Hace ya 1.200 años que el célebre queso de Roquefort posee sus cartas de nobleza. A su regreso de la Marca Hispánica, el emperador franco de Occidente, Carlomagno, lo probó in situ y le gustó tanto que exigió que se le enviara anualmente varias cajas de este queso a su corte de Aquisgrán. De este modo, el roquefort se convirtió en el queso imperial por excelencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario