sábado, 26 de enero de 2013

ELEONOR DE URGELL -I-



ELEONOR DE URGELL
la desdichada princesa
.I.


Infancia y asedio de Balaguer

 




Eleonor fue la segunda hija del conde Jaime II "el Desdichado" de Urgell y de Isabel de Aragón. Su padre era el hijo primogénito del conde Pedro de Urgell y de Margarita de Montferrat, y su madre era la hija pequeña del rey Pedro III-IV "el Ceremonioso" de Aragón y de su cuarta y última esposa, Sibila de Fortià.

Los padres de Eleonor se habían casado en Valencia el 29 de junio de 1407 e Isabel, la hermana mayor de Eleonor, nacería en agosto de 1408, poco después de la muerte del abuelo, el conde Pedro.

La pequeña Eleonor nació seguramente en Balaguer a finales del año 1409 o a principios del siguiente. Su fecha de nacimiento se puede aproximar a partir de la carta que el rey Martín I escribió a su hermana Isabel a finales del mes de septiembre, interesándose por su salud y por su embarazo. Asi mismo, el día 19 de noviembre, el rey, en otra carta a la infanta, le rogaba que no acudiera a despedirse de él hasta que no hubiese dado a luz, comunicándole que había retrasado su marcha hasta carnavales.

El nombre de pila de la segunda hija fue probablemente escogido en honor a la hermana mayor del conde, que también se llamaba Eleonor. Jaime "el Desdichado" tenía otras dos hermanas, Cecília, que también vivía con ellos en Balaguer, e Isabel, que era monja del monasterio de Sixena. También había un hermano, Juan, que moriría pocos años después.

La estable situación de la dinastía real catalana se había resquebrajado aquel mismo año de 1409 con la muerte en Cerdanya del heredero de la corona, Martín II "el Joven", rey de Sicilia. El conde de Urgell, que ejercía de lugarteniente general del reino por nombramiento del rey Martín I, se encontró más adelante con la oposición de algunas familias aragonesas y del Justicia de Aragón, que le negaron el juramento pocos días antes de la muerte del rey, en el mes de junio de 1410. Dado que el rey Martín I "el Humano" falleció sin nombrar un sucesor al trono, se inició un pleito sucesorio que se resolvió contra los intereses del conde de Urgell, aunque en principio pareció ser el que tenía más derechos a la sucesión, gozando de la adhesión del pueblo.




Los nueve compromisarios nombrados por iniciativa de las autoridades aragonesas se reunieron en Caspe el mes de junio de 1412 y, con la protección del Papa Luna (Benedicto XIII) y la ayuda de Fray Vicente Ferrer, eligieron a Fernando de Antequera como rey. Éste, era entonces regente de Castilla, siendo hijo de Eleonor de Aragón, otra hija del rey Pedro III "el Ceremonioso" y, por tanto, sobrino de la Infanta Isabel, condesa de Urgell.

Sin entrar en la legitimidad del proceso que desembocó en el Compromiso de Caspe y en sus consecuencias para Cataluña, ya que es un tema debidamente analizado por los historiadores, nos centraremos particularmente en los aspectos que afectaron a la familia condal de Urgell y, especialmente, a las hijas de los condes después de que Jaime de Urgell rechazara la decisión de Caspe y se rebelara contra el nuevo rey.

A partir de aquel momento, la familia condal se vió abocada a un fatal destino. El día 5 de agosto de 1413, el mismo Fernando de Antequera ya dirigía el asedio de Balaguer, con gran cantidad de tropas y material bélico. Según Xuriguera, el rey disponía de tanta artillería que la ciudad se vió bombardeada a todas horas, día y noche. Toda la familia condal se quedó en la capital del condado durante los casi 3 meses en que duró el asedio, incluso la infanta Isabel, que se hallaba encinta de otro hijo. La situación de la falta de alimentos llegó a tal punto que los defensores de Balaguer llegaron a comprar provisiones a los asediantes, para mayor disgusto de la condesa Margarita, la cual decía orgullosamente que prefería comer ratas y gatos antes que probar un solo bocado de todo lo que procediera de los enemigos de su hijo Jaime.

Los últimos días de octubre, la infanta Isabel inició contactos con su sobrino, el rey Fernando I, para asegurarse de que el monarca respetase la vida de su esposo. Finalmente, el conde Jaime de Urgell se rindió el día 31 de octubre, saliendo solo de Balaguer, tras despedirse de la familia y de sus fieles servidores.

Proceso Judicial del conde de Urgell

 




El día 2 de noviembre, el conde fue llevado prisionero a Lérida y encarcelado en el castillo de La Suda. Su esposa, la Infanta Isabel de Aragón, también le siguió hasta la ciudad del Segre. Tres días después, el rey Fernando I entraba en la ciudad de Balaguer y, después de visitar el castillo de Formós, ordenó el saqueo de todos los bienes de la familia condal. Al día siguiente, el monarca reclamó desde Lérida a la madre, las hermanas y las hijas del conde, que aún se encontraban en Balaguer, dando dinero para financiar los gastos del traslado, ya que éstas se habían quedado sin recursos. La familia condal se alojó en Lérida, en casa del archidíacono de La Seo, Berenguer de Barutell, que era de la familia de la reina Sibila de Fortià.

Una vez finalizado el proceso judicial contra el conde Jaime de Urgell y condenado éste a prisión perpétua y a la confiscación de sus bienes y títulos, se inició el juicio contra su madre, la condesa Margarita. A primeros de diciembre, empezaron los interrogatorios de la condesa viuda y continuaron después de la partida de su hijo Jaime de Lérida, camino de su encarcelamiento a Castilla. Diversos testimonios del proceso, declararon que el conde Jaime de Urgell nunca había tomado una decisión sin antes consultar con su madre y contar con su consentimiento, y que ésta había hecho que el conde se encerrase en Balaguer, para plantar cara al rey, contra la opinión de sus consejeros. La condesa Margarita se negó de plano a hacer declaraciones, pese a las insistencias venidas del rey Fernando, demostrando así su temple enérgico y su inquebrantable coraje. Ya estaba convencida la condesa que la decisión que se tomase, ya estaba decidida de antemano y que la finalidad del juicio era tan solo sancionar la desaparición y total aniquilación de la Casa Condal de Urgell.

La sentencia contra Margarita de Montferrat ya estaba cantanda: la confiscación de todos sus bienes por rebelión y crimen de lesa-majestad.

Mientras tanto, la infanta Isabel, que debía estar a punto de dar a luz, redactó su testamento en Lérida el día 13 de diciembre. Nombraba como albaceas de su testamento a su esposo el conde Jaime de Urgell, a su tío Bernat de Fortià y al archidiácono de La Seo de Urgell, Berenguer de Barutell. Dejaba como herederas a tres de las cinco hijas que había tenido, y que aún estaban vivas: Isabel, Eleonor y Catalina de Urgell, además de la futura hija que estaba a punto de nacer. De todos modos, el testamento tenía poca importancia en ese momento, ya que todos sus bienes le habían sido confiscados, hasta su dote de 50.000 libras que le había dado su padre, el rey Pedro III "el Ceremonioso".

La confiscación de la cual fue víctima la familia condal fue tan absoluta y llevada con tanto rigor, que aquella familia, dos años antes la segunda del reino en categoría y la primera en riquezas, se quedó materialmente con lo puesto. La confiscación afectó no solamente los territorios y las rentas que poseían, sino también los bienes muebles, las joyas, los libros, las ropas,... en pocas palabras todo. Especialmente las joyas fueron objeto de una búsqueda severa y meticulosa, ya que muchas de ellas habían sido empeñadas para subvencionar la causa del conde Jaime. Antes de la coronación, el rey Fernando I se preocupó de que le fuesen enviadas todas las perlas y piedras preciosas recuperadas entre las que fueron de la Casa de Urgell, ya que quería añadirlas a las demás que había reunido para adornar su corona. Las mujeres de esa familia tuvieron que asistir al trágico hundimiento de todo su patrimonio, ya que el rey empezó prontamente a repartir señoríos del condado entre los que le habían apoyado para subir al trono aragonés y en el asedio de Balaguer. Más adelante, fue cediendo villas y pueblos con tal de pagar sus deudas o para llenar sus arcas.

A primeros del 1414, el rey mandó a la infanta Isabel y a su familia que se trasladasen a Zaragoza, otorgándoles 600 florines para los gastos del traslado y su mantenimiento. Asi mismo, concedió también que se les devolviese parte de sus ropas y bienes muebles que se habían requisado en sus castillos de Áger y de Castelló de Farfanya, exceptuando los trajes y telas valiosas y los libros.

Durante el tiempo en que las mujeres de la Casa Condal residieron en Zaragoza, desde el último día de enero y hasta incluso el mes de mayo de 1414, se hospedaron en dos casas alquiladas a doña Guiomar Alfonso de Peralta, viuda de Pedro Ximénez de Ayerbe. El alquiler, que costó 200 florines, fue pagado por la Casa Real.

 
Retrato de Fernando I de Antequera (1380-1416), Rey de Aragón.


El 11 de febrero de 1414, Fernando I se hizo coronar rey en Zaragoza, y la mujer, las hermanas y las hijas del conde de Urgell fueron obligadas a asistir a la fastuosa ceremonia de coronación. Unos meses después, y en la misma ciudad, se inició el juicio contra Eleonor, la hermana mayor del conde Jaime de Urgell, acusada también de colaboración con su hermano, y no sólo con consejos, sino también con dinero.

Como su madre, ella también fue expoliada de las donaciones que había recibido por testamento de su padre. Al cabo de 4 meses, las mujeres tuvieron que trasladarse con el séquito real de Zaragoza a Morella. Poco después, la infanta Isabel y sus hijas fueron confinadas en el monasterio de Sixena y la condesa Margarita, llevada a Lérida.

Estancia en el Monasterio de Sixena y nuevo juicio contra Margarita

 




El Monasterio de Sixena era un priorato de monjas de la Orden Militar de San Juan de Jerusalén que pertenecía al obispado de Lérida. Isabel, hermana del conde Jaime "el Desdichado" de Urgell, profesó en él a finales del siglo XIV, viviendo aún el conde Pedro de Urgell. Éste habría hecho importantes donaciones al cenobio, como demuestran algunas magníficas piezas decorativas de la época. Las monjas de familias ricas habían hecho construir en el claustro del monasterio sus propias casas particulares, donde llevaban una vida independiente y disponían de servidumbre. Este convento se convirtió entonces en el lugar de confinamiento de la familia condal de Urgell, pero no nos dejemos engañar pensando que su estancia fuese agradable, ya que el priorato era ostentado entonces por Isabel de Alagón, de familia anti-urgelista.

Un segundo juicio se inició más adelante contra la condesa viuda Margarita de Montferrat, y el 29 de octubre de 1414 se decretó su detención en Lérida junto a sus hijas y sirvientes. Se le acusó de haber planeado liberar a su hijo el conde Jaime, con el fin de suscitar una guerra civil y de intentar dar muerte al rey Fernando I, pero en realidad tan solo se trataba de una estúpida maquinación de espías y de estafadores.

En la primera acusación, hubo evidencias de exageración en los cargos, y en la segunda se faltaba a la verdad, dado que la condesa viuda de Urgell tan solo expresó su deseo de que su hijo recobrase la libertad.

En noviembre, las tres mujeres fueron trasladadas a Cullera para proseguir con el juicio, y por lo visto llegaron en tan lamentable estado que el alcaide adelantó el dinero suficiente para comprarles vestidos. Poco después, fueron nuevamente trasladadas a una casa de la huerta de Valencia, donde se siguió con la instrucción del juicio. Durante aquellos días, la ciudad del Túria estaba en plena efervescencia, ya que se ultimaban los preparativos para el enlace del príncipe Alfonso, el primogénito, con su prima María de Castilla, que se celebró el 12 de junio de 1415. El juicio contra la condesa continuó y sus abogados reclamaron contra la decisión real de someterla a tortura. La sentencia, dada a 29 de julio de 1415, la declaró reincidente de crimen de lesa-majestad. La pobre mujer quedó recluída en el castillo de Olocau y sus dos hijas enviadas a Sixena.

Traslado Forzoso de Isabel y Eleonor de Urgell a Castilla

A inicios de 1415, la infanta Isabel había solicitado del rey que su cura, Jaume Sansuri, pudiese visitar el conde Jaime en su encarcelamiento castellano. Cuando en abril le fue notificada la denegación de su solicitud, no se pudo imaginar el disgusto aún mayor que le esperaba, ya que el rey había decidido separar a las dos hijas mayores de su lado. El monarca se había enterado que la infanta andaba haciendo gestiones ante su pariente la duquesa de Berry, para que mantuviese a una de sus dos hijas, y además, también se filtró el proyecto de los partidarios de Jaime de Urgell, de casar a una de ellas con el duque de Borbón. Fernando I, ante el peligro de una posible alianza contra él, determinó separar a Isabel y Eleonor de su madre y enviar a Sixena a Ramón de Ampurias, administrador real, con la misión de llevarse a las niñas.

El 23 de abril de 1415, la infanta Isabel enviaba una dramática carta de súplica al rey para pedirle en vano que le devolviera a sus hijas de entonces 6 y 5 años de edad. De nada sirvieron sus ruegos de madre desconsolada, puesto que nunca más volvió a ver a sus dos hijas. Las otras dos hijas pudieron quedarse con la infanta, con la condición, así dispuesta en un acta notarial, que no se sacasen del reino, bajo amenaza de perder sus dotes y de ser expoliadas de otros derechos que les pertenecieran.

Ramón de Ampurias se llevó a las dos hijas mayores a su casa de Balaguer y, con consentimiento real, encargó para éstas ropa nueva y lo necesario para ensillarlas a lomos de una mula. De ahí las trasladó a Valencia, donde se encontraba la corte preparando el enlace del heredero Alfonso. De esta guisa, viajaron las niñas hasta Flix, de allí hasta Tortosa en barca, de nuevo a lomos de una mula hasta llegar a Valencia el 30 de mayo. Quedaron bajo cuidado del párroco Jaume Sansuri, capellán de la madre de éstas, el cual se encargó de comprarles calzado nuevo, chapines y vestidos para afrontar el siguiente viaje. Tras dos meses de estancia en Valencia, a finales de julio fueron trasladadas a Castilla, por Requena, acompañadas por dos doncellas de confianza, Francesca y Sibila de Fortià, ambas procedentes de la familia ampurdanesa de la cual procedía la reina Sibila, abuela de las niñas.

Con la muerte del rey Fernando I en 1416, y con la subida al trono de su hijo Alfonso "el Magnánimo", la situación de las mujeres de la Casa de Urgell parecía que iba a mejorar. Entonces, las hermanas del conde residían con la infanta Isabel en Sixena, noticia que se da por cierta al redactar éstas una solicitud al rey de trasladarse a Corbins para huír de la peste que afectaba al monasterio y alrededores. El rey en persona tuvo que escribir ordenes expresas para que la infanta y sus acompañantes fuesen admitidas en los monasterios y lugares reales, ya que estos no querían admitir a las damas por miedo a provocar el enfado del monarca. Más adelante, en 1417, el rey Alfonso concedió a la madre y a la hermana del conde Jaime, una pensión anual de 300 florines a cada una. Sin embargo, el alcalde general de Cataluña no la hacía efectiva, a pesar de los requerimientos del rey, en los que él mismo se quejaba de que la condesa y sus hijas se morían de hambre, y estaban reducidas a pedir limosna para poder vivir. Dos años más tarde, las mismas hermanas Eleonor y Cecilia solicitaron al monarca ayuda desde Balaguer para que se remediase a su deplorable situación.

Por otro lado, la condesa Margarita falleció en el mes de noviembre de 1420 en Morella, habiendo vivido recluída e incomunicada en una casa. Los notables de Morella tuvieron que adelantar el dinero para pagar su entierro...

Aquel año de 1420, también el joven rey Alfonso decidió compensar a la infanta por el valor de su dote y, con esta finalidad, recuperó Alcolea de Cinca. Esta villa había formado parte del condado de Urgell y el rey Fernando la había donado al duque de Gandía en pago por su ayuda en el asedio de Balaguer. Puesto que el valor de esa villa no llegaba a equiparar el valor de la dote, también le cedió diversas rentas que los condes cobraban a Balaguer. La infanta Isabel se retiró finalmente en Alcolea, pero su situación económica no mejoró mucho, ya que no podía cobrar las rentas de la villa pues ya andaban empeñadas! En cuanto al resto de las rentas concedidas, eran tan escasas que no le daban más que para cubrir lo justo e ir tirando.

Muerta su hija Catalina, y separada de la única hija que le quedaba, Juana, que la reina María había hecho traer a la corte, la hija del rey Pedro IV "el Ceremonioso" vivió en una pequeña y modesta casa de la villa de Alcolea hasta su muerte, acaecida en 1424.

Los años de Eleonor en Lérida

 


 
Retrato del rey Alfonso V "el Magnánimo" de Aragón (1396-1458), según Juan de Juanes en 1557.


El 14 de marzo de 1424, el rey Alfonso nombró a Berenguer de Barutell tutor de las hijas del conde Jaime de Urgell, que ya tenían 15, 14 y 10 años de edad. Isabel y Eleonor residían aún en Castilla junto a la viuda de Fernando de Antequera, y Juana vivía en la corte con la reina María. No se tiene constancia del lugar exacto de Castilla donde residieron las niñas durante aquellos años. La principal ciudad castellana de los señoríos de la reina Eleonor era Medina del Campo, donde aquella residía durante largas temporadas al quedarse viuda. El recién nombrado tutor de las niñas, se las llevó con él al morir la madre en Alcolea. Posteriormente, su cuerpo fue trasladado a Barcelona. El dia 7 de noviembre de 1424, recibió sepultura en la iglesia de San Francisco, donde también había sido inhumada su madre, la reina Sibila de Fortià. Se le concedió al menos un solemne entierro, presidido por su tío Bernat de Fortià, por Berenguer de Barutell y por los consejeros de la ciudad.

Residía entonces en Barcelona Cecilia de Urgell, tía de las niñas, que se había casado el año anterior con el viejo y viudo vizconde de Cabrera, que falleció al poco. Nos consta que Cecilia era entonces una hermosa mujer y, años atrás, se había incluso barajado la posibilidad de matrimoniarla con el hijo y heredero del conde de Cardona. Incluso el rey Martín I "el Humano" pensó en desposarla con tal de conseguir descendencia. El mismo Bernat de Cabrera ya solicitó la mano de Cecilia poco después del encarcelamiento de su hermano el conde Jaime, pero en aquel entonces la condesa Margarita se opuso, ya que prefería casarla con quien estuviese en posición de liberar a su hijo cautivo. Tras la muerte de su madre y con una situación harto miserable en la que se encontraba, Cecilia consideró que su matrimonio con el vizconde de Cabrera era la mejor manera de salir de la miseria.

Las niñas Isabel y Eleonor pudieron volver de Castilla, donde entonces se desarrollaban graves conflictos con los hermanos del rey de Aragón, y pasaron a vivir con su tutor en Lérida. La residencia del archidiácono se encontraba frente a La Seo. Berenguer de Barutell era entonces primo-hermano de la Infanta Isabel, siendo hijo de una hermana de la reina Sibila de Fortià. Se había beneficiado del parentesco y del favor de su tía, permaneciendo siempre fiel y agradecido a ésta, hecho que le convirtió en el protector de tres generaciones de mujeres de esta familia. Así ayudó a la reina Sibila cuando cayó en desgracia al fallecer el rey Pedro IV, acogiéndola en su casa a ella y a su hija Isabel durante bastante tiempo. También dió techo a la familia de la infanta Isabel cuando el conde Jaime de Urgell cayó prisionero de Fernando de Antequera. Finalmente, pasó a ser el principal protector de las hijas del conde de Urgell y veló por sus intereses y por su futuro. Inmediatamente, empezó a poner pleitos para recuperar los pocos bienes que habían quedado de la Infanta. Poco después, el mismo rey Alfonso ordenó que se devolviesen algunos bienes muebles a Isabel y Eleonor de Urgell, que habían pertenecido a la familia condal.

Por culpa de los conflictos castellanos, y con tal de evitar su posible liberación, el conde Jaime de Urgell también había sido trasladado, siendo recluído en Xátiva de por vida ya que allí fue donde murió.

También sabemos que en el año 1425, la tía Eleonor había tomado la determinación de retirarse para llevar una vida de ermitaña, pese a las recomendaciones de la reina Maria para que se retirase a Sixena. A pesar de todo, la hermana del conde tiró adelante con su vida, como ermitaña en un solitario lugar de Montblanc, manteniendo relación espiritual con el monje de Poblet, Fray Pere Marginet.

Boda de Isabel de Urgell

Pedro, duque de Coimbra, era el 2º hijo del rey de Portugal y un hombre rico, culto y con mucha experiencia. Había viajado por Europa durante algunos años adquiriendo gran fama y, en el verano de 1428, volviendo de Alemania tras visitar al Emperador, pasó por Cataluña. Llegó a Barcelona a primeros de julio y obtuvo un salvoconducto que le permitió a él y a sus caballeros, poder circular libremente por el reino. A finales de mes, se trasladó a Valencia donde se encontraba la corte. Las relaciones entre los dos Estados eran entonces especialmente cordiales ya que pocos meses antes el hermano de Pedro y heredero del trono luso, había desposado a la hermana del rey de Aragón. El rey Alfonso recibió al duque Pedro con gran cortesía, ofreciéndole una gran fiesta, concertando de paso su matrimonio con Isabel, la hija mayor del conde Jaime de Urgell.

A primeros de agosto, Pedro ya otorgaba poderes a dos miembros de su consejo para gestionar su enlace y, acto seguido, retomaba el camino a Portugal. El duque, de entonces 35 años de edad, había concertado ese enlace de forma precipitada, a sabiendas de que aún no había recibido el visto bueno de su padre el rey. Isabel era de la Casa Real Catalana pero sin fortuna, tan solo tenía, por testamento de su madre, 40.000 florines de la villa de Alcolea, ya que del resto que se obtuviese de la venta correspondía a las otras hermanas.

En septiembre, Barutell firmaba, en nombre del conde Jaime de Urgell, los capítulos matrimoniales con los embajadores portugueses, primero en Valencia y luego, en presencia de Isabel de Urgell, en Alcolea. La reina también había enviado algo de ropa, joyas y perfumes como regalos a la princesa para los preparativos de su boda. Isabel se trasladó más adelante a Zaragoza y, de allí, partió el 17 de marzo de 1429 acompañada de una comitiva de nobles lusos.

Otros proyectos de boda en Etiopía y Chipre

El año 1428, el rey Alfonso también accedió en casar a la hermana pequeña de Eleonor, Juana de Urgell, con el Negus de Etiopía y con esta finalidad le envió en el más alto secreto a sus embajadores aceptando su ofrecimiento. Afortunadamente para Juana, esos embajadores nunca llegaron a su lejano destino y ese sorprendente matrimonio nunca pudo llevarse a cabo.

El año siguiente, llegó una buena noticia para la familia de Urgell, con el nacimiento del primer hijo de Isabel, duquesa de Coimbra. El niño, llamado Pedro como su padre, llegaría a ser proclamado, con los años, rey de los catalanes en los tiempos de lucha contra el rey Juan II. De todos modos, las tragedias familiares no cesaron, y el 28 de mayo de 1430 fallecía de peste la tía Eleonor, que había vivido recluída como una ermitaña en Montblanc, haciendo vida de oración y penitencia. Durante aquellos últimos años de su vida, tuvo fama de santa y hasta la reina le escribió pidiendole que rogase por ella. La tradición conservada explica que, en el momento de la muerte de Eleonor, el santo varón Padre Marginet contempló el prodigio de como una gran multitud de ángeles se llevó el alma de la difunta al cielo. Fue enterrada en el monasterio de Poblet y al lado de su ataúd fueron colgados los instrumentos de mortificación que había utilizado.

Mientras, los proyectos de boda de las hijas del conde Jaime continuaban. En junio de 1431, el rey intentó que el conde renunciase a sus derechos sobre el condado de Comenge, alegando los gastos que comportaban los intentos de casar Eleonor y Juana con el rey de Chipre y su hijo y heredero. Éstos habían ofrecido unas rentas de 5.000 y 3.000 ducados anuales respectivamente, y el rey, que consideraba con buen ojo esas condiciones, pensó incluso que podían conseguir más aún. Eleonor y el archidiácono Barutell pidieron más cosas, con tal de desviar y hacer fracasar las negociaciones, a pesar de que las rentas de ambas hermanas eran escasas y se limitaban a las de Balaguer, puesto que Alcolea correspondía a la hermana Isabel, duquesa de Coimbra. En el mes de agosto, el rey, a través del carcelero del conde Jaime, ordenó que éste escribiera a su hija Eleonor para conseguir que la joven obedeciera sus órdenes en los asuntos que tocaban a su matrimonio. Las presiones no parecieron dar el resultado esperado, y el enlace con el rey de Chipre no llegó a realizarse.

El mes de mayo de 1432, el rey Alfonso marchó a Sicilia en el que sería su viaje definitivo lejos de su reino. Aunque no volvió jamás a pisar Cataluña, continuó a dirigir los asuntos catalanes y aragoneses, sin olvidarse de los asuntos relacionados con la familia condal de Urgell.

Asesinato del archidiácono Barutell

En aquellos tiempos turbulentos de enfrentamientos de la Iglesia leridana con la nobleza, en el mes de diciembre de 1432 era asesinado Berenguer de Barutell, precisamente cuando estaba destinado a ser nombrado obispo de Urgell. La mañana del 2 de diciembre, unos hombres a sueldo de los Santcliment, señores de Alcarràs, apuñalaron al archidiácono Barutell a causa de un pleito por la propiedad de unas tierras situadas entre Raimat y Montagut, que un Santcliment había cedido a los canónigos. El drama se desarrolló en el camino de Lérida a Sarroca, cerca de Sunyer. El archidiácono iba entonces acompañado del sacristán Pere Castelló y de su hermano Andreu de Barutell, y se encaminaban en dirección a Sarroca para renovar el salvoconducto del rey. Les atacaron un tal Francesc de Santcliment y otros hombres de su compañía. Andreu de Barutell, hermano de Berenguer, escribió rápidamente a la reina para que se llevaran a cabo severas acciones para castigar a los asesinos. Los responsables del crimen se refugiaron en tierras aragonesas y la reina tuvo que pedir al Justicia de Aragón que facilitara la captura de aquellos malhechores.

Dos significativos caballeros leridanos, Tomás de Santcliment, señor de Alcarrás, y Lluís Icart, ciudadano de Lérida, fueron acusados de la muerte del archidiácono y sus bienes les fueron confiscados. Francesc de Santcliment, anterior señor de Alcarràs, había sido un declarado anti-urgelista y encabezó la representación leridana que felicitó al rey Fernando I por su victoria sobre Jaime de Urgell. Lluís Icart se ha identificado como el poeta que había sido armado caballero por el rey dos años antes del crimen.

Por el hecho de que el archidiácono muriese en acto de servicio por la Iglesia, defendiendo unos derechos eclesiásticos, fue declarado beato. Cinco años después, se inició la construcción de su sepulcro gótico y, un poco más tarde, ya se podía admirar en el ábside central de la Seo de Lérida su tumba.

A partir de la muerte del archidiácono, la reina María envió a algunos servidores suyos a Lérida para convencer a Eleonor que se pusiese bajo la tutela de la soberana, como ya lo estaba su hermana Juana, y que se fuera al monasterio de Sixena con su tía Isabel. De hecho, la reina no veía con buenos ojos que Eleonor de Urgell siguiese viviendo bajo el mismo techo que los hermanos del asesinado archidiácono. En respuesta, Eleonor pidió permiso para poder consultarlo con su padre y, con esta finalidad, consiguió que la reina diera su visto bueno para que Ramón Martí visitase el ilustre preso en Xátiva. La soberana escribió previamente al carcelero con tal de que el conde Jaime de Urgell se aviniese a convencer a su hija de que siguiera las recomendaciones de la reina y que, en vez de residir en Balaguer o en Alcolea como Eleonor pretendía, se retirase a Sixena.

Jaime de Urgell dió su acuerdo para que su hija fuese a vivir en la corte de la reina, pero a ésta pareció que el momento ya no era oportuno y, en el mes de enero de 1433, dispuso de su ingreso en el convento de las mínimas de Lérida. La reina María, que ejercía entonces de lugarteniente del reino en ausencia de su esposo el rey Alfonso "el Magnánimo", también pidió al obispo de Lérida que concediese a Eleonor las rentas eclesiásticas que había de recibir aquel año el archidiácono Barutell.

El mismo mes de enero de 1433, la soberana pidió a Eleonor, con especial interés, un breviario romano que había pertenecido a su difunto tío Barutell, que tenía fama de ser muy bello. También le facilitó la reina monturas con las cuales, siempre y cuando quisiera, le rindiese visita en la corte de Barcelona, donde seguía viviendo su hermana Juana. Sin embargo, la reina no desistía de su empeño en querer casarla con el rey de Chipre. Finalmente, en el mes de mayo, Eleonor acordó viajar hasta la corte, pocos días antes de se supiera de la muerte de su padre en Xátiva.

Muerte del conde de Urgell en Xátiva

 


El conde Jaime de Urgell llegó a vivir casi 20 años encarcelado, y no hay constancia de que volviese a ver a ningún miembro de su familia.

El 1 de junio de 1433, Jaime de Urgell fallecía repentinamente en su prisión de Xátiva. Pese a que el carcelero certificó que el conde murió de enfermedad, la presencia de dos hermanos del rey en Valencia durante aquellos días (que habían venido de Portugal), dió pie a la sospecha de que lo habían asesinado, y el rumor fue como reguero de pólvora entre el pueblo. Se descubre también el motivo de la visita, que la reina María autorizó tres días antes del fatal desenlace, a un enviado de Sicilia para hablar con su hermano Jaime en la cárcel.

Pocos días después, la reina envió una carta a Sor Isabel de Urgell comunicándole la muerte de su hermano Jaime, donde aseguraba que a las hijas del difunto no les fallaría en el intento de suplir al padre y a la madre. Pero, por más que insistiera la soberana que su hermano había fallecido cristianamente y por causas naturales, podemos tener la certeza de que la familia vió en esta muerte la responsabilidad de los Trastámara, porque siempre habían temido que acabarían con la vida del conde. Las notas del escribano de la Casa de la Ciudad y de otros notarios en sus escritos personales, dejan constancia del persistente rumor de que la muerte del conde de Urgell había sido un asesinato en toda regla. Y tomando en cuenta esto, hemos de imaginar los rumores que debieron de llegar a oídos de sus hijas y hermanas.

A mediados del mes de junio de 1433, Eleonor, que entonces debía encontrarse en Barcelona, había enviado a Balaguer a Ramón Martí para recaudar las rentas que le pertenecían. La reina también pidió que se colaborase para recaudar la máxima cantidad de dinero. Tampoco dejó la soberana de pensar en matrimoniar a las dos hermanas, cosa que llevó a Eleonor a pedir la mediación del rey Alfonso, entonces residiendo en Palermo, para que éste mandase a su esposa la reina que las dejase marchar con su séquito correspondiente allí donde quisiesen. La respuesta real dió amplia satisfacción a Eleonor, otorgándole la libertad de irse a Alcolea si ése era su deseo. En una carta de la misma fecha, encargaba a Catalina d'Ardèvol que acompañase a la hija del conde Jaime de Urgell, y ordenaba a la reina que devolviese a Eleonor su cuerno de Unicornio que estaba en su poder, dado que la joven tenía en gran estima ese amuleto al que se le atribuían propiedades mágicas como antídoto contra el veneno.

Eleonor de Urgell, hija de Jaime el Desdichado y su trayectoria por el Reino de Nápoles./Texto de Virginia Costafreda Puigpinós / traducción de Arnau Lucas.
 

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