George Washington (1732-1799) 1er Presidente de los Estados Unidos de América entre 1789 y 1797, fue un caradura, un fresco y un espabilado aparte de ser el idealizado héroe de la Guerra de Independencia Norteamericana y un magnate esclavista de Virginia. En la época en que fue designado asesor militar de Nueva York y jefe del Ejército (1775), rehusó el sueldo mensual de $100 que el Congreso le había otorgado pidiendo, por otro lado, que solo se limitaran a saldar las facturas que ocasionaría puntualmente, llevando una rigurosa cuenta de gastos... ¡Y no fueron pocos!
Entre 1775 y 1776, el Congreso recibió una factura de $ 831,45 cts., que Washington adeudaba a un tal Sadlery, a quien había comprado una caja con anteojos, compases, mapas y cartas geográficas. Luego llegó otra más escandalosa aún: $ 6.000,00 nada menos que en licores. En 1780, el Congreso tuvo que abonarle la bagatela de $ 449.261,51 para cubrir su estrafalaria cuenta de gastos; una suma que hoy ascendería a la friolera de US$ 4.250.000,00.
Cuando fue finalmente elegido Presidente de los Estados Unidos, el Congreso le asignó un sueldo anual de $ 25.000,00 para desempeñar el cargo. Washington pretendió renunciar a esa paga volviendo a su sempiterna manía de cargar, sobre el Erario Público, su cuenta de gastos; pero el Congreso se negó para evitar sentar un precedente en la Casa Blanca y sus futuros ocupantes, y Washington tuvo que contentarse con el sueldo estipulado.
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