Una graciosa anécdota acontecida en 1726, tuvo lugar en el palacio de Versailles. El triste protagonista fue el Marqués de Prie, embajador de Francia en la corte de Turín pero de permiso especial para ocuparse de asuntos personales. El diplomático, muy cercano al rey Luis XV (fue su padrino) y pariente de la Duquesa de Ventadour, se había casado con la hija de un riquísimo financiero parisino, Jeanne Agnès Berthelot de Pléneuf, de 28 años más joven que él, hermosa a rabiar, que le ponía los cuernos con (¡nada menos!) el feísimo Duque de Borbón, primer ministro del momento y primo del monarca. Era de notoriedad pública.
Cierta tarde de ese año de 1726, el Marqués de Prie se encontraba, como tantos otros cortesanos, esperando pacientemente al rey en su cuarto. Aburrido, apoyó un codo sobre una mesa para descansar su cabeza, con tan mala suerte que, sin darse cuenta, se arrimó demasiado a un candelabro y prendió fuego a su peluca. Alertado por los otros, se arrancó la peluca, la tiró al suelo y la apagó como cualquiera hubiera hecho: a pisotadas. En ese instante, anunciaron la entrada del rey. El marqués volvió a ponerse rápidamente su peluca chamuscada y aún humeante, despidiendo un fuertísimo olor a quemado por toda la estancia. Luis XV, nada más entrar, percibió enseguida el fuertísimo olor. Sin saber lo ocurrido y sin malicia alguna, soltó:
-"¡Pues si que huele mal aquí!¡Diría incluso que apesta a cuerno quemado!"
Estallido de carcajadas, a las que se sumó el rey al ver la cabeza humeante del Marqués de Prie. Ante la general risotada, el pobre cornudo no pudo hacer otra cosa que escabullirse.
Anécdota de: Louis Aymar de Prie, Marqués de Prie y de Plasnes, Embajador de Francia en Turín (1670-1751) y de Luis XV, Rey de Francia y de Navarra (1710-1774).
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