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miércoles, 30 de enero de 2013

ELEONOR DE URGELL -II-

ELEONOR DE URGELL
la desdichada princesa
.II.

 

Muerte de la tía Isabel

Un año justo después de la muerte del conde Jaime de Urgell, murió también su hermana Sor Isabel en el monasterio de Sixena. Isabel de Urgell tuvo que ser una mujer con una excelente formación, dado que se sabe que tuvo a su cuidado a otras monjas a las que enseñó y educó, tal y como consta en su testamento y a las que cedió sus aposentos conventuales. Sus restos fueron depositados en un arca de madera policromada a su imagen y semejanza, vestida con el hábito de religiosa sanjuanista y con las manos cruzadas sobre su pecho. En la misma caja se conserva otro retrato más pequeño de ella, representada sentada leyendo un libro y con un monóculo, actitud poco habitual en un retrato femenino de aquella época. La caja funeraria fue colocada en la encrucijada izquierda de la iglesia, en un lugar elevado, y actualmente se conserva en el Museo Diocesiano de Lérida. Nótese que, pese al incomprensible olvido al que se vió condenada por la Historia, tras su fallecimiento el convento entró en decadencia y, a partir de entonces, ninguna joven procedente de la nobleza como ella entró a profesar en el cenobio.

Nuevos Proyectos de boda para Eleonor y Juana de Urgell

En la primavera de 1435, Eleonor y Juana residían aún en la corte de Barcelona. La vida en la corte no debió de ser muy agradable si tenemos en cuenta que la reina María sufría, desde joven, graves problemas de salud y la falta de dinero era constante.

 
Retrato de perfil del rey Alfonso V "el Magnánimo" de Aragón.


En el mes de agosto, Juana, de 21 años de edad, se casaba con el avejentado Conde de Foix, dos veces viudo y que falleció a los 9 meses de su 3er matrimonio. El heredero del condado de Foix, en cambio, se había casado con Eleonor de Aragón, sobrina del rey Alfonso V "el Magnánimo". Al quedarse viuda Juana, el rey ordenó que volviese inmediatamente, bajo amenaza de perder sus bienes, y que no se concertase ningún otro matrimonio sin su consentimiento, para no caer en el mismo error que con su hermana mayor. El monarca se estaba arrepintiendo de haber concedido la mano de Isabel de Urgell al infante don Pedro de Portugal, duque de Coimbra, pero en cambio veía con buenos ojos que Juana se casase con el rey de Chipre. Ese arrepentimiento del rey por el matrimonio portugués, bien pudiera ser que algo tuviera que ver con los infructuosos intentos del duque de Coimbra de liberar al conde Jaime de Urgell. La oposición de la corte portuguesa a los Trastámara se intensificó tres años más tarde, a raíz de la muerte del soberano luso y con el inicio de la regencia del duque de Coimbra.

Juana de Urgell era una dama ya famosa por su gran belleza. Su hermosura fue celebrada por varios poetas contemporáneos en sus obras, incluso por el célebre consejero del rey Alfonso, Íñigo López de Mendoza, futuro marqués de Santillana.

En el mes de octubre de 1436, el rey, desde Nápoles, concertó el matrimonio de Eleonor de Urgell con el Conde de Nola, Raimondo Orsini. Aquel ilustre aristócrata italiano había pasado al bando del rey Alfonso, conservando su cargo que tenía en la administración angevina y con la promesa de obtener importantes donaciones ligadas a su matrimonio con Eleonor. Orsini, en un principio, pidió la mano de Juana, condesa viuda de Foix, pero el rey prefirió darle a Eleonor. En el mes de diciembre de aquel mismo año, el monarca envió a Antonio Mastrillo, miembro de una importante familia de caballeros de Nola, en calidad de procurador del conde Raimondo, para desposar a Eleonor.

Por su parte, Eleonor rehusó de plano ese matrimonio concertado con el Conde de Nola, ya que no era su deseo alejarse tanto de su patria. Más adelante, en el mes de mayo de 1437, el rey envió nuevas órdenes para que se llevasen a la joven, incluso por la fuerza, para casarse en Nápoles. En esa ocasión, Eleonor tuvo que comparecer ante la reina, el arzobispo de Zaragoza y los embajadores del rey, estando acompañada por su tía Cecilia y, sin dejarse intimidar por los presentes, se mantuvo en sus trece de rechazar esa boda que no deseaba. Se negaba tajantemente en alejarse de Cataluña y tampoco le hacía gracia recibir en dote el ducado de Amalfi. En su postura abiertamente rebelde, le siguió su hermana Juana, condesa viuda de Foix, desafiando las ordenes del rey que le invitaban a abandonar el condado para volver a Barcelona. En consecuencia, se secuestraron los pocos bienes que tenía en Cataluña.

Con tal de evitar que la obligasen a casarse por la fuerza, Eleonor apeló a todos los que eran susceptibles ayudarla, y especialmente a su hermana Isabel, duquesa de Coimbra. Inmediatamente, su cuñado Pedro de Portugal escribió a los reyes de Aragón para defender a la desventurada Eleonor. Incluso el rey Eduardo de Portugal, hermano de Pedro, y el rey Juan II de Castilla, intercedieron en su favor ante Alfonso V de Aragón. María contestó con evasivas a Pedro de Portugal, descargandose de cualquier responsabilidad en el asunto, y afirmando de paso que era voluntad de su marido el rey que Eleonor se casase. Éste, desde Capua, despachó correos para contestar a los reyes de Portugal y de Castilla, así como al duque de Coimbra, poniendo por las nubes al conde de Nola (el novio italiano), y considerando que los motivos para que Eleonor se negase, no tenían fundamentos.

Durante aquel verano, la reina María resolvió apartar a Eleonor de la compañía de su tía Cecilia, obligándole a residir con ella para intentar que entrase en razón. Según el propio testimonio de la soberana, cuanto más insistía en el asunto de la boda, más reacia se mostraba Eleonor, amenazando con lanzarse al mar si la embarcaban por la fuerza.



En consecuencia, el viaje a Italia se fue retrasando gracias a la negativa de Eleonor y por problemas de seguridad. Finalmente, el 28 de mayo de 1438, Eleonor fue embarcada camino de Nápoles, aprovechando una embajada de prohombres valencianos que iban a visitar al rey Alfonso V. Viajaban en una galera mandada por Requesens y también les acompañaban Joan de Prades, que más adelante se casaría con la hermana de Eleonor, Juana de Urgell.

La reina se encargó de reclamar el dinero para financiar el viaje de Eleonor, adjuntando también una carta dirigida al Conde de Nola, recomendándole afectuosamente a la joven novia. Tomaron rumbo a Mallorca y, de allí, se dirigieron a Sicilia, considerando este recorrido como el más seguro, desembarcando en el puerto de Gaeta. Se daba por sentado que, en un mes, llegara la novia a buen puerto.

Llegada a Nápoles
Gaeta se había erigido como capital alternativa del gobierno de Alfonso V, ya que los angevinos aún conservaban el control sobre la ciudad de Nápoles. Durante aquel verano, el rey no se preocupó del matrimonio de Eleonor, demasiado atareado con la guerra que estaba librando contra el duque de Anjou. A finales de septiembre, Eleonor y dos embajadores de Barcelona, llegados un mes antes embarcaron en Gaeta rumbo al golfo de Nápoles. Los embajadores catalanes enviaron una carta a los consejeros de la Ciudad Condal, donde describieron minuciosamente los hechos de aquellos días. Así se quedaron durante una semana en Castelmare di Stabia y después, con embarcaciones menores, se trasladaron al Castello del' Uovo, más cercano a Nápoles, que el rey Alfonso V había asediado. Aquella ciudad, situada a los pies del Vesubio, era la capital de una zona muy fértil y fácil de labrar, con un clima muy benigno.



Eleonor y los embajadores se alojaron, aquella noche del 4 de octubre de 1438, en el Castello del' Uovo, situado sobre un promontorio volcánico de la bahía napolitana, y que había sido residencia de la reina Juana de Anjou antes de que se terminasen las obras de acondicionamiento del castillo nuevo. Al día siguiente, en domingo, los embajadores de Barcelona acudieron a visitar al rey en el campamento real. El monarca, después de tomar su almuerzo, se desplazó hasta el Castello del'Uovo para hablar con Eleonor de Urgell y, después, saliendo de la cámara, hizo llamar a los embajadores para hablar con ellos.

En un principio, se tenía que celebrar los esponsales de Eleonor con el Conde de Nola pero, a raíz de la muerte del Infante Pedro el 17 de octubre de 1438, fulminado mientras atacaba con bombardas la ciudad, la boda se retrasó hasta primeros del mes siguiente.

El día 15 de noviembre, desde Capua, el rey concedió en dote a Eleonor el ducado de Amalfi. El año de 1439, el rey también nombró Raimondo Orsini príncipe de Salerno, convirtiéndolo así en uno de los principales barones del reino.

El hijo de Leonor
En el mes de junio de 1442, el rey Alfonso conquistaba nuevamente la ciudad de Nápoles. Leonor, ya Duquesa de Amalfi, Condesa de Nola y Princesa de Salerno, habría parido un hijo varón tal y como se desprende de una carta que le envió la reina María interesándose por el niño. También pedía a un funcionario real que visitase a la duquesa de su parte y le llevase noticias suyas. En el mes de mayo del año siguiente, la reina volvería a escribir a Leonor pidiendole que le contestase y le mantuviese al corriente de cómo se encontraban ella y el niño. Parece ser que, de todos modos, el niño en cuestión falleció siendo muy joven (1448), ya que no consta en ningún documento; por lo visto, el matrimonio Orsini no tuvo ningún hijo que les sobreviviese...

El hijo mencionado de Leonor habría sido, según la leyenda negra de los Trastámara, envenenado por un tal cura Corella, ayo del rey Fernando, poco tiempo después de la muerte del rey Alfonso; parece ser que los napolitanos no deseaban al rey Fernando por su bastardía, prefiriéndole el hijo de los Salerno que era descendiente de la Casa de Aragón, y el bastardo, por celos y temor a verse apartado del trono por los grandes de Nápoles, mandó eliminarlo.

Nola
Nola era una antigua ciudad de origen etrusco que floreció en tiempos de la antigua Roma y durante los primeros siglos del Cristianismo. La ciudad sería destruida por los Vándalos y reconstruída durante la época medieval conservando aún algunos vestigios del esplendor de la antigua ciudad romana (el anfiteatro y el templo de Augusto). Según Ambrogio Leone, escritor nolense nacido a mediados del siglo XV, la ciudad tenía unos 4.000 habitantes y casi la mitad de la superficie interior era un espacio libre con muchas zonas verdes. Una doble muralla rodeaba su perímetro, con una puerta de entrada a cada punto cardenal con una fortaleza en su puerta principal, de la que se salía camino de Nápoles.



Desde finales del siglo XIII, los Orsini eran condes de Nola y se habían ido sucediendo con más o menos dificultades durante las distintas dominaciones del reino de Nápoles. El conde Raimondo recuperó el condado de mano del gran senescal y favorito de la reina, al casarse con la hermana de éste: Isabella Caracciolo. La reina Juana II le nombró entonces Maestre Justiciero, título que conservaría bajo la dominación aragonesa.

La buena relación del conde de Nola con el rey Alfonso, parece que continuó puesto que figuró en un lugar preferente dentro del séquito del rey cuando éste hizo su triunfal entrada en Nápoles (febrero de 1443). El conde de Nola encabezaba el séquito de los nobles napolitanos después de su primo, el Príncipe de Tarento, y al lado del hijo bastardo del rey, Don Fernando, duque de Calabria. Este acontecimiento quedaría inmortalizado en el arco de triunfo mandado construir por el rey, en el castillo nuevo de aquella ciudad. Un año después, Raimondo Orsini también figuraba en la comitiva que acompañó hasta Ferrara a la hija bastarda del rey, prometida en matrimonio.

El conde de Nola disponía de palacio propio en Nápoles, y desde el cual desempeñaba su cargo de Maestre Justiciero, cargo que a la larga acabaría siendo más honorífico que real.

En aquellos años, Raimondo Orsini y su esposa Leonor de Urgell fundaron el convento de Sant'Angelo in Palco, y siguieron con la construcción del convento de San Francesco, de la catedral y del Palacio Orsini, que a día de hoy siguen siendo los edificios más notables de la ciudad condal de Nola. Las calles habían sido pavimentadas y las murallas reforzadas. El propio Raimondo ofreció un cirio pascual hermosamente esculpido a la iglesia de San Francesco y que actualmente se puede aún admirar en la catedral de Nola.

La ciudad de Nola también había sido residencia ocasional de la Familia Real. La magnificencia de la corte napolitana en los últimos años del rey Alfonso "el Magnánimo" se puso de manifiesto con la visita del emperador Federico II en la primavera del 1452. La comitiva real se desplazó hasta Nola, alojándose unos días en la ciudad, con tal de disfrutar de la cacería con halcones y visitar los magníficos picaderos de yeguas que tenía el rey en una zona próxima.

Aquella década de los años cincuenta se había inaugurado con el flagelo de la peste y aún vería otro desastre como el terremoto de 1456, que ocasionó muchas muertes y desgracias en todo el reino napolitano. Aquella zona próxima al Vesubio siempre había estado sometida a un gran peligro de actividad sísmica y volcánica.

En el mes de junio de 1458, moría el rey Alfonso "el Magnánimo". Mientras agonizaba, su hijo bastardo Fernando y su esposa e hijos eran alojados en Nola para escapar de la peste que azotaba la ciudad de Nápoles. El papa Calixto III había negado la investidura real a Fernando por su orígen bastardo. Sin embargo, el papa Borgia moriría poco tiempo después y su sucesor, Pío II, si le reconoció; de este modo, Fernando fue coronado rey y soberano de Nápoles en febrero de 1459, de manos del legado pontificio.

El mismo año de 1459, también falleció sin hijos legítimos el Conde de Nola. Las posesiones del difunto fueron entonces repartidas entre sus tres hijos bastardos: Felice, el mayor, recibió el condado de Nola y el principado de Salerno; Daniello, el mediano, recibió el condado de Sarno; y Giordano, el condado de Atripalda.

Tragedias en la Casa de Urgell


 

El año de 1444, Juana, hija menor del Conde de Urgell, matrimoniaba con Juan, conde de Prades y primogénito del conde de Cardona. El año siguiente, les nacía el primer hijo llamado Juan, heredero del condado. Otro hijo llamado Jaime nacería, luego una niña llamada Catalina, pero la condesa Juana moriría poco después dejando huérfanos a sus tres hijos menores de edad.

En Cataluña seguía residiendo la última hermana del Conde de Urgell, Cecília, que el 11 de febrero de 1446 compró la torre de Bellesguard al comendador de Miravet. Aquella torre había sido el último palacio donde residió el rey Martín I "el Humano". Dos años más tarde, por mediación de su sobrino el conde de Prades, llegó a un acuerdo con el rey sobre los derechos que tenía sobre la herencia de sus padres y de su finado hermano Juan, que falleció sin testar. Cecilia de Urgell cedía al rey un tercio de los bienes heredados. Al mismo tiempo, renunció a los derechos que tenía sobre Balaguer, que ya poseía Juana de Navarra, por donación de su hermano el rey Alfonso, y sobre algunos otros lugares del antiguo condado cedidos o vendidos por el rey Fernando.

Aquellos años también fueron transcendentales en la vida de la otra hermana, Isabel, ya que su esposo pasó a ejercer la regencia de Portugal durante la minoría de edad del hijo de su difunto hermano. Desgraciadamente, la vida de Isabel se torció al subir al trono su sobrino, aún estando casado con su hija también llamada Isabel. El enfrentamiento del joven rey Alfonso y de su tío el duque de Coïmbra, culminaría con la muerte de este último en el campo de batalla de Alfarrobeira, en 1449, y con la confiscación de sus bienes y el exilio de su esposa e hijos. Isabel y sus hijos serían acogidos en la corte de Borgoña, siendo duquesa de Borgoña la hermana del difunto duque de Coïmbra. Las relaciones familiares entre el nuevo duque de Coïmbra con el rey de Portugal no se restablecieron hasta un año más tarde, gracias a la mediación de la reina Isabel, su hermana. Sin embargo, ésta fallecería en el postparto en 1455, tras dar a luz al heredero del trono luso.

En aquellos años, la duquesa viuda Isabel volvería a Portugal, así como su primogénito el condestable Pedro, que había vivido siete años desterrado en Castilla. El mismo año de 1456, el papa Calixto III -de la familia valenciana de los Borja, italianizada en Borgia- nombraría a Jaime, otro hijo de los Coïmbra, cardenal de San Eustaquio en Florencia. La nominación produjo gran desagrado al rey Alfonso "el Magnánimo", puesto que estaba enemistado con la familia real portuguesa desde los tiempos de la regencia del Infante Pedro, cuando su hermana, reina de Portugal, fue expulsada y falleció en extrañas circunstancias en tierra castellana. Las relaciones entre el papa y el rey Alfonso no hicieron más que empeorar, sobretodo cuando el pontífice se negó a reconocer derechos dinásticos a su bastardo Fernando, y a conceder la nulidad matrimonial con la reina María, ya que el monarca pretendía contraer matrimonio con su amante Lucrezzia d'Alagno. Hay quien ve en la actitud del pontífice romano un reconocimiento a la memoria del malogrado conde de Urgell. Fueron muy significativas las palabras de alegría del papa Calixto III, cuando le comunicaron la muerte del Magnánimo: "Ya se ha roto el yugo, ya somos libres!".

Desgraciadamente, el joven cardenal Jaime de Portugal moriría tres años después de su nombramiento, a la edad de 25 años. Su hermano Juan, casado con Carlota, reina de Chipre, había muerto dos años antes, al parecer envenenado. La otra hermana, Brites, esposa de Adolfo de Ravenstein, conde de Clèves, también murió supuestamente asesinada. Por tanto, aquellos años cincuenta debieron ser fuente de grandes tristezas para Eleonor de Urgell, que tuvo que asistir al trágico final del esposo y de los hijos de su hermana Isabel, la muerte de su otra hermana Juana y, finalmente, la desaparición de su esposo Raimondo Orsini...

Muerte y Testamento de Cecilia de Aragón y de Cabrera
El sábado 31 de diciembre de 1458, Cecilia de Urgell, tía de la duquesa Eleonor, residente en la torre de Bellesguard, de la parroquia de Sarrià, hizo testamento ante el notario de Barcelona Francesc Matella. Elegía como albaceas a Juan Folch de Cardona, conde de Prades; Sancha Ximenis de Foix y de Cabrera; Aldonza de Cardona, viuda de Galcerán Ademar de Santapau; y el reverendo guardián del convento de los frailes de Sant Francesc de Barcelona. Juan de Prades era el heredero del condado de Cardona y había casado en primeras nupcias con la sobrina de Cecilia de Urgell, Juana de Urgell, y posteriormente con una hija de los Cabrera. La otra albacea, Sancha Ximenis de Foix y de Cabrera, era hija del difunto vizconde y de su primera esposa y, por tanto, hijastra de Cecilia. Se había casado con Arcimboldo de Foix, hermano del también difunto conde Juan de Foix, primer esposo de Juana. Asi vemos que las familias condales de Foix, de Cardona y de Urgell tenían establecidos en aquella época diversos vínculos matrimoniales entre ellas y con la casa vizcondal de Cabrera.

En su testamento, Cecilia elegía sepultura en la iglesia del convento de los frailes franciscanos de la Ciudad Condal, en las escaleras que subían desde el coro hasta el altar mayor. En la misma iglesia tenían sepultura su cuñada, la Infanta Isabel, y la madre de ésta, la reina Sibila. Dejaba la torre de Bellesguard y una casa que tenía en la calle de Cucurella al entonces vizconde de Cabrera y conde Mòdica. A su sobrina Eleonor de Urgell, a la que nombraba con el título de Princesa de Salerno, le dejaba la mitad de lo que podía corresponderle en la herencia de sus padres y, en su defecto, a sus hijos y descendientes. De la otra mitad hacía heredera otra sobrina, Isabel, duquesa de Coïmbra y sus hijos y descendientes. Y en sustitución a éstos, una y otra mitad las dejaba a Juan de Cardona, hijo del conde de Prades y de la difunta Juana, o a sus hijos.

El 24 de octubre de 1460, al ser ya difunta Cecilia, el notario hizo público el testamento de la finada.

Un año antes, Eleonor de Urgell enviuda de Raimondo Orsini, conde de Nola, de Sarno, duque de Amalfi y principe de Salerno, que fallece en su castillo de Nola y recibe cristiana sepultura en la iglesia del convento de Sant'Angelo in Palco. La tumba, con su estátua yaciente del conde de Nola, esculpida en bajo relieve sobre la losa sepulcral, y flanqueada por una cornisa con inscripciones latinas, llevaron a ciertos historiadores a pensar que Eleonor de Urgell había precedido a su marido en la muerte, puesto que su nombre también está incluído en ellas. Sin embargo, documentos posteriores dan fe del gobierno de la condesa de Nola en su ducado de Amalfi.

Eleonor, Duquesa de Amalfi
Amalfi había sido una de las antiguas repúblicas marítimas de Italia, una potencia autónoma y activa que controló durante tres siglos los mercados del Mediterráneo, y mantuvo intensos intercambios con Oriente. Las poblaciones estaban situadas en la costa de la península de Sorrento, levantadas en una empinada pendiente encarada al golfo de Salerno. La zona gozaba de una situación protegida de los vientos fríos del Norte, que le daba un clima suave muy apreciado. La costa amalfitana era un lugar con magníficos paisajes y sus hermosas ciudades como Amalfi, Ravello o Positano, siguen a día de hoy teniendo gran fama.

El documento de donación, como dote, del ducado de Amalfi al matrimonio formado por Eleonor de Urgell y Raimondo Orsini, que el rey Alfonso hizo el 15 de noviembre de 1438 desde Cápua, fue íntegramente publicado por Matteo Camera. Esta acta se encontraba entre los protocolos notariales del notario Francesco Campulo d'Amalfi, donde también se conservan otros documentos referentes a Eleonor.

Una vez recibido el ducado por los condes de Nola, éstos mandaron inmediatamente un representante suyo para que tomara posesión del ducado e instalaron un comandamiento civil y militar renovable cada año. Éste, al tomar posesión, juraba actuar con estrecha observación a los privilegios de la ciudadanía local. El historiador Camera consideraba humana y benigna la actuación de los duques sobre la población y, en cambio, como bárbara y rígida la actuación de los representantes del gobierno napolitano durante este período.

Los duques de Amalfi habían ordenado, en agosto de 1453, la fundación del castillo de Santa Maria La Nova y de la torre de Chiunzo a Tramonti. Frecuentemente, los Orsini habían supervisado los asuntos ducales desde Nola o desde su corte de Salerno. Pero en 1454, durante el mes de julio, los amalfitanos realizaron grandes preparativos para recibir a la duquesa Eleonor que, por vez primera, visitaba Amalfi.

 
Tumba con el bajo relieve representando a Raimondo Orsini, Conde de Nola, Príncipe de Salerno y Duque de Amalfi, en Sant'Angelo in Palco.


Poco después de la muerte de su marido, Eleonor se retiraba en su ducado, tal y como parecen señalar los documentos oficiales amalfitanos, ejerciendo el gobierno. A finales de noviembre de 1459, Leonor hacía las pertinentes gestiones para terminar la construcción del castillo y de la torre, tal y como habían solicitado sus habitantes en Tramonti.

Rebelión
Tal y como manifiesta Matteo Camera, Eleonor se había convertido en una enemiga oculta del rey Fernando, al cual oficialmente manifestaba devoción y fidelidad, pero secretamente favorecía al partido del duque de Anjou, enemigo del aragonés. El monarca sospechando de la mala fe de Eleonor, la amenazó con privarla de su principado de Salerno y de su ducado de Amalfi. La princesa intentó defenderse y manifestó al rey su fidelidad en una carta humilde y halagadora fechada a 17 de enero de 1460. En aquella misiva, le aseguró que le avisaría en el caso de que los enemigos o rebeldes se encontrasen en su ducado, y le recordó su acción en la que hizo apresar una galera francesa cargada de azúcar y especias, que imprudentemente se había aproximado a la playa de Amalfi.

 
Busto del rey Fernando I de Nápoles (1424-1494).


Por otro lado, Eleonor no quería malmeterse con los hijos bastardos de su difunto esposo, ordenando a sus vasallos que no pusieran obstáculo alguno ni ocasionaran molestias al conde de Sarno. El 20 de febrero del mismo año, Eleonor daba su consentimiento para las obras de fortificación de Maiori, con tal de defender mejor la ciudad.

Desde el momento en que el rey empezó a confiscar los bienes de los partidarios del duque de Anjou en el ducado amalfitano, las universidades y representación de los respectivos procuradores, se reunieron durante el mes de marzo y, con la aprobación de Eleonor, establecieron un capítulo para la seguridad común.

Pese a la carta de protesta enviada al rey, la duquesa, en el momento en que el duque de Anjou pone un pie en el ducado, tomó su partido. Amalfi y otras ciudades del ducado se rebelaron contra la autoridad del aragonés. Aquella primavera, Juan de Anjou y el Príncipe de Tarento ocuparon el condado de Nola.

El 7 de julio de 1460, la batalla de Sarno supuso la derrota de los aragoneses y parecía segura la rendición de Nápoles. Pero Fernando no tardó en recuperarse, ayudado por el duque de Milán y por el sobrino del papa. A Felice Orsini le fue confiscado el condado de Nola, ya que con sus hermanos y siguiendo a su primo el Príncipe de Tarento, se habían rebelado contra el rey.

En los meses de septiembre y diciembre, muchos prohombres amalfitanos que habían favorecido la causa de los Anjou, fueron apresados y encarcelados, sus bienes confiscados. El rey también confiscó el ducado de Amalfi a Eleonor, acusándola de rebelión y de crimen de lesa-majestad, por haber ayudado a Juan, duque de Lorena.

En mayo de 1461, el rey casaba su hija natural, María, con Antonio Todeschini Piccolomini, sobrino del papa Pío II, y les cedió el ducado de Amalfi como dote.

Desde la batalla de Sarno, la ciudad de Nola estaba en manos de Orso Orsini, que había sido consejero del Magnánimo, pero que en ese momento figuraba en el bando rebelde. En diciembre de 1461, tras un largo asedio y un período de tregua, Orso Orsini se rindió al rey y éste, poco después, le cedió el condado de Nola y de Atripalda. Desde ese momento, ese Orsini fue fiel al rey.

En cuanto al principado de Salerno, también confiscado, sería entregado a Roberto de San Severino, conde de Marsico.

Las últimas pistas sobre Eleonor
Según el historiador de Amalfi, Matteo Camera, la rebelde duquesa Eleonor, perseguida y convertida en fugitiva, se embarcó rumbo a España. No se sabe en qué se basa el historiador para afirmar tal cosa, ya que no consta ningún documento más sobre la princesa aragonesa. A falta de datos, tan solo se puede afirmar que falleció pasado el mes de marzo de 1460, ya que consta que seguía viva en esas fechas. En las terribles circunstancias en las que se encontraba, parece improbable que Eleonor consiguiera volver a Nola y recibir sepultura al lado de su difunto marido, aunque así lo atestigua la lápida funeraria con sus inscripciones latinas en el convento de Sant'Angelo in Palco.

Aquel año de 1461, Cataluña se encontraba enfrentada al rey Juan II, que había sucedido a su hermano Alfonso al frente de Aragón. Al año siguiente, se iniciaba la cruenta guerra civil entre este monarca autoritario y las instituciones del principado catalán. Éstas llegarían a ofrecer la corona condal de Barcelona al nieto del conde Jaime de Urgell, el condestable Pedro de Portugal. La duquesa vda. Isabel de Coïmbra redactó varios correos destinados a su hijo y a las autoridades catalanas. Pero la tragedia siguió cebándose en esa familia, con la muerte en 1466 del condestable Pedro, a los tres años de su llegada a Cataluña y sin haber conseguido el propósito de deshacerse del yugo de los Trastámara.



Herederos más cercanos del rey Martín I "el Humano" de Aragón

*_Por grado de parentesco:

1/-Jaime II "el Desdichado", Conde de Urgell, bisnieto del rey Alfonso III "el Benigno" de Aragón.

2/-Alfonso, Duque de Gandía, nieto del rey Jaime II de Aragón.

3/-Luis de Francia, Duque de Anjou, nieto del rey Juan I de Aragón.

4/-Enrique III de Trastámara, Rey de Castilla + Fernando de Antequera, nietos del rey Pedro IV "el Ceremonioso" de Aragón.

Eleonor de Urgell, hija de Jaime el Desdichado y su trayectoria por el Reino de Nápoles. / Texto de Virginia Costafreda Puigpinós / traducción de Arnau Lucas.

sábado, 26 de enero de 2013

ELEONOR DE URGELL -I-



ELEONOR DE URGELL
la desdichada princesa
.I.


Infancia y asedio de Balaguer

 




Eleonor fue la segunda hija del conde Jaime II "el Desdichado" de Urgell y de Isabel de Aragón. Su padre era el hijo primogénito del conde Pedro de Urgell y de Margarita de Montferrat, y su madre era la hija pequeña del rey Pedro III-IV "el Ceremonioso" de Aragón y de su cuarta y última esposa, Sibila de Fortià.

Los padres de Eleonor se habían casado en Valencia el 29 de junio de 1407 e Isabel, la hermana mayor de Eleonor, nacería en agosto de 1408, poco después de la muerte del abuelo, el conde Pedro.

La pequeña Eleonor nació seguramente en Balaguer a finales del año 1409 o a principios del siguiente. Su fecha de nacimiento se puede aproximar a partir de la carta que el rey Martín I escribió a su hermana Isabel a finales del mes de septiembre, interesándose por su salud y por su embarazo. Asi mismo, el día 19 de noviembre, el rey, en otra carta a la infanta, le rogaba que no acudiera a despedirse de él hasta que no hubiese dado a luz, comunicándole que había retrasado su marcha hasta carnavales.

El nombre de pila de la segunda hija fue probablemente escogido en honor a la hermana mayor del conde, que también se llamaba Eleonor. Jaime "el Desdichado" tenía otras dos hermanas, Cecília, que también vivía con ellos en Balaguer, e Isabel, que era monja del monasterio de Sixena. También había un hermano, Juan, que moriría pocos años después.

La estable situación de la dinastía real catalana se había resquebrajado aquel mismo año de 1409 con la muerte en Cerdanya del heredero de la corona, Martín II "el Joven", rey de Sicilia. El conde de Urgell, que ejercía de lugarteniente general del reino por nombramiento del rey Martín I, se encontró más adelante con la oposición de algunas familias aragonesas y del Justicia de Aragón, que le negaron el juramento pocos días antes de la muerte del rey, en el mes de junio de 1410. Dado que el rey Martín I "el Humano" falleció sin nombrar un sucesor al trono, se inició un pleito sucesorio que se resolvió contra los intereses del conde de Urgell, aunque en principio pareció ser el que tenía más derechos a la sucesión, gozando de la adhesión del pueblo.




Los nueve compromisarios nombrados por iniciativa de las autoridades aragonesas se reunieron en Caspe el mes de junio de 1412 y, con la protección del Papa Luna (Benedicto XIII) y la ayuda de Fray Vicente Ferrer, eligieron a Fernando de Antequera como rey. Éste, era entonces regente de Castilla, siendo hijo de Eleonor de Aragón, otra hija del rey Pedro III "el Ceremonioso" y, por tanto, sobrino de la Infanta Isabel, condesa de Urgell.

Sin entrar en la legitimidad del proceso que desembocó en el Compromiso de Caspe y en sus consecuencias para Cataluña, ya que es un tema debidamente analizado por los historiadores, nos centraremos particularmente en los aspectos que afectaron a la familia condal de Urgell y, especialmente, a las hijas de los condes después de que Jaime de Urgell rechazara la decisión de Caspe y se rebelara contra el nuevo rey.

A partir de aquel momento, la familia condal se vió abocada a un fatal destino. El día 5 de agosto de 1413, el mismo Fernando de Antequera ya dirigía el asedio de Balaguer, con gran cantidad de tropas y material bélico. Según Xuriguera, el rey disponía de tanta artillería que la ciudad se vió bombardeada a todas horas, día y noche. Toda la familia condal se quedó en la capital del condado durante los casi 3 meses en que duró el asedio, incluso la infanta Isabel, que se hallaba encinta de otro hijo. La situación de la falta de alimentos llegó a tal punto que los defensores de Balaguer llegaron a comprar provisiones a los asediantes, para mayor disgusto de la condesa Margarita, la cual decía orgullosamente que prefería comer ratas y gatos antes que probar un solo bocado de todo lo que procediera de los enemigos de su hijo Jaime.

Los últimos días de octubre, la infanta Isabel inició contactos con su sobrino, el rey Fernando I, para asegurarse de que el monarca respetase la vida de su esposo. Finalmente, el conde Jaime de Urgell se rindió el día 31 de octubre, saliendo solo de Balaguer, tras despedirse de la familia y de sus fieles servidores.

Proceso Judicial del conde de Urgell

 




El día 2 de noviembre, el conde fue llevado prisionero a Lérida y encarcelado en el castillo de La Suda. Su esposa, la Infanta Isabel de Aragón, también le siguió hasta la ciudad del Segre. Tres días después, el rey Fernando I entraba en la ciudad de Balaguer y, después de visitar el castillo de Formós, ordenó el saqueo de todos los bienes de la familia condal. Al día siguiente, el monarca reclamó desde Lérida a la madre, las hermanas y las hijas del conde, que aún se encontraban en Balaguer, dando dinero para financiar los gastos del traslado, ya que éstas se habían quedado sin recursos. La familia condal se alojó en Lérida, en casa del archidíacono de La Seo, Berenguer de Barutell, que era de la familia de la reina Sibila de Fortià.

Una vez finalizado el proceso judicial contra el conde Jaime de Urgell y condenado éste a prisión perpétua y a la confiscación de sus bienes y títulos, se inició el juicio contra su madre, la condesa Margarita. A primeros de diciembre, empezaron los interrogatorios de la condesa viuda y continuaron después de la partida de su hijo Jaime de Lérida, camino de su encarcelamiento a Castilla. Diversos testimonios del proceso, declararon que el conde Jaime de Urgell nunca había tomado una decisión sin antes consultar con su madre y contar con su consentimiento, y que ésta había hecho que el conde se encerrase en Balaguer, para plantar cara al rey, contra la opinión de sus consejeros. La condesa Margarita se negó de plano a hacer declaraciones, pese a las insistencias venidas del rey Fernando, demostrando así su temple enérgico y su inquebrantable coraje. Ya estaba convencida la condesa que la decisión que se tomase, ya estaba decidida de antemano y que la finalidad del juicio era tan solo sancionar la desaparición y total aniquilación de la Casa Condal de Urgell.

La sentencia contra Margarita de Montferrat ya estaba cantanda: la confiscación de todos sus bienes por rebelión y crimen de lesa-majestad.

Mientras tanto, la infanta Isabel, que debía estar a punto de dar a luz, redactó su testamento en Lérida el día 13 de diciembre. Nombraba como albaceas de su testamento a su esposo el conde Jaime de Urgell, a su tío Bernat de Fortià y al archidiácono de La Seo de Urgell, Berenguer de Barutell. Dejaba como herederas a tres de las cinco hijas que había tenido, y que aún estaban vivas: Isabel, Eleonor y Catalina de Urgell, además de la futura hija que estaba a punto de nacer. De todos modos, el testamento tenía poca importancia en ese momento, ya que todos sus bienes le habían sido confiscados, hasta su dote de 50.000 libras que le había dado su padre, el rey Pedro III "el Ceremonioso".

La confiscación de la cual fue víctima la familia condal fue tan absoluta y llevada con tanto rigor, que aquella familia, dos años antes la segunda del reino en categoría y la primera en riquezas, se quedó materialmente con lo puesto. La confiscación afectó no solamente los territorios y las rentas que poseían, sino también los bienes muebles, las joyas, los libros, las ropas,... en pocas palabras todo. Especialmente las joyas fueron objeto de una búsqueda severa y meticulosa, ya que muchas de ellas habían sido empeñadas para subvencionar la causa del conde Jaime. Antes de la coronación, el rey Fernando I se preocupó de que le fuesen enviadas todas las perlas y piedras preciosas recuperadas entre las que fueron de la Casa de Urgell, ya que quería añadirlas a las demás que había reunido para adornar su corona. Las mujeres de esa familia tuvieron que asistir al trágico hundimiento de todo su patrimonio, ya que el rey empezó prontamente a repartir señoríos del condado entre los que le habían apoyado para subir al trono aragonés y en el asedio de Balaguer. Más adelante, fue cediendo villas y pueblos con tal de pagar sus deudas o para llenar sus arcas.

A primeros del 1414, el rey mandó a la infanta Isabel y a su familia que se trasladasen a Zaragoza, otorgándoles 600 florines para los gastos del traslado y su mantenimiento. Asi mismo, concedió también que se les devolviese parte de sus ropas y bienes muebles que se habían requisado en sus castillos de Áger y de Castelló de Farfanya, exceptuando los trajes y telas valiosas y los libros.

Durante el tiempo en que las mujeres de la Casa Condal residieron en Zaragoza, desde el último día de enero y hasta incluso el mes de mayo de 1414, se hospedaron en dos casas alquiladas a doña Guiomar Alfonso de Peralta, viuda de Pedro Ximénez de Ayerbe. El alquiler, que costó 200 florines, fue pagado por la Casa Real.

 
Retrato de Fernando I de Antequera (1380-1416), Rey de Aragón.


El 11 de febrero de 1414, Fernando I se hizo coronar rey en Zaragoza, y la mujer, las hermanas y las hijas del conde de Urgell fueron obligadas a asistir a la fastuosa ceremonia de coronación. Unos meses después, y en la misma ciudad, se inició el juicio contra Eleonor, la hermana mayor del conde Jaime de Urgell, acusada también de colaboración con su hermano, y no sólo con consejos, sino también con dinero.

Como su madre, ella también fue expoliada de las donaciones que había recibido por testamento de su padre. Al cabo de 4 meses, las mujeres tuvieron que trasladarse con el séquito real de Zaragoza a Morella. Poco después, la infanta Isabel y sus hijas fueron confinadas en el monasterio de Sixena y la condesa Margarita, llevada a Lérida.

Estancia en el Monasterio de Sixena y nuevo juicio contra Margarita

 




El Monasterio de Sixena era un priorato de monjas de la Orden Militar de San Juan de Jerusalén que pertenecía al obispado de Lérida. Isabel, hermana del conde Jaime "el Desdichado" de Urgell, profesó en él a finales del siglo XIV, viviendo aún el conde Pedro de Urgell. Éste habría hecho importantes donaciones al cenobio, como demuestran algunas magníficas piezas decorativas de la época. Las monjas de familias ricas habían hecho construir en el claustro del monasterio sus propias casas particulares, donde llevaban una vida independiente y disponían de servidumbre. Este convento se convirtió entonces en el lugar de confinamiento de la familia condal de Urgell, pero no nos dejemos engañar pensando que su estancia fuese agradable, ya que el priorato era ostentado entonces por Isabel de Alagón, de familia anti-urgelista.

Un segundo juicio se inició más adelante contra la condesa viuda Margarita de Montferrat, y el 29 de octubre de 1414 se decretó su detención en Lérida junto a sus hijas y sirvientes. Se le acusó de haber planeado liberar a su hijo el conde Jaime, con el fin de suscitar una guerra civil y de intentar dar muerte al rey Fernando I, pero en realidad tan solo se trataba de una estúpida maquinación de espías y de estafadores.

En la primera acusación, hubo evidencias de exageración en los cargos, y en la segunda se faltaba a la verdad, dado que la condesa viuda de Urgell tan solo expresó su deseo de que su hijo recobrase la libertad.

En noviembre, las tres mujeres fueron trasladadas a Cullera para proseguir con el juicio, y por lo visto llegaron en tan lamentable estado que el alcaide adelantó el dinero suficiente para comprarles vestidos. Poco después, fueron nuevamente trasladadas a una casa de la huerta de Valencia, donde se siguió con la instrucción del juicio. Durante aquellos días, la ciudad del Túria estaba en plena efervescencia, ya que se ultimaban los preparativos para el enlace del príncipe Alfonso, el primogénito, con su prima María de Castilla, que se celebró el 12 de junio de 1415. El juicio contra la condesa continuó y sus abogados reclamaron contra la decisión real de someterla a tortura. La sentencia, dada a 29 de julio de 1415, la declaró reincidente de crimen de lesa-majestad. La pobre mujer quedó recluída en el castillo de Olocau y sus dos hijas enviadas a Sixena.

Traslado Forzoso de Isabel y Eleonor de Urgell a Castilla

A inicios de 1415, la infanta Isabel había solicitado del rey que su cura, Jaume Sansuri, pudiese visitar el conde Jaime en su encarcelamiento castellano. Cuando en abril le fue notificada la denegación de su solicitud, no se pudo imaginar el disgusto aún mayor que le esperaba, ya que el rey había decidido separar a las dos hijas mayores de su lado. El monarca se había enterado que la infanta andaba haciendo gestiones ante su pariente la duquesa de Berry, para que mantuviese a una de sus dos hijas, y además, también se filtró el proyecto de los partidarios de Jaime de Urgell, de casar a una de ellas con el duque de Borbón. Fernando I, ante el peligro de una posible alianza contra él, determinó separar a Isabel y Eleonor de su madre y enviar a Sixena a Ramón de Ampurias, administrador real, con la misión de llevarse a las niñas.

El 23 de abril de 1415, la infanta Isabel enviaba una dramática carta de súplica al rey para pedirle en vano que le devolviera a sus hijas de entonces 6 y 5 años de edad. De nada sirvieron sus ruegos de madre desconsolada, puesto que nunca más volvió a ver a sus dos hijas. Las otras dos hijas pudieron quedarse con la infanta, con la condición, así dispuesta en un acta notarial, que no se sacasen del reino, bajo amenaza de perder sus dotes y de ser expoliadas de otros derechos que les pertenecieran.

Ramón de Ampurias se llevó a las dos hijas mayores a su casa de Balaguer y, con consentimiento real, encargó para éstas ropa nueva y lo necesario para ensillarlas a lomos de una mula. De ahí las trasladó a Valencia, donde se encontraba la corte preparando el enlace del heredero Alfonso. De esta guisa, viajaron las niñas hasta Flix, de allí hasta Tortosa en barca, de nuevo a lomos de una mula hasta llegar a Valencia el 30 de mayo. Quedaron bajo cuidado del párroco Jaume Sansuri, capellán de la madre de éstas, el cual se encargó de comprarles calzado nuevo, chapines y vestidos para afrontar el siguiente viaje. Tras dos meses de estancia en Valencia, a finales de julio fueron trasladadas a Castilla, por Requena, acompañadas por dos doncellas de confianza, Francesca y Sibila de Fortià, ambas procedentes de la familia ampurdanesa de la cual procedía la reina Sibila, abuela de las niñas.

Con la muerte del rey Fernando I en 1416, y con la subida al trono de su hijo Alfonso "el Magnánimo", la situación de las mujeres de la Casa de Urgell parecía que iba a mejorar. Entonces, las hermanas del conde residían con la infanta Isabel en Sixena, noticia que se da por cierta al redactar éstas una solicitud al rey de trasladarse a Corbins para huír de la peste que afectaba al monasterio y alrededores. El rey en persona tuvo que escribir ordenes expresas para que la infanta y sus acompañantes fuesen admitidas en los monasterios y lugares reales, ya que estos no querían admitir a las damas por miedo a provocar el enfado del monarca. Más adelante, en 1417, el rey Alfonso concedió a la madre y a la hermana del conde Jaime, una pensión anual de 300 florines a cada una. Sin embargo, el alcalde general de Cataluña no la hacía efectiva, a pesar de los requerimientos del rey, en los que él mismo se quejaba de que la condesa y sus hijas se morían de hambre, y estaban reducidas a pedir limosna para poder vivir. Dos años más tarde, las mismas hermanas Eleonor y Cecilia solicitaron al monarca ayuda desde Balaguer para que se remediase a su deplorable situación.

Por otro lado, la condesa Margarita falleció en el mes de noviembre de 1420 en Morella, habiendo vivido recluída e incomunicada en una casa. Los notables de Morella tuvieron que adelantar el dinero para pagar su entierro...

Aquel año de 1420, también el joven rey Alfonso decidió compensar a la infanta por el valor de su dote y, con esta finalidad, recuperó Alcolea de Cinca. Esta villa había formado parte del condado de Urgell y el rey Fernando la había donado al duque de Gandía en pago por su ayuda en el asedio de Balaguer. Puesto que el valor de esa villa no llegaba a equiparar el valor de la dote, también le cedió diversas rentas que los condes cobraban a Balaguer. La infanta Isabel se retiró finalmente en Alcolea, pero su situación económica no mejoró mucho, ya que no podía cobrar las rentas de la villa pues ya andaban empeñadas! En cuanto al resto de las rentas concedidas, eran tan escasas que no le daban más que para cubrir lo justo e ir tirando.

Muerta su hija Catalina, y separada de la única hija que le quedaba, Juana, que la reina María había hecho traer a la corte, la hija del rey Pedro IV "el Ceremonioso" vivió en una pequeña y modesta casa de la villa de Alcolea hasta su muerte, acaecida en 1424.

Los años de Eleonor en Lérida

 


 
Retrato del rey Alfonso V "el Magnánimo" de Aragón (1396-1458), según Juan de Juanes en 1557.


El 14 de marzo de 1424, el rey Alfonso nombró a Berenguer de Barutell tutor de las hijas del conde Jaime de Urgell, que ya tenían 15, 14 y 10 años de edad. Isabel y Eleonor residían aún en Castilla junto a la viuda de Fernando de Antequera, y Juana vivía en la corte con la reina María. No se tiene constancia del lugar exacto de Castilla donde residieron las niñas durante aquellos años. La principal ciudad castellana de los señoríos de la reina Eleonor era Medina del Campo, donde aquella residía durante largas temporadas al quedarse viuda. El recién nombrado tutor de las niñas, se las llevó con él al morir la madre en Alcolea. Posteriormente, su cuerpo fue trasladado a Barcelona. El dia 7 de noviembre de 1424, recibió sepultura en la iglesia de San Francisco, donde también había sido inhumada su madre, la reina Sibila de Fortià. Se le concedió al menos un solemne entierro, presidido por su tío Bernat de Fortià, por Berenguer de Barutell y por los consejeros de la ciudad.

Residía entonces en Barcelona Cecilia de Urgell, tía de las niñas, que se había casado el año anterior con el viejo y viudo vizconde de Cabrera, que falleció al poco. Nos consta que Cecilia era entonces una hermosa mujer y, años atrás, se había incluso barajado la posibilidad de matrimoniarla con el hijo y heredero del conde de Cardona. Incluso el rey Martín I "el Humano" pensó en desposarla con tal de conseguir descendencia. El mismo Bernat de Cabrera ya solicitó la mano de Cecilia poco después del encarcelamiento de su hermano el conde Jaime, pero en aquel entonces la condesa Margarita se opuso, ya que prefería casarla con quien estuviese en posición de liberar a su hijo cautivo. Tras la muerte de su madre y con una situación harto miserable en la que se encontraba, Cecilia consideró que su matrimonio con el vizconde de Cabrera era la mejor manera de salir de la miseria.

Las niñas Isabel y Eleonor pudieron volver de Castilla, donde entonces se desarrollaban graves conflictos con los hermanos del rey de Aragón, y pasaron a vivir con su tutor en Lérida. La residencia del archidiácono se encontraba frente a La Seo. Berenguer de Barutell era entonces primo-hermano de la Infanta Isabel, siendo hijo de una hermana de la reina Sibila de Fortià. Se había beneficiado del parentesco y del favor de su tía, permaneciendo siempre fiel y agradecido a ésta, hecho que le convirtió en el protector de tres generaciones de mujeres de esta familia. Así ayudó a la reina Sibila cuando cayó en desgracia al fallecer el rey Pedro IV, acogiéndola en su casa a ella y a su hija Isabel durante bastante tiempo. También dió techo a la familia de la infanta Isabel cuando el conde Jaime de Urgell cayó prisionero de Fernando de Antequera. Finalmente, pasó a ser el principal protector de las hijas del conde de Urgell y veló por sus intereses y por su futuro. Inmediatamente, empezó a poner pleitos para recuperar los pocos bienes que habían quedado de la Infanta. Poco después, el mismo rey Alfonso ordenó que se devolviesen algunos bienes muebles a Isabel y Eleonor de Urgell, que habían pertenecido a la familia condal.

Por culpa de los conflictos castellanos, y con tal de evitar su posible liberación, el conde Jaime de Urgell también había sido trasladado, siendo recluído en Xátiva de por vida ya que allí fue donde murió.

También sabemos que en el año 1425, la tía Eleonor había tomado la determinación de retirarse para llevar una vida de ermitaña, pese a las recomendaciones de la reina Maria para que se retirase a Sixena. A pesar de todo, la hermana del conde tiró adelante con su vida, como ermitaña en un solitario lugar de Montblanc, manteniendo relación espiritual con el monje de Poblet, Fray Pere Marginet.

Boda de Isabel de Urgell

Pedro, duque de Coimbra, era el 2º hijo del rey de Portugal y un hombre rico, culto y con mucha experiencia. Había viajado por Europa durante algunos años adquiriendo gran fama y, en el verano de 1428, volviendo de Alemania tras visitar al Emperador, pasó por Cataluña. Llegó a Barcelona a primeros de julio y obtuvo un salvoconducto que le permitió a él y a sus caballeros, poder circular libremente por el reino. A finales de mes, se trasladó a Valencia donde se encontraba la corte. Las relaciones entre los dos Estados eran entonces especialmente cordiales ya que pocos meses antes el hermano de Pedro y heredero del trono luso, había desposado a la hermana del rey de Aragón. El rey Alfonso recibió al duque Pedro con gran cortesía, ofreciéndole una gran fiesta, concertando de paso su matrimonio con Isabel, la hija mayor del conde Jaime de Urgell.

A primeros de agosto, Pedro ya otorgaba poderes a dos miembros de su consejo para gestionar su enlace y, acto seguido, retomaba el camino a Portugal. El duque, de entonces 35 años de edad, había concertado ese enlace de forma precipitada, a sabiendas de que aún no había recibido el visto bueno de su padre el rey. Isabel era de la Casa Real Catalana pero sin fortuna, tan solo tenía, por testamento de su madre, 40.000 florines de la villa de Alcolea, ya que del resto que se obtuviese de la venta correspondía a las otras hermanas.

En septiembre, Barutell firmaba, en nombre del conde Jaime de Urgell, los capítulos matrimoniales con los embajadores portugueses, primero en Valencia y luego, en presencia de Isabel de Urgell, en Alcolea. La reina también había enviado algo de ropa, joyas y perfumes como regalos a la princesa para los preparativos de su boda. Isabel se trasladó más adelante a Zaragoza y, de allí, partió el 17 de marzo de 1429 acompañada de una comitiva de nobles lusos.

Otros proyectos de boda en Etiopía y Chipre

El año 1428, el rey Alfonso también accedió en casar a la hermana pequeña de Eleonor, Juana de Urgell, con el Negus de Etiopía y con esta finalidad le envió en el más alto secreto a sus embajadores aceptando su ofrecimiento. Afortunadamente para Juana, esos embajadores nunca llegaron a su lejano destino y ese sorprendente matrimonio nunca pudo llevarse a cabo.

El año siguiente, llegó una buena noticia para la familia de Urgell, con el nacimiento del primer hijo de Isabel, duquesa de Coimbra. El niño, llamado Pedro como su padre, llegaría a ser proclamado, con los años, rey de los catalanes en los tiempos de lucha contra el rey Juan II. De todos modos, las tragedias familiares no cesaron, y el 28 de mayo de 1430 fallecía de peste la tía Eleonor, que había vivido recluída como una ermitaña en Montblanc, haciendo vida de oración y penitencia. Durante aquellos últimos años de su vida, tuvo fama de santa y hasta la reina le escribió pidiendole que rogase por ella. La tradición conservada explica que, en el momento de la muerte de Eleonor, el santo varón Padre Marginet contempló el prodigio de como una gran multitud de ángeles se llevó el alma de la difunta al cielo. Fue enterrada en el monasterio de Poblet y al lado de su ataúd fueron colgados los instrumentos de mortificación que había utilizado.

Mientras, los proyectos de boda de las hijas del conde Jaime continuaban. En junio de 1431, el rey intentó que el conde renunciase a sus derechos sobre el condado de Comenge, alegando los gastos que comportaban los intentos de casar Eleonor y Juana con el rey de Chipre y su hijo y heredero. Éstos habían ofrecido unas rentas de 5.000 y 3.000 ducados anuales respectivamente, y el rey, que consideraba con buen ojo esas condiciones, pensó incluso que podían conseguir más aún. Eleonor y el archidiácono Barutell pidieron más cosas, con tal de desviar y hacer fracasar las negociaciones, a pesar de que las rentas de ambas hermanas eran escasas y se limitaban a las de Balaguer, puesto que Alcolea correspondía a la hermana Isabel, duquesa de Coimbra. En el mes de agosto, el rey, a través del carcelero del conde Jaime, ordenó que éste escribiera a su hija Eleonor para conseguir que la joven obedeciera sus órdenes en los asuntos que tocaban a su matrimonio. Las presiones no parecieron dar el resultado esperado, y el enlace con el rey de Chipre no llegó a realizarse.

El mes de mayo de 1432, el rey Alfonso marchó a Sicilia en el que sería su viaje definitivo lejos de su reino. Aunque no volvió jamás a pisar Cataluña, continuó a dirigir los asuntos catalanes y aragoneses, sin olvidarse de los asuntos relacionados con la familia condal de Urgell.

Asesinato del archidiácono Barutell

En aquellos tiempos turbulentos de enfrentamientos de la Iglesia leridana con la nobleza, en el mes de diciembre de 1432 era asesinado Berenguer de Barutell, precisamente cuando estaba destinado a ser nombrado obispo de Urgell. La mañana del 2 de diciembre, unos hombres a sueldo de los Santcliment, señores de Alcarràs, apuñalaron al archidiácono Barutell a causa de un pleito por la propiedad de unas tierras situadas entre Raimat y Montagut, que un Santcliment había cedido a los canónigos. El drama se desarrolló en el camino de Lérida a Sarroca, cerca de Sunyer. El archidiácono iba entonces acompañado del sacristán Pere Castelló y de su hermano Andreu de Barutell, y se encaminaban en dirección a Sarroca para renovar el salvoconducto del rey. Les atacaron un tal Francesc de Santcliment y otros hombres de su compañía. Andreu de Barutell, hermano de Berenguer, escribió rápidamente a la reina para que se llevaran a cabo severas acciones para castigar a los asesinos. Los responsables del crimen se refugiaron en tierras aragonesas y la reina tuvo que pedir al Justicia de Aragón que facilitara la captura de aquellos malhechores.

Dos significativos caballeros leridanos, Tomás de Santcliment, señor de Alcarrás, y Lluís Icart, ciudadano de Lérida, fueron acusados de la muerte del archidiácono y sus bienes les fueron confiscados. Francesc de Santcliment, anterior señor de Alcarràs, había sido un declarado anti-urgelista y encabezó la representación leridana que felicitó al rey Fernando I por su victoria sobre Jaime de Urgell. Lluís Icart se ha identificado como el poeta que había sido armado caballero por el rey dos años antes del crimen.

Por el hecho de que el archidiácono muriese en acto de servicio por la Iglesia, defendiendo unos derechos eclesiásticos, fue declarado beato. Cinco años después, se inició la construcción de su sepulcro gótico y, un poco más tarde, ya se podía admirar en el ábside central de la Seo de Lérida su tumba.

A partir de la muerte del archidiácono, la reina María envió a algunos servidores suyos a Lérida para convencer a Eleonor que se pusiese bajo la tutela de la soberana, como ya lo estaba su hermana Juana, y que se fuera al monasterio de Sixena con su tía Isabel. De hecho, la reina no veía con buenos ojos que Eleonor de Urgell siguiese viviendo bajo el mismo techo que los hermanos del asesinado archidiácono. En respuesta, Eleonor pidió permiso para poder consultarlo con su padre y, con esta finalidad, consiguió que la reina diera su visto bueno para que Ramón Martí visitase el ilustre preso en Xátiva. La soberana escribió previamente al carcelero con tal de que el conde Jaime de Urgell se aviniese a convencer a su hija de que siguiera las recomendaciones de la reina y que, en vez de residir en Balaguer o en Alcolea como Eleonor pretendía, se retirase a Sixena.

Jaime de Urgell dió su acuerdo para que su hija fuese a vivir en la corte de la reina, pero a ésta pareció que el momento ya no era oportuno y, en el mes de enero de 1433, dispuso de su ingreso en el convento de las mínimas de Lérida. La reina María, que ejercía entonces de lugarteniente del reino en ausencia de su esposo el rey Alfonso "el Magnánimo", también pidió al obispo de Lérida que concediese a Eleonor las rentas eclesiásticas que había de recibir aquel año el archidiácono Barutell.

El mismo mes de enero de 1433, la soberana pidió a Eleonor, con especial interés, un breviario romano que había pertenecido a su difunto tío Barutell, que tenía fama de ser muy bello. También le facilitó la reina monturas con las cuales, siempre y cuando quisiera, le rindiese visita en la corte de Barcelona, donde seguía viviendo su hermana Juana. Sin embargo, la reina no desistía de su empeño en querer casarla con el rey de Chipre. Finalmente, en el mes de mayo, Eleonor acordó viajar hasta la corte, pocos días antes de se supiera de la muerte de su padre en Xátiva.

Muerte del conde de Urgell en Xátiva

 


El conde Jaime de Urgell llegó a vivir casi 20 años encarcelado, y no hay constancia de que volviese a ver a ningún miembro de su familia.

El 1 de junio de 1433, Jaime de Urgell fallecía repentinamente en su prisión de Xátiva. Pese a que el carcelero certificó que el conde murió de enfermedad, la presencia de dos hermanos del rey en Valencia durante aquellos días (que habían venido de Portugal), dió pie a la sospecha de que lo habían asesinado, y el rumor fue como reguero de pólvora entre el pueblo. Se descubre también el motivo de la visita, que la reina María autorizó tres días antes del fatal desenlace, a un enviado de Sicilia para hablar con su hermano Jaime en la cárcel.

Pocos días después, la reina envió una carta a Sor Isabel de Urgell comunicándole la muerte de su hermano Jaime, donde aseguraba que a las hijas del difunto no les fallaría en el intento de suplir al padre y a la madre. Pero, por más que insistiera la soberana que su hermano había fallecido cristianamente y por causas naturales, podemos tener la certeza de que la familia vió en esta muerte la responsabilidad de los Trastámara, porque siempre habían temido que acabarían con la vida del conde. Las notas del escribano de la Casa de la Ciudad y de otros notarios en sus escritos personales, dejan constancia del persistente rumor de que la muerte del conde de Urgell había sido un asesinato en toda regla. Y tomando en cuenta esto, hemos de imaginar los rumores que debieron de llegar a oídos de sus hijas y hermanas.

A mediados del mes de junio de 1433, Eleonor, que entonces debía encontrarse en Barcelona, había enviado a Balaguer a Ramón Martí para recaudar las rentas que le pertenecían. La reina también pidió que se colaborase para recaudar la máxima cantidad de dinero. Tampoco dejó la soberana de pensar en matrimoniar a las dos hermanas, cosa que llevó a Eleonor a pedir la mediación del rey Alfonso, entonces residiendo en Palermo, para que éste mandase a su esposa la reina que las dejase marchar con su séquito correspondiente allí donde quisiesen. La respuesta real dió amplia satisfacción a Eleonor, otorgándole la libertad de irse a Alcolea si ése era su deseo. En una carta de la misma fecha, encargaba a Catalina d'Ardèvol que acompañase a la hija del conde Jaime de Urgell, y ordenaba a la reina que devolviese a Eleonor su cuerno de Unicornio que estaba en su poder, dado que la joven tenía en gran estima ese amuleto al que se le atribuían propiedades mágicas como antídoto contra el veneno.

Eleonor de Urgell, hija de Jaime el Desdichado y su trayectoria por el Reino de Nápoles./Texto de Virginia Costafreda Puigpinós / traducción de Arnau Lucas.
 

viernes, 25 de enero de 2013

Cita de la Semana



"El único Estado estable es aquel en que todos los ciudadanos son iguales ante la ley."

Frase de: Aristóteles, filósofo (384 a.C.-322 a.C.)

Cita de la Semana




"Establecemos reglas para los demás y excepciones para nosotros."

Frase de: François VI, IIº Duque de La Rochefoucauld, militar, escritor, moralista (1613-1680).

domingo, 13 de enero de 2013

Cita de la Semana



"La ley sólo existe para los pobres, mientras los ricos y los poderosos la desobedecen cuando quieren. Y lo hacen sin recibir castigo porque no hay juez en el mundo que no pueda comprarse con dinero."

Frase de: Donatien Alphonse François, Conde de Sade alias Marqués de Sade (1740-1814), escritor.

lunes, 7 de enero de 2013

Cita de la Semana




"La idiotez es una enfermedad extraordinaria, no es el enfermo el que sufre por ella, sino los demás."

Frase de: François-Marie Arouet de Voltaire, filósofo y escritor (1694-1778).


sábado, 5 de enero de 2013

CURIOSIDADES -92-




El rey Eduardo VII de Gran-Bretaña e Irlanda fumó hasta el final sus 20 cigarrillos y 12 cigarros al día y, cuando falleció de un enfisema pulmonar que se juntó con varios ataques al corazón el 6 de mayo de 1910, se encontraba agonizante entre su esposa, la reina Alexandra, y su amante Alicia Keppel que le velaron hasta que exhaló su último suspiro.

Se tuvo que insistir y pacientar durante 8 días para que la reina viuda Alexandra diera finalmente su permiso para que se llevaran el cadáver del rey.

Dada su enorme popularidad, sus funerales se convirtieron en un asunto de Estado: Eduardo VII fue el primer monarca británico fallecido que tuvo el honor de ser expuesto al público y velado por la guardia real en la vasta sala gótica de Westminster Hall, la estancia más antigua del Parlamento de Londres con sus 900 años de historia. La cola de gente que se formó para rendir los últimos honores al difunto monarca y despedirse de él, llegó a sobrepasar las 7 millas de longitud! (11,265 kms.)

Desde entonces, es tradición en Gran-Bretaña que el monarca difunto sea velado de cuerpo presente en Westminster Hall antes de ser sepultado en la Real Abadía de Westminster.

martes, 1 de enero de 2013

EL GRAN DUQUE DE OSUNA



Pedro Téllez-Girón y Velasco Guzmán y Tovar, IIIer Duque de Osuna, G.E., IIIº Marqués de Peñafiel, VIIº Conde de Ureña, Caballero de la Orden del Toisón de Oro, etc. (Osuna, 17-12-1574 / Barajas, 24-09-1624).

Noble, político, militar y cortesano español más conocido bajo el apelativo de El Gran Duque de Osuna, que fue virrey y capitán-general de Sicilia y de Nápoles sucesivamente bajo los reinados de Felipe III y Felipe IV de España.

Hijo de Juan Téllez-Girón de Guzmán, IIº Duque de Osuna, y de Ana María de Velasco y Tovar, hija del IVº Duque de Frías, Condestable de Castilla.

De niño, se trasladó junto con sus padres y abuelo, el Ier Duque de Osuna (Pedro Téllez-Girón y de La Cueva), a Nápoles cuando éste fue nombrado virrey de aquel reino italiano en 1582. Huérfano de madre, estuvo al cuidado de su abuelastra Isabel de La Cueva y Castilla (hermana del VIº Duque de Alburquerque), y su formación académica le fue proporcionada por Andrea Savone, literato y humanista que le enseñó el latín, historia, geografía, compaginando sus estudios con la formación de caballero: esgrima, equitación,...

De vuelta a España, su abuelo lo envió a la Universidad de Salamanca para completar su educación y estudiar retórica, filosofía y derecho.

El 7 de febrero de 1594, casaba en Sevilla con Catalina Enríquez de Ribera, hija del opulento IIº Duque de Alcalá de los Gazules y nieta, por su madre, de Hernán Cortés.

Convertido ya en Marqués de Peñafiel tras la muerte de su abuelo en 1590 -título de los herederos de la Casa de Osuna-, hizo un viaje instructivo por Portugal antes de verse nombrado para formar parte de la embajada española a París, concluyéndose allí la Paz de Vervins.

El 13 de septiembre de 1590, fallecía en la Villa y Corte de Madrid su abuelo. Una década después, en 1600, fallecía a su vez su padre, convirtiéndole en el IIIer Duque de Osuna y Grande de España, y en la segunda fortuna española después de los Duques de Medina Sidonia.

 
Retrato de Don Felipe III de Austria (1578-1621), Rey de las Españas y de las Indias desde 1598 hasta 1621; según Bartolomé González.


Sus inicios en la corte se distinguieron por su pronunciado libertinaje sexual, sus escándalos, riñas y encontronazos con la Justicia, por lo que el rey Felipe III lo desterró a Sevilla. Dada la persistencia de su actitud inmoral en la capital andaluza, sería nuevamente obligado a retirarse en su villa de Osuna y, finalmente, apresado en Arévalo. Gracias a la ayuda de su tío el Duque de Frías, escapó de su prisión y marchó a combatir en los Países-Bajos como simple soldado. Agasajado en París y luego en Bruselas por el Archiduque Alberto y la Infanta Isabel-Clara-Eugenia, encontró su hueco en la compañía del capitán Diego Rodríguez, con una paga de 4 escudos mensuales. Tiempo después, le dieron el mando de dos compañías de caballería.

Su estancia en los Países-Bajos españoles duró 6 años, en los que demostró sobrada valía y arrojo en las batallas.

En 1604, se encontraba en Londres, junto con su tío el Duque de Frías, en las celebraciones del tratado de paz entre Jacobo I de Inglaterra y Felipe III de España.

En 1606, pierde el dedo pulgar de la mano derecha durante el asalto a la Plaza de Grol, que le es arrancado de un balazo de mosquete. Aunque prontamente recuperado, tuvo que hacer un aprendizaje intenso para adquirir soltura como zurdo: escribir, sostener y manejar la espada, la pistola y el tenedor con tanta soltura como cuando lo hacía siendo diestro.

 
Retrato del Archiduque Alberto de Austria (1559-1621) Soberano de los Países-Bajos Españoles de 1599 a 1621; obra de P. P. Rubens.


Pese a sus eminentes y loables servicios, Osuna chocó frontalmente con el Archiduque Alberto de Austria cuando éste inició las conversaciones de paz con el Príncipe Mauricio de Orange, estatúder de Holanda. Radicalmente contrario a las negociaciones con los holandeses, Osuna fue conminado a dejar Bruselas y regresar a Madrid. Fue, sin embargo, recompensado con el collar de la Orden del Toisón de Oro.

De vuelta a Madrid, el Duque de Osuna fue recibido en audiencia privada por el rey Felipe III para, luego, dar cuenta de sus hechos en Flandes ante el Consejo en pleno, a lo largo de 2 horas. De allí salió nombrado gentilhombre de cámara, miembro del Consejo de Portugal y consejero privado de Su Majestad en los asuntos de Flandes y negociaciones con las Provincias Unidas.

Por otro lado, consiguió para su hijo y presunto heredero, Juan Téllez-Girón, Marqués de Peñafiel, la mano de Isabel de Sandoval, hija del Duque de Uceda y nieta del Duque de Lerma, validos del rey, lo que supuso la apertura, para él, de todas las puertas a los puestos más altos del Estado.

En febrero de 1610, Osuna era nombrado por el Consejo y por el rey, nuevo virrey del reino insular de Sicilia (confirmación del 18-09-1610). Llegado a la isla el 9 de marzo de 1611, se encontró con una situación desastrosa: el erario público se había declarado en bancarrota; se falsificaba y adulteraba la moneda; la inflación era galopante; los ladrones asaltaban comercios en pleno día, era imposible viajar sin una fuerte escolta armada hasta los dientes; el sistema judicial arbitrario, completamente corrompido y en manos de los nobles locales, y las cárceles sobrepobladas... Y, para colmo, la escuadra siciliana estaba desarmada, desorganizada y conformada por hombres de la peor calaña.

Como nuevo virrey, Osuna obró milagros para reconducir la paupérrima situación siciliana: restituyó el crédito de la hacienda, restableció la moneda, ajustó los impuestos, equilibró los presupuestos y consiguió aumentar la recaudación. Los caminos y las calles fueron limpiadas de salteadores y ladrones. Restauró la autoridad y libertad de los jueces y magistrados, se abrieron las cárceles y cesaron los arrestos arbitrarios.

Con mucha astucia, tesón y disciplina, consiguió reformar y consolidar la armada siciliana hasta llevarla al primer rango en eficacia y poder disuasorio ante la amenaza naval de turcos y berberiscos. Por otro lado, logró autorización real para conceder patentes de corso a capitanes de buques de su propiedad, dando una quinta parte de los botines obtenidos al rey Felipe III, otra quinta a la Real Hacienda y otro tanto a sus hombres convertidos en corsarios. El grueso de la rapiña llenaba sus arcas, facilitándole los medios para construir más buques y financiar los de la Corona Española.

Impresionado por la gran labor del duque-virrey, Felipe III le concedió el virreinato de Nápoles en junio de 1616, para que obrara los mismos milagros en un reino también afectado por muchos desórdenes. Renovó el éxito por segunda vez y, encima, se hizo con el dominio del Mar Adriático.

Sin embargo, sus contínuas acciones corsarias, sus choques con la Serenísima República Veneciana, celosa del poderío naval recién adquirido por el virrey, y su actitud desafiante ante las órdenes del Consejo Real (que consideraba perjudiciales para la Monarquía Hispánica) empezaron a malmeter sus excelentes relaciones con la corte de Madrid.

La famosa "Conjura de Venecia", urdida por la Serenísima, arruinó la reputación del Duque de Osuna, y puso al descubierto todo un entramado de sobornos en la corte española: desde el Duque de Uceda hasta el confesor del Rey Felipe III, eran untados con dinero contante y sonante, y regalos carísimos que venían directamente de Nápoles. A los sobornos, se unieron las maledicencias de parte de la aristocracia napolitana, enemistada con el virrey, acusándole de planear independizarse de España y soñar con coronarse rey de Nápoles aprovechando su poderío naval y su gran popularidad entre el pueblo.

 
Retrato de Francisco Gómez de Sandoval Rojas y Borja, 1er Duque de Lerma, G.E. (1553-1625), valido del rey Felipe III entre 1599 y 1618; obra según Juan Pantoja de La Cruz.


Tras la caída en desgracia del Cardenal-Duque de Lerma en 1618 y su reemplazo por su propio hijo, el Duque de Uceda, se inició en la corte española una purga contra destacados miembros de la administración anterior. A esto se sumó la influyente intervención del fraile Lorenzo de Brindisi (agente de esa nobleza napolitana enemistada con el virrey) ante el rey Felipe III, que tuvo lugar en Lisboa en mayo de 1619, y en la que se atacó al Duque de Osuna denunciando sus abusos de poder y sus supuestos planes de independización.

Olvidando los grandes servicios brindados a la Corona, Felipe III ordenó que Osuna regresara a Madrid para que respondiera de todos los cargos presentados contra él (1620). El 28 de mayo de 1620, el duque abandonaba su cargo y se presentaba ante el Consejo Real.

Mientras Osuna pacientaba para obtener audiencia con el Rey, éste falleció el 31 de marzo de 1621. Considerado un "obstáculo" que había que silenciar y abatir por la camarilla de Baltasar de Zúñiga y el Conde de Olivares, el duque fue detenido y encarcelado sin brindarle jamás la oportunidad de tener un juicio justo.

De prisión en prisión, el Duque de Osuna nunca volvería a recobrar la libertad ni ser rehabilitado. El 24 de septiembre de 1625, fallecía enfermo y abatido por su suerte.

De su matrimonio con Catalina Enríquez de Ribera y Cortés de Zúñiga, hija de los Duques de Alcalá de los Gazules, tuvo dos hijos:

-Juan Téllez-Girón y Enríquez de Ribera (1598-1656), IVº Duque de Osuna, G.E.

-Antonia Téllez-Girón y Enríquez de Ribera (1610-1648), c.c. Francisco Fernández de Castro, IXº Conde de Lemos, G.E.

De sus deslices extramatrimoniales, tuvo 4 hijos ilegítimos: dos hijas y dos varones.

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