jueves, 11 de agosto de 2011

ANA BOLENA o la tragedia de una reina -2-

LADY ANNE BOLEYN
aka
ANA BOLENA



La Tragedia de una Reina
2

En desgracia


En septiembre de 1533, Ana Bolena dio a luz una niña ‑la futura reina Elizabeth I de Inglaterra‑ que fue recibida por su padre con decepción. Ana tampoco le traía el ansiado varón y, como su pasión por ella se enfriaba, Enrique empezó a pensar cómo sustituirla. Además, la reina Ana, mal aceptaba por el pueblo inglés ‑era conocida como "la ramera del rey"‑ le restaba popularidad. Posiblemente fue en estos años cuando el rey contrajo supuestamente la sífilis, enfermedad por entonces casi desconocida, "recién traída de América", que marcó una pauta decisiva en su vida. Deformó su figura y su carácter se hizo más despiadado, excitado y duro.

Retrato de Lady Jane Seymour (c.1508-1537), futura 3ª esposa del rey Enrique VIII y única de las que tuvo un heredero varón: el futuro rey Eduardo VI. Suplantó a Ana Bolena en el corazón del monarca y, tras la ejecución de ésta, ocupó su lugar como nueva reina de Inglaterra aunque por breve tiempo.


A fines de 1535, Enrique VIII descubrió en la corte a una muchacha, Lady Jane Seymour, de 25 años, que había sido dama de honor de la reina Catalina. No obstante, ante la noticia de un próximo alumbramiento de Ana Bolena, el romance se suspendió. Todo quedó, sin embargo, en un aborto más. Si el fuego amoroso del rey por Ana ya se había apagado, políticamente, comenzaba a ser un problema tanto interior, por su impopularidad, como exterior: en enero de 1536, falleció la reina Catalina en su destierro de Kimbolton, circunstancia que redujo un tanto el antagonismo entre el Imperio e Inglaterra y, dado que el gremio de comerciantes de Londres deseaba mejorar sus relaciones con Flandes ‑posesión del Imperio español‑ se inició un acercamiento al emperador Carlos V que era estorbado por la camarilla de Ana Bolena, de tendencia luterana... Los días de Ana Bolena estaban contados.

17 de mayo de 1536, Tower Hill, Londres: Sir William Weston, Sir Richard Brereton, Sir Henry Norris, George Boleyn, Vizconde de Rochford y el músico de la corte Mark Smeaton son ejecutados públicamente tras ser juzgados y encontrados culpables de haber cometido adulterio con la reina Ana...


A principios de mayo de 1536, Mark Smeaton, un músico que con frecuencia había actuado ante los monarcas, fue acusado de ser el amante de la reina Ana. El desgraciado Smeaton, sometido a tortura, confesó su "presunto" delito y aquella confesión llevó a la muerte a Ana Bolena, a su primo Sir Harry Norris, a los caballeros Sir William Weston y Sir Richard Brereton y al hermano de Ana, Lord Rochford, este último fue denunciado por su propia esposa ‑amante de Cranmer‑ y murió decapitado por "incesto con su hermana Ana" el 12 de mayo. El delito se basaba en el hecho de haber estado, en una ocasión, más de una hora en el cuarto de su hermana la reina.

Sorprendentemente, el 17 de mayo, un tribunal presidido por Cranmer, que previamente se había entrevistado con Ana en la Torre de Londres, declaró que su matrimonio con Enrique VIII era nulo, aunque no dio explicación alguna. Teniendo en cuenta que había sido Cranmer quien había apoyado con mayor empeño el divorcio de Catalina, después había respaldado las relaciones entre la Bolena y el rey y hacía menos de tres años que les había casado, esa nulidad resulta incongruente. Cranmer, asediado por las lógicas preguntas, solamente respondió que en aquella última entrevista Ana Bolena le había comunicado algo que no podía hacerse público y era de "un indescriptible horror".

Incógnitas escabrosas



Muchos historiadores siguen haciéndose cábalas acerca de esa inexplicable nulidad de matrimonio. Era absurdo e ilógico condenar y ejecutar por adulterio a una mujer que, según esa sentencia, nunca había estado casada.

La historiadora Alison Plowden supone que el padre de Elizabeth ‑la futura gran reina de Inglaterra‑ podría haber sido Harry Norris y no Enrique VIII. Y otros, más osados, como Felix Grayeff, han llegado a sugerir que "la madre de Ana Bolena (Elizabeth Howard) había sido amante de un muy joven Enrique VIII y ella misma era fruto de aquella relación".

Y hay quien afirma, a pesar de las múltiples veces que Ana Bolena aseveró haber sido fiel al rey, que antes de ser decapitada se descubrió que estaba encinta y no, precisamente, de Enrique VIII. Quizá debido a esas incertidumbres se deba que sigamos ignorando la fecha exacta del nacimiento de Ana Bolena, que según diferentes fuentes oscila entre 1501 y 1507, y conozcamos tan deficientemente su infancia y adolescencia.


Retrato de Thomas Howard, 3er Duque de Norfolk (1473-1554).

Ana Bolena, tras un apresurado juicio, cuyo tribunal estaba presidido por su tío el duque de Norfolk, y en el que como miembro del jurado se encontraba su propio padre, fue sentenciada a muerte y decapitada el 19 de mayo de 1536. Según documentos de la época, Ana Bolena "no era la mujer más bella del mundo. De estatura mediana, piel morena, pechos reducidos, nariz pronunciada y ojos grandes, negros, bellos y expresivos. Adornaba con joyas su larga melena de pelo negro y sabía sacar el máximo partido de sus atractivos. Del extremo de uno de los dedos de su mano izquierda sobresalía la punta de un sexto dedo que ella siempre trataba de ocultar".

Según Alison Weir: "Ana Bolena recibió la muerte con tal dignidad y valor que hasta Cromwell quedó impresionado: fue ejecutada con espada en Tower Green a las 9,00 de la mañana del viernes 19 de mayo y fue enterrada por la tarde en la capilla de St. Peter ad Vincula, dentro de la Torre de Londres. Richmond y su amigo Surrey se encontraban entre la multitud que presenció la ejecución. Los gastos de la casa real de ese día son los más bajos de todo el año, lo que sugiere que el rey pasó el día encerrado. El domingo siguiente, día de la Ascensión, hizo el gesto de llevar luto blanco."

El Dictionary of National Biography no le hace ningún favor, pues dice que Ana Bolena "fue tan arrogante y despótica en sus días de prosperidad que al ser ejecutada nadie la compadeció". De hecho, a los diez días de su ejecución, Enrique VIII se casó con Lady Jane Seymour.

La teoría del embarazo



En la obra Henry VIII, Rey y Corte editado en el mes de junio de 2001, la historiadora británica Alison Weir sostiene que Ana Bolena fue víctima de una conspiración urdida por el consejero del Rey, Cromwell. Al saber que estaba embarazada de nuevo, Cromwell consideró que era un obstáculo para un acercamiento entre Enrique VIII y el emperador Carlos V tras la muerte de Catalina de Aragón. Cromwell consideraba que este acercamiento era necesario para Inglaterra. Además, la recuperación del favor del rey por parte de Ana Bolena representaba un peligro para su propia carrera y quizás para su cabeza, ya que había actuado de complice de Enrique VIII con Lady Jane Seymour durante un enfriamiento de las relaciones entre los esposos.

Thomas Cromwell fue quien más interesado estaba por sacar del medio a Ana Bolena, por eso fraguó su ejecución.

Que Ana Bolena estaba embarazada desde finales de febrero de 1534 lo prueba, según Weir, una carta enviada en abril por Enrique VIII a sus embajadores en Roma y París, en la que escribía "parece que Dios nos va a enviar un heredero varón".


Fue entonces cuando Cromwell, de acuerdo con esta tesis, decidió que Ana Bolena debía ser eliminada, y así se lo dijo el 6 de junio, cuando la reina ya había sido ejecutada, al embajador español Chapuys, según la documentación empleada por la investigadora procedente de los Calendarios del Estado Papal.

En mayo, el destino de Ana Bolena quedó enredado en la trama de Cromwell, que convenció al rey de que su mujer era una adúltera y estaba embarazada de otro. Así lo explica Weir:

"Está claro que la pérdida de favor de Ana fue súbita. El 30 de abril, mientras la reina contemplaba una pelea de perros en Greenwich Park, Cromwell puso ante el rey pruebas sorprendentes y aparentemente incontestables de que había seducido a Smeaton y a otros miembros de su Consejo Privado, incluido su propio hermano. Aún más, había tramado un regicidio con la intención de casarse con uno de sus amantes y gobernar como regente para el hijo que llevaba en su seno. Las pruebas eran lo suficientemente sólidas y convincentes como para arrojar dudas sobre la paternidad del bebé y para alejarla más del rey. Con devastadora claridad, Enrique VIII veía que durante mucho tiempo había estado criando una víbora en su seno: no sólo le había engañado y humillado, sino que ‑lo que era más grave‑ había puesto en peligro la sucesión y había cometido la peor clase de traición al tramar la muerte del rey."

La mayoría de los historiadores contemporáneos cree que Ana no era culpable de ninguna de las 22 acusaciones de adulterio que se presentaron en su contra; de once se puede demostrar que eran falsas. Es muy poco probable que hubiese conspirado para asesinar al rey, que era su principal protector y fuente de poder. Las circunstancias de su caída sugieren que le tendieron una trampa; en la víspera de su muerte, la propia Ana juró por el sagrado sacramento que era inocente. Sin embargo, su reputación, su naturaleza frívola, su disfrute de la compañía masculina y su indulgencia con el galanteo y los juegos del amor cortés hicieron que las acusaciones en su contra fueran verosímiles. No sólo el rey, sino mucha más gente de la corte y el mismo pueblo la creyó culpable.



Ana estaba condenada. En un funcionamiento normal de la justicia, su embarazo la habría salvado de la pena de muerte, o al menos la hubiera retrasado, pero no se podía permitir que viviera ese vástago, ya que el rey no se atrevería a tener una sucesión cuestionable. Tampoco se le podía ver como a un monarca que condenaba a muerte a un bebé inocente, que es quizás la razón por la que varios documentos del proceso de Ana se destruyeron. No se vuelve a hacer mención de su embarazo y es quizás significativo que no sufriera una revisión por parte de un grupo de matronas antes de su ejecución, como era lo habitual. La propia Ana nunca mencionó su estado mientras se encontraba en la Torre de Londres, pero tampoco habló de su hija Elizabeth. En ambos casos debió haberse dado cuenta de que hacerlo era inútil, ya que Enrique había endurecido su corazón contra ella.

Cromwell logró la mayor parte de sus pruebas interrogando a los miembros del entorno de Ana, en concreto a las damas de su Consejo Privado que, aseguró, estaban tan horrorizadas por sus crímenes que no podían ocultarlos. Lo que descubrió fue definido en el juicio como "lascivo y subido de tono" y sólo han sobrevivido fragmentos, pero son suficientes para comprender que todo el tejido de acusaciones contra Ana se construyó a base de insinuaciones e inferencias. Fue bastante, sin embargo, para convencer a un hombre tan extremadamente suspicaz como el rey.

De los acusados de adulterio con Ana Bolena, el de origen más modesto era el músico Mark Smeaton, de quien los testigos registraron una conversación con la reina, en la que sugería que estaba enamorado. Smeaton fue llevado a la Torre de Londres en la mañana del 1 de mayo. Allí, bajo tortura, confesó haber cometido adulterio con la reina en tres ocasiones, en la primavera de 1535.


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