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miércoles, 10 de abril de 2013

Anécdotas Históricas -216-

Una ejecución atroz




Henri de Talleyrand-Périgord, Conde de Chalais, fue uno de los gentileshombres que gozaban de la confianza del rey Luis XIII, hasta el punto de verse nombrado Gran Maestre del Guardarropa Real. Por desgracia y, sin duda, por culpa de la nefasta influencia ejercida por su "amada" la Duquesa de Chevreuse, el joven Conde de Chalais se dejó enredar en una conspiración de asesinato inspirada por el Duque de Orléans, hermano del rey, contra el Cardenal de Richelieu. El motivo no fue otro que la contrariedad del príncipe de verse forzado, por el cardenal y el rey, a desposar a una rica heredera que le disgustaba. Destapada la conjura cortesana a raíz de las disensiones existentes entre los conjurados, el acobardado Gastón de Orléans se adelantó a los acontecimientos y denunció ante Richelieu y Luis XIII a todos los involucrados, entre los cuales se encontraba el Conde de Chalais. Fue, para colmo, el que se llevó la peor parte al no ser un pariente de la Casa Real que gozara de inmunidad como los demás conspiradores.

Arrestado y trasladado a la prisión de Nantes, Chalais fue juzgado por alta traición y condenado a perecer decapitado en la plaza del Bouffay. Por solidaridad, sus antiguos compinches intercedieron para que el verdugo no ejerciera su oficio ( a cambio de una sustanciosa compensación ) y, sin pretenderlo, empeoraron la suerte del pobre conde. A falta de verdugo dispuesto a ejecutar la sentencia, pensó Richelieu, cojamos a un preso condenado a muerte para que desempeñe la tarea a cambio de una amnistía; su vida, libertad y perdón a cambio de la del Conde de Chalais. El preso no se hizo rogar demasiado y aceptó el trato.



El 19 de agosto de 1626, el Conde de Chalais subió al patíbulo para recibir la muerte a manos de un reo improvisado a verdugo. La plaza del Bouffay, de la ciudad de Nantes, estaba abarrotada de público; que ejecutasen a un cortesano próximo al rey, no pasaba cada día y menos en una ciudad de provincias. La ejecución, más que un espectáculo, fue una auténtica carnicería que arrancó gritos de horror y provocó desmayos y vómitos entre la asistencia allí congregada. El inexperto verdugo, nada diestro con el hacha, tuvo que propinar nada menos que 34 golpes para separar la cabeza del tronco del conde. Según testigos presenciales, al vigésimo noveno golpe, Chalais aún estaba vivo!

Anécdota sobre: Henri de Talleyrand-Périgord, Conde de Chalais (1599-1626), Gran Maestre del Guardarropa del Rey.
 

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