ESPAÑA ES UNA DEMO … ¿QUÉ?
“España es una democracia consolidada”. Ése es el mantra que
se repite una y otra vez desde La Moncloa y desde las sedes del PP, PSOE y C’s,
y hasta se publicita insistentemente desde España
Global, el nuevo juguete de propaganda goebbeliana
en manos de un arrogante, peligroso a la par que senil Borrell, secundado por
una fanatizada arpía salida de UPyD. Dime de qué presumes y te diré de qué
careces, reza el sabio dicho. Daría risa si no fuera que resulta tristemente
desolador. Lo grave es que lo dicen y lo repiten hasta la saciedad, cual
pandilla de zombis, sin estallar en carcajadas. Solo se ríen en “petit comité”. A puerta cerrada. Lo
peor es que se lo creen, o no. Digamos que los de “arriba” no, pero los de
“abajo” sí. Cinismo no les falta. Les sobra. Cretinez también. Hasta provoca
helor en el alma oír a estos mentirosos compulsivos.
¿De qué tipo de democracia hablan esos mediocres aprendices de
políticos?¿De qué clase de democracia puede presumir un país en cuya
trayectoria se amontonan golpes de Estado, alzamientos militares y dictaduras
desde su constitución en 1812? Con un decepcionante ministro del Interior
español como el encubridor de torturadores Grande-Marlaska que, traicionándose
a sí mismo y sin caérsele la cara de vergüenza, afirma que “sólo el Estado tiene el monopolio de la
violencia”, o con una vicepresidenta del gobierno como Carmen Calvo que cumula
tantas declaraciones contradictorias en su repertorio de alambicadas
contestaciones a la prensa sobre derechos y libertades que, ya a estas alturas,
ha quedado como una auténtica indocumentada. Para muestra, dos botones a las
órdenes de un inepto majadero en funciones, irresponsable y sofista poltronero
de triste figura que se esconde tras la bandera españolista para no afrontar
sus desastres, deshonor, atropellos y fracasos.
En qué consiste un régimen democrático, cómo observarlo y cómo
aplicarlo correctamente, tampoco se encuentra a nadie del panorama
político-intelectual castizo capaz de ilustrarlo sin caer en un ridículo
jacobinismo centralizador e integracionista a la francesa inaplicable en un
país plagado de particularidades idiomático-culturales ancestrales. Hay un par
o tres de salvedades. Un Vestrynge, un García-Trevijano o un Cotarelo. Éstos han viajado, leído y culturizado. El resto
es ralea cobarde que, por miedo o estrechez de miras, hacen de eco
propagandístico, siguiendo la corriente de la prensa nacional españolista que
no se ruboriza a la hora de mentir, tapar y manipular a su antojo cualquier
noticia en telediarios y tertulias deleznables. España no es Francia, ni
viceversa, por muchas ganas tengan de que así sea. Spain is different es una frase que lo dice todo de un país
relativamente joven en una vieja Europa que supo hacerse un lifting en la segunda mitad del siglo
XX.
Un país cuyo estado niega el acceso de sus archivos históricos
a historiadores extranjeros, ni los desclasifica, carece totalmente de higiene.
Apesta.
Un país donde hay “Jueces
para la democracia”, ¿qué está contando sobre la calidad de su justicia?¿Que
hay “jueces para la dictadura”? Asusta.
Un gobierno que permite, incluso protege de tapadillo la
apología del franquismo, fundaciones y partidos que la promueven, ¿qué deja
entender a sus vecinos? Atufa.
Y ¿qué dice de ella misma su monarquía?
Diez monarquías hay en Europa. Nueve de ellas han sabido o
conseguido, con fortuna e inteligencia, sobrevivir a todo tipo de contratiempos
que, para otras, significaron su hundimiento y merecida desaparición. La
décima, española, la echaron en 3 ocasiones: en 1808, 1868 y 1931. Y en 3
ocasiones volvieron: en 1814, 1874 y 1975. La primera y la tercera por
imposición, la segunda por un golpe militar. Nunca al abrigo de un referéndum,
pero sí de la mano de un dictador. Los seis fueron Borbones, lo que da a
entender que esta dinastía tiene un verdadero problema crónico a la hora de
encarar acertadamente su papel institucional. Nunca supieron cual era su sitio
ni cuales sus limitaciones. Los Borbones siempre confundieron la velocidad con
el tocino, churras con merinos. Todo el campo no es orégano, pero para ellos
sí. Éste es el problema que se perpetúa cíclicamente, amén de la pronunciada
alergia hereditaria a todo lo que suena a democracia y laicismo. Mandan, manosean y ordenan en todo aunque éticamente no les toque hacerlo. Las lecciones
de sus tres exilios no les han enseñado nada. No han retenido nada. Excepto la
avaricia y el enriquecimiento ilícito “porque
de este país…” no se fía. Para qué decir más.
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