viernes, 16 de diciembre de 2011

MISIÓN: MATAR AL REY ENRIQUE IV DE FRANCIA




Objetivo: Matar al Rey



El último monarca de la Casa de Valois-Angulema, Enrique III de Francia, pereció días después de ser apuñalado en el bajo vientre por un monje llamado Jacques Clément, un aciago 1 de agosto de 1589, para vengar el doble asesinato de los hermanos Guisa en diciembre de 1588 (me refiero a Enrique I de Lorena, 3er Duque de Guisa y a su hermano el Cardenal de Guisa, arzobispo de Reims). La pena por tal regicidio fue terrible: tras ser debidamente descuartizado por 4 caballos, sus restos fueron incinerados y tirados a los cerdos. Acaso precisar que el asesino fue cosido por las alabardas y espadas de la guardia personal del rey in situ.



Sin embargo, al iluminado y regicida Fray Jacques Clément no le faltaron sucesores pese al general conocimiento que cualquier súbdito tenía de la pena capital reservada al asesino en esas circunstancias.


Retrato del rey Enrique IV de Francia y de Navarra (1553-1610), en 1600 según Santi di Tito.


El primo, cuñado y sucesor del difunto rey Enrique III en el trono galo, Enrique IV (1553-1610), tuvo que lidiar con las repetidas intentonas de quitarle de en medio. El primer monarca de la Casa de Borbón tuvo que enfrentarse a no menos de 25 atentados contra su persona, e incluso contra la de su heredero el Delfín, futuro Luis XIII. Un récord difícil de superar en la Historia Francesa, por lo que resulta interesante enumerar algunos de los casos.

Ya en su juventud, la viuda de Enrique II de Francia, Catalina de Médicis, planeó deshacerse del presunto heredero del trono galo cuando aún no era más que el príncipe de Viana, hijo de los Reyes de Navarra (Juana III de Albret y Antonio de Borbón, Duque de Vendôme).

En 1572, durante la atroz, orgiástica y sangrienta Masacre de San-Bartolomé, organizada por los Guisa y con el acuerdo del rey Carlos IX, el que era entonces el rey Enrique III de Navarra, recién desposado con Margarita de Francia*, estuvo a punto de ser degollado de no haber abjurado de la fe protestante para abrazar la católica y salvar su vida.

Pero el hecho de ser el huésped forzoso de su cuñado el rey Carlos IX en la corte de París, no le salva de otras intentonas en los años posteriores al más deplorable episodio de la Historia de Francia. En 1576, la tensión es tal que siempre duerme con un ojo abierto para evitar que le maten.

En 1588, en su castillo de Nérac, consigue desbaratar los planes de la Liga Católica para asesinarle.



El martes 27 de diciembre de 1594, un joven vestido de negro consigue introducirse en el Hôtel du Bouchage, residencia parisina de Gabrielle d'Estrées sito en la rue du Coq, y mezclarse entre la treintena de personas que conforman el séquito del Rey. Enrique IV se encuentra allí para recibir la petición de perdón del Conde de Montigny, un ex-liguero** que había combatido contra las tropas del Rey en Coutras. Al momento, el soberano se inclina para levantar al caballero arrepentido cuando, de repente, se oyó como el ruido de una bofetada sobre una mejilla. En realidad, no se trataba de una bofetada lo que había recibido el Rey; la sangre brota de su boca, el labio superior está cortado y tiene un diente roto. Apresan al joven vestido de negro, cuya arma blanca se encuentra a sus pies y confiesa casi enseguida su crimen. Se trataba de un joven de 19 años que respondía al nombre de Jean Châtel, hijo de un vendedor de paños de la ciudad. Tras ser registrado, encuentran en un bolsillo un papelito que rezaba "Señor, dame la fuerza para ejecutar a Enrique de Borbón". El chaval, avergonzado por su homosexualidad y por haber tenido deseos incestuosos hacia su propia hermana, quiso comprar le perdón de Dios cometiendo una buena acción, según sus propias palabras. ¿De dónde había sacado semejante idea? Pues de los jesuitas del Colegio de Clermont, a través del Padre Guéret. Para colmo, había confesado sus intenciones al cura de Saint-André-des-Arts, el Padre Aubry, quien bendijo su plan...



Enrique IV quiso que lo dejaran ir, consciente de que los jesuitas le habían manipulado, pero el Parlamento reprobó semejante indulgencia. Dos días más tarde, el jueves 29 de diciembre de 1594, haciendo uso de un implacable rigor, los magistrados condenaron a Jean Châtel al suplicio reservado a los regicidas: el puño amputado, agarrando en su mano derecha el cuchillo homicida, el joven fue despellejado con tenazas al rojo vivo y luego descuartizado por cuatro caballos. Reunidos sus miembros destrozados, fueron incinerados y las cenizas tiradas a los cuatro vientos. Los padres del reo fueron proscritos e inmediatamente llevados hasta la Puerta de Saint-Jacques, para que abandonasen el reino de por vida, y su casa arrasada hasta los cimientos.

Posteriormente, el Padre Guéret fue ejecutado en la Plaza de Grève tras encontrar entre los papeles de su biblioteca un escrito glorificando el heróico e inspirado acto de Fray Jacques Clément. Al tiempo, se expulsaron del Colegio de Clermont y del país a 37 jesuitas por ser corruptores de la juventud, perturbadores de la tranquilidad pública y por ser enemigos del Rey y del Estado. La víspera de la expulsión de los maestros jesuitas, Guignard, regente del Colegio de los Jesuitas de París, fue estrangulado y ahorcado públicamente tras encontrar en sus aposentos escritos injuriosos y difamantes contra el honor del difunto rey Enrique III.

A principios del año 1596, un abogado y liguero del Anjou, Jean Guesdon, Señor del Haut-Plessis, fue arrestado en Chartres. Acusado de haber abandonado Angers con la intención de matar al Rey, fue ahorcado y quemado en la parisiense Plaza de Grève el 16 de febrero.

A finales de 1596, es un Italiano quien es ejecutado públicamente en la ciudad de Meaux por haber intentado disparar su ballesta contra el soberano.



El 3 de abril de 1599, dos monjes -uno jacobino y otro capuchino-, llamados respectivamente Ridicoul y Langlois, fueron condenados al suplicio de la rueda en la Plaza de Grève (París), tras reconocer sus proyectos homicidas contra la persona del Rey.

A mediados de 1600, es una mujer que respondía al nombre de Nicole Mignon quien fue apresada y juzgada culpable de intento de regicidio contra Enrique IV. Tenía previsto impregnar la cama del monarca con un líquido venenoso de su invención y de cuya letal evaporación habría muerto el Rey al inhalarlo. La alquimista es ahorcada y luego quemada hasta reducirla a cenizas el 2 de junio.




El 19 de diciembre de 1605, a las 17 horas y regresando el Rey de cacería con su séquito, fue agredido por un loco llamado Jacques des Isles al cruzar el Puente-Nuevo. Puñal en mano, consiguió agarrar la capa del monarca y tirarle hacia atrás para casi hacerle caer de su montura, gritándole: -"¡Devuelveme mi reino!"

Gracias a la intervención de los lacayos, el loco fue apresado y desarmado a tiempo.

-"Que le lleven a prisión sin daño alguno." Ordenó Enrique IV.

-"¡Al menos, os he dado un buen susto!". Exclamó el energúmeno entre carcajadas mientras se lo llevaban maniatado.

Tachado de desequilibrado, Jacques des Isles pretendía descender de Faramundo, al que se tenía por entonces como el primer monarca francés. Afirmó: -"Yo soy el rey de todo el Mundo!". Convencidos los jueces de su demencia, el pobre loco fue encerrado de por vida en una celda de La Bastilla. Tan solo pudo salir de ella con los pies por delante.

Tres años después de la tentativa de Jacques des Isles, en 1608, sería decapitado (porque era noble) el normando Señor de Saint-Germain de Bacqueville "por haber, mediante encantamientos y brujerías y algunas punzadas de una imagen de cera, querido atentar contra la persona del Rey."



Dos años más tarde, el 14 de mayo de 1610, un imponente pelirrojo vestido de verde que respondía al nombre de François Ravaillac, consiguió llevar a cabo su misión: asestar dos puñaladas mortales al rey Enrique IV de Francia, seccionando la aorta con el segundo golpe. Propinó con tal fuerza aquellas dos cuchilladas que la hoja se hundió hasta el mango. Se dio la curiosa casualidad que el carruaje del soberano se encontraba bloqueado por un embotellaje de carretas en la callejuela de La Ferronnerie. El asesino ni siquiera hizo nada para escapar, dejándose arrebatar el arma por el Mariscal de La Force, como si estuviera repentinamente ausente, como en un éxtasis místico... A pesar de que Ravaillac juró y perjuró hasta el final que había actuado en solitario, el proceso judicial dejó en evidencia que el asesinato del monarca beneficiaba a demasiadas personalidades dentro y fuera del país.

El 27 de mayo de 1610, el regicida François Ravaillac era descuartizado en la Plaza de Grève de París, después de sufrir la amputación de la mano derecha y ser bestialmente torturado.



(*)_Popularmente conocida como la Reina Margot o Margarita de Valois, hija de Enrique II de Francia y Catalina de Médicis, hermana de los tres últimos monarcas de la Casa de Valois-Angulema: Francisco II, Carlos IX y Enrique III. Fue la primera consorte de Enrique IV cuando entonces era tan solo Rey de Navarra con el ordinal de Enrique III de Borbón, popularmente conocido como "el Bearnés".

(**)_Se llamaban "Ligueros" a los que formaban parte de La Santa Liga Católica capitaneada por los Duques de Guisa, enfrentada al bando Hugonote (protestantes) liderado por los Duques de Borbón y de Vendôme, y los Príncipes de Condé, durante las sucesivas Guerras de Religión que sacudieron Francia durante la 2ª mitad del siglo XVI.

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