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jueves, 2 de junio de 2011

1889: EL ESCÁNDALO DE CLEVELAND STREET

Londres 1889:
el Escándalo de Cleveland Street



Una cosa lleva a otra



En 1889, en plena Era Victoriana, estalló un escándalo que, a duras penas, consiguió acallar el Gobierno de Su Graciosa Majestad. Todo partió de una simple investigación llevada a cabo por el agente de policía Luke Hanks tras producirse un robo en la oficina central de telégrafos de Londres. Se descubrió que un mensajero adolescente de 15 años, Charles Thomas Swinscow, tenía en su posesión la suma de 14 chelines, cantidad que equivalía a un sueldo de varias semanas de trabajo. Ya por entonces, no se dejaba a los mensajeros llevar encima dinero propio durante el trabajo para evitar que mezclaran dinero suyo con el de los clientes, asi que el joven Swinscow fue interrogado sobre esa cantidad y considerado, en un principio, como uno de los autores de la sustracción hasta que, finalmente, se avino a confesar que había ganado ese dinero ejerciendo la prostitución por cuenta de un tal Charles Hammond, poseedor de una casa de citas masculina en el 19 de la calle de Cleveland. Presionado y amenazado, Swinscow tuvo que colaborar con el agente Hanks y hacerle de "introductor" en el clandestino ambiente de la prostitución gay londinense, presentándolo a otro joven de 18 años que también trabajaba en telégrafos, Henry Newlove que, a su vez, presentó al policía -de riguroso incognito- el famoso dueño y proxeneta Hammond. Otros dos chavales de 17 años también mensajeros, George A. Wright y Charles Ernest Thickbroom, fueron convencidos por Hanks para que colaborasen y dieran más detalles sobre el discreto negocio de Hammond. Al poco, también cedió Newlove, que confesó al verse acorralado por el inquisitivo agente.


Retrato del Inspector Jefe de Scotland Yard, Frederick G. Abberline (1843-1929), el célebre detective que estuvo al cargo de los crímenes de Whitechapel en 1888. 

Con todos los datos y las confesiones en su poder, Hanks informó a sus superiores y el caso de la Calle Cleveland fue confiado al inspector detective de Scotland Yard Frederick George Abberline, el mismo que en 1888 se había hecho cargo de los aterradores y nada aclarados crímenes de Whitechapel. Con un dossier bien detallado, Abberline pasó a la acción y, el 6 de julio, con una orden de arresto en mano para Hammond y Newlove, se presentó a la puerta del nº19 de Cleveland Street, sede del burdel masculino. Por desgracia, Abberline se encontró con la casa vacía y Hammond y Newlove se habían esfumado. Poco después, pudo dar con Newlove, que se había escondido en la casa de sus padres, en Camden Town. Luego se descubrió que Hammond se había refugiado en casa de su hermano en Gravesend, Kent, tras ser advertido por Newlove de que Scotland Yard andaba tras él.


Retrato de Charles Thomas Swinscow, mensajero de telegramas empleado en la oficina central de Correos y Telégrafos de Londres.


Cartel publicitario de la Oficina Central de Telégrafos de Londres, con el "Telegraph Boy", en plena Era Victoriana.

Detenido y de camino a la comisaría, Newlove empezó a dar nombres... nombres de personalidades distinguidas, y a partir de ese momento empezó a destaparse un escandaloso asunto de prostitución masculina en el que se hallaron implicados nombres de la alta sociedad.


La distinguida clientela de Cleveland Street


Caricatura de Lord Henry Arthur George Somerset (1851-1926), 3er vástago del 8º Duque de Beaufort, según el dibujante Spy.

Henry Newlove habló y mucho, dio nombres y no los de cualquiera. Confesó conocer a Lord Somerset, a Lord Euston y al coronel Jervois, a los que calificó de clientes habituales del burdel de Hammond. El tema tomaba proporciones inquietantes al verse implicados los hijos de dos importantes duques y un militar del Ejército, muy cercanos a la Familia Real. Con decir que Lord Somerset era palafranero mayor del Príncipe de Gales, es más que suficiente para hacerse una idea de la amplitud del problema. Abberline no pudo hacer otra cosa que entrevistar a Lord Somerset, sin más consecuencias, y poner a un agente vigilando la casa vacía de Cleveland Street. El caso fue debidamente puesto en conocimiento del inquilino del Nº10 de Downing Street, el Primer Ministro Lord Salisbury, tras pasar por las manos del jefe de Scotland Yard y, después de eso, las actuaciones se ralentizaron inexplicablemente, aunque adivinamos por qué.


Fotografía del Comandante Henry James FitzRoy, Lord Euston (1848-1912), retratado en 1906 y con el uniforme de Tnte. Coronel del 1er Batallón del Regimiento de Voluntarios de N'hants (desde 1901).


Fotografía en perspectiva de Cleveland Street, Londres, en la década de 1930, y en la que se aprecia el viejo edificio georgiano de la Workhouse (construído en 1775), en el que se dispensaba atención médica para enfermos pobres, y que ya en su tiempo inspiró a su vecino Charles Dickens para su novela "Oliver Twist", puesto que vivía a unas nueve puertas más allá.


El 19 de agosto, se emitió una orden de detención contra George Veck, un conocido de Charles Hammond que se hacía pasar por clérigo. Veck había trabajado en la oficina central de telégrafos hasta que fue fulminantemente despedido por "conducta inapropiada" con los mensajeros. Cuando la policía se presentó en el domicilio de Veck, encontraron a un joven de 17 años (sin duda su amante) que les reveló que éste había ido de viaje a Portsmouth y que regresaría en tren a Londres en breve. A la fecha acordada, la policía detuvo a Veck en los andenes de la estación de Waterloo, nada más bajar del tren y, una vez registrados sus bolsillos, se encontraron cartas comprometedoras de un tal Algernon Alleys. Bajo las órdenes de Abberline, Hanks tuvo que desplazarse hasta Sudbury, en Suffolk, para interrogar al tal Alleys, que se encontraba en casa de sus padres. El interrogado confesó haber mantenido relaciones sexuales con Lord Somerset y haber recibido dinero de éste, y que también había trabajado ocasionalmente para Hammond en Cleveland Street. En base a ese testimonio, Abberline volvió a interrogar a Lord Somerset. Éste, al poco, abandonó Londres para Bad Homburg (Hannover, Alemania Occidental), donde el Príncipe de Gales pasaba sus vacaciones estivales.


El 11 de septiembre, Henry Newlove y George Veck fueron oficialmente inculpados, llevando su defensa nada menos que el abogado de Lord Somerset, Arthur Newton, junto con otros dos abogados, Sir Willie Mathews y Charles Gill, que se encargaban de Newlove y Veck respectivamente. Mientras que en la prensa británica ya asomaba el escándalo y se mencionaban a los linajudos implicados en el juicio, Lord Somerset, que pagaba los costes de la defensa de Newlove y Veck, permanecía oficialmente en Alemania con la misión de inspeccionar unos caballos que el Príncipe de Gales deseaba comprar. Al poco, Newlove y Veck se declararon culpables del crimen de "grave indecencia" el 18 de septiembre, y el juez Sir Thomas Chambers, que tenía fama de laxo, les sentenció a 4 y 9 meses de prisión con trabajos forzados. Los demás chicos implicados en el caso también fueron condenados pero a penas igualmente mínimas. Charles Hammond consiguió esquivar a Hanks y escapar a Francia, pero fue finalmente expulsado por las autoridades francesas a instancias del Gobierno Británico, y acabó refugiándose en Bélgica para, desde allí, tomar un barco hacia Estados Unidos con todos los gastos discretamente pagados por Lord Somerset, a través de su abogado Newton. Por recomendación del Nº10 de Downing Street, que no deseaba levantar más polvareda sobre el asunto, la policía renunció a emitir una petición de extradición contra Hammond y la acusación contra éste fue anulada de un plumazo.


A la caza de Lord Somerset


Retrato de Lord Henry Arthur George Somerset

Lord Somerset volvería a Inglaterra a finales del mes de septiembre de 1889, para asistir a la feria equina de Newmarket pero, repentinamente, dejaría el país para pasar unos días en la localidad costera de Dieppe, en Francia, el 26 del mismo mes. Puede que, avisado por su abogado Newton, Lord Somerset estuviera al corriente de que iba a ser posiblemente detenido en breve y acusado de "grave indecencia" como los demás. No volvería a pisar Inglaterra hasta el 30 de septiembre y, unos días después, fallecería su abuela la Duquesa Vda. de Beaufort, por lo que su presencia en los funerales se hizo obligatoria. Mientras, Lord Desart, segundo del Departamento del Tesoro y James Monro, jefe de la policía londinense, presionaban infructuosamente para que se tomasen medidas contra el hijo del 8º Duque de Beaufort; presiones que fueron frenadas por el Lord Canciller del Exchequer Hardinge Giffard, Conde de Halsbury, quien se afanó en bloquear todas las acciones judiciales contra Lord Somerset.


Fotografía de Robert Gascoyne-Cecil, 3er Marqués de Salisbury (1830-1903), Primer Ministro de Gran-Bretaña e Irlanda entre 1895 y 1902.

Dado que ya circulaban rumores de la implicación del tercer hijo del Duque de Beaufort y que la cosa empezaba a ponerse fea, el interesado volvió a cruzar el Canal de La Mancha para refugiarse en territorio francés el 19 de octubre. Se sospechó entonces que Lord Somerset había sido nuevamente advertido de su inminente arresto por Sir Dighton Probyn, quien actuó de "emisario" del mismísimo Marqués de Salisbury. Las acusaciones vertidas contra el Primer Ministro fueron rechazadas de plano por el fiscal general Lord Alverstone y negadas por el "Premier", cosa que no impidió que el Príncipe de Gales expresara a éste su gran satisfacción por haber permitido que Lord Somerset abandonara el país, recomendándole de paso que no se le molestara en el futuro si éste volviera. Teniendo como principal valedor al heredero de la Corona Británica y amparado por el Primer Ministro, Lord Somerset creyó ingenuamente estar a salvo de futuras amenazas policiales. Sin embargo, Scotland Yard no cejó en su empeño de poner los grilletes al ilustre caballero y, no pudiendo resistir más a las presiones de la policía, Lord Salisbury acabó por ceder: el 12 de noviembre se emitió una orden de arresto contra Lord Henry Arthur George Somerset por "grave indecencia" y "ultraje contra la moralidad pública", un crimen tipificado en el apartado 11 de la Criminal Law Amendment Act de 1885. Pero fue en vano: el escurridizo Lord Somerset se encontraba nuevamente huído y la orden emitida contra él no obtuvo ningún eco en Francia. De ahí pasó a Turquía, a Austria y de nuevo a Francia viviendo un dorado exilio en la Costa Azul del cual nunca regresó.


Retrato del Príncipe Albert Edward "Bertie" de Gales (1841-1910), primogénito y heredero de la reina Victoria I de Gran-Bretaña, padre del Duque de Clarence y Avondale y amigo de Lord Somerset.


Conspiración Gubernamental

La prensa de gran tiraje de entonces se hizo eco del suceso pero no se atrevió a ahondar o no pudo, puede que presionada por Downing Street. Solo se habló ocasionalmente de rumores, dires y diretes, de la implicación de "nobles caballeros" sin revelar sus nombres, y la historia habría caído en el más absoluto olvido de no ser por el periodista Ernest Parke, editor de un semanario político de tendencia radical llamado The North London Press. Informado del arresto de Henry Newlove por uno de sus reporteros, Parke se interesó finalmente a la historia al llamarle poderosamente la atención las sentencias tan leves emitidas contra los jóvenes prostitutos y cómo el proxeneta Charles Hammond había conseguido esquivar la Justicia. Siguiendo el hilo del caso de Cleveland Street, Parke descubrió que los chicos de Hammond habían dado los nombres de ciertos miembros de la alta aristocracia a la policía. Con esos escasos datos, se atrevió a publicar la historia el 28 de septiembre guardándose mucho de revelar nombres aunque la alusión a "ciertos nobles caballeros implicados" dejó entrever el alcance del escándalo. Sin embargo, no fue hasta el 16 de noviembre cuando Parke se atrevió a publicar un segundo reportaje señalando específicamente a Henry FitzRoy, Conde de Euston, como uno de los prominentes personajes involucrados en lo que él mismo calificaba de "escándalo indescriptiblemente repugnante en la calle Cleveland". Llegó incluso a afirmar en su reportaje que Lord Euston habría huído a Perú con el beneplácito de las más altas instancias para ocultar la implicación de una persona de mucho mayor rango social que el suyo, haciendo alusión, según se deduce, al Príncipe Albert Victor de Gales, Duque de Clarence y de Avondale, primogénito del Príncipe de Gales y segundo en el orden de sucesión a la Corona.


Retrato oficial del Príncipe Albert Victor "Eddy" de Gales, Duque de Clarence y Avondale (1864-1892), hijo de los Príncipes de Gales y nieto de la reina Victoria I. Prometido a la Princesa Mary de Teck, falleció prematuramente durante la célebre epidemia de gripe de entonces. Cuando estalló el escándalo de Cleveland Street, fue mandado de gira oficial a la India.

El hecho es que Lord Euston no había huído a Perú y se encontraba tranquilamente en Londres. Cuando se le dio a conocer el escandaloso artículo de Parke, Lord Euston le puso una demanda por libelo y lo ganó. En el juicio, Lord Euston admitió haber entrado tan solo una vez en el nº19 de Cleveland Street y haber pagado un soberano para entrar a ver lo que creyó era, erróneamente, un "espectáculo" en el que actuaban mujeres haciendo "poses plásticas" tal y como rezaba la tarjeta que le habían dado en Piccadilly. Que se percató del malentendido al descubrir que no habían chicas sino chicos, que se horrorizó al percatarse de la naturaleza "impropia" del establecimiento y que lo abandonó inmediatamente. Para colmo, los testigos llamados por la defensa se contradijeron entre ellos y fueron incapaces de describir a Lord Euston de forma convincente, y no se recurrió al testimonio clave de Newlove y de Veck... Por ello, el 16 de enero de 1890, el jurado declaró culpable de libelo a Parke condenándole a 12 meses de prisión.


La condena de Parke despejó toda duda sobre la supuesta implicación de Lord Euston pero, paralelamente, comenzó otro juicio el 16 de diciembre de 1889 cuando el abogado de Lord Somerset y de Henry Newlove, Arthur Newton, fue formalmente acusado de obstrucción a la justicia. Contra él se levantó la acusación de conspirar para evitar que Charles Hammond y los chicos testificaran, facilitándoles todos los medios para huír del país. Dada su situación, Newton tomó por abogado defensor a Charles Russell, Lord Russell de Killowen, el mismo que había ejercido de abogado de la acusación contra el editor Ernest Parke, mientras que la acusación fue representada por el fiscal general Sir Richard Webster. En el curso del juicio, Newton se declaró culpable de uno de los 6 cargos presentados contra él, admitiendo que había ayudado a C. Hammond a abandonar el país con el fin de proteger a sus clientes de un posible chantaje, en un momento en que sus mencionados clientes aún no estaban formalmente acusados de ningún delito y tampoco estaban detenidos por la policía. La fiscalía general aceptó los argumentos de Newton y evitó presentar pruebas de los otros cinco cargos que pesaban contra él. Finalmente, el juez Sir Lewis Cave sentenció al letrado a 6 semanas de prisión el 20 de mayo de 1890; condena que fue considerada demasiado dura en los círculos de la abogacía londinense y que llevó a 250 bufetes a firmar una petición para protestar enérgicamente contra las medidas tomadas contra Newton ante Lord Llandaff, ministro del Interior.


Fotografía de Henry Du Pré Labouchère (1831-1912), Miembro del Parlamento por Northampton y perteneciente al ala radical del Partido Liberal. Su homofobia quedó plasmada por su famosa "Enmienda Labouchère" que iba más allá de la condena de la sodomía, ya que incluía en la ley criminal cualquier actividad sexual entre hombres.


En el curso del juicio de Newton, algunos diputados presentaron una moción en el Parlamento para que se investigasen las graves acusaciones de Parke, en las que afirmaba que se habían ocultado datos. El miembro del Parlamento Henry Labouchère, que pertenecía al sector radical del Partido Liberal, sobradamente conocido por su homofobia al llevar una exitosa campaña para añadir una enmienda a la Criminal Law Amendment Act de 1885 (Enmienda Labouchère o "Gross Indecency"), se mostró convencido de que existía una conspiración promovida desde arriba para ocultar el escándalo. En consecuencia, acusó abiertamente al Gobierno de Salisbury de conspirar para obstaculizar las investigaciones policiales, retrasar los juicios y frenar las actuaciones judiciales permitiendo a Lord Somerset y a Charles Hammond huír del país. Las acusaciones de Labouchère fueron rebatidas por el fiscal general Webster y Lord Russell de Killowen, miembro del Partido Liberal, rehusó apoyar a su colega de partido. En el curso de una de las más acaloradas sesiones parlamentarias (28 de febrero de 1890), en la cual Labouchère fue expulsado por decir que no creía en la palabra de Lord Salisbury y por negarse a retirar su acusación contra él, la moción fue rechazada por mayoría (206 votos contra 66).


Hechos posteriores

Derrotado Labouchère en el Parlamento y estando definitivamente cerrado el caso de Cleveland Street, la opinión pública dejó de sentir interés y morbo por todo el asunto, aunque la actitud de la prensa contribuyó ciertamente en reforzar el rechazo social hacia la homosexualidad masculina, tendencia que además ya se consideraba como un vicio aristocrático en el que hombres de buena cuna se dedicaban a corromper a los jóvenes muchachos de la clase obrera. La homofobia británica llegó a su punto más algido tiempo después, cuando estalló el escándalo de Oscar Wilde.


Fotografía de Oscar Wilde (sentado) junto con Lord Alfred Douglas, hijo del Marqués de Queensberry.


El célebre Oscar Wilde aludió, en su novela "El Retrato de Dorian Grey", al escándalo de Cleveland Street en la primera publicación de ésta en 1890, provocando un auténtico alud de críticas por parte de la prensa. Aquella reacción llevó a Wilde y a su editor a revisarla en 1891, suprimiendo pasajes que eran considerados netamente homoeróticos. Cuatro años más tarde, Wilde demandó a Lord Queensberry por libelo. En el famoso proceso judicial, el abogado de Lord Queensberry, Sir Edward Carson, no dudó en emplear citas de la novela contra su autor y preguntar sobre su peculiar relación con otros jóvenes de clase obrera... El caso de Wilde contra Queensberry se tradujo en un estrepitoso fracaso y llevó al autor, defendido por Charles Gill, al banquillo bajo la acusación de "grave indecencia" en un segundo juicio en el que fue declarado culpable y sentenciado a 2 años de prisión con trabajos forzados.


Retrato del Duque de Clarence y Avondale en 1880.


Otro gran personaje de alto rango sobre el que corrieron numerosos rumores sobre su vida sexual, el Príncipe Albert Victor, Duque de Clarence y Avondale, falleció oficialmente de neumonía tras contraer la gripe en 1892. El primogénito de los Príncipes de Gales había estado relacionado con el ambiente de los burdeles masculinos y, por ello, según se dijo entonces, el abogado de la Corona tuvo que cometer perjurio con tal de protegerlo (Testimonio de Lord Goddard recogido por el biógrafo oficial de Jorge V, Harold Nicolson). El mencionado abogado, siempre según el testigo, fue destituído por ello pero, luego, fue nuevamente reincorporado a su puesto. En realidad, ningún letrado fue condenado por perjurio y mucho menos destituído tras aquellos juicios; la mayoría de los abogados que actuaron como defensa o acusación en los distintos casos, tuvieron exitosas carreras en la judicatura... La nota discordante la dio el letrado Arthur Newton en 1910, al que se inhabilitó por espacio de 12 meses por haber falsificado cartas de su entonces cliente y defendido el asesino Harvey Crippen. En 1913, el mismo Newton se vio expulsado de la abogacía y condenado a 3 años de cárcel por fraude. Se cree que Newton inventó y extendió los rumores sobre el Príncipe Albert Victor de Gales y su posible implicación en el escándalo de Cleveland Street, para intentar proteger a sus clientes y forzar al Gobierno a dar carpetazo al caso.

Sea como fuere, el Duque de Clarence solo aparece implicado por Newton y las más recientes investigaciones llevadas a cabo concluyen que: el mencionado nieto de la reina Victoria nada tuvo que ver con aquel prostíbulo regentado por Hammond, que todos los rumores difundidos sobre su persona fueron malintencionados y puras falacias, y que su heterosexualidad estaba a prueba de bombas. Cierto o no, los viejos rumores de entonces siguen empañando la figura del príncipe ciento diecinueve años después de su muerte, y la polémica sobre el personaje sigue activa entre sus defensores y detractores.


Retrato de Henry James FitzRoy, Conde de Euston (1848-1912), en una fotografía de 1863 y con atuendo de Gran Maestre Provincial de la Logia Masónica de Northampton.


Y recordando a Lord Euston (Henry James FitzRoy, Conde de Euston, 1848-1912), primogénito y heredero del 7º Duque de Grafton, descendiente del rey Carlos II de Inglaterra, resulta que las más recientes investigaciones llevadas a cabo por el biógrafo de Oscar Wilde, Neil McKenna, sacan a la luz que éste fue chantajeado por un tal Robert Cliburn, un joven especializado en chantajear a distinguidos y maduros caballeros homosexuales de la época. Un dato ciertamente interesante que vuelve a conectar a Lord Euston con el ambiente gay londinense, pese a su exoneración en el caso de Cleveland Street y a la afirmación del historiador Montgomery Hyde -especializado en la Historia de la Homosexualidad-, de que Lord Euston dijo la verdad cuando testificó en el juicio contra Parke, para defenderse de la acusación de ser un cliente habitual del burdel de Hammond.

Lord Euston enviudó de su esposa, Kate Walsh, en 1903 y falleció a su vez en 1912 sin descendencia, seis años antes de la muerte de su padre el Duque de Grafton, al que se suponía tenía que suceder en el título. Fue su hermano menor, Lord Alfred FitzRoy, quien se convertiría a la postre en el 8º duque.


1892 es también el año en que se retira con honores el famoso detective de Scotland Yard, Frederick George Abberline, que acabó su carrera como Inspector Jefe de la Policía Metropolitana de Londres, después de ocuparse del caso de Cleveland Street (1889-1890) y de haber servido en el cuerpo durante casi 30 años. Sin embargo, su fama se debe a que, en 1888, estuvo al cargo de las infructuosas investigaciones sobre los asesinatos de prostitutas en el barrio obrero de Whitechapel, cometidos por el no menos misterioso Jack el Destripador, cuya auténtica identidad sigue siendo una incógnita. Abberline fallecería en 1929 a la edad de 86 años.

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