JEAN DAVID NAU alias FRANÇOIS L'OLONNAIS "el Cruel"
1630 - 1669
Todos los filibusteros sin excepción, que sean franceses, holandeses, ingleses o indios, se hallan unidos incondicionalmente por su odio a España y todo lo que sea español.
Los Españoles habían casi exterminado a los Indios, habían hecho prueba de tanta crueldad en Holanda, que ahora pretendían, con la bendición del Papa, ser los únicos e incontestables dueños de un continente entero inmensamente rico. Por estas razones, los filibusteros se sentían moralmente con el derecho de combatir a los Españoles para sustraerles el oro y la plata que despojaban para apropiarse de esas cuantiosas riquezas.
Algunos eran empujados por una motivación extremadamente fuerte como Daniel Monbars, llamado "el Exterminador", Bartolomeo "el Portugués" o Roque Brasileiro, apodado "la Roca".
Pero uno de esos capitanes filibusteros más conocido, aunque sea por las peores razones, fue el bucanero Jean David NAU, apodado "el Olonnais" (o Lolona, el Olonés). Llegado desde joven, había tenido que sufrir en carne propia los 3 años de esclavitud antes de verse admitido en la restringida sociedad de los bucaneros. Los años que pasa entonces en el bosque, con el peligro permanente de caer prisionero a manos de los lanceros españoles y de ser quemado vivo, hacen nacer en él un odio sin límite contra los españoles.
Cruel Pirata
Después de varios años de "cacería", el joven bucanero decide por fin surcar los mares como filibustero. Convertido en pirata, el Olonnais da sobradas pruebas de su coraje y valentía, además de su determinación, cuando en el momento en que el capitán cae mortalmente herido en combate, es elegido sucesor suyo. Pese a varias incursiones exitosas, acaba perdiendo su navío en medio de una tremenda tempestad. Sin embargo, su reputación como capitán-corsario le permite, con el apoyo del gobernador francés de la Isla de La Tortuga, de armar rapidamente una nueva embarcación.
Escapa de la Muerte
Tras varias incursiones coronadas por el éxito, su navío naufraga no lejos de Campeche (Península de Yucatán, Golfo de México). El Olonnais había adquirido tal reputación de crueldad para con los prisioneros españoles, que todos los navíos del Rey de España, todas las ciudades-colonias combatían contra él hasta el último hombre. Cuando los españoles acaban por encontrarle, no muestran piedad alguna para el equipaje del pirata; todos son ejecutados o asesinados sin contemplaciones. El Olonnais escapa a la muerte gracias a una astucia: se cubre de sangre y se esconde bajo los cadáveres de sus hombres. Tras la marcha de los españoles, consigue hacerse con un uniforme y consigue llegar hasta Campeche; allí convence a algunos esclavos con los que sustrae una canoa y regresa a la Isla Tortuga... a remo!
Y de nuevo nuestro protagonista consigue, con el apoyo incondicional del gobernador francés, armar un tercer navío. Mientras los españoles festejan su "victoria" sobre el temible pirata, al que creen muerto, el Olonnais ya está haciendose a la mar para capturar más galeones españoles ante el puerto de La Habana.
La Toma de Maracaibo
Es con Michel "el Vasco", otro gran jefe filibustero, que el Olonnais toma la cabeza de la primera gran expedición de filibusteros (1666), contra el continente suramericano. Los dos filibusteros reúnen para esta gran campaña 8 veleros y un cuerpo de desembarque de 650 hombres bajo sus órdenes. Sobre la ruta de Maracaibo, objetivo del ataque, toman buenos botines entre los cuales un gran velero español cargado de cacao y con un tesoro de 300.000 táleros de plata.
Maracaibo se encuentra situada al extremo del lago del mismo nombre, en Venezuela, comunicando con el mar a través de un estrecho canal, siendo éste defendido por una fortaleza. El Olonnais y el Vasco desembarcan sus tropas fuera del alcance de los cañones del fuerte y lo asaltan, haciéndose con él. Luego remontan el canal y atacan la ciudad, que contaba entonces con 4.000 almas, que se defenderá con todas sus fuerzas. Mientras están ocupados en el pillaje de la ciudad, reciben el aviso de que un destacamento español de refuerzo ha sido enviado para socorrer a los habitantes. El Olonnais toma el camino con un grupo de 380 hombres, para ir al encuentro del destacamento y consigue acabar con él no lejos de la pequeña ciudad de Gibraltar. En el bando español, se registran 500 hombres caídos en combate, mientras que entre los filibusteros tan solo censan 40 muertos y 30 heridos. El Olonnais pasará 6 semanas en la ciudad de Gibraltar, librándose al pillaje y al saqueo para abandonarla con un fabuloso botín a cuestas. Pero una epidemia se declara entre los piratas, queman la ciudad y regresan hacia Maracaibo, que saquean de nuevo. El botín se eleva a 260.000 monedas y a un montón de objetos de culto y joyas valoradas en 100.000 coronas.
La Incursión tierra adentro
Para la siguiente expedición, L'Olonnais intenta devastar y librar al pillaje un país entero: el Nicaragua español. Tras su éxito de Maracaibo, reúne 6 navíos y 700 filibusteros bajo sus órdenes. El primer objetivo de la campaña es el Cabo de Gracia de Dios, pero la flotilla se ve sorprendida por una tempestad y las corrientes marinas empujan los filibusteros hasta el Golfo de Honduras; deciden entonces "limpiar" las costas del golfo hondureño hasta que el tiempo les permita reanudar con su expedición. Sus víctimas son pequeñas aglomeraciones de pescadores de tortugas, generalmente indios nativos. Destrozando sus cabañas y hundiendo sus canoas, arrasan con la supervivencia de esos nativos. En consecuencia, el botín se revela pobre, aunque va en aumento el odio que despiertan entre los indios.
La primera presa, de cierta importancia, será un velero español armado de 30 cañones, en Puerto Caballo. El Olonnais decide entonces hacer una incursión tierra adentro. Obligan a sus prisioneros a hacerles de guías hacia la ciudad de San Pedro. El avance se revelará duro para los filibusteros, no solo por los obstáculos naturales sino también por las sucesivas escaramuzas contra los españoles, al corriente del proyecto del pirata. En el curso de esa marcha forzada, L'Olonnais hace prueba de una gran crueldad: "...Tenía por costumbre descuartizar y arrancar la lengua a las personas que, bajo tortura, no le proporcionaban información. Si hubiera podido, habría arrancado la lengua a todos los españoles. A menudo, ocurría que algunos de esos desgraciados prisioneros, bajo tortura, jurasen mostrarle el lugar dónde se escondían sus compatriotas con sus riquezas. Luego, si no conseguían llevarle al sitio prometido, morían de una muerte aún más cruel que los que expiraban torturados. (...) Un buen día, l'Olonnais abrió, de un sablazo, el pecho de un español y le arrancó el corazón aún palpitante..."
La caída de San Pedro
Tras una empecinada resistencia de los soldados españoles, San Pedro cayó a manos de los filibusteros cuando la mayoría de sus habitantes ya habían tomado el camino de huída, y tomando el tiempo de poner a salvo sus bienes. Sin gran botín, l'Olonnais incendia la ciudad y regresa a la costa, muy debilitado. A pesar de que la insatisfacción sea grande entre los filibusteros, después de una larga marcha sin éxito y costosa en vidas humanas, l'Olonnais consigue dominarlos con la promesa de un rico botín. Cuando el navío español tan esperado llega, tras tres meses, se percatan de que es un adversario difícil de abatir con sus 41 cañones y sus 130 hombres. Finalmente vencedores, los filibusteros se percatan de que no hay oro ni plata como se esperaba, sino un cargamento de papel y acero. Esta nueva decepción mina la cohesión de los piratas y empiezan las divisiones internas: una parte toma la decisión de regresar a la Isla Tortuga bajo el mando de un nuevo capitán, Vauquelin. Otro segmento, bajo las órdenes de Pierre "Le Picard" (el Picardo), prosigue con su sueño de conseguir ese botín, aunque sin éxito. El Olonnais permanece con 300 hombres en el golfo de Honduras, a la espera de nuevas presas que no se presentan... Parece ser que la suerte ha abandonado al capitán.
Punto final de una leyenda
L'Olonnais naufragará con sus hombres en un banco de arena. El equipaje se halla hambriento y, pese a todas las medidas (descarga de cañones y objetos de peso), el navío no consigue volver a flote. Durante 6 meses, L'Olonnais debe defenderse de los incesantes ataques de los Indios y, finalmente, con tan solo 150 hombres consigue mediante barcas planas construidas por ellos, llegar hasta la desembocadura del Río San Juan, que le abre el camino hacia el lago Nicaragua. Pero una vez allí, los Indios y los españoles le fuerzan a retroceder. Deberá continuar con ayuda de las velas, haciendo las costas del golfo de Darién. Bajado a tierra para encontrar víveres y agua potable, es hecho prisionero por los nativos. Sin duda se trataba de una tribu de caníbales, ya que según un testigo: "...lo despedazaron y descuartizaron, lo asaron y... se lo comieron."
1630 - 1669
Todos los filibusteros sin excepción, que sean franceses, holandeses, ingleses o indios, se hallan unidos incondicionalmente por su odio a España y todo lo que sea español.
Los Españoles habían casi exterminado a los Indios, habían hecho prueba de tanta crueldad en Holanda, que ahora pretendían, con la bendición del Papa, ser los únicos e incontestables dueños de un continente entero inmensamente rico. Por estas razones, los filibusteros se sentían moralmente con el derecho de combatir a los Españoles para sustraerles el oro y la plata que despojaban para apropiarse de esas cuantiosas riquezas.
Algunos eran empujados por una motivación extremadamente fuerte como Daniel Monbars, llamado "el Exterminador", Bartolomeo "el Portugués" o Roque Brasileiro, apodado "la Roca".
Pero uno de esos capitanes filibusteros más conocido, aunque sea por las peores razones, fue el bucanero Jean David NAU, apodado "el Olonnais" (o Lolona, el Olonés). Llegado desde joven, había tenido que sufrir en carne propia los 3 años de esclavitud antes de verse admitido en la restringida sociedad de los bucaneros. Los años que pasa entonces en el bosque, con el peligro permanente de caer prisionero a manos de los lanceros españoles y de ser quemado vivo, hacen nacer en él un odio sin límite contra los españoles.
Cruel Pirata
Después de varios años de "cacería", el joven bucanero decide por fin surcar los mares como filibustero. Convertido en pirata, el Olonnais da sobradas pruebas de su coraje y valentía, además de su determinación, cuando en el momento en que el capitán cae mortalmente herido en combate, es elegido sucesor suyo. Pese a varias incursiones exitosas, acaba perdiendo su navío en medio de una tremenda tempestad. Sin embargo, su reputación como capitán-corsario le permite, con el apoyo del gobernador francés de la Isla de La Tortuga, de armar rapidamente una nueva embarcación.
Escapa de la Muerte
Tras varias incursiones coronadas por el éxito, su navío naufraga no lejos de Campeche (Península de Yucatán, Golfo de México). El Olonnais había adquirido tal reputación de crueldad para con los prisioneros españoles, que todos los navíos del Rey de España, todas las ciudades-colonias combatían contra él hasta el último hombre. Cuando los españoles acaban por encontrarle, no muestran piedad alguna para el equipaje del pirata; todos son ejecutados o asesinados sin contemplaciones. El Olonnais escapa a la muerte gracias a una astucia: se cubre de sangre y se esconde bajo los cadáveres de sus hombres. Tras la marcha de los españoles, consigue hacerse con un uniforme y consigue llegar hasta Campeche; allí convence a algunos esclavos con los que sustrae una canoa y regresa a la Isla Tortuga... a remo!
Y de nuevo nuestro protagonista consigue, con el apoyo incondicional del gobernador francés, armar un tercer navío. Mientras los españoles festejan su "victoria" sobre el temible pirata, al que creen muerto, el Olonnais ya está haciendose a la mar para capturar más galeones españoles ante el puerto de La Habana.
La Toma de Maracaibo
Es con Michel "el Vasco", otro gran jefe filibustero, que el Olonnais toma la cabeza de la primera gran expedición de filibusteros (1666), contra el continente suramericano. Los dos filibusteros reúnen para esta gran campaña 8 veleros y un cuerpo de desembarque de 650 hombres bajo sus órdenes. Sobre la ruta de Maracaibo, objetivo del ataque, toman buenos botines entre los cuales un gran velero español cargado de cacao y con un tesoro de 300.000 táleros de plata.
Maracaibo se encuentra situada al extremo del lago del mismo nombre, en Venezuela, comunicando con el mar a través de un estrecho canal, siendo éste defendido por una fortaleza. El Olonnais y el Vasco desembarcan sus tropas fuera del alcance de los cañones del fuerte y lo asaltan, haciéndose con él. Luego remontan el canal y atacan la ciudad, que contaba entonces con 4.000 almas, que se defenderá con todas sus fuerzas. Mientras están ocupados en el pillaje de la ciudad, reciben el aviso de que un destacamento español de refuerzo ha sido enviado para socorrer a los habitantes. El Olonnais toma el camino con un grupo de 380 hombres, para ir al encuentro del destacamento y consigue acabar con él no lejos de la pequeña ciudad de Gibraltar. En el bando español, se registran 500 hombres caídos en combate, mientras que entre los filibusteros tan solo censan 40 muertos y 30 heridos. El Olonnais pasará 6 semanas en la ciudad de Gibraltar, librándose al pillaje y al saqueo para abandonarla con un fabuloso botín a cuestas. Pero una epidemia se declara entre los piratas, queman la ciudad y regresan hacia Maracaibo, que saquean de nuevo. El botín se eleva a 260.000 monedas y a un montón de objetos de culto y joyas valoradas en 100.000 coronas.
La Incursión tierra adentro
Para la siguiente expedición, L'Olonnais intenta devastar y librar al pillaje un país entero: el Nicaragua español. Tras su éxito de Maracaibo, reúne 6 navíos y 700 filibusteros bajo sus órdenes. El primer objetivo de la campaña es el Cabo de Gracia de Dios, pero la flotilla se ve sorprendida por una tempestad y las corrientes marinas empujan los filibusteros hasta el Golfo de Honduras; deciden entonces "limpiar" las costas del golfo hondureño hasta que el tiempo les permita reanudar con su expedición. Sus víctimas son pequeñas aglomeraciones de pescadores de tortugas, generalmente indios nativos. Destrozando sus cabañas y hundiendo sus canoas, arrasan con la supervivencia de esos nativos. En consecuencia, el botín se revela pobre, aunque va en aumento el odio que despiertan entre los indios.
La primera presa, de cierta importancia, será un velero español armado de 30 cañones, en Puerto Caballo. El Olonnais decide entonces hacer una incursión tierra adentro. Obligan a sus prisioneros a hacerles de guías hacia la ciudad de San Pedro. El avance se revelará duro para los filibusteros, no solo por los obstáculos naturales sino también por las sucesivas escaramuzas contra los españoles, al corriente del proyecto del pirata. En el curso de esa marcha forzada, L'Olonnais hace prueba de una gran crueldad: "...Tenía por costumbre descuartizar y arrancar la lengua a las personas que, bajo tortura, no le proporcionaban información. Si hubiera podido, habría arrancado la lengua a todos los españoles. A menudo, ocurría que algunos de esos desgraciados prisioneros, bajo tortura, jurasen mostrarle el lugar dónde se escondían sus compatriotas con sus riquezas. Luego, si no conseguían llevarle al sitio prometido, morían de una muerte aún más cruel que los que expiraban torturados. (...) Un buen día, l'Olonnais abrió, de un sablazo, el pecho de un español y le arrancó el corazón aún palpitante..."
La caída de San Pedro
Tras una empecinada resistencia de los soldados españoles, San Pedro cayó a manos de los filibusteros cuando la mayoría de sus habitantes ya habían tomado el camino de huída, y tomando el tiempo de poner a salvo sus bienes. Sin gran botín, l'Olonnais incendia la ciudad y regresa a la costa, muy debilitado. A pesar de que la insatisfacción sea grande entre los filibusteros, después de una larga marcha sin éxito y costosa en vidas humanas, l'Olonnais consigue dominarlos con la promesa de un rico botín. Cuando el navío español tan esperado llega, tras tres meses, se percatan de que es un adversario difícil de abatir con sus 41 cañones y sus 130 hombres. Finalmente vencedores, los filibusteros se percatan de que no hay oro ni plata como se esperaba, sino un cargamento de papel y acero. Esta nueva decepción mina la cohesión de los piratas y empiezan las divisiones internas: una parte toma la decisión de regresar a la Isla Tortuga bajo el mando de un nuevo capitán, Vauquelin. Otro segmento, bajo las órdenes de Pierre "Le Picard" (el Picardo), prosigue con su sueño de conseguir ese botín, aunque sin éxito. El Olonnais permanece con 300 hombres en el golfo de Honduras, a la espera de nuevas presas que no se presentan... Parece ser que la suerte ha abandonado al capitán.
Punto final de una leyenda
L'Olonnais naufragará con sus hombres en un banco de arena. El equipaje se halla hambriento y, pese a todas las medidas (descarga de cañones y objetos de peso), el navío no consigue volver a flote. Durante 6 meses, L'Olonnais debe defenderse de los incesantes ataques de los Indios y, finalmente, con tan solo 150 hombres consigue mediante barcas planas construidas por ellos, llegar hasta la desembocadura del Río San Juan, que le abre el camino hacia el lago Nicaragua. Pero una vez allí, los Indios y los españoles le fuerzan a retroceder. Deberá continuar con ayuda de las velas, haciendo las costas del golfo de Darién. Bajado a tierra para encontrar víveres y agua potable, es hecho prisionero por los nativos. Sin duda se trataba de una tribu de caníbales, ya que según un testigo: "...lo despedazaron y descuartizaron, lo asaron y... se lo comieron."
gracias amigo/a me sirvió mucho para leer la novela "el corsario negro" lo recommiendo
ResponderEliminargracias amigo/a me sirvió mucho para leer la novela "el corsario negro" lo recommiendo
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