jueves, 21 de mayo de 2015

CURIOSIDADES -181-

"Madame Lucifer"



Francisca María de Borbón, más conocida como Mademoiselle de Blois (1677-1749), hija legitimada del rey Luis XIV y de la Marquesa de Montespan, era grande, majestuosa, pese a un pequeño defecto de caderas. Tenía el cutis fresco, un busto perfecto, cabellos castaños, escasas cejas, dientes largos y mejillas caídas que llevaron a decir a Madame la Princesa Palatina, su suegra, la siguiente observación en el curso de la boda: "El rostro de mi nuera se parece como dos gotas de agua a un culo."

Sus mejillas llegaron incluso a inspirar una cancioncilla burlona escrita por su propia hermana, la Duquesa de Borbón:

"¡Bella princesa!
Dónde las otras tienen narices
¿Por qué vos ponéis las nalgas?
¡Bella princesa!"

Ingeniosa y un tanto cínica, la entonces futura Duquesa de Chartres declaró poco antes de su boda con Felipe II de Orléans: "¡Poco me importa que él me quiera mientras se case conmigo!"

Sujeta a frecuentes ataques de cólera o de mal humor que acababan muy a menudo en migrañas (verdaderas o fingidas), dotada de un orgullo desmesurado, justamente apodada por su marido "Madame Lucifer", no toleraba que le recordasen que era la hija de la Marquesa de Montespan: "Era nacida de Luis XIV y eso era todo, como Minerva de Júpiter" recordaba el Duque de Saint-Simon en sus memorias y añadiendo que "...era Infanta de Francia hasta sentada en su silla oradada".
De hecho, detestaba a su madre porque ésta, tan hermosa en su juventud, nunca le perdonó que naciera tan fea, y se valía de su partida de nacimiento en la que tan solo figuraba como padre el rey para relegarla a las tinieblas del olvido*.

Su ociosa vida no era otra que la de una permanente perezosa, por lo que la princesa vivía habitualmente encerrada en su alcoba tumbada en un canapé y rodeada por sus damas de honor que, sea dicho de paso, eran auténticos cardos borriqueros. Su suegra lo atestigua en una de sus numerosas cartas: "Se ha hecho fabricar un canapé sobre el cual permanece tumbada cuando juega al lansquenet (...) juega tumbada, come tumbada, casi toda su vida la pasa tumbada."

Felipe II de Orléans, que siempre observó un exquisito comportamiento hacia ella, le rendía visita a diario. Si desde su canapé tapizado de blanco y oro fruncía el cejo (lo que solía pasar con frecuencia), él se inclinaba y abandonada sus aposentos. Cuando el humor de "Madame Lucifer" mejoraba, el duque se quedaba a su lado y se permitía bromear sobre sus defectos, bromas a las que ella respondía alegremente con otras sobre él. Nunca se atormentó ni sintió celos por las innumerables infidelidades del Duque de Orléans que, por otro lado, le hizo nada menos que ocho hijos para cumplir con su deber de esposo.

(*)_Teniendo en cuenta que la Marquesa de Montespan era una mujer casada y que había tenido hijos adulterinos con Luis XIV, no podía figurar en ningún caso como la madre en las partidas de nacimiento de sus bastardos.

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