Felipe II, rey de España, se encontraba un día solo y sin insignia alguna que indicase su identidad en una de las galerías de su palacio de El Escorial cuando un foráneo, que estaba visitando las maravillas artísticas allí atesoradas, se acercó a él y le pidió si era posible que le explicara qué cuadros se encontraban en la galería.
-"¡Como no!" respondió el monarca, quien se afanó en satisfacer la curiosidad del visitante. Éste, tras haberle largamente preguntado sobre aquel u otro cuadro, de pedirle que le guiase por otras estancias, y lejos de sospechar de la identidad de su guía ocasional, se despidió de él diciéndole:
-"Señor, os estoy infinitamente agradecido por vuestras excelentes explicaciones. Me llamo Pedro Pacheco; soy maestro cuchillero en Segovia: mi tienda se encuentra junto a la catedral. Si jamás pasáis por allí y queréis venir a verme, prometo haceros probar un buen vino."
-"Señor, replicó Felipe II, os estoy muy agradecido. Me llamo Felipe y soy el rey de España; si jamás pasáis por Madrid y venís a visitarme, os prometo que probaréis el mejor."
Anécdota de: Felipe II de Austria, Rey de España y de Portugal (1527-1598).
La sorpresa que se llevaría Pedro Pacheco al enterarse
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