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lunes, 28 de octubre de 2019

ACTUALIDAD: Demo ... ¿Qué?


ESPAÑA ES UNA DEMO … ¿QUÉ?




“España es una democracia consolidada”. Ése es el mantra que se repite una y otra vez desde La Moncloa y desde las sedes del PP, PSOE y C’s, y hasta se publicita insistentemente desde España Global, el nuevo juguete de propaganda goebbeliana en manos de un arrogante, peligroso a la par que senil Borrell, secundado por una fanatizada arpía salida de UPyD. Dime de qué presumes y te diré de qué careces, reza el sabio dicho. Daría risa si no fuera que resulta tristemente desolador. Lo grave es que lo dicen y lo repiten hasta la saciedad, cual pandilla de zombis, sin estallar en carcajadas. Solo se ríen en “petit comité”. A puerta cerrada. Lo peor es que se lo creen, o no. Digamos que los de “arriba” no, pero los de “abajo” sí. Cinismo no les falta. Les sobra. Cretinez también. Hasta provoca helor en el alma oír a estos mentirosos compulsivos.

¿De qué tipo de democracia hablan esos mediocres aprendices de políticos?¿De qué clase de democracia puede presumir un país en cuya trayectoria se amontonan golpes de Estado, alzamientos militares y dictaduras desde su constitución en 1812? Con un decepcionante ministro del Interior español como el encubridor de torturadores Grande-Marlaska que, traicionándose a sí mismo y sin caérsele la cara de vergüenza, afirma que “sólo el Estado tiene el monopolio de la violencia”, o con una vicepresidenta del gobierno como Carmen Calvo que cumula tantas declaraciones contradictorias en su repertorio de alambicadas contestaciones a la prensa sobre derechos y libertades que, ya a estas alturas, ha quedado como una auténtica indocumentada. Para muestra, dos botones a las órdenes de un inepto majadero en funciones, irresponsable y sofista poltronero de triste figura que se esconde tras la bandera españolista para no afrontar sus desastres, deshonor, atropellos y fracasos.

En qué consiste un régimen democrático, cómo observarlo y cómo aplicarlo correctamente, tampoco se encuentra a nadie del panorama político-intelectual castizo capaz de ilustrarlo sin caer en un ridículo jacobinismo centralizador e integracionista a la francesa inaplicable en un país plagado de particularidades idiomático-culturales ancestrales. Hay un par o tres de salvedades. Un Vestrynge, un García-Trevijano o un Cotarelo. Éstos han viajado, leído y culturizado. El resto es ralea cobarde que, por miedo o estrechez de miras, hacen de eco propagandístico, siguiendo la corriente de la prensa nacional españolista que no se ruboriza a la hora de mentir, tapar y manipular a su antojo cualquier noticia en telediarios y tertulias deleznables. España no es Francia, ni viceversa, por muchas ganas tengan de que así sea. Spain is different es una frase que lo dice todo de un país relativamente joven en una vieja Europa que supo hacerse un lifting en la segunda mitad del siglo XX.

Un país cuyo estado niega el acceso de sus archivos históricos a historiadores extranjeros, ni los desclasifica, carece totalmente de higiene. Apesta.

Un país donde hay “Jueces para la democracia”, ¿qué está contando sobre la calidad de su justicia?¿Que hay “jueces para la dictadura”? Asusta.

Un gobierno que permite, incluso protege de tapadillo la apología del franquismo, fundaciones y partidos que la promueven, ¿qué deja entender a sus vecinos? Atufa.

Y ¿qué dice de ella misma su monarquía?

Diez monarquías hay en Europa. Nueve de ellas han sabido o conseguido, con fortuna e inteligencia, sobrevivir a todo tipo de contratiempos que, para otras, significaron su hundimiento y merecida desaparición. La décima, española, la echaron en 3 ocasiones: en 1808, 1868 y 1931. Y en 3 ocasiones volvieron: en 1814, 1874 y 1975. La primera y la tercera por imposición, la segunda por un golpe militar. Nunca al abrigo de un referéndum, pero sí de la mano de un dictador. Los seis fueron Borbones, lo que da a entender que esta dinastía tiene un verdadero problema crónico a la hora de encarar acertadamente su papel institucional. Nunca supieron cual era su sitio ni cuales sus limitaciones. Los Borbones siempre confundieron la velocidad con el tocino, churras con merinos. Todo el campo no es orégano, pero para ellos sí. Éste es el problema que se perpetúa cíclicamente, amén de la pronunciada alergia hereditaria a todo lo que suena a democracia y laicismo. Mandan, manosean y ordenan en todo aunque éticamente no les toque hacerlo. Las lecciones de sus tres exilios no les han enseñado nada. No han retenido nada. Excepto la avaricia y el enriquecimiento ilícito “porque de este país…” no se fía. Para qué decir más.



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