La reina Victoria I de Gran-Bretaña (1819-1901) consiguió sobrellevar sus molestos calambres menstruales gracias a la prescripción terapéutica de su médico personal, que le había recetado nada menos que el consumo de marihuana para calmar el dolor.
Por otro lado, en su octavo y noveno parto, su médico le hizo inhalar cloroformo para ayudarle a parir con más facilidad.
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