Powered By Blogger

jueves, 19 de mayo de 2011

ALEJANDRO I DE RUSIA, el Zar vagabundo

¿UN ZAR VAGABUNDO?

Retrato del Zar Alejandro I Pavlovich (1777-1825), Emperador de Rusia entre 1801 y 1825.



antecedentes

A la muerte del emperador y zar Alejandro I, Rusia llora al vencedor de Napoleón I Bonaparte. Sin embargo, nadie puede dar un testimonio certero sobre la identidad del cadáver presentado como el del monarca ruso. Corre el rumor de que Alejandro I no murió. Diez años más tarde, un extraño vagabundo llamado Feodor Kusmich recorre las llanuras de Siberia...


Retrato del Zarevich Alejandro Pavlovich en su época juvenil, según Lampi.

El drama de Alejandro I empieza una noche de marzo de 1801. Joven zarevich, Alejandro acepta participar en un complot contra su padre, el impopular y detestado emperador Pablo I. Los conjurados, -el propio Estado Mayor de Pablo I- prometen al joven príncipe heredero exiliar al soberano depuesto a un retiro apacible. Pero no cumplen lo prometido y, del 23 al 24 de marzo, se lleva a cabo una verdadera carnicería en los aposentos del emperador: le hunden la tráquea a golpes con un pisapapeles de malaquita, y pisotean su cuerpo hasta darle muerte. La escalofriante escena se produce de noche en el Palacio-fortaleza de San-Miguel, en las inmediaciones de San-Petersburgo. Cuando Alejandro I se entera, es demasiado tarde. Él no deseaba la muerte de su padre, pero se siente principalmente responsable del trágico desenlace.



De naturaleza muy creyente, casi místico, un sentimiento de culpa y un profundo arrepentimiento por lo sucedido lo acompañarán durante el resto de su vida.

el zar melancólico

Alejandro I es amado por el pueblo ruso. No es, obviamente, un gran demócrata, pero, tras Catalina II y Pablo I, parece moderado, permitiendo, por ejemplo, a los siervos comprar su libertad.

En 1812 salva a Rusia expulsando las tropas francesas del país. Tres años después de la caída de Napoleón I, se encuentra en el apogeo de su gloria. Viene entonces un período de calma: la melancolía lo carcome, la inacción le pesa; recorre sin cesar su imperio, intentando escapar de sus recuerdos. Es entonces cuando unos misteriosos personajes, la mística Baronesa de Krüdener y el visionario lionés Bergasse, lo convierten al protestantismo metodista. Hace mucho tiempo que Alejandro sueña con abandonar el poder. No deja de repetir a sus más allegados que abdicará antes de cumplir los 50 años de edad. Un año antes de su desaparición, escribe a Federico-Guillermo III de Prusia diciéndole que quiere dejar la corona a su hermano Nicolás y retirarse para vivir como un ermitaño.

¿murió Alejandro en Taganrog?


Retrato del Zar-Emperador Alejandro I Pavlovich de Rusia, realizado en 1820.

El 16 de noviembre de 1825, Alejandro I llega a su castillo de Taganrog, en las costas del Mar de Azov. Acaba de cumplir 50 años. Quince días más tarde anuncian su muerte. Oficialmente, el emperador murió de un ataque de fiebre de paludismo. Numerosos documentos lo atestiguan, pero lamentablemente son poco fiables: analizados más detenidamente, los relatos de los testigos de la muerte de Alejandro son contradictorios.



El informe de la autopsia lleva las firmas de médicos que confesaron no haber estado en Taganrog ese día: se trata a todas luces de un documento falso. Por lo demás, las conclusiones de este mencionado documento están en clara contradicción con lo que se sabe de Alejandro I: ninguna mención de hipertrofia del bazo, síntoma evidente del paludismo; la descripción de una cicatriz en la pierna derecha, cuando se trataba de la izquierda; rastros de una lesión encefálica, secuela de una sífilis que Alejandro jamás padeció.

Según la costumbre, el cadáver es expuesto varios días en público. En la iglesia de Taganrog, los visitantes se quedan sorprendidos: la cara del soberano está irreconocible, casi descompuesta. El Príncipe Volkonsky, encargado de los restos, escribe:

"...la cara está ennegrecida por el aire húmedo y los rasgos del difunto están completamente alterados..."

Finalmente, cuando, 40 años después de la muerte del emperador, su sobrino-nieto Alejandro III hace abrir la tumba para terminar con los rumores, ¡sólo encuentra un ataúd vacío!

el extraño starets de Krasnoretchensk


Retrato del starets Feodor Kusmich.

Once años después de la muerte del zar y emperador, en el otoño de 1836, un sorprendente personaje de unos 60 años es apresado en la provincia de Perm. Este caballero de ademanes nobles se presenta como un vagabundo llamado Feodor Kusmich, de vuelta de un largo viaje por Tierra Santa. Los policías quedan sorprendidos por su soltura y sus aires de gran señor. Pero, conforme a las leyes en contra de la vagancia, el prisionero es deportado a Siberia. Éste no protesta. Durante largos años trabaja en una destilería y después en una mina de oro. Pero Kusmich no es un hombre ordinario. Brota de él una nobleza moral sólo igualada por su piedad y, poco a poco, llega a ser considerado como un starets, un hombre santo.

Instalado en una pequeña casa en Krasnoretchensk, Feodor Kusmich no pide nada. Sin embargo, numerosos visitantes, como el obispo de Irkutsk, vienen a entrevistarse con él. El hombre les sorprende: habla varios idiomas extranjeros, conoce perfectamente todos los acontecimientos políticos y a todos los grandes dirigentes, y se apasiona cuando cuenta, con increíble precisión, la guerra de 1812 y los detalles de la entrada triunfal del emperador Alejandro I en París. Todos los testimonios concuerdan: sólo se puede tratar de una persona que haya vivido esos acontecimientos desde una alta posición en el Estado. Un antiguo soldado de regreso de una campaña, cruzándose un día con el hombre santo (al que no conoce), se arrodilla frente a él: ha reconocido a su amo, al emperador Alejandro I de Rusia. Feodor Kusmich se enoja y hace callar al soldado, repitiendo varias veces:

-"Yo soy sólo un vagabundo!"

A partir del incidente, los historiadores indagan sobre la verdadera identitad del starets. Algunos documentos prueban que el vagabundo recibió en secreto la visita de varios miembros de la Familia Imperial; no es, pues, imposible que Feodor Kusmich y Alejandro I de Rusia sean el mismo hombre.

Monarcas que renunciaron al poder:

Retrato ecuestre del rey Felipe V de España (1683-1746), según J.B. Van Loo.


*_Alejandro I es un caso sin paralelo. Sería el único soberano conocido en haber simulado su propia muerte para dejar el poder y sumirse en el más absoluto anonimato. Podemos encontrar en cambio cierto número de casos de abdicación, cuya frecuencia varía según la época, la cultura y el país. Así, en España, durante mucho tiempo fue normal que llegada cierta edad el soberano abdicara la corona en favor de su primogénito; dicho retiro fue asumido en primer lugar por Carlos I y luego por Felipe V, que deja el poder a su hijo Luis I en 1724. Sin embargo, debe volver a subir al trono ocho meses después, tras la muerte prematura de Luis I, reinando hasta 1746, es decir, 22 años después de su abdicación. Sus descendientes, Carlos IV y Fernando VII, también abdican en 1808.


Retrato del rey Pedro IV de Portugal (1798-1834), Emperador de Brasil como Pedro I.

*_Un rey abdicó dos veces: Pedro IV de Portugal. Hijo del rey Juan VI, Pedro escapa a Brasil cuando los franceses invaden Portugal en 1807. Cuando su padre vuelve a Portugal en 1821, rehúsa acompañarlo, y se hace proclamar emperador de Brasil bajo el nombre de Pedro I. Pero a la muerte de Juan VI, en 1826, es designado por el Consejo de Regencia como legítimo rey de Portugal con el ordinal de "Pedro IV". Vuelve a Lisboa sólo para modificar las instituciones y abdicar la corona en favor de su hija María II. Poco después, el trono es usurpado por el regente Don Miguel. En 1834, Pedro abdica una segunda vez en Brasil, en favor de su hijo, y vuelve a Portugal para restablecer en el trono luso a María II.


Retrato del rey Carlos X de Francia y de Navarra (1757-1836).

*_En Francia, ningún soberano abdica la corona antes de Carlos X, en 1830. El hermano menor de Luis XVI y de Luis XVIII abandona el poder después de la sublevación de París; Luis-Felipe I hará lo mismo en 1848. Napoleón III abdicará en 1870, siendo el último monarca francés.


Retrato del rey Eduardo VIII de Gran-Bretaña e Irlanda (1894-1972), Duque de Windsor a partir de 1936.

Durante el siglo XX, en otros países, distintos monarcas deben renunciar a su cargo bajo presiones políticas: el zar Nicolás II en 1917, el emperador Guillermo II en 1918, el rey Víctor-Manuel III de Italia en 1946, así como su sucesor Humberto II. El caso de Eduardo VIII de Gran-Bretaña es el más emocionante y controvertido: abdica oficialmente por "amor" en 1936, sin embargo, se ha sabido recientemente que el Gobierno Británico forzó su renuncia por ser un adepto de la ideología nazi y admirador de Hitler.

No hay comentarios:

Publicar un comentario