En la España de finales del siglo XVIII, la Familia Real de Carlos IV y Maria-Luisa no se caracterizaba precisamente por ser una balsa de aceite. El entonces presunto heredero, Don Fernando, Príncipe de Asturias -y futuro rey Fernando VII-, daba la nota discordante intrigando contra el favorito todopoderoso de sus padres, Manuel de Godoy, espoleado principalmente por su ex-preceptor, el rencoroso canónigo Escoiquiz. No era inusual, por tanto, que a menudo padres e hijo tuviesen palabritas más o menos gruesas entre ellos y nada gratas en escuchar, como en una ocasión en que el Príncipe de Asturias, tras descubrirse un complot urdido contra el valido y los reyes, se vio duramente reprendido por sus progenitores:
Furioso y fuera de sus casillas, Carlos IV le gritó:
-"¡Mal hijo!¡Descastado!"
A lo que Fernando respondió insultando:
-"¡Cornudo!¡Desvergonzado!"
Indignada y cegada por la cólera, su madre la reina Maria-Luisa sentenció sin pensar:
-"¡Bastardo!"
Socarronamente, Fernando le espetó a su madre esa lindeza:
-"¿Bastardo yo? Vamos, ramera, que de no tener la misma nariz del imbécil de mi padre, creería que, como mi hermano, fuese hijo de Godoy."
Anécdota de: Fernando VII, Rey de las Españas (1784-1833).
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