. Aunque su partido perdió algunos escaños en dichos comicios, el presidente catalán resultó igualmente vencedor, e inmeditamente conformó un nuevo gobierno con el apoyo de los independentistas de ERC para tratar de negociar con Moncloa en una posición de mayor fortaleza, pero siempre también tendiendo una mano para lograr un acuerdo razonable que permitiese una salida consensuada entre Barcelona y Madrid. Sin embargo, el ejecutivo español (en esta ocasión ya presidido por Mariano Rajoy, del PP) hizo oídos sordos a las peticiones de esa mayoría de catalanes (aproximadamente un 80% de la población pedía el derecho a votar para decidir su futuro) e inició entonces de nuevo una feroz campaña anticatalana, demonizando a su presidente electo, condenando todos los actos independentistas y llegando a incitar tal odio en el resto de España que la sede de la Generalitat en Madrid terminó siendo asaltada violentamente por unos ultraderechistas.

Esta rotunda hostilidad de las autoridades españolas del PP hacia la voluntad de los catalanes, con los socialistas como mera comparsa seguidista de los dictados de Moncloa y sin plantear ninguna alternativa, provocó que en la Diada de 2013 aún más personas salieran a la calle, en una gigantesca cadena humana (desde los Pirineos hasta Castellón) para pedir de nuevo un referéndum con el que decidir su propio futuro, pero el gobierno de Madrid no movió ficha para adaptarse a la realidad de dicha gran movilización, sino que por el contrario, decidió emprender acciones jurídicas contra las autoridades autonómicas catalanas. Sin embargo, el presidente Artur Mas no claudicó a pesar de dichas amenazas, y decidió convocar una consulta en 2014 para que el pueblo catalán ejerciese de alguna forma dicho derecho a decidir, saliendo vencedora en dicha consulta la opción independentista por una amplia mayoría de casi dos millones de votos. Pero el gobierno central, de nuevo ignorando la voluntad de los catalanes, declaró la consulta ilegal, la ridiculizó mediáticamente e incluso utilizó los órganos jurídicos para impugnarla y demandar a los responsables de haberla convocada, contando de nuevo para dicho cometido con el apoyo tácito del PSOE.

Así, colmada la paciencia de una gran parte del pueblo catalán y agotadas todas las vías de negociación debido a la sistemática negativa del gobierno español de llegar a algún tipo de acuerdo que permitiese encontrar una solución para el encaje de Cataluña dentro de España, el presidente Artur Mas decidió jugar su última baza: convocar unas nuevas elecciones autonómicas para septiembre de 2015, pero en esta ocasión con carácter plebiscitario, planteando abiertamente declarar la independencia de forma unilateral en el caso de que las candidaturas independentistas obtuviesen la mayoría absoluta. Para ello, se han formado finalmente dos listas partidarias de proclamar dicha república catalana: Junts Pel Sí (que agrupa a CDC, ERC y asociaciones independentistas) y la CUP (formación que aglutina a la izquierda alternativa y a los movimientos sociales). Las luces rojas entonces han saltado de verdad en la sede del gobierno español, pero en lugar de corregir la nefasta política que nos había llevado a esta situación de crispación y proponer una campaña respetuosa e inclusiva que tienda puentes hacia el pueblo catalán y prometa respetar su veredicto (siguiendo el ejemplo de la acertada actuación llevada a cabo por el primer ministro británico David Cameron cuando los escoceses solicitaron celebrar un referéndum sobre la independencia), el PP ha decidido optar por la reacción visceral del "¿Queréis guerra? ¡Pues tendréis guerra!", organizando una brutal campaña del miedo contra el independentismo catalán y no dudando en utilizar todos los medios económicos e institucionales a su alcance para lograr tal cometido. Además, el resto de partidos nacionales españoles (PSOE, Ciudadanos e incluso Podemos) también han decidido unirse a esta campaña del miedo, y aunque cada uno lo haga a su manera y emplee sus propios argumentos y matizaciones, al final todas están coincidiendo en esa linea común de demonización del independentismo.

Y en este contexto llegamos a estas dos semanas de intensa campaña electoral que estamos viviendo en la actualidad. Los cuatro partidos nacionales españoles, los medios de comunicación en castellano e incluso las instituciones estatales, están realizando una brutal campaña propagandística (probablemente la mayor que se haya visto en la historia reciente de nuestro país) contra el independentismo. Mariano Rajoy amenaza constantemente con emprender acciones legales contra el presidente catalán (incluyendo el artículo 155 de la Constitución), la diplomacia española mendiga palabras de condena de la secesión a varios líderes internacionales (Merkel, Cameron y Obama), el líder socialista Pedro Sánchez se une a la fiesta y demoniza a la candidatura unitaria independentista acusándola de corrupta y radical, Albert Rivera se llena la boca de amenazantes palabras sustentadas en base a los polémicos artículos de una Carta Magna ya obsoleta, y finalmente, Pablo Iglesias llega incluso a chantajear a los catalanes castellanoparlantes con un discurso bochornosamente etnicista. Para añadir más leña al fuego, personalidades de la política, la economía, y la intelectualidad española no cesan de realizar declaraciones y de publicar artículos en los que dibujan un futuro dantesco bajo una supuesta Cataluña independiente, y encima para ponerle la guinda al pastel, la periodista de televisión Ana Pastor realiza una entrevista absolutamente partidista, deshonesta y maleducada a Artur Mas. Sin embargo, tal abusiva campaña parece estar generando justamente el efecto contrario al deseado, al provocar el enfado de gran parte de los ciudadanos catalanes (hartos ya de que desde el resto de España se les diga lo que tienen que hacer), y prueba de ello es que en los sondeos se observa una tendencia al alza del voto independentista, ya que tanto Junts Pel Sí como la CUP no dejan de crecer (en los últimos estudios demoscópicos, estando ya solamente a unos días de los cruciales comicios, las dos candidaturas independentistas obtendrían una holgada mayoría absoluta de entre 75 y 80 diputados, y ya estarían rozando incluso el umbral del 50% de los votos). Es la campaña de la ilusión frente a la campaña del miedo, y en situaciones de crisis política, la ilusión suele generar mas adhesiones que el miedo.

En resumen, el león independentista catalán dormía plácidamente en su sabana sin molestar a nadie, pero durante diez largos años la clase política española (con una desastrosa actitud cortoplacista repleta de agresividad, prepotencia y torpeza) no ha hecho más que pisarle el rabo una y otra vez, y claro, obviamente el león al final ha terminado por despertarse con un cabreo muy considerable, sumándose además a su enfado el hambre voraz que ya de por si le había dejado la crisis. Por ello, si el 27 de septiembre el león independentista catalán se merienda a la España unionista de un bocado en las urnas, los españoles no tendremos ningún derecho a quejarnos, ya que nos lo hemos ganado a pulso durante todos estos años por no haber sabido percibir el inmenso movimiento popular que se estaba gestando en Cataluña y entender los legítimos sentimientos de sus ciudadanos.

Artículo de: Miguel Candelas, politólogo, in www.ecorepublicano.es . Autor del libro "Cómo gritar Viva España desde la izquierda". Twitter: @MikiCandelas


jueves, 13 de noviembre de 2014

ACTUALIDAD: 9N, PIEL DE GALLINA

9N, PIEL DE GALLINA
 
 

No fui a votar el 9-N. No por falta de ganas, sino porque pese a estar empadronada en Cataluña, todavía en mi documento de identidad figura mi anterior domicilio español. No creo que sea fácil para mucha gente, hacerse una idea de la alegría que se desborda dentro de mí, tras haber podido liberarme de una situación personal extremadamente compleja, en donde la oscuridad y la hipocresía conforman los ejes de un estrato social endogámico, orgulloso de su caspa y reñido con el menor concepto de libertad personal.

Se dice que somos los peores analistas de nosotros mismos y es muy posible que yo sea víctima del síndrome del converso, pero la sensación de descompresión es tan gratificante para mí, que lo que menos me importa en estos momentos es el calificativo que puedan adjudicarme.



El hecho de que no estuviera habilitada para votar el domingo, no significa ni mucho menos que renunciara a participar de esta gran orgía catalana de la libertad, que no lograron atenuar ni el secular dogmatismo gubernamental, ni un tiempo inestable. En los ojos de la gran mayoría de personas con las que me crucé, se atisbaba el indisimulable brillo de una sonrisa transgresora. Posiblemente muchos de ellos no habían vuelto a disfrutar de tan gratificante sensación desde sus años de pubertad.

La noche previa a la jornada reivindicativa fue para algunos, lo más parecido a una noche de reyes. Me llamó la atención que a más de un amigo, le costara controlar sus nervios y contara cada minuto que faltaba para poder ir a votar. Les pregunté y me confesaron que experimentaban la sensación de ir a votar por primera vez.

Dicen que la necesidad aviva el ingenio y mis ansias de paladear los aires de libertad en comunión con otras personas no conocen límites. La mejor manera que encontré para disfrutarlos, fue apuntándome como periodista voluntaria a una televisión, para ir remitiendo datos e impresiones durante el transcurso de la jornada. Una experiencia que acabó siendo realmente inolvidable.



Si dijera que durante mi periplo por distintas mesas logré contener la emoción, mentiría. Vi a ancianos con mirada ilusionada; a gente abrazándose tras haber votado; a una señora besando a los miembros de la mesa; a vecinos de cola departiendo como si se hubieran conocido de toda la vida. Sin embargo, la anécdota más impactante me la relató un compañero que también ejercía de reportero voluntario: un anciano fue a votar antes de asistir al entierro de su esposa. "Ella hubiera sido la primera en venir a votar" , dijo conteniendo a duras penas sus lágrimas (foto de abajo). Todo aquello solo podía definirse como complicidad y dignidad de un pueblo. No me pregunten si era legal o ilegal; solo sé que no había visto nada parecido en toda mi vida.

La participación se situará alrededor de los 2,4 millones cuando hayan votado los rezagados. Cualquiera con dos dedos de frente sabe que lo del 9-N fue una exhibición de firmeza popular sin precedentes. No fue una votación más; fue entre otras cosas, un desplante en toda regla al mismo Tribunal Constitucional que cuatro años y cuatro meses antes, había dictaminado que el voto de los catalanes en un referéndum con todas las bendiciones legales, era papel mojado.



Tratar de restarle méritos a aquel estallido de libertad y democracia, solo se entiende si va dirigido a los sectarios de turno. La mayoría absoluta de la que disfruta el PP, se logró con el mismo porcentaje de votos que obtuvo el SI-SI en Cataluña el pasado domingo. Sin embargo, lo más relevante desde mi punto de vista, fue que en esta ocasión, los votos pro independencia, han superado en 260.000 a los que obtuvieron el grueso de fuerzas soberanistas en las pasadas elecciones autonómicas y eso ha sucedido en un ambiente de amenazas por parte del gobierno central y bajo la reiterada consigna de que la votación no servía para nada. Tan solo un gobierno zombi puede ignorar esta incontestable realidad. Mi impresión es que cada día que pasa, la situación se consolida más irreversible.

Lo que carece de cualquier sentido es que los 3,5 millones que no han votado se los adjudique una opción determinada. Parece más sensato pensar que en un referéndum con pregunta binaria o en una convocatoria plebiscitaria, 1/3 de esta mayoría silenciosa, sería favorables al no; 1/3 favorable al sí y 1/3 abstencionista, lo cual nos arroja la cifra de 3,2 millones votos independentistas, 1,4 millones de votos unionistas y 1,2 millones que irían a la abstención. Es muy complicado obligar a más de 3 millones de catalanes a que se sientan españoles a la fuerza. Claro que eso es tan solo mi humilde opinión.

"9N, Piel de Gallina" de Pilar de Díez Ruz-Hinojosa / 11-11-2014 / http://pilidiez.wordpress.com

in Perder una guerra se asimila. Los escarnios permanecen indelebles.

domingo, 14 de septiembre de 2014

ACTUALIDAD: La "V" Catalana y la manipulación del Gobierno

LA "V" CATALANA
Y LAS CONSIGNAS DEL MINISTRO DEL INTERIOR

Los funcionarios de la Delegación del Gobierno en Barcelona sienten vergüenza de su delegada.



48 horas antes de la Diada del Once de Septiembre y de la puesta en marcha de la V, la delegada del gobierno, María de los Llanos de Luna, dijo a algunos de sus colaboradores que las órdenes del Estado sobre la participación en la V eran que no hubiera más de 500.000 manifestantes presentes.

Los equipos técnicos de la delegación prepararon la explicación técnica sobre la participación en la V, aunque las informaciones de la inteligencia del Estado que les llegaban no ligaban para nada. Unas informaciones que ya daban la cifra de 800-900 mil participantes en la V. Llanos de Luna advirtió de que estas informaciones eran órdenes directas del Ministerio del Interior (Jorge Fernández Díaz).

24 horas antes del Once de Septiembre también se produjo otro incidente ante la exigencia de Llanos de Luna a los altos cargos policiales de "enseñar el paquete" del Estado. Más prudentes, los mandos de la Guardia Civil y la Policía Nacional ordenaron a sus fuerzas no intervenir, no responder a ninguna provocación y sólo recurrir a la intervención ante hechos gravísimos que pongan en peligro instalaciones o personas del Estado.

Durante la Diada, el nerviosismo de la Delegada puso a prueba la paciencia de los altos cargos de la policía del Estado, los cuales recibían minuto a minuto informaciones de sus servicios que todo se desarrollaba en perfecto orden, civismo, sentido familiar y ningún tipo de violencia ni provocación. Los altos cargos de los cuerpos y fuerzas de Seguridad del Estado, en contacto permanente con la Guardia Urbana de Barcelona, dijeron que el número de manifestantes era aproximadamente de 1.500.000, aunque la Guardia Urbana insistía en casi 2.000.000 .

Cuando se transmitió esta cifra a la delegada del gobierno, ésta perdió la compostura y exigió que se informara de un máximo de 500.000. Los funcionarios de la delegación y muchos de los altos cargos policiales, todos ellos profesionales de la seguridad y la administración, quedaron perplejos ante esta manipulación monumental.



martes, 22 de abril de 2014

ACTUALIDAD: Destruir España

Javier Ríos:
"Quería viajar por España y ahora quiero destruirla"
 
 
Un gaditano que encarna la España plural: estudió catalán en Madrid, ha viajado por todo el país y ahora es independentista.

Javier Ríos (Cádiz, 1975) vio cumplido su sueño cuando un trabajo de escaparatista le obligó a viajar por toda España. Sin embargo, la experiencia no pudo ser más frustrante, hasta el punto de que, según su propio relato, una persona que podría haber sido «más español que nadie» acaba convencida de que España necesita una refundación que pasa porque Catalunya se independice y ambas renazcan de sus cenizas. Ha relatado su experiencia en el libro Destruir España.


-Desde pequeño tenía un interés por conocer España.
-Sí. Quería viajar por todo el país desde mi cama, entre otras cosas porque estaba obsesionado con el verdor, porque en Andalucía nos meten que todo es muy seco.


-¿Cómo recala en Madrid?
-A estudiar la carrera, Publicidad y Relaciones Públicas.


-¿Y cómo le da por estudiar catalán en la capital?
-Porque me cogía de paso, estaba subvencionado, era muy baratito y me parecía un poco provocativo y cachondo. Más profundamente creo que ya había algún coqueteo con acabar viviendo en Catalunya, pero no era consciente en aquel momento.


-¿Por qué se trasladó a Barcelona?
-Porque me salió un puesto interesante de interiorista en Ikea. Me instalé en el 2003 y desde entonces he vivido en Granada, Berlín y Madrid y he vuelto a Barcelona.


-También ha vivido temporadas cortas en muchas otras ciudades de España.
- Sí, como escaparatista viajé cada semana a un sitio durante cinco años. Mi sueño de conocer España se hizo realidad. De los folletos turísticos pasé al territorio físico.


-¿Y cómo fue?
-Sentí un amor muy grande por la cultura, la gente y la comida y un desgarro muy grande por cómo un sistema político y un Estado que no funcionan expolian y maltratan a su pueblo; y haciendo además que se enfrente territorialmente.


-Relate alguna de sus experiencias.
-Me viene a la mente una señora de Valladolid que dijo que a ella le gustaba mucho Gaudí pero que no iba a ir nunca a Barcelona porque no podía con los catalanes. Y en el lado opuesto, un día en Catalunya escuché: «Los andaluces, ya se sabe, todos a dormir la siesta, a recibir dinerito». Creo que un Estado autonómico con tantísimas divisiones y unos políticos que se encargan de mantenerlas bien vivas para mantener su silloncito es uno de los motivos por los que habría que destruir España.


-¿Eso le llevó a escribir el libro?
-Primero empecé con una columna en Diario de Cádiz en la que hablo de andaluces y catalanes. Luego abrí un blog y el libro se fue gestando de manera natural.


-Como solución, para refundar España reclama la independencia de Catalunya.
-Creo que sería positivo para que España se viese obligada a mirarse dentro sin buscar fuera problemas y chivos expiatorios. Así se regeneraría como país. Sería bueno también para Catalunya y tranquilizaría mucho a gran parte de los habitantes de ambos lados. También creo que los políticos tendrían menos margen para poder manipular a sus votantes y su pueblo.


-¿Incluídos los dirigentes catalanes?
- Ellos son un poquito mas sofisticados en las formas pero al final también es generalizada la manipulación que hacen de los sentimientos de la gente.


-¿Cómo se toman su familia y amigos de Cádiz su postura proindependentista?
-Con naturalidad, porque esto ha sido un proceso lento y yo soy muy de hablar y justificarlo todo. Además, si no lo comparten no hay ningún problema, porque la sociedad es bastante más templada que los políticos.



Entrevista de Patricia Martín in 'Gente Corriente' / ElPeriódico.com / 21-04-2014.

miércoles, 26 de febrero de 2014

ACTUALIDAD: Reflexión de Antonio Turiel sobre Cataluña

COMPRENDO QUE LOS CATALANES QUIERAN LA INDEPENDENCIA



Mientras completo un largo periplo por España y Francia que me ha tenido casi una semana fuera de mi hogar, en la media penumbra de este tren regional francés que poco a poco me lleva de vuelta a casa, tengo por fin tiempo para reflexionar sobre todas las cosas que han pasado estos días y poner en orden algunas de las cuestiones sobre las que hemos discutido con los asistentes a las charlas sobre la crisis energética que he conseguido intercalar en medio de mis actividades más bautómaticas. Me detengo un rato para tomar aire y perspectiva; son muchos los pensamientos que se agolpan en esta cansada y dolorida cabeza mía. Vuelvo una vez más a las discusiones más sombrías que he mantenido, las cuales se centran en el futuro de Cataluña, de España, de Europa, del mundo…

Cataluña será independiente en un futuro no muy lejano.

Lo digo sin pena ni alegría, sin anhelarlo ni rechazarlo: yo no soy catalán y no deseo la independencia, pero entiendo perfectamente que muchos de los amigos que he hecho tras diez años de vivir en Cataluña hayan acabado deseando la independencia. El cambio en la postura de esta gente, que de estar más o menos cómodos en España han acabado por desear marcharse de este país sin moverse de su casa, se ha operado insensiblemente, alentado por un cúmulo enorme de frustraciones que han llegado a su máximo con la crisis económica que ha destrozado familias y empresas, y el hartazo con la corrupción política, la inoperancia del Estado y que se gobierne en favor de los más poderosos. Ninguno de esos problemas son exclusivos de Cataluña: pasa lo mismo en el resto de España y también en otros países. Sin embargo, mientras en mis viajes por España detecto una cierta resignación mezclada con desesperanza, un cierto derrotismo que niega que las cosas puedan mejorar puesto que no se divisa ningún partido que pueda cambiar tan nefasto rumbo, en Cataluña los promotores del independentismo han actuado con mucha astucia y han sabido canalizar el descontento popular en un proyecto ilusionante. “Que Cataluña sea independiente y las cosas comenzarán a ir bien”, vienen a decir, “Abandonemos ese nido de pobredumbre que es España, gestionemos nuestro futuro y nuestro dinero, y las cosas por fuerza nos irán mucho mejor”. Y así mucha gente que había perdido, al igual que en el resto de España, la esperanza de que las cosas pudieran mejorar, han encontrado en esta apuesta, en este proyecto político, una nueva ilusión. La gente habla de la independencia de Cataluña en las cafeterías, la gente se reúne en masa para manifestarse en la calle o hace una larga cadena humana con ese fin. Los ciudadanos toman la calle y se reconocen como partícipes de un proyecto colectivo, común, una promesa de mejora si Cataluña coge las riendas de su futuro y sale de una vez este barco que se hunde en su miseria y que se llama España.

Dicen las encuestas de la televisión catalana que de celebrarse hoy un referéndum un 54% de los catalanes votarían que sí a la independencia, frente un 26% que votarían que no y un 20% que a día de hoy aún no saben qué votarían. En suma, que los que quieren la independencia no sólo son mayoría sino que duplican a los que se oponen a ella. Yo no sé hasta qué punto estos datos están adulterados, pero mi experiencia del día a día me indica que no están muy desencaminados. Quizá la gente que votaría que sí no lleguen a la mitad de la población, pero la impresión que a mi me causa escuchando conversaciones, hablando con unos y con otros, es que ya son mayoría, y que su número sólo puede crecer a medida que las cosas inevitablemente empeoren. Y en este contexto el presidente del gobierno autonómico de Cataluña, Artur Mas, ha pactado con varios partidos celebrar un referéndum sobre la independencia el día 9 de Noviembre de 2014.

Desde el Gobierno central de España se percibe este desafío como una boutade de Artur Mas, sin comprender que si éste está al frente del proceso independentista es porque el movimiento por la independencia de Cataluña le arrastra, no porque él lo lidere. Mientras tanto, el movimiento independentista catalán va recabando discretamente apoyos por toda Europa. El Gobierno de España cree tener la situación controlada por el flanco europeo por las declaraciones muy medidas de algunos comisarios europeos que avisan de que una Cataluña independiente quedaría fuera de la Unión Europea y tendría en todo caso que solicitar el ingreso, sin darse cuenta de que las cancillerías del resto de Estados europeos (que son las que al final toman las decisiones) permanecen extrañamente calladas, y cuando se les pregunta directamente siempre responden que es un asunto interno de España. A partir de esa errónea sensación de seguridad que les da el falso apoyo europeo a las posiciones del Gobierno central, los diarios españoles descuentan el fracaso de la iniciativa catalana, basándose sobre todo en dos razones: porque el referéndum catalán es ilegal en el ordenamiento jurídico español y porque de consumarse finalmente la independiencia de Cataluña España quedaría dentro de la UE pero Cataluña estaría fuera, y para que fuera admitida todos los países tendrían que votar a favor pero, dan por hecho, naturalmente España se opondría. Asumiendo que fuera de la UE Cataluña se arruinaría, confían los medios españoles en que en última instancia el referéndum fracasaría porque el catalán, pueblo pragmático, no será tan suicida. Zanjado el asunto tras algunos comentarios despectivos dirigidos a los irresponsables que la prensa española cree que están al frente del desaguisado, los medios se centran en otros asuntos de más enjundia e importancia para el futuro de España.

Y sin embargo yo tengo la impresión exactamente contraria. No puedo saberlo con certeza, pobre de mi, un punto diminuto perdido en medio de una marea humana que me arrastra de un lado a otro; pero mis impresiones apuntan en la dirección completamente opuesta. De entrada el argumento de la ilegalidad de la consulta y en última instancia de la separación es completamente espurio. Por supuesto que separarse de España es ilegal con respecto a las leyes españolas, pero eso no quiere decir que sea ilegítimo: si la mayoría de un territorio quiere separarse resulta difícil de justificar desde un punto de vista moral, que no legal, que no se les tenga que escuchar. Además, no es nunca la legalidad del territorio abandonado la que impide o detiene la secesión: seguramente que cuando los países de Sudamérica se independizaron de España lo hicieron violando la ley española, lo cual llegados a ese punto es completamente irrelevante; lo que verdaderamente cuenta es la legitimidad, la voluntad mayoritaria de ser y actuar así. Tampoco importa si hay una justificación histórica o no para independencia, ni siquiera que el argumento “España nos roba” tiene grandes dosis de falsedad. Se puede intentar convencer a la gente, pero no oponerse a su determinación.

Por tanto, el único argumento que podría servir para parar a los catalanes es el de la ruina económica por quedar excluídos de la Unión Europea. Y sin embargo el sonoro silencio de los Gobiernos “amigos” indica que quizá pese a la grandilocuencia de la prensa ibérica (grandilocuencia semejante a la empleada cuando daban por hecho que Madrid sería sede olímpica) el desenlace no va a ser el previsto. De hecho, y si se mira la cuestión fríamente, la decadente Unión Europea podría tener buenas razones para desear una Cataluña independiente y en la UE.

España es un problema para la UE. Con altos niveles de endeudamiento, alto paro y actividad económica cayendo en picado, España es demasiado grande como para dejarla caer y liquidar después los restos al estilo de lo que se ha hecho en Grecia. El nivel de endeudamiento de España es tan elevado que se tiene que mantener a toda costa el diferencial de la deuda española respecto a la alemana tan bajo como se pueda, porque si no los intereses de la deuda harían peligrar la estabilidad finaciera de España y al final la de toda Europa. Reestructurar la deuda española, separando la parte asumible y condonando la considerada impagable, tampoco es viable porque la confianza en la solvencia financiera de España desaparecería por muchos lustros y elevaría las dudas sobre la de otros países, inclusive alguno tan grande como Francia, lo cual haría tambalearse toda la UE. Pero si no se hace nada igualmente la deuda española combinada con su actividad económica en caída libre llevará a la quiebra de las finanzas de este Estado. La situación de España es por tanto demasiado peligrosa para la UE.

La independencia de Cataluña brinda una interesante escapatoria a este problema, si la UE permite que Cataluña se independice y una vez constituido el nuevo Estado se presiona a España para que acepte su ingreso en la UE. No es una tarea difícil: España sigue y seguirá necesitando del dinero europeo para mantener su banca y sus finanzas, e incluso aunque renunciara a conseguir más financiación del Banco Central Europeo no puede devolver toda la deuda ya contraída en su plazo de vencimiento. Una simple amenaza de que el BCE podría cerrar el grifo del dinero y España al día siguiente votaría a favor del ingreso de Cataluña, “por un sentido de la responsabilidad del que carecen nuestros vecinos del Este”. La televisión pronto explicaría el necesario pragmatismo de la aceptación del ingreso de Cataluña en la UE: con una larga frontera común poner aduanas y aranceles, dado el intenso intercambio de mercancías, sería costosísimo e ineficiente; además, al usar Cataluña aún el euro y haber en ese territorio deudas y obligaciones nominadas en la divisa común europea las pérdidas por su conversión forzosa a una nueva divisa catalana, por supuesto muy devaluada, serían muy onerosas, sobre todo para las empresas españolas con intereses en Cataluña, “y no podemos permitir que encima de irse lo hagan sin pagar”, como diría algún profesional de las tertulias. Sin embargo en la negociación del reparto de la deuda justamente Cataluña podría liberarse de una parte que en puridad le correspondería, endosándosela a España con la bendición de los observadores nombrados por la Comisión Europea, el BCE y el FMI para tutelar el proceso. De ese modo se lograría la cuadradtura del círculo de reestructurar la deuda española sin que cundiese el pánico en los mercados, “ya que la situación de Cataluña es completamente excepcional”.

Por supuesto que la situación de Cataluña no tiene nada de excepcional. La progresiva descomposición de los Estados tiene toda la lógica con la progresiva inviabilidad del sistema capitalista del que se nutren y al cual nutren, inviabilidad ocasionada por entre otras cosas la rápida disminución de las materias primas disponibles y particularmente la del petróleo. Pero una manera posible de alargar la agonía de este sistema consiste en disgregar los territorios más productivos, capaces de asumir una porción razonable de la deuda y seguir adelante con ellos, mientras que el resto de la deuda va quedando en territorios cada vez menos productivos, iterando el proceso de disgregación hasta que se han separado todos los territorios productivos y queda uno sólo, improductivo, cuyas finanzas quiebran. Es la misma lógica del llamado “banco malo”, que es un banco creado ad hoc para asumir todos los activos de rentabilidad o liquidez dudosa de otros bancos. Se trata, pues, de separar los países en su parte buena y su parte mala.

La segregación de Cataluña y el voto positivo de España a su ingreso en la UE tendrá un efecto desestabilizador sobre la sociedad española semejante al desastre del 98. Toda la grandilocuencia de la prensa española riéndose del referéndum catalán se tornará en rictus unos meses más tarde al contemplar estupefacta la entrada del nuevo Estado en Europa. Cataluña ya está, probablemente, perdida para España; pero España debería aprovechar este mazazo del destino para, en vez de encerrarse en rancios esencialismos, emprender un proceso de profunda regeneración política, económica y social. De no hacerlo así la alternativa podría ser que al final haya varias Españas buenas productivas y una España mala que sufra por las deudas de todos.

Esta noche es fría y oscura en Francia. Aún quedan unas horas para llegar a casa…


Antonio Turiel. Diciembre de 2013. Crashoil.blogspot / El Dr. Antonio Turiel Martínez es científico, licenciado en Ciencias Físicas, Matemáticas y Doctor en Física Teórica por la Universidad Autónoma de Madrid. Actualmente trabaja como científico titular en el Instituto de Ciencias del Mar del CSIC. -

lunes, 13 de enero de 2014

ESPAÑA, siniestro total




Nadie quiere hablar de ello, pero lo sabe todo el mundo y es profecía. Cuando Cataluña se vaya, el País Vasco no tardará ni cinco minutos en ponerse en marcha. ETA acaba de dar un paso definitivo anunciando un desarme unilateral, previendo los tiempos hiper acelerados y creativos que se acercan. Le es igual lo que haga Madrid, porque todo el mundo ha entendido que el ejecutivo, ensimismado, ni quiere dialogar ni se encuentra en condiciones de imponer nada, y lo harán ante representantes internacionales. "ETA quiere entregar su arsenal de armas pero el gobierno no se lo facilita ", titula Eldiario.es. El terrorismo ha sido durante treinta años la bicoca del unitarismo de España y ahora que no hay se encuentran desorientados y sin argumentos.

Inmediatamente, las Islas Baleares y Valencia entrarán en ebullición. Estos territorios son gobernados por el PP y ahora parecen mayoritariamente unionistas, pero las cosas pueden cambiar con cierta rapidez, como se ha demostrado en el Principado. Bielorrusia no había pensado en dejar la Unión Soviética ni Macedonia a separarse de Yugoslavia, pero si el sistema se descompone es evidente que valencianos y baleares no son Corona de Castilla.

Por más del PP que sea, el gobierno valenciano, arruinado por el drenaje fiscal que debe soportar, ha pedido una reforma del estatuto que los compañeros de Madrid le niegan. Las Islas aún viven un maltrato más encarnizado. Si hay un territorio que vea España desde la distancia es el balear, a pesar de lo que vote. En ambos países hay, además, una vertebración nacional sólida, con entidades que reúnen a cientos de miles de personas, que se constituirán en seguida en referente: Acción Cultural y Obra Cultural, Escola Valenciana y Stei ..., sin mencionar grupos políticos consecuentes.

Es evidente que Madrid no podrá tratar los Países Catalanes que queden bajo su jurisdicción con la arrogancia y el desprecio de ahora. España tendrá que comportarse porque las comunicaciones con Europa se le pueden complicar mucho: no puede pagar el ansiado corredor central y , sea como sea , le costará veinte años de su construcción, y quizás aún más conseguir que Francia enlace . Cataluña tendrá tanques y , si quiere , submarinos que floten , de manera que deberán practicar las buenas maneras diplomáticas . Baleares y valencianos se irán distanciando de una España castellana a medida que se haga más histérica y depredadora . Con una Cataluña libre , habrá un camino trazado y una referencia . Podrán integrarse o iniciar una tercera vía , pero seguro que las cosas no continuarán como hasta ahora y cualquiera de las posibilidades ensanchará la brecha con la Meseta . Una cosa es segura : que vaciarles alegremente la cartera año tras año será cada vez más difícil , lo que reducirá la recaudación del estado .

Navarra habrá entrado también en un debate sobre si le conviene más mirar hacia el sur o hacia el oeste, y es evidente que más allá del Ebro se le presentará un paisaje desolado. Galicia y Canarias también se cuestionarán a sí mismas. El proceso puede durar años y los resultados son inciertos, pero parece obvio que la inestabilidad y la falta de horizontes desatarán una convulsión notable.

Paralelamente, los índices económicos y sociales españoles caerán hasta las posiciones de cola europeas y por debajo de muchos países todavía considerados del tercer mundo. Las finanzas, no hace falta decirlo, vivirán un trastorno prolongado. En el momento en que Cataluña se largue, lo que quede en Madrid de capital perderá interés para los inversores y la bolsa decrecerá. De hecho, vivirá una sacudida mucho antes, quizás en el momento que se fije fecha para el referéndum catalán, y no hace falta decir que si a la casta gobernante se le ocurriera cualquier acto de fuerza, los parqués se desplomarían como castillos de naipes. Cuando Rusia atacó Georgia en 2008, las acciones bélicas no las detuvo el Ministerio de Defensa, sino el de Finanzas, porque el estado se desplomó en los mercados internacionales.

En el momento en que Cataluña vuele libre, si no antes, no sólo comenzará un periodo de disensiones en el que los territorios se cuestionarán si deben permanecer en una olla de grillos, que es una constante en la historia de la piel de toro, los españoles mismos entrarán en una crisis política e identitaria que superará la que vivieron con la liberación de Cuba. Conservadores y progresistas -carlistas y liberales-, las dos Españas de siempre, se acusarán mutuamente del desastre, los partidos actuales se destriparán y la estructura reventará por todas las costuras. De hecho, el proceso ya ha comenzado, el estado entero es puesto en cuestión y todas las instituciones flaquean: la monarquía, los tribunales de justicia, los grupos y los políticos individualmente, el banco emisor, la credibilidad de la prensa y los portavoces institucionales ...

España, además, tiene una gangrena que ha podido pasar desapercibida y que es la causa de buena parte de los males: una casta extractiva que chupa los recursos del estado desde hace siglos y que no sabe producir. Desorientado por unos medios de comunicación que construyen una realidad a medida (véase Madrid 2020, Eurovegas), el país se mueve sobre una base pantanosa porque casi todos los argumentos que sustentan el sistema de valores están trucados.

El 'milagro español', tan cacareado, fue ficticio en gran medida: se debió al fondo que le llegaba de la Unión Europea y al expolio fiscal de Cataluña, 90.000 millones y 300.000 millones €, respectivamente. La casta depredadora se ha metido el milagro en el bolsillo y ahora no tienen ni recursos ni un sistema productivo eficaz que no se han preocupado nunca de construir. Como el económico, todos los 'milagros' que han ido anunciando en treinta años son disfrazados por la propaganda: la transición, la restauración borbónica, los quinientos años -o tres mil- de unidad indestructible, la constitución, la democracia y todo ...

Sin el Principado, la deuda externa se lo comerá todo, el desempleo crecerá aún más, los mercados desconfiarán y el estado quebrará. La crisis general subsiguiente les dejará desorientados por muchos años. España, o lo que quede, será insoportable.

Artículo de opinión: 'España, siniestro total' de Eugeni Casanova / 16-09-2013.

viernes, 27 de septiembre de 2013

ACTUALIDAD: El respaldo de Harvard a Cataluña

Harvard ‘apoya’ la independencia:
la élite de economistas se suma al proceso
 
 

Sostenía Max Aub que “uno es de donde hizo el Bachillerato”, y eso puede explicar mejor que ninguna otra cosa que detrás del proceso independentista catalán se encuentren muchos de los mejores bachilleres de Cataluña. No es un recurso literario ni una fanfarronada de los próceres de la secesión. Se trata de una constatación empírica. Algunos de los economistas más laureados del país -desde luego los que tienen mayor proyección internacional- avalan el proceso. Y lo hacen, sin duda, desde el conocimiento.

Ellos son quienes suministran un auténtico arsenal intelectual a la Generalitat catalana desde sus cátedras en Harvard, Stanford, Londres, Chicago, Columbia o la Pompeu Fabra. Y ellos son quienes sostienen que Cataluña tiene futuro al margen de España. Incluso un futuro brillante. Aunque en algunos casos se tengan que comer su propia ideología. Como el economista Xavier Sala i Martin, como buen liberal ortodoxo, firme partidario del sistema de capitalización de pensiones, pero que en su apasionada defensa de una Cataluña independiente suscribe un manifiesto del denominado Colectivo Wilson en el que se asegura que las pensiones catalanas son viables con un sistema de reparto: “Si Catalunya fuera independiente y decidiera mantener el sistema actual de reparto, los trabajadores catalanes cotizarían en la seguridad social catalana, y el dinero de estas cotizaciones serviría para pagar las pensiones de los catalanes”.

¿Y quiénes son los miembros del Colectivo Wilson (que toma su nombre de un presidente estadounidense que proclamó el derecho de autodeterminación de las naciones, pero que también intervino de forma arbitraria y abusiva en Latinoamérica al calor del principio "América para los americanos" -la célebre doctrina Monroe-? Pues ni más ni menos que la flor y nata de los economistas catalanes, que dicen estar preocupados porque “determinados partidos políticos, medios de comunicación y analistas hacen campañas de desinformación que tiene como objetivo atemorizar a los ciudadanos de Cataluña y evitar que ejerzan libremente su derecho a decidir”.

Además del citado Sala i Martín, forman parte de este colectivo Pol Antràs (el catedrático más joven de Harvard y doctorado en el MIT); Carles Boix (catedrático en la Universidad de Princeton con doctorado en Harvard); Gerard Padró (catedrático en la London School of Economics)  y Jaume Ventura (catedrático de la Pompeu Fabra y antiguo profesor del MIT). Además de Jordi Galí, probablemente el economista español con mayor proyección internacional. Como se ve, una delantera de lujo.

Galí, que se doctoró en el MIT bajo la dirección de Olivier Blanchard (economista jefe del FMI), es el actual presidente de la Asociación Europea de Economistas y hace pocos años se le llegó a proponer como premio Nobel de Economía. Es un neokeynesiano convencido, pero como en el proceso independentista catalán no hay un debate ideológico, sino sólo de carácter identitario, se ha volcado en el proceso. Y se lo cree a pies juntillas. Hasta el punto de que está convencido de que las pensiones en Cataluña serían “más generosas” si saliera adelante el proceso independentista.

Un Gobierno de concentración

Desde luego que los economistas del Colectivo Wilson no son los únicos. El Consell per a la Reactivació Econòmica i el Creixement es el otro gran soporte. Su presidente es Salvador Alemany (también presidente de Abertis), y como sostiene alguien que conoce al dedillo los entresijos de los economistas de Cataluña, su pronunciamiento, en un sentido o en otro, sirve de termómetro sobre lo que realmente pasa en la Generalitat. Alemany -hilo directo con Isidro Fainé (La Caixa) y el conde de Godó (La Vanguardia)- lidera un auténtico Gobierno de concentración en el que aparecen economistas que se han caído del caballo del PSC, como Germà Bel; Jordi Gual, jefe del servicio de estudios de La Caixa (Universidad de Berkeley); Joan B. Casas, decano del Colegio de Economistas de Cataluña; Eugènia Bieto, directora general de Esade o Guillem López Casasnovas, consejero del Banco de España. Además de otro de los ‘príncipes’ de la economía española, Xavier Vives,  premio Rey Juan Carlos de Economía y una de las trayectorias profesionales más brillantes de eso que Carlyle llamó la ciencia lúgubre. Junto a Jordi Galí es, probablemente, el economista más laureado.

No acaba aquí la musculatura intelectual de la vía catalana a la independencia. La vicepresidenta del Consell Assessor per a la Transició Nacional es Núria Bosch, catedrática de la Universidad de Barcelona y una de las mayores expertas del país en federalismo fiscal y saldos fiscales interterritoriales. Durante años ha estado a la sombra del anterior conceller de Economía de la Generalitat, Antoni Castells (PSC), pero ahora -como Germà Bel (antiguo diputado socialista en el Congreso)- ha abrazado las tesis independentistas y pone su currículo al servicio de la causa. Como en el caso del historiador económico Albert Carreras, antiguo decano de la facultad de Económicas de la Pompeu Fabra, y hoy número dos de Mas-Colell en el departamento de Finanzas
Y es que la influencia del actual conseller de Economía, Andreu Mas-Colell, parece ser determinante. Muy determinante. Durante mucho tiempo se le consideró el mejor economista de España, o al menos el de mayor proyección internacional. No en vano, ha sido durante 15 años catedrático de Harvard, lo que da idea de su talla como economista (también sonó para el premio Nobel). Otra cosa es como político. Pero lo cierto es que ha sido capaz de tejer una tupida red de economistas que avalan técnicamente la independencia con argumentos sólidos. O el Concierto a la vasca, según el momento histórico, utilizando para ello un instrumento administrativo bien engrasado económicamente, el Instituto de Estudios Autonómicos, convertido en un formidable aparato propagandístico puesto al servicio de la causa.

Artículo de Carlos Sánchez in http://www.elconfidencial.com

lunes, 23 de septiembre de 2013

MOTIVOS DE UN HISTORIADOR NO NACIONALISTA

Motivos para la independencia de Cataluña
de un historiador no nacionalista
 
 
(UPDATE: Queridos amigos: la enorme cantidad de respuestas que ha generado este post me ha pillado completamente con el culo al aire, pensaba que quedaría entre el pequeño grupo de lectores habituales. Pero además, es un gustazo leer todas vuestras respuestas: a favor, o en contra, o a medias, se están exponiendo en los comentarios una cantidad tan ingente de ideas que he aprendido más en una sola tarde respondiendo -o intentándolo- que en un año entero leyendo prensa. Dado lo delicado del tema, y lo difícil que resulta hablarlo sin ponernos nerviosos, vale mucho la pena seguir con ello. Pero se me caen los ojos. O sea que si alguien comenta y su comentario no aparece, ya aparecerá mañana, no quiero dejar uno solo sin responder, aparte de los que estáis debatiendo entre vosotros. Un honor que dejéis por aquí vuestras palabras, os doy las gracias de corazón. No importa lo que nos digan los partidos, ni lo que nos digan los medios. Importamos nosotros. Que somos los que nos la jugamos. Hablemos)

(UPDATE2: Gracias a vuestros comentarios, estoy encontrando bastantes puntos de este post que debo revisar, matizar… como lo quieras llamar. Lo haré en cuanto pueda, os pido paciencia porque aparte de estar aquí respondiendo a todo como mejor se, tengo que trabajar, y sencillamente no doy abasto. Pensaba que esto aflojaría rápido pero una vez más me equivoqué. Dadme cancha, amigos!!)

A mí esto de la independencia de Cataluña me genera sentimientos encontrados. Normalmente esquivo el debate porque, en realidad, apenas me interesa, o digamos que sólo me interesa como revulsivo en una situación estancada. Pero a mi alrededor, como es lógico, todo el mundo está embarcado en este jaleo, muchos a favor, otros en contra. Y me resulta un poco complicado explicar mi postura porque antes de terminar de explicarla ya se me ha percibido como un "adversario", o como "uno de los nuestros", y no.

Una conversación tipo puede ser así:

PREGUNTA: ¿estás a favor de la independencia de Cataluña?

RESPUESTA: Sí.

P: ¡nunca hubiera dicho que tú fueras nacionalista!

R: No lo soy.

P: ¡Pero estás a favor de la independencia!

R: Sí.

P: ¿Crees que a Cataluña le irá mejor fuera de España?

R: No lo sé.

P: ¡Los políticos catalanes son igual de corruptos que los españoles!

R: Ya.

P: ¿Y sigues estando a favor de la independencia?

R: Sí.

Raro.

Para muchos, que alguien vea con buenos ojos la independencia de Cataluña solo es compatible con el nacionalismo, y con la permisividad con los corruptos propios. Y esto es totalmente falso: al menos en mi caso, y me consta que en muchos más.

Así que voy a intentar desarrollarlo aquí. Aunque mi opinión al respecto no creo que le interese a nadie, al menos me servirá para ordenar mis propias ideas.

AVISO: Si éste es un debate que te pone nervioso, casi mejor que no leas el artículo. No tengo ganas de discutir. De debatir sí. De discutir no.

AVISO 2: Cuando aquí hable de "referendum", me refiero a un eventual referéndum vinculante que tenga consecuencias políticas. Lo que se está pidiendo en Cataluña en esta fase es, todavía, un simple referéndum consultivo. Para "contar" cuantos hay a favor y cuántos en contra. Y esto no voy a entrar a discutirlo, porque sencillamente es indiscutible el derecho a ser consultados.



La voluntad popular

El principal argumento de la gente favorable al referéndum (votando a favor o en contra, eso es irrelevante) es la voluntad popular. Y la verdad es que es un argumento incontestable: si la gente quiere pirarse de tu fiesta, tienes que dejarlos marchar, porque si los retienes contra su voluntad eso deja de ser una fiesta para convertirse en un secuestro. Hasta aquí, supongo que estamos todos de acuerdo, y quien no lo esté… pues es un secuestrador en potencia.

Y aceptemos de una vez que el movimiento independentista es fuerte. Hay un montón de gente en mi tierra con un gran fervor patriótico, que está íntimamente convencida de que si van por su cuenta les irá mejor. Que la idea sea correcta o incorrecta es irrelevante: recordemos que 10 millones de personas le han dado la mayoría absoluta a Mariano Rajoy, para el cual la cárcel es poco. Lo que importa ahora mismo es que EXISTEN. Por mucho que el nacionalismo español cierre los ojos y lo niegue. Existen, son un montón, y quieren algo, y no dárselo y tratarlos como una mierda no ayuda a que se calmen los ánimos.

Por tanto, primer principio: si la gente quiere responder a una pregunta, la obligación del gobernante es hacerles la pregunta, y que respondan y se atengan a las consecuencias que de ahí se deriven. Lo contrario a esto tendrá varios nombres, pero desde luego, "democracia" no es uno de ellos. Aunque lo ponga sobre el papel (no entremos hoy en lo idóneo o no de las sacrosantas democracias).

Pero para mí, esto no es un argumento en sí mismo. Vuelvo a recordar a Mariano Rajoy: el hecho de que una mayoría desee algo no significa que lo deseado sea intrínsecamente bueno. Sólo significa que es legítimo. Un motivo demasiado pobre como para que yo me decante por una opción u otra en algo que podría cambiar nuestras vidas de forma radical y desconocida.



El nacionalismo

Entonces entra en juego el fervor patriótico. Aquí patino: a mí es que las patrias me importan una mierda. De verdad. Me sabe mal porque choco con muchos amigos, pero es que me importan un carajo España, Cataluña, y la madre que los parió a todos. Los países no son nada, nos los hemos inventado pintando unas líneas y matándonos unos a otros. Los países parecen el paso lógico y natural en la organización humana, pero no por eso dejan de ser pozos de mierda abyectos creados a base de injusticias y crueldad. Cualquier actitud humana que no tenga como eje central a la especie humana en su conjunto me parece una postura biológicamente estúpida, peligrosa, y condenada a la desaparición en el tiempo largo. Los países, como los imperios, van y vienen. Lo único que permanece es el ser humano, al menos hasta que consigamos autoextinguirnos.

Por lo tanto, a mí no me conmueve la nación. Ninguna. Y los nacionalistas menos. No me gusta discutir con ellos porque casi siempre hablamos idiomas diferentes: ellos razonan su postura desde la emoción y el sentimiento, y yo no.

Y otra cosa al respecto: hay un montón de gente que es nacionalista y no lo sabe, o no quiere admitirlo. Normalmente el nacionalista catalán es proselitista y exhibicionista, van de cara, así que ya sabes a lo que atenerte, no hay problema. Pero los nacionalistas españoles son más "peligrosos", ya que muchos van de tapados incluso sin saberlo. Nacionalista español no es el facha que escribe en Twitter que ojalá una bomba en el Camp Nou matara a todos los catalanes (o al menos, a todos los del Barça), o no sólo. Nacionalista español es aquel buen tipo que dice "hombre, a mí me sabría mal la independencia porque me gusta España tal como está". Todos los que dicen que incluso están a favor del referéndum pero votarían en contra porque "le gusta España como está", son nacionalistas españoles, aunque lo nieguen: tienen en su mente una idea de NACIÓN que LES GUSTA y por tanto quieren que siga igual sólo porque LES GUSTA. No hay nada racional allí. Sólo sentimiento.

Y el sentimiento no es un argumento que me haga decantar por una opción u otra.



La catatonia española

Pero ocurre algo muy serio: que España es un cadáver. El sistema político de los últimos 30 años está kaputt. No da más. La política es una comedia vergonzosa, los sindicatos han caducado en su forma actual, en la CEOE se comportan como unos hijos de puta, el sistema judicial está en entredicho, y la sociedad está en shock, o directamente les importa todo un comino.

Lo peor de esta crisis no es la pobreza: es que no tenemos plan. Fijaos en todas las medidas que se toman en España. En ninguna hay un plan de futuro. ¿Qué vamos a hacer de aquí a diez años? ¿Y a veinte? Nadie lo sabe. No saben ni cuándo saldrán de la crisis, porque no saben qué vendrá después. Y ZP primero, y Naniano después, se han encargado de ir minando la investigación científica hasta prácticamente liquidarla, lo que nos garantiza un retraso de un par de décadas respecto al resto de naciones avanzadas… como poco. Vamos haciendo pisos, casinos, ahora unos apartamentitos en la costa, ahora otro casino, chavales estudiando ruso para lograr oportunidades doradas como hacer de camarero en Tarragona durante el verano. ¿Y luego qué? ¿Cuando pase la crisis dentro de 4 o 5 años más y vuelva a haber algo de trabajo, (mucho más precario) entonces qué?

Nada. Estamos flotando en una especie de stasis catatónica, mirando alrededor sin comprender lo que ocurre ni visión de futuro alguna.

Y aquí, amigos, encuentro el argumento que necesitaba. De las situaciones de parálisis se sale con un revulsivo. Un shock que te despierte y te ponga las pilas. Y una eventual secesión sería un revulsivo de puta madre.

Cataluña ganaría el impulso del éxito, esa fuerza de cuando te salen bien las cosas (y más una que llevas siglos buscando) y estoy convencido de que resultaría un dinamizador social cojonudo. Además, el Govern se vería obligado a repensar todo el país, redistribuir la producción y la infraestructura de su territorio, que debería aportar al conjunto más de lo que ya lo hace, al menos si quieres mantenerte por ti mismo, así que laboralmente habría movimiento.

La corrupción seguiría estando ahí, sobretodo si conseguimos la independencia de mano de CIU. Pero bueno, hoy ya sigue estando ahí, no es que ganemos algo malo, es que nos quedamos con algo malo que ya traíamos de serie. Y hay ganancia: al menos, sólo tendríamos que luchar contra la corrupción de la Generalitat. Ahora tenemos que lidiar con la de la Generalitat Y la de Moncloa.

Políticamente, también sería un escenario interesante: sospecho que el binomio CIU/ERC se repartiría el bipartidismo de los cojones que nos tiene obsesionados, sustituyendo y complementando al PP/PSOE (quizá IU para entonces) de Madrid. Pero un nuevo país es campo abonado para nuevos movimientos y nuevas formaciones políticas, y en el contexto actual de lucha contra el statu quo, CIU es el statu quo, así que la oposición es previsible e interesante. ¿Cómo evolucionará ERC como partido hegemónico de izquierda en Cataluña? ¿Se convertirá, a su vez, en statu quo? ¿O podrá impulsar cambios? ¿Qué hay de CUP? ¿Qué dinamismo encontraremos?

¿Y España? Para España sería también muy positivo, por los mismos motivos. Es posible que se les acumulen más problemas al principio, eso es cierto, por la desigualdad entre los territorios. Lo que me parece mezquino es echarle la mierda a Cataluña: si después de 30 años de "solidaridad" interterritorial, los POLITICOS de Andalucía o Extremadura (por ejemplo) aún no han sido capaces de solucionar los problemas estructurales de su jurisdicción, ES A ELLOS a quien la POBLACIÓN debe pedir cuentas, no al que ha estado poniendo el dinero. Pero en cualquier cualquier caso, al gobierno de España no le quedaría más remedio que redistribuir ellos también el territorio, crear nuevos ejes, una nueva ola de industrialización. España tiene capacidad de trabajo de sobras para reconvertirse y avanzar.

Dale la independencia a Cataluña, y en veinte años esta península no la reconoce ni su puta madre.

Y no precisamente para mal.

Metámonos eso en la cabeza: nos estamos obstinando en mantener una estructura y una idea que han demostrado ser fallidas, que ya han caducado.



El riesgo y la ganancia

En resumen: hay que perderle el miedo al cambio. En esta crisis sistémica, mantenerse en el statu quo es aferrarse al muerto, y si nos aferramos demasiado tiempo acabaran cerrando el ataúd con nosotros dentro. Es el momento de dejar el pasado partir, y fijar rumbo al futuro de una maldita vez.

Innovar.

Cambiar.

Probar otros caminos.

A mí me gusta muchísimo más la idea federal, es la que mejor encaja en la península sin meterle vaselina, pero ese requiere de la disposición del resto del país, y aunque IU lo haya defendido siempre… no se les oye, al menos aquí (que ni siquiera hay IU, sino ICV). El PSOE, no ha sido hasta ahora que ha empezado a piar Rubalcaba. Y en Cataluña se la ha apropiado el friki de Pere Navarro, como quien se queda con "la amiga fea": si se iba al SÍ se le iban los votos a ERC, si se iba al NO, al PP y C’s. No parece creérselo mucho, y no es ahora mismo una opción que esté realmente encima de la mesa. Así pues, ya renuncio ni a proponerlo. Una lástima.

No me queda entonces más opción que la independencia. Se me antoja lo más justo, lo más interesante, y lo más racional.

¿Riesgos? Los que quieras. Podemos irnos todos a la ruina y volver a conocer el hambre generalizada. Podría incluso resurgir la violencia, y no tengo yo tan claro que Europa fuera a mostrarse firme ante un golpe militar. Sí, hay infinitos riesgos.


Pero es que no nos queda más remedio que asumirlos
¿Acaso queda alguien todavía que cree que cuando esto acabe volveremos a los felices años antes de la crisis? Despertad de una vez, cojones. Ya vais tarde, maldita sea. España ha muerto, el modelo económico ha muerto, esto va a cambiar queramos o no. Mejor tomar las riendas, o al menos intentar dirigir esos cambios, ¿no? ¿O preferís quedaros sentados mirando la tele a que os digan el nombre de vuestro próximo dictador?

En otras palabras: no tenemos nada que perder porque el sistema ha muerto y va a cambiar.

Pero sí tenemos todos mucho que ganar.



Anticipación a las críticas

Sería genial que os animarais a dejar vuestra opinión en los comentarios, y que pudiéramos discutir (en el buen sentido. Téngase presente que aunque escribo y hablo de manera a veces categórica, asumo que puedo estar equivocado en muchos puntos). Pero ante la probabilidad de que entre alguien cabreado con los argumentos anti-independencia de costumbre, quisiera anticipar las respuestas. Si estás de acuerdo con lo arriba dicho esta parte puedes saltártela si quieres. Que con la mierda de theme que tengo en mi blog, ya te deben sangrar los ojos (lo siento):
¡CIU y ERC también son corruptos!: Ya, arriba lo dijimos. Da igual. No conseguir la independencia tampoco nos va a librar de los corruptos. Pero si España se libra de los nuestros, y nosotros nos libramos de los españoles, ¡todos lo tendremos un poquito menos imposible! Como dicen los gurús del emprendimiento, es un "win-win".

¡Lo de la independencia lo sacó Mas para desviar la atención de sus corruptelas!: Falso. Mas utilizó el impulso independentista. Pero ese impulso ya existía desde mucho antes, se ha gestado durante décadas, y no precisamente gracias a Artur Mas.

¡La Constitución no lo permite!: Alguien preguntó en Twitter "¿Vivimos en una democracia, o en una constitución?". Y no hase falta disir nada más. Bueno, sí: que no me hagáis reír. En esta Constitución se mea ya hasta Dios. Otro cadáver.

¡Os echarán de Europa!: ¡Sí, por favor! Estoy totalmente en contra de este modelo de construcción europea, y si me dicen que nos echan, entonces voto aún con más ganas que sí. Es un tema demasiado extenso para explicarlo aquí, lo mismo un día le dedico un post. En cualquier caso, no creo que cayera esa breva. Económicamente, a Europa no le sale a cuenta sacar a Cataluña de su órbita. Además, el inevitable proceso de construcción europea sólo culminará cuando las barreras y distinciones entre naciones desaparezcan por completo, y para ello es fundamental desnaturalizar las naciones, convertirlas en ideas obsoletas, para que la gente ceda su soberanía a Bruselas. Tengo toda la sensación de que "romper España" les viene bien para construir Europa (aquello de cascar algunos huevos para hacer una tortilla) así que no creo que pongan muchas pegas llegado el momento. Aunque quizá me equivoque. No tengo la suficiente información.

¡Queréis levantar fronteras!: Otra tontería. Esto rasca algunos votos para Ciutadans y PP, pero no tiene el menor sentido. ¡Joder, sólo tenéis que mirar a Europa! ¿Has tenido muchos problemas tú para atravesar la frontera con Francia? ¿Resulta una pesadilla burocrática viajar a Alemania o a Inglaterra? ¿Entonces? ¿De qué cojones estamos hablando? Especialmente patética fue la campaña impulsado por un grupo de empresarios catalanes, con una barrera en medio, y a un lado un guardia civil, y al otro un mosso. ¿Es que acaso estamos en el siglo XIX? Además, si es que es de sentido común: ¿quién podría estar interesado en poner una frontera entre España y Cataluña? Ambos somos el principal mercado del otro, y tenemos repartidos amigos y familia por toda la península, poner una frontera es una estupidez. Lo más gracioso es que en Cataluña nadie quiere eso, nadie lo ha comentado (nadie serio, o que no esté loco) ni forma parte del programa. Os invito a leer entrevistas a Mas o Junqueras o cualquier otro agente. No titulares de "La Razón". Entrevistas completas. Todo esto de las fronteras lo saca constantemente el nacionalismo español, pues bueno, para agitar el trapito a ver quién embiste. Pero dudo que tuvieran cojones de llevarlo a cabo llegado el momento: se morirían de hambre unas semanas antes que los catalanes. Y si lo hicieran, tened por seguro que sería decisión de Madrid. Nunca de Barcelona. Cuando se habla de independencia se habla de manejarse sus propios asuntos, no de encerrarse en una cueva para no hablar con nadie y que nadie pueda entrar ni salir.

¡Las empresas se marcharán de Cataluña!: Es irrelevante. En primer lugar, trasladarse siempre es difícil, y Cataluña es un mercado amplio con cierto poder adquisitivo y de consumo, así que a muchas empresas les seguirá interesando quedarse aquí. Y las que no, buen viaje y buena suerte: el nicho vacío será ocupado rápidamente por nuevas empresas. Personalmente, a Lara (de Planeta) le prefiero lejos. NOTA: Quede claro que estoy hablando en términos absolutos. Si bajamos a pie de calle, a nivel personal, es evidente que una eventual fuga de empresas es un problema para sus trabajadores. Pero sospecho que la Generalitat algo apañaría, e insisto en que el nicho se llenaría rápido. Aquí es donde debemos aceptar (o no) el reto a nivel personal y familiar. Yo lo acepto, y por eso votaré sí. Pero puedo entender perfectamente que mucha gente no lo haga, aunque no lo comparto. Ahí, nada que objetar.

¡Echaríamos al Barça de la Liga!: ¡Ésta es muy buena! Os juro que la he leído ya varias veces, y nunca sé si reír o llorar. Demuestra una edad mental de unos 5 años. Punto uno: me importa una mierda el Barça. Punto dos: no hay cojones. Con los irracionales millones que se mueven, ¿cómo van a romper la Liga para que se fastidie el Barça? ¿Qué pasa entonces con el Madrid? ¿Dónde queda la "grandeza" de Uno si no tiene al Otro? Y punto 3: que el fútbol sea un argumento en un debate tan importante como éste es para pegarse un tiro.

¡Cataluña nunca ha sido un reino independiente!: ¿Y qué? ¿Dónde está escrito que tengas que serlo en el pasado para que se te otorgue en el futuro? ¿Acaso los Estados Unidos habían sido un reino? Una comunidad se hace independiente porque le apetece y lo siente así, y punto.

¡Pero es que esto de la independencia se lo inventó Pujol y le lavó el cerebro a los niños catalanes!: Otra vez, ¿y qué? En primer lugar, ahora ya es tarde. Aún en el caso de que la educación catalana haya estado marcadamente orientada a la construcción de una realidad nacional (algo en lo que yo no sería muy categórico… que yo me eduqué en ese sistema, ¿eh?), no podemos cambiar el pasado, y el resultado es que HOY hay un MONTÓN de gente con ganas de marcha territorial. A efectos prácticos, es lo único que importa. Y en segundo lugar, es muy discutible eso de que la independencia se la acaban de inventar. Claro que ha habido ingeniería social, y por ejemplo TV3 es un gran articulador del sentimiento de país, no lo niego. Pero desde los Reyes Católicos que en Cataluña han existido movimientos, intentos, e incluso guerras, con el objetivo de separarse de Castilla. Que la cosa viene de lejos, vamos.

Pero ya me he alargado bastante. Si has llegado hasta aquí, debes odiarme por el tipo de letra. Os prometo que en cuanto pueda cambio el theme.

Lo bueno es que me he vaciado, y ya tengo las ideas un poquito más ordenadas en mi cabeza.

Cuidaos, amigos!
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