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miércoles, 11 de enero de 2012

LA LEYENDA DE LA CONDESA SANGRIENTA


La Condesa de Deux-Forts



En el siglo XII, en Francia, se cuenta la historia de una condesa, propietaria de un castillo llamado "Château de Deux-Forts" (Castillo de Dos-Fuertes), en el importante condado de Auvernia, y que nos recuerda extrañamente a la célebre condesa Erzsebet Báthory-Nadasdy, aunque todo hay que decirlo, mucho más anterior a ésta. Su historia es la siguiente:

Una noche, en el momento en que la condesa se disponía a acostarse, descubrió una extraña mancha marrón en su vientre. Dió orden a sus sirvientas que la frotasen con agua fría primero, y con agua caliente luego. Pese a las enérgicas friegas, la mancha no desaparecía. Al día siguiente, por la mañana, la condesa estaba apesadumbrada. Lejos de haber desaparecido, la mancha parecía haber aumentado de tamaño. Mandó que buscasen al médico. El galeno oscultó la condesa y la examinó detalladamente. Tras mirar una y otra vez, el médico declaró con voz clara que su señoría sufría de un principio de lepra. Al oír semejante noticia, la condesa agarró por los brazos al doctor y le susurró al oído que ordenaría a sus servidores que le desollaran vivo si no encontraba un remedio para curarla.

Quizás es esa amenaza lo que inspiró al galeno desesperado, de sugerir el siguiente remedio. Tan solo quedaba una cosa que hacer, dijo el médico, para que se curase completamente la condesa de tan horrenda enfermedad. Tenía que bañarse en sangre humana y fresca. Ni corta ni perezosa, la condesa siguió la prescripción del doctor...

A partir de ese infausto día, los niños de la región empezaron a desaparecer. En los pueblos y aldeas del Valle de Sioule, se murmuraba que la condesa de Deux-Forts era un ogro diabólico que devoraba chiquillos. Guillermo VIII, Conde de Auvernia, hizo caso de los rumores y transmitió las preocupaciones de sus súbditos al rey de Francia. Las autoridades religiosas de Clermont hicieron lo mismo. Una investigación aclaró los sangrientos crímenes de la condesa. Su juicio se instruyó poco después.



El médico y toda la servidumbre de la condesa fueron condenados a morir ahorcados. En cuanto a la condesa, ésta fue descuartizada por cuatro caballos.

Tras el horrible proceso y la ejecución, una cruz de piedra fue erigida en el emplazamiento mismo donde fue ejecutada. Se la conoce como "La Croix de Male Mort" (la Cruz de la Mala Muerte).

Desgraciadamente, se ignora el nombre de esta condesa y las fechas exactas en las cuales se desarrollaron los hechos.

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