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domingo, 19 de junio de 2011

KURAKIN, el Príncipe Diamante

ALEKSANDR BORISOVICH,
PRÍNCIPE KURAKIN
1752 - 1818

"el Príncipe Diamante"

Retrato del Príncipe Aleksandr Borisovich Kurakin (1752-1818), según Brompton.


Aleksandr Borisovich, Prí­ncipe Kurakin (1752-1818), Hijo del prí­ncipe Boris Leonti Alexandrovich Kurakin -fallecido en 1764- y de la condesa Elena Semyonova Apraksina, es compañero de estudios del entonces hijo y heredero de la emperatriz Catalina II "la Grande", el gran-duque Pablo de Rusia, con el cual empezará su educación. Gracias a la costumbre cosmopolita imperante entonces en la Europa dieciochesca, acabará completando sus estudios en la Universidad de Leyden, en las Provincias Unidas, siguiendo una tradición inaugurada por el entonces emperador Pedro I "el Grande", el cual ya recomendaba entonces la formación de los hijos nobles rusos en los Paí­ses-Bajos y en otros países europeos con prestigiosas universidades.


Retrato del Príncipe Kurakin, según Alexandre Roslin.

De vuelta a San Petersburgo, Kurakin será nombrado Senador Imperial en 1775, obteniendo en 1778 el cargo de chambelán de la corte y recibiendo su nominación de Procurador Jefe del Senado Ruso. Sin por ello renunciar a sus nuevas dignidades palatinas y públicas, Alejandro Borisovich Kurakin formará parte del séquito del gran-duque Pablo en su gira por Europa debido a la estrecha amistad que le une al heredero del trono, quien le llama cariñosamente "mi alma".


Retrato del Gran Duque Pablo Petrovich de Rusia (1754-1801), en 1780 según Levitzky.

Desgraciadamente, la amistad de Kurakin con el gran-duque heredero es mal vista por Catalina II quien, usando de pequeños pretextos, lo exilia lejos de la corte, confinándolo en sus posesiones de Nadezhdino, en la provincia de Saratov. Su lejanía no impide, afortunadamente, que mantenga con Pablo una estrecha relación epistolar que durará hasta la muerte de la emperatriz en 1796. En esa fecha, y ya proclamado zar y emperador Pablo I, Kurakin será llamado a su lado para ocupar un puesto de importancia en la corte rusa. El emperador le colmará entonces de todos los honores posibles nombrándole consejero secreto y personal, miembro del Consejo Imperial y vice-canciller de Rusia, premiándole con las más altas condecoraciones de las órdenes de San Vladimiro y de San Andrés (caballero Gran-Cruz de 1er grado). No contento con ello, Pablo I le regalará un suntuoso y enorme palacio en San Petersburgo a modo de residencia, y extensas propiedades en Astrakhan con 4.000 siervos. El fastuoso tren de vida, las aventuras femeninas y el desmedido amor por los diamantes del príncipe Kurakin le transforman en un cortesano popular al que ya entonces se conoce bajo el apodo de "el Prí­ncipe Diamante".

Retrato de Aleksandr Borisovich Kurakin en 1797, según la pintora Elisabeth Vigée-Lebrun.


Caído en desgracia en 1798, Kurakin se retira en Moscú por espacio de 3 años. Las paranoias del monarca, cada vez más delirantes y rayanas en la locura, transforman su vieja amistad por Kurakin en auténtica aversión por el mero hecho de sospechar que no aprueba la avalancha de decretos imperiales tan excéntricos como abusivos. En realidad, Pablo I ya no está en sus cabales, tal y como escribirí­a en sus cartas al Gobierno de Londres el entonces embajador británico en San Petersburgo, Lord Whitworth. Tras cerrar a cal y canto las fronteras de su Imperio, Pablo I arremeterá contra cualquier publicación extranjera (más si es francesa) imponiendo una férrea censura hasta en los salones aristocráticos de la capital donde antes se alababan y leían a los filósofos franceses. Irá hasta regular en los más nimios detalles el reglamento protocolario y la vida diaria de su corte, fijando la cantidad de caballos permitidos para una carroza o una calesa, la vestimenta y las joyas que se han de llevar, todo eso y más a golpe de decretazo inapelable. En consecuencia se atrae las iras populares, de la nobleza y de la propia iglesia ortodoxa, convirtiéndole en el monarca más odiado y temido de la historia rusa desde el reinado de Ana I.

Retrato del zar Pablo I Petrovich (1754-1801), Emperador de Todas las Rusias entre 1796 y 1801, según Shubin.


Consciente de su impopularidad y temeroso de ser ví­ctima de una conspiración, Pablo vive entonces recluído en su palacio-fortaleza de San Miguel, lo que no evitará que un complot llevado a cabo por sus más allegados consejeros, y con el acuerdo del gran-duque heredero Alejandro, acabe con su vida en 1801, al ser asesinado.


Retrato del Príncipe Aleksandr Borisovich Kurakin (1752-1818), con el hábito de Caballero de la Orden Imperial de San Andrés en 1799, según Borovikovsky.

Con el asesinato de Pablo I, Kurakin podrá regresar a San Petersburgo llamado por el emperador Alejandro I, el cual le devolverá su cargo de vice-canciller y, además, nombrándole canciller de las Ordenes Rusas, abriéndole las puertas de una brillante carrera diplomática.

Presente en el Tratado de Tilsit, junto al emperador, es finalmente destinado a encabezar la importante embajada rusa en Parí­s, embajada que desempeñará con éxito entre 1809 y 1812. Interrumpidas las relaciones amistosas con Francia en 1812, es llamado a San Petersburgo y, poco después, estalla la guerra. Durante la invasión francesa en Rusia, con la caída de Moscú a manos enemigas, Kurakin sigue al emperador en todos sus desplazamientos hasta el final de las hostilidades.

De su estancia de 3 años en Parí­s, Kurakin dejará redactadas unas interesantes "Memorias".Hombre conocido por su vanidad, su fastuosidad, su desmedido amor a los diamantes (que compra a kilos), y con fama de terrible mujeriego, Alexander Borisovich Kurakin nunca juzgó oportuno casarse, aunque eso no le impidió tener nada menos que 70 hijos ilegí­timos!

Falleció a sus 66 años de edad después de haber disfrutado mejor que nadie de la vida y de los placeres que le ofrecía su posición social.

2 comentarios:

  1. "un complot llevado a cabo por sus más allegados consejeros, y con el acuerdo del gran-duque heredero Alejandro, acabe con su vida en 1801, al ser asesinado."

    ¿Está demostrado este acuerdo? Creía que era todo lo contrario.

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  2. El testimonio clave de un eminente miembro de la conspiración, el conde von der Pahlen -uno de los hombres de confianza del zar Pablo I-, asi lo refleja.

    Saludos.

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