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jueves, 3 de mayo de 2012

CURIOSIDADES -28-



Fue a raíz de un atentado fallido en 1786 contra el soberano británico, Jorge III, que se sentó un precedente legal por el cual todos los dementes y lunáticos acusados de asesinato, incluyendo el regicidio, evitaban automáticamente la pena capital para ser internados en un hospital psiquiátrico a perpetuidad. En 1800, el Parlamento publicaba la Criminal Lunatics Act o Ley Criminal para Lunáticos, inspirada en el Caso de Margaret Nicholson de 1786, y que introducía el novedoso concepto de "no culpabilidad por demencia" en el código penal británico.

El 2 de agosto de 1786, día en que el rey Jorge III de Gran-Bretaña salía del Palacio de Saint-James para subir a su carruaje, éste fue repentinamente abordado por una mujer de mediana edad que quiso remitirle una petición escrita. Sin discernir amenaza alguna, el rey se avino a escucharle. Apenas aceptó el pliegue, la mujer sacó un cuchillo de postre que ocultaba y asestó dos golpes al monarca sin hacerle daño alguno. La guardia enseguida se echó encima de la supuesta regicida para reducirla. Constatando que aquélla no le había herido y examinando la inofensiva arma blanca, un cuchillo de postre con mango de nácar, rogó a los guardias que suavizaran su trato con la pobre, diciendo:

-"La pobre criatura está loca. No le hagan daño, ya que ella no me lo ha hecho."

Gracias a la intervención del rey en su favor, la presunta regicida de 36 años que respondía al nombre de Margaret Nicholson se salvó de un juicio por intento de regicidio, que solía acabar con una sentencia de muerte, y fue internada de por vida en el Hospital Bedlam -un establecimiento para lunáticos, dementes y locos peligrosos-.

Las investigaciones judiciales sobre la sujeta revelarían que su desarreglo mental se debía a un gran desengaño amoroso que la había hondamente trastornado. Procedente de una familia trabajadora, de clase obrera, Margaret Nicholson había trabajado como sirvienta en diversas distinguidas casas de Londres antes de convertirse en una fabricante artesanal de mantillas. Comprometida con otro sirviente, del que estaba locamente prendida, la ruptura de su noviazgo la sumió en una depresión nerviosa que acabó por hacerla desvariar, tal y como atestiguaban las decenas de cartas que encontraron tras un registro policial en su domicilio. Su locura llegó hasta el punto de declararse legítima heredera del trono de Inglaterra en una de ellas.

Considerando su caso, los jueces, de acuerdo con el monarca, decidieron que no era apta para ser juzgada como una criminal ordinaria y se decretó su ingreso en el psiquiátrico de Bedlam, en el que pasó los últimos 42 años de su vida. Murió en 1828, a la edad de 78 años.



Para desgracia de Margaret Nicholson, Bedlam no era precisamente una casa de reposo para los dementes sino una cárcel donde el trato a los enfermos era inhumano, tal y como nos lo muestra una pintura de William Hogarth, fechada en 1734.

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