EL BOUDOIR ERÓTICO DE LA ZARINA
Fue durante el cruento conflicto de la IIª Guerra Mundial cuando, en el fabuloso palacio imperial de verano de Tsarskoye Selo, el Palacio Catalina o Palacio Pushkin, a pocos kilómetros de San Petersburgo, los soldados del Soviet descubrieron asombrados una cámara secreta en los antiguos aposentos de la sexoadicta zarina Catalina II "La Grande" (1729-1796), completamente decorada y amueblada con temas francamente pornográficos: muebles, enseres, cuadros, tapices, paredes y gran diversidad de objetos que recreaban escenas sexuales explícitas y sexos tallados, esculpidos, cincelados y pintados. Maravillados por esa profusión de falos, mamas y vaginas, los soldados, en vez de arremeter contra esas imágenes, se dedicaron a inmortalizarlas haciendo una docena de fotografías para documentar su inesperado descubrimiento.
Por desgracia, durante esa guerra, parte de ese archivo fotográfico desapareció por culpa del fuego y, para colmo, en la década siguiente de 1950 y bajo el tiránico gobierno de Iosif Stalin, la habitación secreta de la emperatriz fue totalmente (en 1944) desmantelada, vaciada y su mobiliario destruído o apartado de las miradas. El personal del Museo del Ermitage fue testigo de esa desaparición, confirmando décadas después que, aunque eliminada de su antiguo emplazamiento, la habitación secreta existió realmente y apuntando que también hubo un "boudoir" decorado del mismo modo para el amante de la zarina, el Príncipe Platón Zubov, que también formó parte de la "quema" stalinista. Que la colección de arte erótico perteneciente a Catalina II fue debidamente catalogada en la década de 1930, y que el catálogo en cuestión también se perdió durante la guerra, y que dicha colección fue destruída en 1950. Solo queda, a modo de testimonio de su existencia, una exigua selección de fotografías que se salvaron milagrosamente de la destrucción.
Fotografía parcial de la fachada del Palacio Catalina-Pushkin, en Tsarskoye-Selo.
Aleksander Benua, que trabajó en el Ermitage, había enseñado a la entonces élite intelectual de San Petersburgo su "colección de curiosidades no oficialmente existente", consistente en reproducciones en cera de los falos del Príncipe Grigori Potemkin y de Vassily Rozanov, supuestamente "dañados" por el uso y abuso de dedos sudorosos. Por lo visto, muchas de las citas sexuales de la soberana con sus amantes se produjeron en los baños de la sauna que se encontraba en la planta baja del Palacio de Invierno.
Un ebanista francés, Dominique Roitel, recrea desde entonces reproducciones fidedignas de algunos muebles eróticos que pertenecieron a Catalina II.
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