Gante, Bélgica 1899
El profesor Pieter Schlemihl no podía conciliar el sueño. Desde que había leído la novela, regalada por su amigo Max Müller de la Universidad de Cambridge, presentía que quizás iba a dar con la solución de su problema.... ¿Cómo podría, en 1899, realizar con éxito una transfusión sanguínea?
Su madre, recientemente fallecida, hubiera podido sobrevivir gracias a una transfusión de sangre, pero la ignorancia de esa técnica, aún en pañales para los médicos, le resultó fatídica.
Las pruebas con la sangre de cordero o de cabra, eran peligrosas y no exentas del fatal desenlace para el paciente. La menor hemorragia condenaba al paciente a morir.
Pero esa novela del irlandés Bram Stoker, "Drácula", le abría nuevas perspectivas. Católico, iniciado a la rosa-cruz, secta esotérica con carácter mágico, estaba convencido que el personaje del vampiro no era solamente una creación literaria. Demasiados testimonios de primera y segunda mano confirmaban la existencia de aquellas criaturas. Y la idea de que la sangre de éstas fuera probablemente compatible con otros grupos sanguíneos, empezaba a obsesionarle.
Tenía muy presente que algunos murciélagos segregaban una sustancia que impedía la coagulación de la sangre; entonces un auténtico vampiro quizás pudiera aportar algo similar o mejor.... También había visto una prueba de la existencia de esos seres: traída por un amigo arqueólogo de un pueblo húngaro, un pedazo de mandíbula humana procedente de una tumba panoniana del siglo II de nuestra Era, indicaba que podían existir.
Decidido a investigar por su cuenta, pensó en aprovechar un programado viaje a Viena para seguir de cerca los trabajos de su joven colega austríaco Karl Landsteiner, para prolongar su estancia e ir hasta Budapest. El profesor Arminius Vámbéry, que enseñaba lenguas orientales en la universidad de Pest, podría aconsejarle juiciosamente ya que era, sin duda, uno de los más grandes especialistas de las mitologías húngaras y extranjeras en aquél momento. Años atrás, había seguido los pasos de Marco Polo en Asia Central: una aventura enriquecedora y que le aportaron muchísimo. De hecho, Bram Stoker lo citaba en su novela...
Viena, septiembre de 1899
El encuentro con el profesor Landsteiner en el Wilhelminaspital de Viena resultó mucho más interesante de lo previsto. Aparte de su técnica de transfusión sanguínea, que estaba mucho más perfeccionada que otras, el profesor no recibió la idea de Pieter Schlemihl a la ligera. Aún en tono de broma, habría sido estúpido no intentar solventar los problemas de compatibilidad sanguínea.
En el curso de una cena en el Hotel Sacher de Viena, Karl Landsteiner le presentó a un amigo, Hans Reiner, que trabajaba en Linz. Era alemán pero tenía familia en el pueblo de Gutta, en Hungría. El 26 de abril de 1899, aquel pueblo fue aniquilado por un incendio por lo menos curioso. Una mujer, aterrorizada por una aparición, dejó caer accidentalmente una lámpara de petróleo provocando la muerte de 17 personas y borrando del mapa la localidad de Gutta. Se afirmaba que un vampiro había agredido a la primera víctima...
Entonces Reiner se ofreció para acompañarle hasta allí, si lo deseaba; en el caso de que sus pesquisas dieran fruto, ofrecía además efectuar sus pruebas y analíticas en Linz, a condición que compartiera con él lo que fuera a descubrir. Schlemihl dijo que si y ambos decidieron tomar el camino de Budapest.
Budapest, finales de septiembre de 1899
El encuentro con el profesor Vámbéry fue igualmente enriquecedor en Pest, y éste expuso su parecer sobre el vampiro: "para entender la naturaleza del vampiro, había que situarse en la visión mágica del mundo, visión que fue universal antes del Siglo de las Luces; el hombre posee un alma, y ésta debe efectuar, en el curso de su paso por la Tierra, su regreso hacia el alma cósmica, hacia Dios. La interpretación mágica se situa pues al nivel del alma; no reemplaza la visión racionalista, sino que la integra.
Tres vías se abren ante el hombre: puede escoger adentrarse en el sendero de la Luz (Arta, en la antigua Persia) y enriquecer su alma individual. Haciendo eso, enriquece de paso el alma cósmica y la creación. Puede escoger el sendero de Arhiman, el de las Tinieblas e intentar aniquilar esa misma creación. Finalmente queda el no escoger ni una ni otra vía, en cuyo caso será un esclavo toda su existencia.
Si el guerrero de la Luz ha contemplado su alma, el de las Tinieblas debe haberla destruido, disuelta. Se convierte entonces en fácil presa de temibles entidades: larvas, goulies, demonios y vampiros. En última instancia, el cuerpo receptáculo acaba por modificarse y por adquirir capacidades físicas inhabituales. En el vampiro, la sed de almas es insaciable, y como la sangre representa el vehículo del alma..."
"Es muy probable que la sangre misma del vampiro tenga extrañas propiedades, pero hay que guardarse de probarla. Uno se expondría a una condena peor que la muerte."
"Más allá de su voluntad de poder, el vampiro ejerce una fascinación por su presencia y su voz sobre las criaturas inferiores: ratas, murciélagos, invertebrados, así como sobre los débiles y los indecisos, las legiones de la Noche."
"Luchar contra esa criatura exije el uso de armas mágicas. El crucifijo es un arma temible, pues Cristo ofreció su sangre para la rendención de la Humanidad, pero no le garantiza una victoria absoluta. Y si por desdicha el vampiro pusiera en él su marca de sangre en el centro de la cruz, su poder se acrecentaría hasta lo inimaginable. Podría provocar el "götterdämmerung", el crepúsculo de los Dioses de las mitologías germano-escandinavas. El agua bendita reaccionará en contacto con la tierra donde descansa el vampiro y le impedirá volver allí de nuevo. Un pequeño amuleto puesto sobre un espejo mágico permitiría descubrir dónde se esconde el vampiro."
"El arma absoluta es la estaca en el corazón o en la frente del vampiro, pero no cualquier estaca. En las tradiciones tibetanas e hindúes, ese puñal mágico se llamaba Kila o Furba, y representa la energía cósmica activa que clava y fulmina el dragón terrestre. Este último es el Fuego que quema las almas y del cual el vampiro es el más leal servidor."
"Por lo general, el vampiro es invulnerable. La luz del día solo le amilana, le debilita, pero no lo mata. Solo el suicidio del huésped o víctima puede eventualmente aniquilarlo con la condición de que eso ocurra durante la noche de los brujos, en la Walpurgisnacht (30 de abril), seguido inmediatamente de la cremación del cuerpo. El suicidio representaría el último sobresalto del alma ante su propio aniquilamiento."
"El puñal se utiliza con la mano o con la ayuda de un mazo, este último simboliza la energía cósmica pasiva."
Con semejantes recomendaciones el profesor Arminius Vámbéry concluyó entregándole las armas mágicas al hematólogo y le deseó suerte en su búsqueda.
Gutta, principios de octubre 1899
Y la cacería comenzó.
Hicieron falta 3 días de viaje, en tren y en calesa, para que Pieter Schlemihl y Hans Reiner llegasen al desolador paraje de Gutta, grandioso y lúgubre. Allí, una sorpresa les aguardaba.
Después de dos días de tediosas búsquedas y sin resultados bajo un gélido viento de principios de octubre, los instrumentos mágicos reaccionaron por fín en las inmediaciones de una tumba: era la de un cura recientemente enterrado.
Exhumaron el ataúd y lo abrieron con una palanca. El cuerpo que contenía no presentaba ninguna señal de descomposición. El cadáver tenía los ojos abiertos de par en par, llameantes de odio, y rebosaba de sangre fresca. Los crucifijos que llevaban Schlemihl y Reiner parecían paralizar al supuesto vampiro en su caja. Hans Reiner le clavó en el brazo la aguja de su aparato de transfusiones y empezó a bombear al menos 1 litro de sangre. En ese preciso instante, la criatura se incorporó violentamente. ¿Acaso fue un reflejo debido al cambio de temperatura o se disponía a atacarles? Instintivamente Pieter Schlemihl le propinó un brutal golpe con la palanca, partiéndole los dientes y la mandíbula, y le clavó con violencia el furba en pleno corazón. El vampiro cayó boca arriba y se descompuso inmediatamente.
Quemaron sus restos y sembraron la tierra con sal y agua bendita.
Los primeros análisis que Pieter hizo in situ, con ayuda de su microscopio portátil, parecieron confirmar que esa sangre podía hacer compatibles otras sangres entre ellas. Los glóbulos no se aglutinaban. Decidieron de igual modo ir a Linz para efectuar otras pruebas para salir de dudas...
Linz, 12 de octubre de 1899
Llegaron a la ciudad de Linz el jueves 12 de octubre a bordo del Orient-Express.
Al día siguiente comenzaron con los tests y los análisis en el hospital principal de la ciudad con la numeración de los glóbulos rojos y blancos, tiempo de coagulación, etc...
Por la tarde les trajeron a un niño. Se había hecho atropellar accidentalmente por un coche de caballos en la vecina localidad de Leonding, y su estado era crítico. Con 10 años de edad, era menester una transfusión, y los médicos ya lo habían desahuciado. Una hemorragia interna era por lo general fatal.
Tras consultarse brevemente, Hans y Pieter decidieron inyectarle 2 ml de la sangre traída de Gutta, y luego le hicieron una transfusión de sangre corriente y moliente. Y la vida pareció reanimar el cuerpecito del moribundo; la transfusión había sido un éxito. Una hora más tarde, el niño estaba totalmente recuperado y sano, como si nada hubiese ocurrido. Al día siguiente le daban el alta y abandonaba el hospital.
Epílogo
Regresado a Gante, el profesor Schlemihl continuó con sus experimentos sobre ratas y otros animales. Y un día de 1902, una parte de su laboratorio ardió, quedando parcialmente destruido. En los años que siguieron, se le vió siempre con gafas de sol. Parecía que había sufrido una enfermedad bastante rara que, años más tarde, se llamaría porfiria, y que rendía al sujeto/paciente extremadamente sensible a la luz del día. El profesor Schlemihl desaparecería misteriosamente en el curso de la Iª Guerra Mundial.
En 1901, el profesor Karl Landsteiner, que había recibido una muestra de la sangre de Gutta, descubrió los grupos sanguíneos y el sistema ABO. De 1909 a 1919, enseñó en Viena y emigró a EE.UU. Más tarde descubriría el sistema Rhésus y obtuvo el Premio Nobel en 1930. Fallecería en 1943.
El Belga Albert Hustin (1870-1961), realizó la primera transfusión sanguínea el 27 de marzo de 1914, gracias a una reserva de sangre conservada con citrato de sodio.
El profesor Vámbéry, que ya contaba con 68 años en el momento de su encuentro con Schlemihl en Budapest, publicó sus Memorias en 1904, después de una serie de obras que le valieron una considerable fama.
Bram Stoker murió el 20 de abril de 1912, poco después del naufragio del Titanic.
Hans Reiner prosiguió una carrera en la administración alemana y fue condecorado a finales de los años 30 con la medalla "für Treue Dienste", por el mismo joven al que había salvado en 1899 en Linz. Este último se había convertido en el adulado Jefe de Estado de un país que no era el suyo. Se llamaba Adolf Hitler.
Después de haber milagrosamente escapado a los más increíbles atentados, se "suicidó" el 30 de abril de 1945, en su búnker, su cripta, y su cuerpo fue incinerado con 300 litros de gasolina... al menos en parte.
El profesor Pieter Schlemihl no podía conciliar el sueño. Desde que había leído la novela, regalada por su amigo Max Müller de la Universidad de Cambridge, presentía que quizás iba a dar con la solución de su problema.... ¿Cómo podría, en 1899, realizar con éxito una transfusión sanguínea?
Su madre, recientemente fallecida, hubiera podido sobrevivir gracias a una transfusión de sangre, pero la ignorancia de esa técnica, aún en pañales para los médicos, le resultó fatídica.
Las pruebas con la sangre de cordero o de cabra, eran peligrosas y no exentas del fatal desenlace para el paciente. La menor hemorragia condenaba al paciente a morir.
Retrato del escritor irlandés Bram Stoker (1847-1912), autor de la novela "Dracula".
Pero esa novela del irlandés Bram Stoker, "Drácula", le abría nuevas perspectivas. Católico, iniciado a la rosa-cruz, secta esotérica con carácter mágico, estaba convencido que el personaje del vampiro no era solamente una creación literaria. Demasiados testimonios de primera y segunda mano confirmaban la existencia de aquellas criaturas. Y la idea de que la sangre de éstas fuera probablemente compatible con otros grupos sanguíneos, empezaba a obsesionarle.
Tenía muy presente que algunos murciélagos segregaban una sustancia que impedía la coagulación de la sangre; entonces un auténtico vampiro quizás pudiera aportar algo similar o mejor.... También había visto una prueba de la existencia de esos seres: traída por un amigo arqueólogo de un pueblo húngaro, un pedazo de mandíbula humana procedente de una tumba panoniana del siglo II de nuestra Era, indicaba que podían existir.
Decidido a investigar por su cuenta, pensó en aprovechar un programado viaje a Viena para seguir de cerca los trabajos de su joven colega austríaco Karl Landsteiner, para prolongar su estancia e ir hasta Budapest. El profesor Arminius Vámbéry, que enseñaba lenguas orientales en la universidad de Pest, podría aconsejarle juiciosamente ya que era, sin duda, uno de los más grandes especialistas de las mitologías húngaras y extranjeras en aquél momento. Años atrás, había seguido los pasos de Marco Polo en Asia Central: una aventura enriquecedora y que le aportaron muchísimo. De hecho, Bram Stoker lo citaba en su novela...
Viena, septiembre de 1899
Retrato del Pr. Karl Landsteiner (1868-1943)
El encuentro con el profesor Landsteiner en el Wilhelminaspital de Viena resultó mucho más interesante de lo previsto. Aparte de su técnica de transfusión sanguínea, que estaba mucho más perfeccionada que otras, el profesor no recibió la idea de Pieter Schlemihl a la ligera. Aún en tono de broma, habría sido estúpido no intentar solventar los problemas de compatibilidad sanguínea.
Restaurante del Hotel Sacher, en Viena (Austria).
En el curso de una cena en el Hotel Sacher de Viena, Karl Landsteiner le presentó a un amigo, Hans Reiner, que trabajaba en Linz. Era alemán pero tenía familia en el pueblo de Gutta, en Hungría. El 26 de abril de 1899, aquel pueblo fue aniquilado por un incendio por lo menos curioso. Una mujer, aterrorizada por una aparición, dejó caer accidentalmente una lámpara de petróleo provocando la muerte de 17 personas y borrando del mapa la localidad de Gutta. Se afirmaba que un vampiro había agredido a la primera víctima...
Entonces Reiner se ofreció para acompañarle hasta allí, si lo deseaba; en el caso de que sus pesquisas dieran fruto, ofrecía además efectuar sus pruebas y analíticas en Linz, a condición que compartiera con él lo que fuera a descubrir. Schlemihl dijo que si y ambos decidieron tomar el camino de Budapest.
Budapest, finales de septiembre de 1899
Retrato del Pr. Arminius Vámbéry (1832-1913).
El encuentro con el profesor Vámbéry fue igualmente enriquecedor en Pest, y éste expuso su parecer sobre el vampiro: "para entender la naturaleza del vampiro, había que situarse en la visión mágica del mundo, visión que fue universal antes del Siglo de las Luces; el hombre posee un alma, y ésta debe efectuar, en el curso de su paso por la Tierra, su regreso hacia el alma cósmica, hacia Dios. La interpretación mágica se situa pues al nivel del alma; no reemplaza la visión racionalista, sino que la integra.
Tres vías se abren ante el hombre: puede escoger adentrarse en el sendero de la Luz (Arta, en la antigua Persia) y enriquecer su alma individual. Haciendo eso, enriquece de paso el alma cósmica y la creación. Puede escoger el sendero de Arhiman, el de las Tinieblas e intentar aniquilar esa misma creación. Finalmente queda el no escoger ni una ni otra vía, en cuyo caso será un esclavo toda su existencia.
Si el guerrero de la Luz ha contemplado su alma, el de las Tinieblas debe haberla destruido, disuelta. Se convierte entonces en fácil presa de temibles entidades: larvas, goulies, demonios y vampiros. En última instancia, el cuerpo receptáculo acaba por modificarse y por adquirir capacidades físicas inhabituales. En el vampiro, la sed de almas es insaciable, y como la sangre representa el vehículo del alma..."
"Es muy probable que la sangre misma del vampiro tenga extrañas propiedades, pero hay que guardarse de probarla. Uno se expondría a una condena peor que la muerte."
"Más allá de su voluntad de poder, el vampiro ejerce una fascinación por su presencia y su voz sobre las criaturas inferiores: ratas, murciélagos, invertebrados, así como sobre los débiles y los indecisos, las legiones de la Noche."
"Luchar contra esa criatura exije el uso de armas mágicas. El crucifijo es un arma temible, pues Cristo ofreció su sangre para la rendención de la Humanidad, pero no le garantiza una victoria absoluta. Y si por desdicha el vampiro pusiera en él su marca de sangre en el centro de la cruz, su poder se acrecentaría hasta lo inimaginable. Podría provocar el "götterdämmerung", el crepúsculo de los Dioses de las mitologías germano-escandinavas. El agua bendita reaccionará en contacto con la tierra donde descansa el vampiro y le impedirá volver allí de nuevo. Un pequeño amuleto puesto sobre un espejo mágico permitiría descubrir dónde se esconde el vampiro."
Fotografía de un furba hindú del siglo XVI-XVII (Museo Guimet, París).
"El arma absoluta es la estaca en el corazón o en la frente del vampiro, pero no cualquier estaca. En las tradiciones tibetanas e hindúes, ese puñal mágico se llamaba Kila o Furba, y representa la energía cósmica activa que clava y fulmina el dragón terrestre. Este último es el Fuego que quema las almas y del cual el vampiro es el más leal servidor."
"Por lo general, el vampiro es invulnerable. La luz del día solo le amilana, le debilita, pero no lo mata. Solo el suicidio del huésped o víctima puede eventualmente aniquilarlo con la condición de que eso ocurra durante la noche de los brujos, en la Walpurgisnacht (30 de abril), seguido inmediatamente de la cremación del cuerpo. El suicidio representaría el último sobresalto del alma ante su propio aniquilamiento."
"El puñal se utiliza con la mano o con la ayuda de un mazo, este último simboliza la energía cósmica pasiva."
Con semejantes recomendaciones el profesor Arminius Vámbéry concluyó entregándole las armas mágicas al hematólogo y le deseó suerte en su búsqueda.
Gutta, principios de octubre 1899
Y la cacería comenzó.
Hicieron falta 3 días de viaje, en tren y en calesa, para que Pieter Schlemihl y Hans Reiner llegasen al desolador paraje de Gutta, grandioso y lúgubre. Allí, una sorpresa les aguardaba.
Después de dos días de tediosas búsquedas y sin resultados bajo un gélido viento de principios de octubre, los instrumentos mágicos reaccionaron por fín en las inmediaciones de una tumba: era la de un cura recientemente enterrado.
Exhumaron el ataúd y lo abrieron con una palanca. El cuerpo que contenía no presentaba ninguna señal de descomposición. El cadáver tenía los ojos abiertos de par en par, llameantes de odio, y rebosaba de sangre fresca. Los crucifijos que llevaban Schlemihl y Reiner parecían paralizar al supuesto vampiro en su caja. Hans Reiner le clavó en el brazo la aguja de su aparato de transfusiones y empezó a bombear al menos 1 litro de sangre. En ese preciso instante, la criatura se incorporó violentamente. ¿Acaso fue un reflejo debido al cambio de temperatura o se disponía a atacarles? Instintivamente Pieter Schlemihl le propinó un brutal golpe con la palanca, partiéndole los dientes y la mandíbula, y le clavó con violencia el furba en pleno corazón. El vampiro cayó boca arriba y se descompuso inmediatamente.
Quemaron sus restos y sembraron la tierra con sal y agua bendita.
Los primeros análisis que Pieter hizo in situ, con ayuda de su microscopio portátil, parecieron confirmar que esa sangre podía hacer compatibles otras sangres entre ellas. Los glóbulos no se aglutinaban. Decidieron de igual modo ir a Linz para efectuar otras pruebas para salir de dudas...
Linz, 12 de octubre de 1899
Llegaron a la ciudad de Linz el jueves 12 de octubre a bordo del Orient-Express.
Al día siguiente comenzaron con los tests y los análisis en el hospital principal de la ciudad con la numeración de los glóbulos rojos y blancos, tiempo de coagulación, etc...
Por la tarde les trajeron a un niño. Se había hecho atropellar accidentalmente por un coche de caballos en la vecina localidad de Leonding, y su estado era crítico. Con 10 años de edad, era menester una transfusión, y los médicos ya lo habían desahuciado. Una hemorragia interna era por lo general fatal.
Tras consultarse brevemente, Hans y Pieter decidieron inyectarle 2 ml de la sangre traída de Gutta, y luego le hicieron una transfusión de sangre corriente y moliente. Y la vida pareció reanimar el cuerpecito del moribundo; la transfusión había sido un éxito. Una hora más tarde, el niño estaba totalmente recuperado y sano, como si nada hubiese ocurrido. Al día siguiente le daban el alta y abandonaba el hospital.
Epílogo
Regresado a Gante, el profesor Schlemihl continuó con sus experimentos sobre ratas y otros animales. Y un día de 1902, una parte de su laboratorio ardió, quedando parcialmente destruido. En los años que siguieron, se le vió siempre con gafas de sol. Parecía que había sufrido una enfermedad bastante rara que, años más tarde, se llamaría porfiria, y que rendía al sujeto/paciente extremadamente sensible a la luz del día. El profesor Schlemihl desaparecería misteriosamente en el curso de la Iª Guerra Mundial.
En 1901, el profesor Karl Landsteiner, que había recibido una muestra de la sangre de Gutta, descubrió los grupos sanguíneos y el sistema ABO. De 1909 a 1919, enseñó en Viena y emigró a EE.UU. Más tarde descubriría el sistema Rhésus y obtuvo el Premio Nobel en 1930. Fallecería en 1943.
El Belga Albert Hustin (1870-1961), realizó la primera transfusión sanguínea el 27 de marzo de 1914, gracias a una reserva de sangre conservada con citrato de sodio.
El profesor Vámbéry, que ya contaba con 68 años en el momento de su encuentro con Schlemihl en Budapest, publicó sus Memorias en 1904, después de una serie de obras que le valieron una considerable fama.
Bram Stoker murió el 20 de abril de 1912, poco después del naufragio del Titanic.
Hans Reiner prosiguió una carrera en la administración alemana y fue condecorado a finales de los años 30 con la medalla "für Treue Dienste", por el mismo joven al que había salvado en 1899 en Linz. Este último se había convertido en el adulado Jefe de Estado de un país que no era el suyo. Se llamaba Adolf Hitler.
Después de haber milagrosamente escapado a los más increíbles atentados, se "suicidó" el 30 de abril de 1945, en su búnker, su cripta, y su cuerpo fue incinerado con 300 litros de gasolina... al menos en parte.
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