EL FANTASMA DEL MARQUÉS DE PISANI
París, abril de 1645.
Una noche de abril de 1645, dos jóvenes gentilhombres de entre 25 y 30 años conversan en un suntuoso palacete de la calle Saint-Antoine, de París. Uno de ellos, propietario del lugar, se llama Louis de Prat, marqués de Précy; el otro, Charles-Pompée d'Angennes, marqués de Pisani (éste era el hijo de los Marqueses de Rambouillet, que acogían en su salón a la flor y nata de la cultura y de la aristocracia parisiense, y hermano de la hermosa y célebre Julie d'Angennes, duquesa de Montausier).
Los dos amigos, que deben en un futuro inmediato partir para la guerra y reunirse en Flandes con los regimientos del Príncipe de Condé, se entretienen sobre la muerte y la supervivencia del alma.
-¿Piensas que el alma queda ligada al lugar dónde el cuerpo está enterrado? -pregunta Précy-. Me aburriría tener que permanecer en un campo de batalla para la eternidad.
-No creo en los fantasmas, -dice el marqués de Pisani- , creo más bien que el alma entra en otro mundo totalmente diferente del nuestro y olvida todo de nuestra existencia...
Précy está pensativo.
-Yo pienso, al contrario, que los muertos nos rodean, que están aquí, muy cerca, pero que no sabemos hablarles ni oirles...
Los dos amigos permanecen en silencio.
-Pero, ¿hay un infierno, un paraíso y un purgatorio? -pregunta Précy.- ¿Somos recompensados por nuestros méritos? ¿Castigados por nuestras faltas? En suma, la calidad de nuestra vida terrestre condiciona nuestra vida en el otro mundo?
-¿Cómo contestar a eso?
-Vuelvo a lo que decía antes -prosigue Précy-.Habría que poder comunicarse con los muertos...
-Escucha, -interrumpe Pisani-, tengo una idea. Ambos partiremos para la guerra. Puede que ambos encontremos la muerte en ella. Te propongo esto: el primero que muera de los dos, volverá para dar al otro, mediante cualquier medio, información sobre el más allá.
-¿Una respuesta a nuestras preguntas en suma?
-¡Exacto!
-Pues bien, de acuerdo...
Dos meses pasan y, hacia finales del mes de junio, los dos amigos reciben la orden de incorporarse a sus regimientos respectivos. Sin embargo, el marqués de Précy se encuentra, por entonces, clavado en la cama por una fiebre maligna y el marqués de Pisani debe tomar solo el camino hacia Flandes.
Un mes más tarde, el 4 de agosto, hacia las 6 de la mañana, el marqués de Précy, que sigue enfermo, duerme en su alcoba cuya ventana da a la calle cuando, de repente, es despertado por un sobresalto. Acaban de abrir las cortinas de su baldaquin. Précy se incorpora pensando que un ayuda de cámara le trae una taza de leche y una pasta, y descubre asombrado al marqués de Pisani, magnífico en su casaca de piel de búfalo y sus botas engrasadas. Loco de alegría, Précy se levanta e intenta abrazarlo, pero Pisani se echa atrás.
-No, Louis, ya no puedes abrazarme.
-Pero, ¿por qué?
-Porque estoy muerto. Vengo tan solo para verte, tal y como te prometí. Acuérdate de nuestro pacto. Me han matado ayer en Nordlingen, en Baviera... Las tropas de Monsieur de Gramont acababan de entrar en batalla contra Monsieur de Mercy, que mandaba los ejércitos imperiales. Enseguida el choque se hizo espantoso. Y he caído a las 6, ante el pueblo de Allerheim...
-Pero, ¡eso no puede ser cierto! objeta Précy.
Y de nuevo pretende abrazarle; pero sus brazos se cierran en el vacío. El personaje que tiene ante sus ojos carece de consistencia.
-Ya lo ves, -añade Pisani-. Mira, mira dónde he sido mortalmente herido.
Y le enseña, a la altura de los riñones, un desgarro en su casaca. Un desgarro rodeado de sangre seca.
-Estoy realmente muerto, Louis. Y vengo a decirte, en respuesta a nuestras preguntas, que todo es cierto: el más allá está poblado de almas. Algunas se encuentran cerca de nosotros. Pero hay cosas que no puedo explicarte. Que sepas, sin embargo, que debes pensar en llevar una vida menos frívola... Date prisa Louis, no tienes tiempo que perder, pues te matarán en la primera batalla en la que participarás...
Y desaparece cual vaporoso espejismo.
El marqués de Précy, impresionado y destrozado, llama inmediatamente a su ayuda de cámara y despierta toda la casa con sus gritos. Sus criados y amigos, que allí pernoctaban para cuidarle y entretenerle, corren hacia su habitación. Agitado y visiblemente nervioso, les cuenta lo que acaba de ver y oír.
-Estaba aqui! en uniforme, con sus botas, y me ha enseñado la herida que le ha matado. Ha muerto ayer, en Baviera, en el curso de una terrible batalla!
-¿En Baviera? -interviene un amigo-. Pues si que es extraño! ¿No había partido para Flandes? Vamos, vamos,... mi querido Louis, vuelva a la cama, vuestra fiebre os provoca visiones...
El marqués de Précy insistirá, dando detalles y jurando por Dios que todo lo dicho es cierto, pero nadie querrá creerle.
Las semanas pasan...
Una mañana, noticias frescas llegan del ejército. Se enteran de que el Vizconde de Turenne, encontrándose en dificultades ante las tropas Imperiales, fue socorrido por el Príncipe de Condé cuyos regimientos se encontraban entonces acuartelados en Flandes, y que éstos acudieron para batirse en Baviera y que, en el curso de un terrible combate en Nordlingen, el marqués de Pisani encontró la muerte el 3 de agosto, a las 6 de la tarde, por un disparo de mosquetón en los riñones, ante el pueblo bávaro de Allerheim.
Aquellas noticias, que no podían ser del conocimiento del marqués de Précy al día siguiente de librarse la batalla de Nordlingen, helan la sangre de sus amigos y criados.
Pero siempre hay gente que quiere dar una explicación razonable a los fenómenos que los supera. De este modo vemos a ciertas personas pretender con autoridad que el joven marqués ha transformado en visión un simple presentimiento fruto de su gran amistad con el marqués de Pisani.
Otros pretenden, con el mismo aplomo, que tan solo tuvo un sueño premonitorio conteniendo detalles de gran precisión... pero todo esto no tiene nada de sobrenatural!
En cuanto al marqués de Précy, éste está convencido que no ha soñado aquello y que su visión no eran un simple presentimiento. De hecho, para asegurarse de que no moriría en una batalla, como el fantasma de su amigo le ha predicho, decide con prudencia, una vez curado de su fiebre maligna, no reunirse con el ejército del Príncipe de Condé ni acudir a las futuras convocatorias de incorporación. Durante años, el marqués de Précy, temeroso de morir en batalla, huyó de todo lo que olía a guerra y a militar como si fuera la peste.
Y la Fronda estalló, dividiendo a Francia en dos bandos enfrentados. Précy, considerando que aquel levantamiento no era realmente una guerra, aceptó el mando de los Gendarmes del Cardenal Mazarino.
El 2 de julio de 1652, por la mañana, se encontraba en la barriada de Saint-Antoine, luchando contra los regimientos del Príncipe de Condé cuando la Gran Mademoiselle (la Duquesa de Montpensier, prima-hermana del rey Luis XIV, además de pariente y partidaria de Condé), tomando la dirección de la fortaleza de La Bastilla, mandó bombardear a cañonazos las tropas reales.
Al anochecer, se encontró el cuerpo sin vida del Marqués de Précy, yaciendo en medio de un montón de cadáveres.
Era la primera batalla en la cual el joven marqués participaba...
Nota:
Este relato verídico figura en las "Memorias" del Conde César de Rochefort, publicadas en 1688. El Conde de Rochefort no fue tan solo un contemporáneo del Marqués de Précy sino su amigo e inquilino, ya que residía en el Palacete de Précy de la calle Saint-Antoine. Y la mañana en que el marqués tuvo su visión, aquella mañana en que el fantasma del marqués de Pisani se manifestó, el Conde César de Rochefort estaba allí. Alertado por los gritos de su amigo, fue de los primeros en acudir a su alcoba, encontrándole aún temblando de emoción y oyó el relato "en caliente". El mismo día, Rochefort transcribió los hechos en su diario personal y contó a sus amistades y conocidos lo acontecido al marqués de Précy. Pronto, todo París se hizo eco de la experiencia sobrenatural del marqués, y Rochefort recibió más de un centenar de cartas y visitas de gentes pidiendole más detalles sobre el singular hecho... Estos hechos son importantes porque, sencillamente, mucha gente de París supo de antemano los detalles sobre la muerte en el campo de batalla del Marqués de Pisani, semanas antes de que se dieran a conocer oficialmente!
¿Cabe entonces suponer y admitir que, no solamente el marqués de Pisani se manifestó post mortem sino que además lo que dijo a Précy es cierto: que los muertos continúan viviendo otra existencia paralela a la nuestra en el más allá, que pueden aparecerse y comunicarse con nosotros? Gente tan seria como el astrónomo Camille Flammarion, el escritor británico Sir Arthur Conan Doyle y Maeterlinck, por solo citar a tres, lo creían firmemente. Flammarion, que se interesó por estos fenómenos con toda la curiosidad y el rigor de un hombre de ciencias, recopiló incluso un centenar de casos en los que los muertos parecieron manifestarse a los vivos en sus "La Muerte y su misterio" y "Después de la Muerte". Otros escritores y filósofos se han ocupado también de publicar estudios sobre estos fenómenos de ultratumba, aportando historias no menos interesantes y sorprendentes.
Admitamoslo pero, ¿cómo se manifestarían los muertos? De diferentes maneras, ciertamente. Los parapsicólogos distinguen a dos categorías de fantasmas: los que son visibles y los que no. Más serio que la denominación de "fantasma", tan manida por cuentistas y novelistas góticos, podemos hablar de "presencias" que se insertan en nuestro mundo de tres dimensiones. Otro tipo de manifestaciones se clasifican en la categoría de "Poltergeist", palabra compuesta de dos términos alemanes: "Polterer" (ruidoso) y "Geist" (fantasma), y que designa los fenómenos que se observan en las casas encantadas y que desafían todas las leyes de la física: jarrones que atraviesan paredes, molinillos de café revoloteando en zig-zag, piedras que llueven de ninguna parte, copas de cristal que rebotan y caen sin romperse, vestidos que se hinchan como si fuesen llevados por cuerpos invisibles, que atraviesan estancias y se desinflan sobre un sofá, personas que son prontamente levantadas del suelo y permanecen suspendidas en el aire... A veces, esos fenómenos se ven acompañados de fuertes e invisibles golpes asestados en las paredes.
Fuentes:
-"Casos Célebres e interesantes con los juicios que fueron decididos", autor anónimo, abogado en el Parlamento, 1738.
-"Disertación sobre las apariciones de los angeles, de los demonios, de los espíritus y de los muertos", autor: Don Calmet, 1746.
-"Diccionario Infernal", autor: Collin de Plancy.
-"Después de la Muerte", autor: Camille Flammarion.
-"El Universo de los Fantasmas", autores: Danielle Hemmert y Alex Roudène.
-"Voiture y el Hotel de Rambouillet", autor: Emile Magne.
-"Mors et Vita", autores: Gabriel Marcel, Robert Aron y Jean-Claude Bernard.
-"Una experiencia post-vida", autor: Paul Misraki.
-"Fantasmas y Casas Encantadas", autor: Cyrille de Neubourg.
-"El Más Allá", autor: Charles Nordmann.
-"Memorias", autor: Cardenal de Retz.
-"Nuestros Poderes Ocultos", autor: Jean Riverain.
-"Memorias", autor: Conde César de Rochefort, 1688.
-"Historietas", autor: Tallemant des Réaux.
-"Sobre la Pista del Hombre Desconocido", autor: Comandante Emile Tizane.
In "Historias Mágicas" de Louis Pauwels y Guy Breton, 1977.
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