La reina Maria-Antonieta de Austria (1755-1793), que solía posar exclusivamente para su retratista favorita Élisabeth Vigée-Lebrun, aceptó conceder unas cuantas sesiones al pintor Adolf Ulrik Wertmüller, enviado por el rey Gustavo III de Suecia, para que éste ejecutara un retrato suyo junto a sus dos hijos en el curso del año 1784-1785. Al finalizar su trabajo, el pintor mostró orgulloso el resultado final de tan ardua labor a la soberana. Asombrada a la par que disgustada al descubrir la obra del artista, Maria-Antonieta soltó:
-"C'est moi ça?" (¿Soy yo eso?)
Y sin añadir nada más ni esperar respuesta alguna del pintor, pasó de largo.
Dado que el retrato no gustó a la reina, fue inmediatamente enviado a Estocolmo como regalo al rey Gustavo III, quien mandó colgarlo en palacio, y Wertmüller nunca volvió a pintar un retrato suyo.
Anécdota de: Maria-Antonieta de Austria-Lorena, Reina de Francia y de Navarra (1755-1793).
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