El entonces Conde de Mirabeau, muy afeado por una viruela juvenil pero lleno de ingenio, habiendo sido encausado por un presunto rapto de seducción, asumió su propia defensa haciendo oficio de abogado ante el tribunal que le acusaba.
-"Señores, dijo al tribunal, me acusan de seducción; por toda respuesta y por toda defensa, pido que mi retrato sea remitido al escribano."
El comisario no entendió la petición de Mirabeau. A lo que el juez le espetó:
-"¡No seas tonto!¡Mira bien el rostro de este señor!"
Anécdota de: Honoré Gabriel de Riquetti, Conde y luego 4º Marqués de Mirabeau (1749-1791), político, periodista, escritor y revolucionario.
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