¿Has pensado alguna vez cuantas historias se esconden tras un retrato? Pues ésas son las que componen lo que llamamos "Historia".
lunes, 30 de septiembre de 2013
LA MONARQUÍA ESPAÑOLA EN LA PICOTA
Decir que la monarquía española pasa por sus horas más bajas, a estas alturas, ya suena a eufemismo. Las críticas contra la Corona se han multiplicado hasta el punto que, el 28 de septiembre pasado, se organizó en Madrid una manifestación bajo el lema de "Jaque al Rey"; que ésta reunió en sus filas a unos 9.000 manifestantes coreando consignas republicanas contra el monarca y la familia real, llegando hasta las cercanías de la Plaza de Oriente. La manifestación se encontró con el Palacio Real ferozmente protegido por un cordón de 1.400 policías antidisturbios a pie y a caballo, una estación de metro clausurada y las calles adyacentes bloqueadas por orden de la inefable delegada del Gobierno Cristina Cifuentes. Peor aún: el propio Gobierno de Rajoy expulsó a los observadores internacionales (OSCE) encargados de velar por el derecho a manifestarse pacíficamente de los allí congregados. Esa actitud inaudita por parte del Estado Español ha causado un escándalo en Bruselas, provocando que dichos observadores incluyeran a España en la lista negra de los países que no solo no respetan los derechos de sus ciudadanos, sino que encima los reprime policialmente con detenciones, registros y violencia francamente gratuitos. Por supuesto, tanto prensa como TV han silenciado y pormenorizado el tema.
Queda pues patente que Juan-Carlos I solo es rey de algunos españoles; de ese 1% que, con sus malas artes, acapara fortunas en cuentas corrientes de paraísos fiscales: banqueros, políticos y empresarios sin escrúpulos y aún menos vergüenza que le hacen a su vez de cortesanos, respaldando a una Corona desacreditada y vista ya para sentencia.
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viernes, 27 de septiembre de 2013
ACTUALIDAD: El respaldo de Harvard a Cataluña
Harvard ‘apoya’ la independencia:
la élite de economistas se suma al proceso
Sostenía Max Aub que “uno es de donde hizo el Bachillerato”, y eso puede explicar mejor que ninguna otra cosa que detrás del proceso independentista catalán se encuentren muchos de los mejores bachilleres de Cataluña. No es un recurso literario ni una fanfarronada de los próceres de la secesión. Se trata de una constatación empírica. Algunos de los economistas más laureados del país -desde luego los que tienen mayor proyección internacional- avalan el proceso. Y lo hacen, sin duda, desde el conocimiento.
Ellos son quienes suministran un auténtico arsenal intelectual a la Generalitat catalana desde sus cátedras en Harvard, Stanford, Londres, Chicago, Columbia o la Pompeu Fabra. Y ellos son quienes sostienen que Cataluña tiene futuro al margen de España. Incluso un futuro brillante. Aunque en algunos casos se tengan que comer su propia ideología. Como el economista Xavier Sala i Martin, como buen liberal ortodoxo, firme partidario del sistema de capitalización de pensiones, pero que en su apasionada defensa de una Cataluña independiente suscribe un manifiesto del denominado Colectivo Wilson en el que se asegura que las pensiones catalanas son viables con un sistema de reparto: “Si Catalunya fuera independiente y decidiera mantener el sistema actual de reparto, los trabajadores catalanes cotizarían en la seguridad social catalana, y el dinero de estas cotizaciones serviría para pagar las pensiones de los catalanes”.
¿Y quiénes son los miembros del Colectivo Wilson (que toma su nombre de un presidente estadounidense que proclamó el derecho de autodeterminación de las naciones, pero que también intervino de forma arbitraria y abusiva en Latinoamérica al calor del principio "América para los americanos" -la célebre doctrina Monroe-? Pues ni más ni menos que la flor y nata de los economistas catalanes, que dicen estar preocupados porque “determinados partidos políticos, medios de comunicación y analistas hacen campañas de desinformación que tiene como objetivo atemorizar a los ciudadanos de Cataluña y evitar que ejerzan libremente su derecho a decidir”.
Además del citado Sala i Martín, forman parte de este colectivo Pol Antràs (el catedrático más joven de Harvard y doctorado en el MIT); Carles Boix (catedrático en la Universidad de Princeton con doctorado en Harvard); Gerard Padró (catedrático en la London School of Economics) y Jaume Ventura (catedrático de la Pompeu Fabra y antiguo profesor del MIT). Además de Jordi Galí, probablemente el economista español con mayor proyección internacional. Como se ve, una delantera de lujo.
Galí, que se doctoró en el MIT bajo la dirección de Olivier Blanchard (economista jefe del FMI), es el actual presidente de la Asociación Europea de Economistas y hace pocos años se le llegó a proponer como premio Nobel de Economía. Es un neokeynesiano convencido, pero como en el proceso independentista catalán no hay un debate ideológico, sino sólo de carácter identitario, se ha volcado en el proceso. Y se lo cree a pies juntillas. Hasta el punto de que está convencido de que las pensiones en Cataluña serían “más generosas” si saliera adelante el proceso independentista.
Un Gobierno de concentración
Desde luego que los economistas del Colectivo Wilson no son los únicos. El Consell per a la Reactivació Econòmica i el Creixement es el otro gran soporte. Su presidente es Salvador Alemany (también presidente de Abertis), y como sostiene alguien que conoce al dedillo los entresijos de los economistas de Cataluña, su pronunciamiento, en un sentido o en otro, sirve de termómetro sobre lo que realmente pasa en la Generalitat. Alemany -hilo directo con Isidro Fainé (La Caixa) y el conde de Godó (La Vanguardia)- lidera un auténtico Gobierno de concentración en el que aparecen economistas que se han caído del caballo del PSC, como Germà Bel; Jordi Gual, jefe del servicio de estudios de La Caixa (Universidad de Berkeley); Joan B. Casas, decano del Colegio de Economistas de Cataluña; Eugènia Bieto, directora general de Esade o Guillem López Casasnovas, consejero del Banco de España. Además de otro de los ‘príncipes’ de la economía española, Xavier Vives, premio Rey Juan Carlos de Economía y una de las trayectorias profesionales más brillantes de eso que Carlyle llamó la ciencia lúgubre. Junto a Jordi Galí es, probablemente, el economista más laureado.
No acaba aquí la musculatura intelectual de la vía catalana a la independencia. La vicepresidenta del Consell Assessor per a la Transició Nacional es Núria Bosch, catedrática de la Universidad de Barcelona y una de las mayores expertas del país en federalismo fiscal y saldos fiscales interterritoriales. Durante años ha estado a la sombra del anterior conceller de Economía de la Generalitat, Antoni Castells (PSC), pero ahora -como Germà Bel (antiguo diputado socialista en el Congreso)- ha abrazado las tesis independentistas y pone su currículo al servicio de la causa. Como en el caso del historiador económico Albert Carreras, antiguo decano de la facultad de Económicas de la Pompeu Fabra, y hoy número dos de Mas-Colell en el departamento de Finanzas
Y es que la influencia del actual conseller de Economía, Andreu Mas-Colell, parece ser determinante. Muy determinante. Durante mucho tiempo se le consideró el mejor economista de España, o al menos el de mayor proyección internacional. No en vano, ha sido durante 15 años catedrático de Harvard, lo que da idea de su talla como economista (también sonó para el premio Nobel). Otra cosa es como político. Pero lo cierto es que ha sido capaz de tejer una tupida red de economistas que avalan técnicamente la independencia con argumentos sólidos. O el Concierto a la vasca, según el momento histórico, utilizando para ello un instrumento administrativo bien engrasado económicamente, el Instituto de Estudios Autonómicos, convertido en un formidable aparato propagandístico puesto al servicio de la causa.
Artículo de Carlos Sánchez in http://www.elconfidencial.com
lunes, 23 de septiembre de 2013
RESPUESTAS HUMORÍSTICAS A INTERECONOMÍA
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MOTIVOS DE UN HISTORIADOR NO NACIONALISTA
Motivos para la independencia de Cataluña
de un historiador no nacionalista
(UPDATE2: Gracias a vuestros comentarios, estoy encontrando bastantes puntos de este post que debo revisar, matizar… como lo quieras llamar. Lo haré en cuanto pueda, os pido paciencia porque aparte de estar aquí respondiendo a todo como mejor se, tengo que trabajar, y sencillamente no doy abasto. Pensaba que esto aflojaría rápido pero una vez más me equivoqué. Dadme cancha, amigos!!)
A mí esto de la independencia de Cataluña me genera sentimientos encontrados. Normalmente esquivo el debate porque, en realidad, apenas me interesa, o digamos que sólo me interesa como revulsivo en una situación estancada. Pero a mi alrededor, como es lógico, todo el mundo está embarcado en este jaleo, muchos a favor, otros en contra. Y me resulta un poco complicado explicar mi postura porque antes de terminar de explicarla ya se me ha percibido como un "adversario", o como "uno de los nuestros", y no.
Una conversación tipo puede ser así:
PREGUNTA: ¿estás a favor de la independencia de Cataluña?
RESPUESTA: Sí.
P: ¡nunca hubiera dicho que tú fueras nacionalista!
R: No lo soy.
P: ¡Pero estás a favor de la independencia!
R: Sí.
P: ¿Crees que a Cataluña le irá mejor fuera de España?
R: No lo sé.
P: ¡Los políticos catalanes son igual de corruptos que los españoles!
R: Ya.
P: ¿Y sigues estando a favor de la independencia?
R: Sí.
Raro.
Para muchos, que alguien vea con buenos ojos la independencia de Cataluña solo es compatible con el nacionalismo, y con la permisividad con los corruptos propios. Y esto es totalmente falso: al menos en mi caso, y me consta que en muchos más.
Así que voy a intentar desarrollarlo aquí. Aunque mi opinión al respecto no creo que le interese a nadie, al menos me servirá para ordenar mis propias ideas.
AVISO: Si éste es un debate que te pone nervioso, casi mejor que no leas el artículo. No tengo ganas de discutir. De debatir sí. De discutir no.
AVISO 2: Cuando aquí hable de "referendum", me refiero a un eventual referéndum vinculante que tenga consecuencias políticas. Lo que se está pidiendo en Cataluña en esta fase es, todavía, un simple referéndum consultivo. Para "contar" cuantos hay a favor y cuántos en contra. Y esto no voy a entrar a discutirlo, porque sencillamente es indiscutible el derecho a ser consultados.
La voluntad popular
El principal argumento de la gente favorable al referéndum (votando a favor o en contra, eso es irrelevante) es la voluntad popular. Y la verdad es que es un argumento incontestable: si la gente quiere pirarse de tu fiesta, tienes que dejarlos marchar, porque si los retienes contra su voluntad eso deja de ser una fiesta para convertirse en un secuestro. Hasta aquí, supongo que estamos todos de acuerdo, y quien no lo esté… pues es un secuestrador en potencia.
Y aceptemos de una vez que el movimiento independentista es fuerte. Hay un montón de gente en mi tierra con un gran fervor patriótico, que está íntimamente convencida de que si van por su cuenta les irá mejor. Que la idea sea correcta o incorrecta es irrelevante: recordemos que 10 millones de personas le han dado la mayoría absoluta a Mariano Rajoy, para el cual la cárcel es poco. Lo que importa ahora mismo es que EXISTEN. Por mucho que el nacionalismo español cierre los ojos y lo niegue. Existen, son un montón, y quieren algo, y no dárselo y tratarlos como una mierda no ayuda a que se calmen los ánimos.
Por tanto, primer principio: si la gente quiere responder a una pregunta, la obligación del gobernante es hacerles la pregunta, y que respondan y se atengan a las consecuencias que de ahí se deriven. Lo contrario a esto tendrá varios nombres, pero desde luego, "democracia" no es uno de ellos. Aunque lo ponga sobre el papel (no entremos hoy en lo idóneo o no de las sacrosantas democracias).
Pero para mí, esto no es un argumento en sí mismo. Vuelvo a recordar a Mariano Rajoy: el hecho de que una mayoría desee algo no significa que lo deseado sea intrínsecamente bueno. Sólo significa que es legítimo. Un motivo demasiado pobre como para que yo me decante por una opción u otra en algo que podría cambiar nuestras vidas de forma radical y desconocida.
El nacionalismo
Entonces entra en juego el fervor patriótico. Aquí patino: a mí es que las patrias me importan una mierda. De verdad. Me sabe mal porque choco con muchos amigos, pero es que me importan un carajo España, Cataluña, y la madre que los parió a todos. Los países no son nada, nos los hemos inventado pintando unas líneas y matándonos unos a otros. Los países parecen el paso lógico y natural en la organización humana, pero no por eso dejan de ser pozos de mierda abyectos creados a base de injusticias y crueldad. Cualquier actitud humana que no tenga como eje central a la especie humana en su conjunto me parece una postura biológicamente estúpida, peligrosa, y condenada a la desaparición en el tiempo largo. Los países, como los imperios, van y vienen. Lo único que permanece es el ser humano, al menos hasta que consigamos autoextinguirnos.
Por lo tanto, a mí no me conmueve la nación. Ninguna. Y los nacionalistas menos. No me gusta discutir con ellos porque casi siempre hablamos idiomas diferentes: ellos razonan su postura desde la emoción y el sentimiento, y yo no.
Y otra cosa al respecto: hay un montón de gente que es nacionalista y no lo sabe, o no quiere admitirlo. Normalmente el nacionalista catalán es proselitista y exhibicionista, van de cara, así que ya sabes a lo que atenerte, no hay problema. Pero los nacionalistas españoles son más "peligrosos", ya que muchos van de tapados incluso sin saberlo. Nacionalista español no es el facha que escribe en Twitter que ojalá una bomba en el Camp Nou matara a todos los catalanes (o al menos, a todos los del Barça), o no sólo. Nacionalista español es aquel buen tipo que dice "hombre, a mí me sabría mal la independencia porque me gusta España tal como está". Todos los que dicen que incluso están a favor del referéndum pero votarían en contra porque "le gusta España como está", son nacionalistas españoles, aunque lo nieguen: tienen en su mente una idea de NACIÓN que LES GUSTA y por tanto quieren que siga igual sólo porque LES GUSTA. No hay nada racional allí. Sólo sentimiento.
Y el sentimiento no es un argumento que me haga decantar por una opción u otra.
La catatonia española
Pero ocurre algo muy serio: que España es un cadáver. El sistema político de los últimos 30 años está kaputt. No da más. La política es una comedia vergonzosa, los sindicatos han caducado en su forma actual, en la CEOE se comportan como unos hijos de puta, el sistema judicial está en entredicho, y la sociedad está en shock, o directamente les importa todo un comino.
Lo peor de esta crisis no es la pobreza: es que no tenemos plan. Fijaos en todas las medidas que se toman en España. En ninguna hay un plan de futuro. ¿Qué vamos a hacer de aquí a diez años? ¿Y a veinte? Nadie lo sabe. No saben ni cuándo saldrán de la crisis, porque no saben qué vendrá después. Y ZP primero, y Naniano después, se han encargado de ir minando la investigación científica hasta prácticamente liquidarla, lo que nos garantiza un retraso de un par de décadas respecto al resto de naciones avanzadas… como poco. Vamos haciendo pisos, casinos, ahora unos apartamentitos en la costa, ahora otro casino, chavales estudiando ruso para lograr oportunidades doradas como hacer de camarero en Tarragona durante el verano. ¿Y luego qué? ¿Cuando pase la crisis dentro de 4 o 5 años más y vuelva a haber algo de trabajo, (mucho más precario) entonces qué?
Nada. Estamos flotando en una especie de stasis catatónica, mirando alrededor sin comprender lo que ocurre ni visión de futuro alguna.
Y aquí, amigos, encuentro el argumento que necesitaba. De las situaciones de parálisis se sale con un revulsivo. Un shock que te despierte y te ponga las pilas. Y una eventual secesión sería un revulsivo de puta madre.
Cataluña ganaría el impulso del éxito, esa fuerza de cuando te salen bien las cosas (y más una que llevas siglos buscando) y estoy convencido de que resultaría un dinamizador social cojonudo. Además, el Govern se vería obligado a repensar todo el país, redistribuir la producción y la infraestructura de su territorio, que debería aportar al conjunto más de lo que ya lo hace, al menos si quieres mantenerte por ti mismo, así que laboralmente habría movimiento.
La corrupción seguiría estando ahí, sobretodo si conseguimos la independencia de mano de CIU. Pero bueno, hoy ya sigue estando ahí, no es que ganemos algo malo, es que nos quedamos con algo malo que ya traíamos de serie. Y hay ganancia: al menos, sólo tendríamos que luchar contra la corrupción de la Generalitat. Ahora tenemos que lidiar con la de la Generalitat Y la de Moncloa.
Políticamente, también sería un escenario interesante: sospecho que el binomio CIU/ERC se repartiría el bipartidismo de los cojones que nos tiene obsesionados, sustituyendo y complementando al PP/PSOE (quizá IU para entonces) de Madrid. Pero un nuevo país es campo abonado para nuevos movimientos y nuevas formaciones políticas, y en el contexto actual de lucha contra el statu quo, CIU es el statu quo, así que la oposición es previsible e interesante. ¿Cómo evolucionará ERC como partido hegemónico de izquierda en Cataluña? ¿Se convertirá, a su vez, en statu quo? ¿O podrá impulsar cambios? ¿Qué hay de CUP? ¿Qué dinamismo encontraremos?
¿Y España? Para España sería también muy positivo, por los mismos motivos. Es posible que se les acumulen más problemas al principio, eso es cierto, por la desigualdad entre los territorios. Lo que me parece mezquino es echarle la mierda a Cataluña: si después de 30 años de "solidaridad" interterritorial, los POLITICOS de Andalucía o Extremadura (por ejemplo) aún no han sido capaces de solucionar los problemas estructurales de su jurisdicción, ES A ELLOS a quien la POBLACIÓN debe pedir cuentas, no al que ha estado poniendo el dinero. Pero en cualquier cualquier caso, al gobierno de España no le quedaría más remedio que redistribuir ellos también el territorio, crear nuevos ejes, una nueva ola de industrialización. España tiene capacidad de trabajo de sobras para reconvertirse y avanzar.
Dale la independencia a Cataluña, y en veinte años esta península no la reconoce ni su puta madre.
Y no precisamente para mal.
Metámonos eso en la cabeza: nos estamos obstinando en mantener una estructura y una idea que han demostrado ser fallidas, que ya han caducado.
El riesgo y la ganancia
En resumen: hay que perderle el miedo al cambio. En esta crisis sistémica, mantenerse en el statu quo es aferrarse al muerto, y si nos aferramos demasiado tiempo acabaran cerrando el ataúd con nosotros dentro. Es el momento de dejar el pasado partir, y fijar rumbo al futuro de una maldita vez.
Innovar.
Cambiar.
Probar otros caminos.
A mí me gusta muchísimo más la idea federal, es la que mejor encaja en la península sin meterle vaselina, pero ese requiere de la disposición del resto del país, y aunque IU lo haya defendido siempre… no se les oye, al menos aquí (que ni siquiera hay IU, sino ICV). El PSOE, no ha sido hasta ahora que ha empezado a piar Rubalcaba. Y en Cataluña se la ha apropiado el friki de Pere Navarro, como quien se queda con "la amiga fea": si se iba al SÍ se le iban los votos a ERC, si se iba al NO, al PP y C’s. No parece creérselo mucho, y no es ahora mismo una opción que esté realmente encima de la mesa. Así pues, ya renuncio ni a proponerlo. Una lástima.
No me queda entonces más opción que la independencia. Se me antoja lo más justo, lo más interesante, y lo más racional.
¿Riesgos? Los que quieras. Podemos irnos todos a la ruina y volver a conocer el hambre generalizada. Podría incluso resurgir la violencia, y no tengo yo tan claro que Europa fuera a mostrarse firme ante un golpe militar. Sí, hay infinitos riesgos.
Pero es que no nos queda más remedio que asumirlos
¿Acaso queda alguien todavía que cree que cuando esto acabe volveremos a los felices años antes de la crisis? Despertad de una vez, cojones. Ya vais tarde, maldita sea. España ha muerto, el modelo económico ha muerto, esto va a cambiar queramos o no. Mejor tomar las riendas, o al menos intentar dirigir esos cambios, ¿no? ¿O preferís quedaros sentados mirando la tele a que os digan el nombre de vuestro próximo dictador?
En otras palabras: no tenemos nada que perder porque el sistema ha muerto y va a cambiar.
Pero sí tenemos todos mucho que ganar.
Anticipación a las críticas
Sería genial que os animarais a dejar vuestra opinión en los comentarios, y que pudiéramos discutir (en el buen sentido. Téngase presente que aunque escribo y hablo de manera a veces categórica, asumo que puedo estar equivocado en muchos puntos). Pero ante la probabilidad de que entre alguien cabreado con los argumentos anti-independencia de costumbre, quisiera anticipar las respuestas. Si estás de acuerdo con lo arriba dicho esta parte puedes saltártela si quieres. Que con la mierda de theme que tengo en mi blog, ya te deben sangrar los ojos (lo siento):
¡Lo de la independencia lo sacó Mas para desviar la atención de sus corruptelas!: Falso. Mas utilizó el impulso independentista. Pero ese impulso ya existía desde mucho antes, se ha gestado durante décadas, y no precisamente gracias a Artur Mas.
¡La Constitución no lo permite!: Alguien preguntó en Twitter "¿Vivimos en una democracia, o en una constitución?". Y no hase falta disir nada más. Bueno, sí: que no me hagáis reír. En esta Constitución se mea ya hasta Dios. Otro cadáver.
¡Os echarán de Europa!: ¡Sí, por favor! Estoy totalmente en contra de este modelo de construcción europea, y si me dicen que nos echan, entonces voto aún con más ganas que sí. Es un tema demasiado extenso para explicarlo aquí, lo mismo un día le dedico un post. En cualquier caso, no creo que cayera esa breva. Económicamente, a Europa no le sale a cuenta sacar a Cataluña de su órbita. Además, el inevitable proceso de construcción europea sólo culminará cuando las barreras y distinciones entre naciones desaparezcan por completo, y para ello es fundamental desnaturalizar las naciones, convertirlas en ideas obsoletas, para que la gente ceda su soberanía a Bruselas. Tengo toda la sensación de que "romper España" les viene bien para construir Europa (aquello de cascar algunos huevos para hacer una tortilla) así que no creo que pongan muchas pegas llegado el momento. Aunque quizá me equivoque. No tengo la suficiente información.
¡Queréis levantar fronteras!: Otra tontería. Esto rasca algunos votos para Ciutadans y PP, pero no tiene el menor sentido. ¡Joder, sólo tenéis que mirar a Europa! ¿Has tenido muchos problemas tú para atravesar la frontera con Francia? ¿Resulta una pesadilla burocrática viajar a Alemania o a Inglaterra? ¿Entonces? ¿De qué cojones estamos hablando? Especialmente patética fue la campaña impulsado por un grupo de empresarios catalanes, con una barrera en medio, y a un lado un guardia civil, y al otro un mosso. ¿Es que acaso estamos en el siglo XIX? Además, si es que es de sentido común: ¿quién podría estar interesado en poner una frontera entre España y Cataluña? Ambos somos el principal mercado del otro, y tenemos repartidos amigos y familia por toda la península, poner una frontera es una estupidez. Lo más gracioso es que en Cataluña nadie quiere eso, nadie lo ha comentado (nadie serio, o que no esté loco) ni forma parte del programa. Os invito a leer entrevistas a Mas o Junqueras o cualquier otro agente. No titulares de "La Razón". Entrevistas completas. Todo esto de las fronteras lo saca constantemente el nacionalismo español, pues bueno, para agitar el trapito a ver quién embiste. Pero dudo que tuvieran cojones de llevarlo a cabo llegado el momento: se morirían de hambre unas semanas antes que los catalanes. Y si lo hicieran, tened por seguro que sería decisión de Madrid. Nunca de Barcelona. Cuando se habla de independencia se habla de manejarse sus propios asuntos, no de encerrarse en una cueva para no hablar con nadie y que nadie pueda entrar ni salir.
¡Las empresas se marcharán de Cataluña!: Es irrelevante. En primer lugar, trasladarse siempre es difícil, y Cataluña es un mercado amplio con cierto poder adquisitivo y de consumo, así que a muchas empresas les seguirá interesando quedarse aquí. Y las que no, buen viaje y buena suerte: el nicho vacío será ocupado rápidamente por nuevas empresas. Personalmente, a Lara (de Planeta) le prefiero lejos. NOTA: Quede claro que estoy hablando en términos absolutos. Si bajamos a pie de calle, a nivel personal, es evidente que una eventual fuga de empresas es un problema para sus trabajadores. Pero sospecho que la Generalitat algo apañaría, e insisto en que el nicho se llenaría rápido. Aquí es donde debemos aceptar (o no) el reto a nivel personal y familiar. Yo lo acepto, y por eso votaré sí. Pero puedo entender perfectamente que mucha gente no lo haga, aunque no lo comparto. Ahí, nada que objetar.
¡Echaríamos al Barça de la Liga!: ¡Ésta es muy buena! Os juro que la he leído ya varias veces, y nunca sé si reír o llorar. Demuestra una edad mental de unos 5 años. Punto uno: me importa una mierda el Barça. Punto dos: no hay cojones. Con los irracionales millones que se mueven, ¿cómo van a romper la Liga para que se fastidie el Barça? ¿Qué pasa entonces con el Madrid? ¿Dónde queda la "grandeza" de Uno si no tiene al Otro? Y punto 3: que el fútbol sea un argumento en un debate tan importante como éste es para pegarse un tiro.
¡Cataluña nunca ha sido un reino independiente!: ¿Y qué? ¿Dónde está escrito que tengas que serlo en el pasado para que se te otorgue en el futuro? ¿Acaso los Estados Unidos habían sido un reino? Una comunidad se hace independiente porque le apetece y lo siente así, y punto.
¡Pero es que esto de la independencia se lo inventó Pujol y le lavó el cerebro a los niños catalanes!: Otra vez, ¿y qué? En primer lugar, ahora ya es tarde. Aún en el caso de que la educación catalana haya estado marcadamente orientada a la construcción de una realidad nacional (algo en lo que yo no sería muy categórico… que yo me eduqué en ese sistema, ¿eh?), no podemos cambiar el pasado, y el resultado es que HOY hay un MONTÓN de gente con ganas de marcha territorial. A efectos prácticos, es lo único que importa. Y en segundo lugar, es muy discutible eso de que la independencia se la acaban de inventar. Claro que ha habido ingeniería social, y por ejemplo TV3 es un gran articulador del sentimiento de país, no lo niego. Pero desde los Reyes Católicos que en Cataluña han existido movimientos, intentos, e incluso guerras, con el objetivo de separarse de Castilla. Que la cosa viene de lejos, vamos.
Pero ya me he alargado bastante. Si has llegado hasta aquí, debes odiarme por el tipo de letra. Os prometo que en cuanto pueda cambio el theme.
Lo bueno es que me he vaciado, y ya tengo las ideas un poquito más ordenadas en mi cabeza.
Cuidaos, amigos!
in http://estoesundisparate.wordpress.com / Blog "Esto es un disparate" in Wordpress.com
viernes, 20 de septiembre de 2013
jueves, 19 de septiembre de 2013
CURIOSIDADES -112-
"Por capricho de un dictador"
Si España, pese a pertenecer a Europa y a figurar como miembro de la U.E., tiene esos característicos horarios por los que todo el país parece vivir y trabajar de manera "exótica" por no decir tercermundista se debe, no a la tradición, sino al capricho del dictador Francisco Franco Bahamonde (1892-1975).
Deseoso de que los Españoles trabajaran y vivieran haciendo las mismas cosas a la misma hora que los Alemanes, al general no se le ocurrió otra cosa que imponer en 1942, el horario alemán sin tener en cuenta que en España amanecía hora y media más tarde que en el país germano. Debido a la consabida diferencia de horario, cuando en Berlín eran las 12:00 del mediodía, en Madrid sonaban las 13:30, hora marcada para que todos dejaran el trabajo y se sentaran a la mesa para tomar el almuerzo a las 14:00. A ese capricho dictatorial, se sumó el hecho de que casi todos los Españoles de la posguerra tuvieron que encontrar dos trabajos para poder tirar adelante sus familias, lo que alargaba sensiblemente el horario laboral hasta bien entrada la tarde y principio de la noche. Y, desde entonces, España y sus trabajadores viven a destiempo en comparación con todos sus vecinos europeos, lo que se traduce en horarios laborales demasiado largos, amén de comidas demasiado pesadas y cenas tardías. Pese al empeño de la ARHOE (Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles), que dura desde hace una década, los sucesivos gobiernos jamás se han puesto manos a la obra para recuperar el horario europeo ni parece dispuesto a hacerlo, perpetuando de manera incomprensible un capricho franquista desde hace ya 71 años.
Antes de que se instaurase la dictadura franquista, España vivía desde hacía siglos como los demás países del Viejo Continente, siguiendo el horario solar: los españoles de cualquier condición abrían sus negocios, faenaban o entraban a trabajar al despuntar el sol, comían a las 12:00 del mediodía y cenaban entre las 19:00 o 20:00 de la tarde al terminar su jornada laboral.
Tanto Bruselas como un grupo de diputados del Congreso pretenden que España deje de ser different del resto de sus compañeros, y vuelva a adoptar el horario de Greenwich, lo que servirá para que los Españoles trabajen mejor y rindan más, y puedan disfrutar de sus tardes en familia o en otros pasatiempos para que así sean más felices y satisfechos con su vida diaria. Por otro lado, los niños podrían tener más hora de sueño (duermen una media de 53 minutos menos que los demás niños europeos), menos televisión y rendir mucho mejor en sus estudios, lo que serviría para atajar el enorme fracaso escolar que se viene registrando desde hace décadas.
Si España, pese a pertenecer a Europa y a figurar como miembro de la U.E., tiene esos característicos horarios por los que todo el país parece vivir y trabajar de manera "exótica" por no decir tercermundista se debe, no a la tradición, sino al capricho del dictador Francisco Franco Bahamonde (1892-1975).
Deseoso de que los Españoles trabajaran y vivieran haciendo las mismas cosas a la misma hora que los Alemanes, al general no se le ocurrió otra cosa que imponer en 1942, el horario alemán sin tener en cuenta que en España amanecía hora y media más tarde que en el país germano. Debido a la consabida diferencia de horario, cuando en Berlín eran las 12:00 del mediodía, en Madrid sonaban las 13:30, hora marcada para que todos dejaran el trabajo y se sentaran a la mesa para tomar el almuerzo a las 14:00. A ese capricho dictatorial, se sumó el hecho de que casi todos los Españoles de la posguerra tuvieron que encontrar dos trabajos para poder tirar adelante sus familias, lo que alargaba sensiblemente el horario laboral hasta bien entrada la tarde y principio de la noche. Y, desde entonces, España y sus trabajadores viven a destiempo en comparación con todos sus vecinos europeos, lo que se traduce en horarios laborales demasiado largos, amén de comidas demasiado pesadas y cenas tardías. Pese al empeño de la ARHOE (Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles), que dura desde hace una década, los sucesivos gobiernos jamás se han puesto manos a la obra para recuperar el horario europeo ni parece dispuesto a hacerlo, perpetuando de manera incomprensible un capricho franquista desde hace ya 71 años.
Antes de que se instaurase la dictadura franquista, España vivía desde hacía siglos como los demás países del Viejo Continente, siguiendo el horario solar: los españoles de cualquier condición abrían sus negocios, faenaban o entraban a trabajar al despuntar el sol, comían a las 12:00 del mediodía y cenaban entre las 19:00 o 20:00 de la tarde al terminar su jornada laboral.
Tanto Bruselas como un grupo de diputados del Congreso pretenden que España deje de ser different del resto de sus compañeros, y vuelva a adoptar el horario de Greenwich, lo que servirá para que los Españoles trabajen mejor y rindan más, y puedan disfrutar de sus tardes en familia o en otros pasatiempos para que así sean más felices y satisfechos con su vida diaria. Por otro lado, los niños podrían tener más hora de sueño (duermen una media de 53 minutos menos que los demás niños europeos), menos televisión y rendir mucho mejor en sus estudios, lo que serviría para atajar el enorme fracaso escolar que se viene registrando desde hace décadas.
miércoles, 18 de septiembre de 2013
Anécdotas Históricas -233-
Salvador Esteve i Figueras, Presidente de la Diputación de Barcelona, explicó que se "acojonó" durante un intercambio de opiniones con el Rey, después de la Diada del 11 de septiembre de 2012. Esteve, en una entrevista en la Red, ha recordado que durante la recepción del 13 de septiembre ofrecida en La Zarzuela, el rey Juan-Carlos I le recriminó la masiva manifestación del 11 de septiembre durante la junta de gobierno de la Federación Española de Municipios y Provincias.
El Presidente de la Diputación ha calificado lo ocurrido en el palacio de la Zarzuela "de experiencia muy desagradable". "En medio de 21 alcaldes más que lo fuimos a ver me señaló y me dijo '¡Tú!, qué habéis organizado en Cataluña sacando la gente a la calle con engaños y con ayuda de estos de TV3, Avui y La Vanguardia' ", aseguró.
"Quedé parado", ha añadido antes de decir que "me pareció que no debía callar y le dije con todos los respetos que eso no era ninguna manipulación, que era una corriente muy profunda, que haría bien en escucharla y de instar al diálogo ".
La reacción, sin embargo, "fue mucho más fuerte porque no está acostumbrado a que le repliquen y la cosa se fue calentando". "Fue desagradable y se demostró que él no puede hacer de árbitro cuando está jugando de delantero centro", ha comentado en referencia al posible papel 'conciliador' del monarca.
Esteve ha seguido diciendo que "hubo un momento que pensaba que me cogía por las solapas". "Fue muy violento, estaba acojonado", comentó durante la entrevista.
Anécdota de: Salvador Esteve i Figueras, Presidente de la Diputación de Barcelona (n.1945) y de Juan-Carlos I, Rey de España (n.1938).
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1708: BODA REAL EN STA. MARÍA DEL MAR
El 1 de agosto de 1708 y en plena Guerra de Sucesión Española, la ciudad condal de Barcelona convertida en la capital y sede de la corte del partido Austriacista, asistió al real enlace del entonces "rey" Carlos III de Austria (1685-1740) con la duquesa Elisabeth Christine von Brünswick-Wolfenbüttel (1691-1750), una princesa alemana de diecisiete primaveras. La boda religiosa se celebró en la espléndida iglesia barcelonesa de Santa Maria del Mar, después de que la novia celebrara sus esponsales por poderes en la localidad alemana de Klosterneuburg el 23 de abril.
Para celebrar tal evento, aparte del consabido banquete ofrecido en el Palacio Real Nuevo (en el actual emplazamiento de "El Pla de Palau"), se estrenó por vez primera en suelo íbero una ópera italiana titulada "Il più bel nome", obra de Antonio Caldara, Maestro de Capilla de Su Majestad.
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domingo, 15 de septiembre de 2013
ESPAÑA PIERDE A CATALUNYA
COMO DIJO UNAMUNO...
Xavier Martínez Celorrio - Profesor de Sociología. Universidad de Barcelona
La Diada del 2012 marca el fin de 140 años de pactismo catalán para modernizar el Estado y hacer encajar la diversidad multicultural de España. Así de tajante es el mensaje de la masiva manifestación soberanista de Barcelona. Un clamor popular, tan ninguneado y minimizado por buena parte de la prensa madrileña como resaltado por la prensa internacional. También ciertas voces de la izquierda española culta han mostrado incomprensión, hilaridad y paternalismo posesivo contra esta demostración de fuerza del soberanismo catalán.
Primero te ignoran, luego se ríen de ti y cuando te atacan, ganas. Con estas tres fases, el soberanismo no violento de Gandhi resumía las reacciones en contra que recibía del Imperio británico. Eran otros tiempos y otras latitudes pero el marco mental de los que se sienten superiores parece ser el mismo en todas partes y momentos.
El catalanismo que propugnaba la solución federal de España, con Pi i Margall al frente, se remonta a la muy olvidada Iª República (1873), hace ahora 140 años. El sueño federal de Pi i Margall, inspirado en Proudhon y su ideario cooperativo, marca el inicio de la continua influencia catalana en la articulación institucional de la España contemporánea. Una influencia modernizadora siempre mal asumida y ninguneada por unas élites madrileñas y provinciales acomplejadas ante lo catalán, esa alteridad y némesis de la España decimonónica, de trono, sables y altar.
Asumiendo, a la larga, la dualidad incompatible entre el alma castellana y la catalana, Miguel de Unamuno reconocía en carta a Manuel Azaña (1918): "Justo es, pues, que España pierda ahora Cataluña. Y la perderá, no me cabe la menor duda que la perderá. La federación no es más que una hoja de parra". Casi un siglo después, Unamuno es profético. Eso sí, un siglo sinuoso y áspero que no ha resuelto ni la conllevancia orteguiana entre España y Cataluña ni los problemas de la identidad española y su memoria histórica, tolerando un mapa de fosas de la guerra civil que hoy da escalofríos. Pero, ya saben, aquí los crímenes del franquismo no se tocan y los archivos de Salamanca eran un derecho de conquista hasta hace dos días.
El actual Estado de las autonomías, diseñado para disolver las reivindicaciones nacionales de Cataluña y País Vasco como reconocía Esperanza Aguirre sin rubor alguno, es otra hoja de parra caducada, inviable y deslegitimada que no puede disimular la realidad de su fracaso. A la vista del mundo y de los mercados internacionales, el modelo autonómico español dista mucho de ser funcional, eficiente y federal. Algo muy propio de unas élites que mantienen vetado cualquier cambio o reforma constitucional para diferenciar cuáles son nacionalidades y cuáles son regiones, atribuyendo y delimitando modelos de autogobierno y cooperación mutua, un Senado territorial efectivo y un modelo fiscal eficiente y solidario. De eso nada.
La intocable y sagrada Carta Magna (votada solo por un tercio de los españoles hoy vivos) solo se reforma por la puerta de atrás, sin debate ni referéndum, para constitucionalizar el techo de déficit (2011) asumiendo, por dictado de Berlín, un tótem neoliberal que antes era indigesto para la socialdemocracia. Hay reformas y reformas.
Ante la secular intolerancia y torpeza de la derecha para asumir la plurinacionalidad de la España real, la izquierda española no ha contrapuesto un proyecto histórico alternativo, modernizador y cohesivo. Ni adoptó medidas para desinflar el paraíso artificial del España va bien con salarios bajos y sin apenas impuestos ni construyó un relato consistente de justicia territorial y reconocimiento de la diversidad más allá del artificio de la España plural, ardid creado por el marketing de usar y tirar del que no queda nada.
Ya en 1999 dicen que Felipe González confesó a Pasqual Maragall que al pueblo español le costaba mucho asumir nuevos conceptos. El federalismo asimétrico no suponía uno, sino dos conceptos inasibles y complejos para la baja cultura política de los ciudadanos, según él. De aquel paternalismo protector y de renuncia, vienen estos lodos.
En el 2000, la factoría ideológica del PP actualizó la consigna gramsciana de la lucha continua por la hegemonía discursiva y mediática y sacó de la chistera el patriotismo constitucional. Dos en uno. Ni se toca la Carta Magna ni la integridad de la única nación-patria de los españoles. Dos conceptos que, al parecer, han calado y conectado con el alma española mejor de lo que suponían algunos. Hasta su padre intelectual, Jürgen Habermas, alucinaba de la capacidad vampírica de la derecha española que, para rematar la faena, estigmatizó el Estatut catalán cual impureza heterodoxa desplegando una catalanofobia que rendía votos.
En ningún sistema federal, las regiones más ricas contribuyen al fondo de solidaridad hasta quedarse empobrecidas y con peores servicios públicos y de bienestar que el resto de regiones a las que ayuda. En Alemania y en Estados Unidos las regiones ricas no pasan del 4% de su PIB en transferencias de solidaridad. Cataluña aporta cada año a España un 8% de su PIB, unos 16.000 millones de euros, acumulando así una deuda de 42.000 millones a causa de un sistema disfuncional e irracional de financiación que, encima, la deja con menor inversión en políticas sociales y educación que el resto.
El déficit fiscal acumulado acaba convirtiéndose en déficit social y castiga injustamente a las clases populares catalanas. Un ejemplo, sólo un 27% de los hijos menores de 16 años de familias pobres catalanas tienen alguna forma de beca de estudios. El capítulo de becas, nominalmente, está transferido pero bloqueado desde Madrid. ¿Por qué la bloquean los gobiernos de Madrid, sean socialistas o conservadores? ¿Cómo pueden perpetuar esta injusticia los socialistas españoles que va en detrimento de la igualdad de oportunidades? De los catalanes pobres, pero no de los pobres de otras partes.
En paralelo, los ciudadanos comprueban, indignados, cómo otras regiones más pobres financian de modo universal y no por razón de renta, ordenadores en las escuelas y otras prestaciones y servicios que son y han sido inimaginables en Cataluña. Entre 1986-2006, Cataluña ha transferido 213.963 millones de euros a las regiones menos desarrolladas de España, cuyos líderes regionales ahora ríen y ridiculizan la actual asfixia de recursos y tesorería de la Generalitat. Por eso, el modelo de financiación no es federal sino depredador, expoliador y regresivo.
Hartos de la ingratitud, de la ignorancia y de los tópicos anticatalanes que se remontan a tiempos de Quevedo, la Diada del 2012 marca un antes y un después. Ninguna democracia permite a su Tribunal Constitucional revocar una norma legal y estatutaria aprobada en referéndum. Ninguna economía y administración moderna esconde y hace opacas las balanzas fiscales a sus ciudadanos. Ningún Estado incumple lo que dictan los tribunales y retiene el autogobierno de las becas, discriminando a los hijos pobres de las regiones más ricas. Ninguno, salvo España.
El listado de agravios es proporcional al silencio e indiferencia que recibimos desde la España dialogante, abierta y cosmopolita que antaño elogiaba Cataluña como motor económico, innovador y creativo. No hay puentes, ni interés, ni voluntad de conocer al otro. Solo faltaba que Peces-Barba volviera a intimidar con bombardear Barcelona, tal y como antes amenazaron Azaña o Fraga. Viejo recurso trasnochado de autoridad e impotencia en plena globalización y rearticulación política de Europa. España está instalada en otra onda, en otra fase y en otro tiempo.
Como reacción veremos ahora muchos federalistas salir de los armarios. Justo cuando Cataluña inaugura un nuevo ciclo y cierra 140 años de esfuerzos por construir un Estado español que ha dejado de sentir como propio. El derecho a decidir se abre paso y tiemblan las telarañas de una España autonómica en plena crisis de todas sus instituciones. De aquellos vientos, estas tempestades de cambio, empoderamiento y libertad.
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viernes, 13 de septiembre de 2013
Anécdotas Históricas -232-
Según los recuerdos del actor inglés David Niven, él y el actor tasmano Errol Flynn compartieron durante un tiempo un apartamento en Hollywood. En un momento dado, Errol Flynn se le insinuó abiertamente y le "agarró por donde un hombre no lo espera" de otro. David Niven le rechazó, dejándole muy claro que a él solo le gustaban las mujeres, a lo que Flynn protestó airadamente:
-"En Hollywood, todos se acuestan con todos, ¿qué te hace a ti diferente?"
Anécdota de: David Niven, actor y escritor (1910-1983), y de Errol Flynn, actor (1909-1959).
ACTUALIDAD: artículo de Suso de Toro
Admiremos a Cataluña
"Lo que ha ocurrido en Cataluña hace historia en las luchas democráticas y es ejemplar, como tantas veces Cataluña nos ha dado una lección. Pero las lecciones las aprende quien no tiene prejuicios y quiere aprender".
Artículo de Suso de Toro / in www.eldiario.es / 12-09-2013
Los medios de comunicación de alcance estatal, todos ellos radicados en Madrid, crearon durante décadas una conciencia de España que falseó su realidad. En ese falseamiento Cataluña fue ignorada y despachada bajo clichés interesados, así la generalidad de la población española ignora todo de Cataluña y en cambio está llena de prejuicios hacia los catalanes. Nos pintaron una Cataluña provinciana, encerrada, aburrida, fracasada, obsoleta... Pero la Diada de este año marca un punto y aparte, es un desmentido a todo eso y muestra un país lleno de energía. En adelante los españoles mirarán hacia allí con curiosidad unos y con temor y desconfianza otros, pero muchos querrán comprender lo que ha ocurrido. Lo que ha ocurrido se veía venir si uno se acercaba allí y se molestaba en escuchar lo que decían y sentían las personas que allí vivían pero simplemente se lo ocultaron, en cambio la prensa informaba con mayor o menor extensión un mes sí y otro también de que un niño no podía recibir clases en castellano, de que perseguían a las corridas de toros... Todo parecían mezquindades. Y de repente aparecen más de un millón de catalanes pidiendo la independencia. ¿Dónde estaba tanta gente que no nos lo contaron?
Pero aunque parezca increíble el día siguiente a un acto cívico y político tan importante, no sé si tendrá parangón en Europa, pudimos leer titulares que se mofaban e informaciones que lo minusvaloraban alimentando la ceguera de sus lectores. Lo que ha ocurrido en Cataluña hace historia en las luchas democráticas y es ejemplar, como tantas veces Cataluña nos ha dado una lección. Pero las lecciones las aprende quien no tiene prejuicios y quiere aprender. Particularmente reconozco que tengo prejuicios pero también me gusta aprender y de los catalanes aprendí muchas cosas. Aunque esté mal visto en España, no tengo pudor en reconocer que admiro a la sociedad catalana.
Como gallego, soy ciudadano de un país derrotado que no ha sido capaz de sobreponerse a su historia, que no supo detener expolios ni humillaciones, falto de orgullo colectivo y nervio cívico y, como español, vengo de un país fratricida e incívico, marcado por un régimen que lo degradó hasta el extremo, una experiencia histórica traumática y profunda que suele ser despachada interesadamente como "la dictadura". Y por eso descubrí y envidié las semillas de libertad y civilidad que llegaban desde Cataluña, desde la renovación pedagógica de "Rosa Sensat", cuando aún interesaba la educación como liberadora, hasta la lucha obrera del PSUC y los libertarios, la firmeza en el exilio de Pau Casals, la "nova cançó" y Lluis Llach "al Olympia" y sus "Campanades a mort" por los obreros asesinados en Vitoria, su lucha por el autogobierno nacional...
En Barcelona reconocí a la ciudad siempre atenta a la cultura que recibía la música de Beethoven y de Wagner en el Palau, donde en Julio de 1937 Schoenberg ensayaba con la orquesta "Moses und Aron" cuando comenzaron los bombardeos fascistas, donde Picasso y Picabia ensayaban su libertad, la ciudad a donde peregrinó el Quijote, y con él su autor, para alabar la industria del libro.
Allí como autor me sentí acogido y respetado sin que importase en que lengua escribía ni de donde venía ni que padrinos tenía, allí conocí a mi mejor editora y a los mejores editores y a la gente más inteligente y aguda de la industria del libro y de las artes. Y me descubro ante obras literarias como el "Quadern Gris" de Josep Pla, que si España considerase que la literatura en catalán también era suya, no es el caso, tendría por una de las cuatro o cinco obras grandes suyas del siglo XX. Naturalmente que también entreví las limitaciones y defectos de la sociedad catalana, los tiene como todas, pero mi admiración por sus virtudes está muy por encima. Sin ser catalán soy catalanista, lo confieso.
Todo lo resumo en que hubo un momento en mi vida en que me vi obligado por primera vez a plantearme marcharme de mi país, Galicia, y no dudé a dónde iría y dónde había un pueblo abierto que me podría acoger. No lo dudaba.
Y con esta Diada acaban de darnos una nueva lección de civismo y libertad. Para comprender cuán necesaria es esa lección hay que tener presente lo que ocurrió el mismo día en Madrid, un ataque fascista que no es ninguna anécdota. La medida de la libertad y del aire que se respira en la capital del Estado y en el conjunto del Estado la dará el tratamiento que se le dé a ese ataque: ¿se le aplicará la ley antiterrorista? ¿Serán ilegalizados y perseguidas esas organizaciones como hicieron los políticos y la justicia española en Euskadi? Y, cuando aparecen multitud de policías bien pertrechados cada vez que la ciudadanía defiende legítimamente sus derechos, ¿por qué no estaba en esta ocasión en las cercanías del lugar para protegerlo? Qué asco.
Lo que nos ofrecieron a todos los catalanes en su día fue ciudadanía libre y alegre frente a canallas amargados y matones. Al ministro que amenazó con el Ejército le oponen gente de todas edades con bocadillos, camisetas y banderas. No se valorará la dimensión de ese gran acto cívico si no se cae en la cuenta de que no era una manifestación como la que hubo hace unos meses. La Via Catalana fue el resultado de un trabajo organizativo de meses, cada persona se anotó y se dirigió al lugar donde le correspondía en el mapa de la cadena. No fue un calentón de un día o una semana, un momento de enfado que ocupa las calles, sino que cada ciudadano o ciudadana se buscó su camiseta y se apuntó con tiempo para ocupar su lugar correspondiente. No se trataba de una multitud de manifestantes sino de una ciudadanía organizada voluntariamente y desde abajo, hablamos de un pueblo decidido que tiene una decisión tremendamente madurada porque la ha ido elaborando a través de los años y de sucesivas experiencias que le fueron demostrando una tras de otra que el Estado español no reconocía sus demandas y no protegía su lengua ni tampoco sus intereses. No es una ocurrencia repentina.
En los últimos años cada vez que comenté el proceso social y político catalán con políticos de partidos estatales siempre me respondían "es que Mas...", "realmente lo que quiere Convergencia...", "...las banderas...", "...es que la burguesía catalana...", "es que Esquerra...". Por más que les insistía repetían sus cómodos prejuicios y lo reducían a una dialéctica de partidos, casi nadie tuvo la humildad de ir desde Madrid a Barcelona y no digamos a otras ciudades catalanas a preguntar y escuchar a la gente. No comprendían que era la gente, no los partidos; Mas sólo se puso al frente de un movimiento social de gran profundidad porque no tuvo más remedio. Lo que hicieron los medios de comunicación madrileños y la política española fue menospreciar a los catalanes, reducirlos a una gente aturdida y conducida astutamente por unos malévolos políticos enemigos de España. Lo que hicieron fue negarle la dignidad personal a esas personas, precisamente a los habitantes de un país que siempre le dió lecciones de civismo a España. Tendrán muchos defectos los catalanes pero son una sociedad con una complejidad y densidad cívica como no conozco otra. Lo que ahora tienen delante es la realidad, los catalanes no eran unos chalanes aprovechados y unas sanguijuelas, como nos contaron, sino que tenían dignidad. Toneladas de dignidad colectiva y personal.
Hoy por hoy, de Cataluña sólo podemos aprender. Paul Celan escribió sobre una Alemania que era maestra de la muerte, Cataluña en cambio es una maestra de civilidad: mucho mejor le hubiese ido a España si la hubiese escuchado y aprendido sus lecciones. No quiero imaginar una España sin Cataluña.
Los franquistas invocarán la sagrada unidad de la patria y el deber del Ejército, aunque no lo hicieron cuando entregaron las provincias españolas del Sahara a la monarquía marroquí por orden de sus amos norteamericanos. Y los nacionalistas españolistas en general invocarán una constitución, dictada por Yahvé y que se bajó Moisés del monte, ya tenían en el Tribunal Constitucional a quienes la interpretaron en su día como les interesaba a ellos y ahora tienen presidiéndolo a Pérez de los Cobos, que ya nos informó de lo que piensa de los catalanes. Pero quienes creemos en la democracia y no somos catalanes tenemos el deber de reconocer que ejercen la democracia y su libertad y sólo podemos esforzarnos en imaginar el modo de que Cataluña sea lo que libremente desee su ciudadanía y que ello no suponga que pasen a ser gente extraña a nosotros. Pues así lo sentimos.
miércoles, 11 de septiembre de 2013
CURIOSIDADES -110-
"El Barça y la silbada a la dictadura de Primo de Rivera"
El Barça siempre ha sido una entidad catalizadora de los sentimientos de la sociedad catalana, especialmente en tiempos de dictaduras y regímenes totalitarios. Casi todos hemos oído decir que el Barça es más que un club por su especial relación con los ciudadanos de Cataluña, y del papel de integración social que tuvo el Barça durante los años de dictadura franquista, cuando fue un elemento cohesionador de la sociedad catalana y una herramienta de integración para los recién llegados de todo el estado español durante los años 60 y 70 a lo largo y ancho del Principado.
Algo más desconocida es la historia del Barça en relación con la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930). Durante los años 20 del siglo pasado el Barça sólo tenía un cuarto de siglo de vida, pero ya se había convertido en un fenómeno de masas que arrastraba multitudes y generaba grandes pasiones. Tanto es así, que el Barça tuvo que proyectar un nuevo estadio de fútbol en las afueras de la ciudad, que se culminó en 1922, bautizado con el nombre de Camp de les Corts (Campo de las Cortes).
En el Camp de les Corts era uno de los pocos espacios públicos donde se escuchaba la gente hablar catalán con cierta normalidad, y donde el público expresaba libremente sus opiniones políticas sin demasiado recato. En este contexto el Barça pidió permiso al Gobierno Civil del momento para celebrar un partido amistoso contra el Júpiter (otro club histórico de la ciudad) en homenaje al Orfeón Catalán. Ante las presiones populares, las autoridades del momento finalmente accedieron a que el partido se celebrara el 14 de junio de aquel 1925.
El día del partido el Campo presentaba un gran aspecto en las gradas, con la afluencia de más de 12.000 personas en el antiguo estadio del Barça. Antes del comienzo del partido una banda de música de la marina inglesa interpretó la Marcha Real Española (himno español), que fue contestada por un silbido monumental por parte del público del Camp de Les Corts. En cambio, recibieron con un gran aplauso el himno británico, conocido como God save the Queen.
Aquel hecho indignó las autoridades del momento, hasta el punto de sancionar al Barça con la clausura de su estadio durante seis meses (aunque finalmente se redujo la sanción a tres), el pago de una multa y se invitó a los directivos del Barça a abandonar la dirección del club (entre los que se encontraba el fundador del FC Barcelona, el Señor Joan Gamper). Lejos del castigo ejemplar que quisieron aplicar las autoridades, la imagen pública del Barça salió reforzada de este hecho, ya que buena parte de la sociedad civil catalana recibió con mucha simpatía la noticia de la pitada a los símbolos de la dictadura.
NOTA:
Éste es un artículo que participa de la iniciativa de la cadena de Blogs por la Independencia. Me enlazo con Sergi y su blog "Finestra Oberta", y doy la mano al blog "Lo Rogle de Josep M." de Josep M. Raduà.
El Barça siempre ha sido una entidad catalizadora de los sentimientos de la sociedad catalana, especialmente en tiempos de dictaduras y regímenes totalitarios. Casi todos hemos oído decir que el Barça es más que un club por su especial relación con los ciudadanos de Cataluña, y del papel de integración social que tuvo el Barça durante los años de dictadura franquista, cuando fue un elemento cohesionador de la sociedad catalana y una herramienta de integración para los recién llegados de todo el estado español durante los años 60 y 70 a lo largo y ancho del Principado.
Algo más desconocida es la historia del Barça en relación con la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930). Durante los años 20 del siglo pasado el Barça sólo tenía un cuarto de siglo de vida, pero ya se había convertido en un fenómeno de masas que arrastraba multitudes y generaba grandes pasiones. Tanto es así, que el Barça tuvo que proyectar un nuevo estadio de fútbol en las afueras de la ciudad, que se culminó en 1922, bautizado con el nombre de Camp de les Corts (Campo de las Cortes).
En el Camp de les Corts era uno de los pocos espacios públicos donde se escuchaba la gente hablar catalán con cierta normalidad, y donde el público expresaba libremente sus opiniones políticas sin demasiado recato. En este contexto el Barça pidió permiso al Gobierno Civil del momento para celebrar un partido amistoso contra el Júpiter (otro club histórico de la ciudad) en homenaje al Orfeón Catalán. Ante las presiones populares, las autoridades del momento finalmente accedieron a que el partido se celebrara el 14 de junio de aquel 1925.
El día del partido el Campo presentaba un gran aspecto en las gradas, con la afluencia de más de 12.000 personas en el antiguo estadio del Barça. Antes del comienzo del partido una banda de música de la marina inglesa interpretó la Marcha Real Española (himno español), que fue contestada por un silbido monumental por parte del público del Camp de Les Corts. En cambio, recibieron con un gran aplauso el himno británico, conocido como God save the Queen.
Aquel hecho indignó las autoridades del momento, hasta el punto de sancionar al Barça con la clausura de su estadio durante seis meses (aunque finalmente se redujo la sanción a tres), el pago de una multa y se invitó a los directivos del Barça a abandonar la dirección del club (entre los que se encontraba el fundador del FC Barcelona, el Señor Joan Gamper). Lejos del castigo ejemplar que quisieron aplicar las autoridades, la imagen pública del Barça salió reforzada de este hecho, ya que buena parte de la sociedad civil catalana recibió con mucha simpatía la noticia de la pitada a los símbolos de la dictadura.
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viernes, 6 de septiembre de 2013
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