LA PRINCESA TARAKANOVA
El Caso Tarakanova o el Crimen de Estado
París, 1772
Turbio asunto el de la Princesa Tarakanova que sacude los cimientos
del trono de la emperatriz rusa Catalina II "la Grande" a lo largo de
dos años, pero no el único aunque si el menos conocido de todos.
En 1772, aparece en París una hermosa y misteriosa mujer que se
presenta entonces en sociedad con el nombre y el título de Aly Emetey, princesa
Vladimir. De ella nada se sabe apenas, solo que afirma no haber conocido a sus
padres, que fue raptada en Alemania y luego enviada a Persia. Siempre según
esta mujer aparecida de la nada, en Ispahan, un príncipe le revela su identidad
noble y la convence para que regrese a Europa a fin de conquistar su destino.
Rodeada de personajes sospechosos e intrigantes, lleva una vida
extremadamente lujosa en París, Londres y Berlín, lugares donde se encargará de
propagar el rumor de que ella es la hija de la difunta emperatriz Elisabeth I
Petrovna de Rusia, muerta diez años atrás (en 1762) y de su favorito cosaco con
el que se casó en secreto, el conde Alexei Razumovski.
Su hermosura y gran atractivo seducen y conquistan a un gran número de
personalidades que acabarán por unirse a su causa, entre ellos el príncipe
polaco Oginski y el conde francés de Rochefort-Valcourt, ambos perdidamente
enamorados de ésta.
Sorprendentemente, y a causa de un sonado escándalo, la princesa
Vladimir abandona Francia para instalarse en Alemania, donde conoce al príncipe
de Limburg-Stirum, el cual se enamora y le propone en vano unirse a él en
matrimonio. Intrigante o mujer de legítimas razones, su objetivo es nada menos
el de pretender abiertamente al trono de todas las Rusias. Afirma con
vehemencia que es hija de la difunta emperatriz Elisabeth I Petrovna y del
conde cosaco Alexei Razumovski -su esposo morganático desde 1750-, y de cuyo
matrimonio habrían nacido dos hijos (niño y niña) según algunos, a los que se
les impusieron los títulos de príncipe y princesa de Tarakanov. La emperatriz
Elisabeth, supuesta madre de la pretendiente, está muerta desde 1762, y su
marido morganático Alexei Razumovski se reunió con ella en 1771... y ella se
hace llamar Tarakanova, aunque en verdad adoptó ese título después de hacerse
pasar por la señorita Franck o la señorita Scholl. Sea como fuere, la supuesta
princesa Tarakanova cuenta con numerosos partidarios prestos a ayudarla por
odio a la zarina reinante Catalina II, y tiene la suerte de encontrarse en una
situación que le favorece, puesto que desde 1773 un campesino llamado Pugatchev
provoca levantamientos populares en las provincias y suscita el entusiasmo de
muchas ciudades rusas al pretender ser nada menos que Pedro III, el asesinado
esposo de Catalina II. Semejante asunto desestabiliza seriamente el gobierno de
la emperatriz y, en ese ambiente de júbilo que rodea el ascenso del impostor,
una mujer joven que se declara hija de la zarina Elisabeth tiene todas las
posibilidades de ser creída. A contar también con los magnates polacos
exiliados desde la partición del reino de Polonia en 1772 que, por legítimos
resentimientos, intrigan contra Rusia y ven en la princesa Tarakanova, un
excelente medio para destituir a Catalina II, a la cual odian profundamente por
gobernar con mano de hierro una parte del territorio polaco. Mejor que urdir un
asesinato a través del cual se desacreditarían ante el resto de Europa, optan
por apoyar a una pretendiente al trono ruso. Uno de esos magnates polacos, el
principe Karol Stanislaw Radziwill, será encargado de entrar en contacto con la
Tarakanova...
Las Intrigas, 1774
A principios del año 1774, la supuesta pretendiente Tarakanova se
traslada a Venecia, en cuyos aristocráticos salones es tratada como una
personalidad de gran importancia, por no decir como si fuera una auténtica
zarina rusa.
Desde el principio bien informada sobre la célebre "impostora
Tarakanova", Catalina II acaba por perder paciencia ante semejante afrenta
y decide hacerla traer a Rusia por cualquier medio. Empezará entonces a anudar,
con el conde Alexis Orlov (Aleksei Orlov), los hilos de una trama
ingeniosa para que la Tarakanova se meta en la boca del lobo y caiga en sus
redes. Orlov es entonces comandante de la flota rusa en el Mediterráneo.
Alexis Orlov se encargará entonces de hacer correr el rumor de que ha
caído en desgracia en San Petersburgo. La pretendiente, al oír la noticia y
siempre en busca de nuevos y más numerosos apoyos, le envía entonces una misiva
donde le relata sus orígenes imperiales...
La princesa Tarakanova ha enviado un correo al conde Orlov, comandante
de la Flota Rusa en el Mediterráneo, tras enterarse de que éste ha caído en
desgracia en San Petersburgo. En aquella carta, la Tarakanova le relata sus
orígenes imperiales y le deja entrever que, si Orlov, persona non grata en
Rusia, le ofrece su apoyo (que no es poco, sabiendo la influencia de los
hermanos Orlov en San Petersburgo) en sus pretensiones de reclamar su herencia
imperial, ella a cambio, le colmará de honores y prebendas. La pretendiente ha
caído en la trampa de Orlov y Catalina II, y de una manera tan ingénua que
sorprende...
Dado que la flota rusa se encuentra anclada en el puerto de Livorno y
la supuesta princesa en Pisa, Orlov le propone que se conozcan. Fijan entonces
un lugar neutro para una cita. En el momento del encuentro, el asunto adquiere
proporciones de un flechazo recíproco; el conde parece caer rendido ante las
hermosas prendas de la pretendiente. Orlov jurará defender y apoyar su causa,
ofreciéndole el trono de Catalina II y, ni corto ni perezoso, con el corazón
ardiente de pasión por ella, le pide su mano. Sorprendentemente, la Tarakanova
parece estar prendida del conde, y accede gustosamente a contraer matrimonio
con él, del mismo modo en que da su visto bueno para que la unión se celebre
días más tarde en el buque de Orlov, es decir, en territorio ruso. Todo parece
ir a pedir de boca... pero, es demasiado bonito para que sea real.
Apenas sube la princesa Tarakanova, vestida de novia con sus mejores
galas, a bordo del buque insignia, el encantador y ardiente semblante de
enamorado del conde Orlov se torna en una mueca cruel que, con sequedad, ordena
que la arresten en nombre de Su Majestad Imperial Catalina II. Apresada por los
soldados, es encerrada en un camarote y Orlov, que ya lo tenía todo
minuciosamente planeado, ordena levar anclas y fijar rumbo a San Petersburgo.
La prisionera de la Fortaleza de San Pedro y San Pablo
La princesa Tarakanova es llevada pues, hasta la desembocadura del
Neva y de allí trasladada en bote, bajo una fuerte escolta, a la fortaleza de
San Pedro y San Pablo, erigida en medio del río que divide la capital de los
zares desde Pedro I "el Grande", de manos del conde Orlov y siguiendo
al dedillo las instrucciones dictadas por la propia emperatriz Catalina.
Encarcelada en una lúgubre celda de la fortaleza de San Petersburgo,
Catalina II nombrará al Canciller Imperial, Príncipe Dimitri Galitzin (o
Golitsyn), para presidir los interrogatorios de la prisionera, con el fin de
sonsacarle toda la verdad. Pero la Tarakanova no hará más que darle la misma
versión de los hechos, hechos que siempre sostuvo desde que se declaró hija de
la difunta zarina Elisabeth I y del conde Razumovski. Vive en la vana esperanza
de que, al final, sus carceleros la liberarán convencidos de su buena fe. Se
equivoca. Su obstinación en repetir una y otra vez la misma historia le
resultará nefasta. Como los interrogatorios no aportan pruebas concluyentes y
no convencen a la emperatriz, ésta ordena que sea encerrada de por vida en la
fortaleza. Su confinamiento es casi un emparedamiento: su celda, húmeda y
lúgubre, con apenas luz exterior, contribuyen lentamente al empeoramiento de su
estado de salud, y se declara la tuberculosis pocos meses después.
Ante tamaña crueldad, el propio Galitzin, conmovido por las horrendas
condiciones de la Tarakanova, pide a Catalina II que suavice la pena de la
prisionera, dando cuenta de que, si sigue así, morirá. La soberana se negará y
la misteriosa princesa Tarakanova muere finalmente el 4 de diciembre de 1775,
escupiendo su sangre.
Los diversos informes entregados a Catalina II, en base a los
interrogatorios, no harán más que repetir la misma versión, una y otra vez, de
la prisionera sobre su verdadera identidad: sostiene ser la hija de Elisabeth I
Petrovna. Otros informes, éstos proporcionados por espías, darán otras
versiones sobre la Tarakanova: uno afirmando que sería la supuesta hija del
dueño de un cabaret de Praga, otro que lo sería de un panadero alemán, e
incluso una judía polaca. Ninguna de esas hipótesis parece probable. Como no se
puede excluír que los hijos secretos de la fallecida emperatriz Elisabeth con
Razumovski, hayan existido, nadie puede hoy día afirmar que la Tarakanova no
haya sido quien pretenda ser. Si se diera en efecto el caso, entonces Catalina
II habría dejado morir expresamente a la legítima heredera del trono de Pedro I
"el Grande".
Siempre quedará la duda...
Yelizaveta Alekseyevna Tarakanova
Yelizaveta o Elisabeth Alekseyevna nació en 1753 y falleció el 4 de
diciembre de 1775 en San Petersburgo. Se dio a conocer como pretendiente al
trono de Rusia bajo el título de Knyaginya Vladimirskaya (Princesa Vladimir
o Vlodomir), y bajo los seudónimos de Fräulein Frank, Fräulein Scholl o
Madamoiselle Trémouille dependiendo de su ubicación del momento, como hija del
conde Aleksei Grigorievich Razumovski y de Elisabeth I Petrovna Romanova,
Emperatriz y Zarina de Rusia, que contrajeron matrimonio secreto en 1742.
Según el testimonio del Conde Waliszewski "...es joven,
graciosa y muy bella; tiene los cabellos color ceniza, como Elisabeth (se
refiere a la zarina Elisabeth I Petrovna), y los ojos de un color
negroazules como los suyos..." . La breve descripción nos da a
entender que la princesa es entonces una hermosa joven de cabellos rubio-ceniza
y de mirada azul oscura, y que guarda cierto parecido físico con su supuesta
progenitora imperial, de rasgos circasianos y veinteañera. Otros testimonios de
personas que la conocieron, alabaron su cultura, su educación y sus gustos
refinados propios de una persona de alta cuna. Hablaba con soltura el francés,
el alemán, y conocía perfectamente el inglés, el italiano, el árabe y la lengua
persa, que era mucho más de lo que solían conocer altos personajes
contemporáneos.
Su "padrino" en la alta sociedad cosmopolita europea fue un
anciano aristócrata, el Barón von Embs, al que la Tarakanova solía presentar
como su pariente, sin especificar demasiado el grado. Por medio de ese barón,
la supuesta princesa entró en contacto con importantes aristócratas polacos,
prusianos, austríacos, italianos y franceses, entre los cuales caben destacar
al príncipe Michal Kazimierz Oginski (1728-1800), "jefe" de aquellos
magnates polacos exiliados que estaban abiertamente enfrentados a Catalina II
de Rusia y a su "criatura", Estanislao II Augusto Poniatowski, rey
electo de Polonia gracias a la imposición rusa.
Cuando el Príncipe Karol Stanislaw Radziwill entró en contacto con la
princesa Tarakanova, ésta le mostró un documento que suponía acreditar sus
orígenes imperiales. Se trataba, según se sabe, del supuesto testamento de
Elisabeth I Petrovna, Emperatriz de Rusia, designando como heredera suya a
Yelizaveta Alekseyevna, hija nacida de sus esponsales con Razumovski.
Testamento que, por cierto, chocaba frontalmente con las disposiciones tomadas
con anterioridad sobre la sucesión al trono ruso, en las que se designaba como
zarevich a Pedro III de Holstein-Gottorp, sobrino carnal de la soberana y
desposado con la princesa von Anhalt-Zerbst, más conocida como Catalina
Alekseyevna (Catalina II).
Radziwill, pese a su fama de hombre desengañado y astuto, gran
conocedor de las enmarañadas intrigas de todas las grandes cortes europeas,
pareció no dudar un solo instante de la buena fe y sinceridad de la supuesta
hija de la difunta emperatriz de Todas las Rusias. Como no, Radziwill, igual
que Oginski y otros magnates polacos exiliados, creyó ver en aquella mujer un
guiño de la Providencia para favorecer la causa polaca anti-rusa. La Tarakanova
les proporcionaba el medio para matar dos pájaros de un tiro: intentar derrocar
a la usurpadora Catalina II, reivindicando los derechos de la princesa al trono
de los Romanov y, por otro lado, destronar al rey impuesto por ésta, Estanislao II Augusto Poniatowski y proclamar
la república aristocrática en Varsovia.
Aleksei Grigorievich Razumovski
Nacido el 17 de marzo de 1709, cerca de Tchernigov y muerto el 6 de
julio de 1771, en San Petersburgo, Aleksei Grigorievich Razumovski (o
Razumovsky) era un joven pastor, hijo de un humilde granjero cosaco. Empezó
cantando en el coro de la iglesia de su localidad, donde fue descubierto por un
cortesano de la emperatriz Ana I que estaba de paso en una misión diplomática a
Hungría, el coronel Vichnevsky, al que le encantaron sus capacidades vocales y
le propuso que se trasladara con él a San Petersburgo. Dado que era guapo y
ambicioso, Razumovski no dudó en marcharse con él para ampliar sus horizontes
(1731), y fue prontamente colocado en el coro ucraniano de la capilla palatina
de San Petersburgo.
Su prestanza, talento y gran belleza física impactarían a la
gran-duquesa Elisabeth Petrovna, hija del zar Pedro I "el Grande",
quien le daría un puesto en la corte en 1732. Tras la deportación del favorito
de Elisabeth, Aleksei Shubin, Razumovski reemplazó a éste en sus funciones de alcoba.
Al perder su hermosa voz, fue nombrado para el puesto de intérprete de
bandurria en la corte imperial, además de ser el supervisor de las residencias
de la gran-duquesa. Durante el periodo de la regencia de Ana Leopoldovna, sería
nombrado kammerjunker (ayuda de cámara).
Importante sería el papel desempeñado por Razumovski durante la
revolución palaciega del 25 al 26 de noviembre (6-7 de diciembre) de 1741, que
elevaría hasta el trono a la gran-duquesa Elisabeth Petrovna con el
consiguiente derrocamiento del niño-zar Iván VI y de su madre la regente. Tras
el golpe de Estado, Elisabeth I Petrovna le nombraría teniente-general, y el
mismo día de su coronación, firmaría su nombramiento de mariscal de la corte
imperial. Entre otros honores y prebendas que le llovieron, Razumovski sería
armado caballero de las ordenes de San Andrés y de San Alejandro Nevski, y
dotado con numerosas fincas señoriales en las cercanías de Moscú
principalmente. Todo aquello sirvió, sin duda, para colmar sus ansias de
fortuna y honores, y aplacar cualquier ambición política latente.
Según las especulaciones de los historiadores, Razumovski se casaría
secretamente con la emperatriz en una iglesia rural de Perovo (hoy localidad
que forma parte de Moscú), en otoño de 1742. Dos años más tarde, sería elevado
al rango condal por el Emperador del Sacro Santo Imperio Romano y Germánico
Carlos VII Alberto de Baviera (Reichsgraf), y hecho conde ruso el mismo año. En
1745-1748-1756, siguieron los sucesivos nombramientos: capitán de la Guardia-de-Corps,
teniente-coronel y mariscal de campo (general de brigada).
Durante el reinado de Elisabeth I, Razumovski tendría una posición
privilegiada en el seno de la corte pese a la creciente rivalidad del joven
conde Ivan Shuvalov, en los últimos años. Sus aposentos en el Palacio de Verano
comunicaban directamente con los de Elisabeth I, lo que le otorgaba el
privilegio de tener acceso a ella a cualquier hora. Bajo su batuta, la vida de
la corte imperial siempre estuvo amenizada con un sinfin de eventos musicales.
En 1744, la emperatriz visitaría el pueblo natal de su marido, que convertiría
en finca solariega de la familia Razumovski.
Aunque nunca estuvo interesado en los asuntos del Gobierno, Razumovski
fue el principal apoyo y valedor del canciller Bestuchev-Rjumin y, a instancias
suyas, se restauró el cargo de hetman de Ucrania del cual fue
beneficiario su hermano Kyril Razumovski, entonces presidente de la Academia
Rusa de Ciencias con solo 18 años de edad.
Antes de fallecer, la emperatriz hizo prometer a su sobrino y sucesor,
Pedro III, que no exiliara o deportara a sus favoritos y amigos del momento.
Tras expirar Elisabeth I Petrovna, Razumovski renunció a todos sus cargos y se
mudó del Palacio de Invierno a su residencia privada del Palacio Anichkov, regalo de su difunta esposa
y soberana, llevando una vida discreta y retirado de la vida social.
Al acceder al poder Catalina II en 1762, tras el destronamiento y
posterior asesinato de Pedro III, Razumovski recibió la oferta de ésta de verse
titulado "Alteza Imperial", distinción que rehusó. Sin embargo, si
accedió al requerimiento de Catalina de que destruyera todos los documentos que
probasen su unión matrimonial con la emperatriz Elisabeth. ¿Cuales eran las
razones de tal requerimiento imperial? y ¿por qué accedió Razumovski a
complacerlo?
Razumovski fallecería tranquilamente en su palacio Anichkov el 17 de
julio de 1771, recibiendo sepultura en la catedral de la Anunciación de
Aleksandro-Nevskaya Lavra.
La cuestión sobre la posteridad habida entre Razumovski y Elisabeth I
Petrovna sigue abierta. Actualmente, se sabe que hubieron dos niñas ( y no un
niño y una niña) conocidas bajo el nombre de Tarakanova. Una de ellas, Augusta
Alekseyevna Tarakanova, se hizo monja y llevó el nombre de Dosifeya, siendo posteriormente
sepultada en la cripta familiar de los Romanov, mientras que la otra,
Yelizaveta Alekseyevna Tarakanova, sería secuestrada en Livorno por el conde
Aleksei Grigorievich Orlov, y encarcelada en San Petersburgo en febrero de
1775.