Entre otras cualidades, hubo un rasgo que honraba al entonces Presidente de la República Francesa, el General Charles De Gaulle (1890-1970), Jefe de Estado entre 1959 y 1969: la economía doméstica. Cuando era cuestión de recortar gastos, tanto él como su esposa Madame De Gaulle, no se andaban con remilgos, incluso cuando ocupaban el Palacio del Elíseo.
Cuando las cortinas de palacio acusaban cierto desgaste, la Primera Dama optaba por una solución sencilla antes que gastar un solo franco en comprar nuevas: ordenaba que se les diera la vuelta y así se veían como nuevas.
En cuestión de electricidad, el Presidente era igualmente vigilante; una a una, apagaba las luces de todas las estancias que abandonaba o no utilizaba. Llegó incluso a hacer instalar un contador especial en sus apartamentos privados para evitar que la factura de la luz recayese en el contribuyente francés, abonándola de su bolsillo.
HOLA
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