Una noche en que se celebraba un fastuoso baile de disfraces, ofrecido por el emperador Napoleón III y la emperatriz Eugenia de Montijo a toda la corte y al cuerpo diplomático extranjero en el palacio de las Tulerías, apareció la hermosísima Condesa de Castiglione (Virginia Oldoini, amante del monarca francés y agente italiano) disfrazada de reina de corazones, como en la baraja francesa, llevando entre otros un gran corazón colgando de su cintura y a nivel del pubis, causando sensación entre la asistencia; se adelantó hasta los emperadores para hacer la reverencia de rigor y se oyó decir, por boca de la emperatriz, quien la miró de arriba a abajo:
-"¡Tenéis el corazón bien bajo, madame!"
Anécdota de: Eugenia de Montijo, Emperatriz de los Franceses (1826-1920).
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