La entrada de Carles Puigdemont y de Toni Comín en el
Parlamento Europeo para
recoger su acreditación de eurodiputado este viernes y las imágenes de ambos
circulando sin impedimentos por la Eurocámara, a la espera de poder participar
en el primer pleno que tendrá lugar el próximo 13 de enero, es el segundo mazazo a la justicia española en 24 horas. La resolución del Tribunal de Justicia de la
Unión Europea (TJUE) declarando la inmunidad de Oriol Junqueras tras ser proclamado electo al Parlamento Europeo
ha desencadenado un auténtico tsunami sobre el Estado español, que asiste
impasible y noqueado a un ridículo sin parangón en la Unión Europea en un tema
nada menor como es el de la vulneración de los derechos políticos.
Puigdemont y Comín ya son
eurodiputados; Junqueras tendría que haber sido puesto en libertad pero el
Supremo se resiste como gato panza arriba; Clara Ponsatí será eurodiputada a partir de
febrero; los abogados del
president en el exilio hacen votos para que el juez Manuel Marchena pida el suplicatorio de los electos
independentistas confiando en que la norma del Parlamento Europeo permita una
nueva sacudida al Estado español; y la justicia belga no va a dar respuesta a
la extradición reclamada por el juez Pablo Llarena por sedición ya que el delito no existe y
eso lo sabe todo el mundo. De todo, lo más interesante vuelve a afectar al
corazón del Parlamento europeo, ya que, a diferencia de lo que sucede en las
Cortes españolas, las peticiones de suplicatorio tienen un camino más largo y
también de mucho mayor calado. Así, los suplicatorios son vistos y analizados a
fondo durante tres meses por la comisión de Justicia en vista pública que a
buen seguro acabará desmenuzando el juicio. ¿Quiere el juez Marchena que eso
suceda? Veremos.
Junto a la euforia del
independentismo por las victorias de Junqueras y Puigdemont emerge el gran
silencio de personajes que han sido letales durante estos dos años con sus
mentiras o sus exageraciones. Josep
Borrell, siempre tan parlanchín, parece haber enmudecido de golpe. El PSOE y sus barones parecen haber
desaparecido de la escena pública y eso que tienen por delante la investidura de Pedro Sánchez. La ministra Isabel Celaá y la vicepresidenta
Carmen Calvo han sido tan discretas como cautas, no sea el caso de que la
investidura prepactada acabe descarrilando. Los medios de papel catalanes tratan de encontrar un punto de anclaje con la
realidad después de haber usado con profusión calificativos como
"golpistas", "prófugos", "cobardes" y otros por
el estilo. Varias octavas por encima están los diarios de papel de Madrid, en una campaña de Estado contra el
independentismo desde hace dos años.
La justicia europea ha puesto al
descubierto que la justicia española iba desnuda. La corte de propagandistas
desbocados, dispuestos a hacer cualquier cosa por la unidad de España o incluso
para no desairar al Gobierno español, sea el que sea, no saben muy bien
qué explicar a sus lectores. La gran mentira ha caído como un castillo de naipes mientras se escucha que Europa, siempre que
ha podido, ha ido en contra de España. El europeísmo de una parte de la clase
dirigente y del deep state se
ve ahora que era más bien coyuntural mientras ministros del PP hasta hace
cuatro días avalan sin pudor el Spexit cuando, también hace muy poco tiempo,
decían que los europeos pata negra eran ellos y los independentistas los que
querían romper la UE. Spain.
José Antich / in El Nacional.Cat
21-12-2019.
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