martes, 22 de octubre de 2019

ACTUALIDAD: Pedro Sánchez y sus 3 graves errores


LOS 3 GRAVES ERRORES DE PEDRO SÁNCHEZ
y su desastrosa visita en Barcelona





La visita, corta, de Pedro Sánchez en Barcelona acabó ayer convertida en un monumental fracaso. La escena del presidente del gobierno español abandonando el hospital de Sant Pau en medio de gritos a favor de los presos políticos, insultos y abucheos, y con un escolta nervioso, sacando el subfusil, es un desastre colosal en cuanto a relaciones públicas e imagen. Las visitas de los primeros ministros siempre tienen una coreografía hecha a consciencia por sus equipos, porque transmiten a los medios la impresión del estado de ánimo del poder. La de ayer, demostró que tienen el ánimo de los derrotados. Están derrotados, desconcertados y nerviosos.

La visita fue una especie de caricatura de los tres grandes errores que el gobierno español acomete desde el viernes: la impotencia a la hora de imponerse en la calle, el desconocimiento total de la realidad catalana como fuente de errores constantes y la reducción de su margen de maniobra, a la que le ha empujado la negativa a hablar con el presidente de la Generalitat.
En primer lugar, está la impotencia a la hora de imponerse. Pedro Sánchez tomó una decisión suicida, indigna de un partido de tradición democrática: someter la ciudadanía a golpes. Pero es que ni siquiera no lo ha conseguido, sino que se ha encontrado con una resistencia tan fuerte que ésta ha inutilizado su plan. La policía se ha visto obligada a retirarse porque no puede ganar la calle. Y en éstas condiciones, todo el plan pasa a ser precario. Tan precario, que los ciudadanos pueden acercarse y abuchearle sin que pueda impedirlo. Sánchez no puede hacer otra cosa más que la de huir de malas maneras, y dejando al descubierto el segundo error: la ignorancia completa de la realidad catalana.
En referencia a esto último, hay una imagen paradigmática. En el momento en que el coche oficial abandona el hospital de Sant Pau, se ve perfectamente como un escolta, con la ventanilla del coche bajada, lleva en las manos un subfusil ametralladora, preparado para responder a un ataque.
Veamos: no es nada insólito que las escoltas de cualquier presidente vayan armados, que lleven, además de pistolas, fusiles o metralletas. Esto entra en aquello que podríamos llamar la sorprendente realidad del día a día de estos cargos políticos. Eso si, es completamente anormal desplegar esa arma dentro del automóvil, con el riesgo de ser fotografiada. Es tan anormal, de hecho, que nadie puede enseñar una imagen como la que se vio ayer. No se vio con ningún presidente del gobierno español. Ni siquiera en casos extremos como en atentados o situaciones de guerra. Entonces, la pregunta es inevitable: ¿acaso las escoltas del gobierno español, ayer, se pensaban que estaban en una de esas circunstancias?¿de verdad?¿tan alejados de la realidad viven?
La situación para Pedro Sánchez, vista así, es extraordinariamente difícil. Pero se complica definitivamente con el tercer gran error, que es rehusar hablar con el presidente de la Generalitat, Quim Torra. En Madrid dicen, para explicarlo, que en el momento en que Sánchez encaje la mano de Torra, acabará de perder las elecciones que él mismo ha convocado irresponsablemente. Pero mientras rehúsa el diálogo, no solo va hundiendo su imagen personal, sino también la de su país. La necesidad de hacer un debate sobre Catalunya estuvo presente ayer en el Parlamento Europeo, y eso a pesar de que se impusiera la férrea disciplina de los grandes partidos. Es cuestión de tiempo. El primer ministro de Eslovenia fue ayer la primera autoridad que se quejó públicamente de todo lo que hace el gobierno español. “TIME”, que aún es la revista más importante del mundo, también publicó ayer un artículo del presidente Carles Puigdemont, en el que exigía diálogo. Es más, la prensa internacional no da crédito a que un presidente de gobierno rehúse el diálogo en unas circunstancias como las que se viven en Catalunya.

Y aún está por venir lo peor. El presidente Torra supone que ha pasado los días más difíciles de su vida pero, desde hace unas cuantas horas, parece haber encontrado su lugar, plantándose en la exigencia de diálogo y frenando los intentos de descarrilar el govern catalán con su sola presencia institucional. Gracias, también, a los errores de Sánchez y de la increíble prensa española y españolista, empeñada en convertirse en un chiste dramático. Pero a Sánchez le espera la peor parte, porque acabará por tener que dialogar, tarde o temprano, y no podrá evitarlo. Y eso, después de la resistencia de estas últimas horas, reforzará al presidente Torra, si no comete nuevos errores y, especialmente, si es capaz de destituir al conseller Buch, le elevará a una posición que el fin de semana parecía descartable.
Sea como sea, el primer ministro español, al final, quedará descalificado porque no se puede discutir que está donde está por culpa de haber jugado con fuego de una manera absolutamente pueril y suicida. Probablemente, también, porque es un indigente intelectual y seguramente porque es una persona sin capacitación para ocupar el puesto que ostenta. Carl von Clausewitz, teórico de la guerra, explicó una vez que los grandes dirigentes tienen dos cualidades indispensables: “un intelecto que, incluso en el peor momento, retiene algunos destellos de la luz interior que lleva a la verdad y la valentía de ser capaz de seguir esa luz, le lleve dónde le lleve”. Y éste, en definitiva, es el problema de Pedro Sánchez: ni intelecto, ni mucho menos valentía.
Barcelona, 22 de octubre 2019.
Traducción al castellano del artículo del periodista Vicent Partal.

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