"Padre y familia, pero solo de nombre"
Cuando el 31 de marzo de 1751 falleció Federico Luis de Hannover, Príncipe de Gales, primogénito y presunto heredero del trono británico, su propio padre el rey
Jorge II de Gran-Bretaña (1683-1760), con el que siempre había tenido muy mala relación desde su llegada a Londres, escribió:
"Acabo de perder a mi hijo primogénito, pero me alegro de ello."
Pero la alegría por esa defunción en el seno de la familia real británica, rebasó los límites de la decencia y se hizo, si cabe, aún más repulsiva a ojos de los ingleses. No solo la propia madre del fallecido, la también finada reina Carolina de Brandenburg-Ansbach (1737), había en su día mostrado repulsión por el fruto de su vientre con palabras crueles, sino que los demás miembros también hicieron ostentación de su gran satisfacción. Los príncipes y princesas se mostraron, en los funerales de su hermano, con el semblante más sonriente que jamás había visto el público londinense.