El célebre generalísimo ruso Aleksandr Vasilievich Suvorov (1729-1800), Conde Suvorov de Rimnjik y Príncipe de Italia, cuyo renombre perdura aún en Rusia por haber sido uno de esos escasos generales de la historia militar que nunca perdió una batalla, tenía su lado excéntrico. Aunque poseyó una inmensa fortuna y una diminuta talla (solo medía 1m.60), siempre llevó una vida extremadamente austera y dura en todos los sentidos, despreciando el lujo y el confort.
En cierta ocasión, le asignaron un elegante apartamento en un palacio de Verona que rechazó, escogiendo otro más espartano y mandó retirar todos los espejos que allí se encontraban porque "ese lujo hería sus ojos". Por norma, jamás dormía en una cama sino a ras de suelo, fuese en casa o en campaña: mandaba simplemente que le pusieran un poco de paja, utilizando su abrigo a modo de manta. Durante las campañas militares, al levantarse, era costumbre en él desnudarse por completo y ducharse con 6 cubos de agua helada ante sus oficiales y soldados rasos. Otra excentricidad: tenía por costumbre pedir a sus criados que le sirvieran sus comidas en el suelo para tomarlas a cuatro patas, como si se tratara de un perro.
Anecdotario del siglo XVIII.
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