"El Primer Amor de Un Rey"
Cuando el rey Luis XIII de Francia conoce al futuro Duque de Luynes, tiene 10 años. De sobras se conoce la historia: Charles d'Albert de Luynes se interesa por la caza y las aves que fascinan al rey-niño. Cuenta entonces 34 años. El joven monarca se encapricha y no quiere separarse de él. Son inseparables. Sus habitaciones comunican por una escalera interior, al abrigo de las miradas de los cortesanos. Que tuvieran relaciones sensuales (o sexuales?), no cabe duda. Luynes, como su lejano sucesor el Marqués de Cinq-Mars, es heterosexual. Pero no alcanzamos a medir hoy la precocidad de los niños en un siglo en que se muere joven, y sobretodo lo que podía representar de primordial ser "escogido" por el príncipe.
Luis XIII detestaba el universo femenino. Por el contrario, muy ligado a su padre el rey Enrique IV, cuyo asesinato le deja tempranamente marcado, se complace en el mundo masculino, tranquilizador, con la virilidad de los olores fuertes (cuadras, caballos, cuero, brutales emanaciones corporales de los criados), y en una especie de masoquismo también, que le llevan a sus cinco años a "jugar" con un soldado llamado Descluzeaux, gustando de su contacto físico. Luynes compartió la cama de Luis XIII cuando éste apenas tenía 13 años de edad. Es también Luynes quien obligó al rey de casi 20, a consumar un matrimonio celebrado seis años atrás.
Luis XIII tuvo hijos de Ana de Austria y se mostró ciertamente orgulloso de haber dado el paso hacia la heterosexualidad pero, en lo que atañe el amor, jamás lo sintió por ella ni por ninguna otra y si por el Duque de Luynes, hasta la muerte de éste, y escondió magistralmente su dolor entonces. Su amor por él había durado una década.
Su odiosa y egoísta madre, María de Médicis, no conoció (a excepción de su real esposo Enrique IV) más que los placeres de Lesbos con su confidente de siempre: Leonora Dori Galigaï, esa misma que casó con Concino Concini, del que se decía que evitaba siempre el contacto con las mujeres.
Retrato del Rey Luis XIII de Francia y de Navarra (1601-1643); según Frans Pourbus II, en 1620.
Cuando el rey Luis XIII de Francia conoce al futuro Duque de Luynes, tiene 10 años. De sobras se conoce la historia: Charles d'Albert de Luynes se interesa por la caza y las aves que fascinan al rey-niño. Cuenta entonces 34 años. El joven monarca se encapricha y no quiere separarse de él. Son inseparables. Sus habitaciones comunican por una escalera interior, al abrigo de las miradas de los cortesanos. Que tuvieran relaciones sensuales (o sexuales?), no cabe duda. Luynes, como su lejano sucesor el Marqués de Cinq-Mars, es heterosexual. Pero no alcanzamos a medir hoy la precocidad de los niños en un siglo en que se muere joven, y sobretodo lo que podía representar de primordial ser "escogido" por el príncipe.
Retrato de Charles d'Albert, Marqués y 1er. Duque de Luynes (1578-1621), Gran Halconero y Condestable de Francia; según Frans Pourbus II.
Luis XIII detestaba el universo femenino. Por el contrario, muy ligado a su padre el rey Enrique IV, cuyo asesinato le deja tempranamente marcado, se complace en el mundo masculino, tranquilizador, con la virilidad de los olores fuertes (cuadras, caballos, cuero, brutales emanaciones corporales de los criados), y en una especie de masoquismo también, que le llevan a sus cinco años a "jugar" con un soldado llamado Descluzeaux, gustando de su contacto físico. Luynes compartió la cama de Luis XIII cuando éste apenas tenía 13 años de edad. Es también Luynes quien obligó al rey de casi 20, a consumar un matrimonio celebrado seis años atrás.
Retrato de Doña Ana de Austria, Infanta de España, Reina consorte de Francia y de Navarra (1601-1666), vistiendo luto por la muerte de su padre Felipe III; según Frans Pourbus II, en 1621.
Luis XIII tuvo hijos de Ana de Austria y se mostró ciertamente orgulloso de haber dado el paso hacia la heterosexualidad pero, en lo que atañe el amor, jamás lo sintió por ella ni por ninguna otra y si por el Duque de Luynes, hasta la muerte de éste, y escondió magistralmente su dolor entonces. Su amor por él había durado una década.
Retrato de María de Médicis, Reina Viuda de Francia y de Navarra (1573-1642); según una miniatura sobre pergamino de Frans Pourbus II.
Su odiosa y egoísta madre, María de Médicis, no conoció (a excepción de su real esposo Enrique IV) más que los placeres de Lesbos con su confidente de siempre: Leonora Dori Galigaï, esa misma que casó con Concino Concini, del que se decía que evitaba siempre el contacto con las mujeres.
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