¿Has pensado alguna vez cuantas historias se esconden tras un retrato? Pues ésas son las que componen lo que llamamos "Historia".
domingo, 25 de septiembre de 2011
miércoles, 21 de septiembre de 2011
VIENA 1867: Tragedia en la Familia Imperial Austro-Húngara
MATHILDE DE AUSTRIA-TESCHEN
1849 - 1867
Segunda hija del matrimonio archiducal formado por Alberto de Austria-Teschen e Hildegarde de Baviera, duques de Teschen, la joven archiduquesa Mathilde Marie Adelgunde Alexandra de Austria-Teschen nació en La Hofburg de Viena el 25 de enero de 1849 y falleció en horribles circunstancias el 6 de junio de 1867. Era ésta nieta del archiduque Carlos de Austria, duque de Teschen, y de la princesa Henrietta von Nassau-Weilburg por el lado paterno, y del rey Luis I de Baviera y de Teresa de Sajonia-Hildburghausen por lado materno.
Le precedieron en la cuna una hermana, la archiduquesa Maria-Teresa (1845-1927), casada desde 1865 con el duque Philipp von Württemberg, y un hermano, el archiduque Carlos Alberto (1847-1848), muerto en la cuna.
Retrato del Archiduque Alberto de Austria-Teschen (1817-1895), según Georg Decker.
La pareja archiducal de Austria-Teschen y sus dos hijas formaban parte del estrecho círculo familiar e íntimo de los emperadores Francisco-José I y Elisabeth en Baviera (Sissí para los íntimos); de hecho, Sissí apreciaba particularmente a su prima Hildegarde, mientras que Alberto era la cabeza de proa del conservadurismo tras haber sido un gran apoyo para la archiduquesa Sofía, madre del emperador. En verano, residían éstos en su castillo de Weilburg, en Baden bei Wein, que el archiduque Alberto había heredado de su madre, mientras que en invierno tenían sus propios aposentos en La Hofburg de Viena.
En 1864, la madre de nuestra protagonista, la archiduquesa Hildegarde, murió de una inflamación pulmonar (pleuresía), tras haber acudido a los funerales de su hermano el rey Maximiliano II de Baviera.
Por aquella época, ya le pretendía un lejano primo, el archiduque Luis Salvador de Austria-Toscana (1847-1915), que deseaba desposarla. Pero su padre destinaba la mano de su pequeña hija al príncipe de Piamonte -futuro rey Humberto I de Italia-, siguiendo una política que perseguía acabar con las tiranteces existentes entre el Imperio Austro-Húngaro e Italia. Los proyectos de boda, en cualquier caso, no llegaron jamás a concretarse por culpa de un desagradable accidente.
La archiduquesa Mathilde, de entonces 18 años, tenía un pequeño vicio: el tabaco. Desde hacía un tiempo, fumaba a escondidas de su padre cigarrillos que le facilitaban sus doncellas, pese a la terminante prohibición paterna.
Quemada a lo Bonzo
El 6 de junio de 1867, se encontraba la archiduquesa Mathilde junto con su padre y el resto de la Familia Imperial en la residencia de la emperatriz Elisabeth, Schloss Hetzendorf, preparándose todos para acudir a una velada teatral en Viena con sus mejores galas. Mathilde se había enfundado en un hermoso vestido vaporoso de gasas, blondas y tules para la ocasión, sobre las que se aplicó una solución de glicerina para mantenerlas rígidas. Mientras esperaba que los demás miembros acabaran de engalanarse, quiso fumarse un último cigarrillo en el balcón aprovechando el momento y antes de que apareciera su severo padre, que no toleraba su tabaquismo. Apenas encendido el pitillo y llevado a la boca, entró de sopetón el archiduque Alberto en su habitación. En un rápido gesto, Mathilde escondió el cigarrillo tras su cintura, intentando disimular ante su progenitor cuando de pronto empezó a prender por detrás su vestido. Presa de pánico, la pobre archiduquesa arrancó a correr despavorida por toda la estancia, no consiguiendo otra cosa que la de avivar el fuego mientras sus doncellas la perseguían e intentaban en vano apagarlo. En cuestión de segundos, y para mayor horror de su padre y de la familia imperial allí presentes, se convirtió en una antorcha humana y tan solo los criados consiguieron ahogar las llamas tirándola al suelo para enrollarla en una manta. Para cuando quisieron despojarla de las batistas y gasas carbonizadas, se dejaron entrever unas espantosas llagas.
Se intentó, por todos los medios, acallar los desgarradores gritos de dolor de la pobre Mathilde, con casi todo el cuerpo afectado con horribles quemaduras de segundo y tercer grado, pero fue en vano. Un médico sugirió sumergirla en una bañera de aceite para que en él encontrase alivio, y de esta guisa se la transportó sin más dilación de Schloss Hetzendorf hasta el Palacio de La Hofburg, para que recibiera los adecuados cuidados médicos. Allí, acudieron en tromba los mejores galenos de la capital para asistirla; sin embargo, la paciente no pudo resistirlo. Tan grave era el estado de sus quemaduras, que la joven archiduquesa no tardó en morir.
martes, 13 de septiembre de 2011
jueves, 8 de septiembre de 2011
LA CONDESA VON COSEL
ANNA-CONSTANTIA VON BROCKDORFF,
CONDESA VON COSEL, 1680-1765
Anna Constantia von Brockdorff nació en la localidad de Gut Depenau, próxima a Burg Stolpen, en el ducado de Holstein (Dinamarca), el 17 de octubre de 1680. Su padre, Joachim, Ritter von Brockdorff -con rango de caballero-, pertenecía a esa nobleza menor de provincias mientras que la madre, Anne Margarethe Marselis, procedía de la opulenta burguesía Hamburguesa. Dada la fortuna de los padres, la hija recibió una sorprendente a la par que amplia educación para una mujer de su época y que tan solo se daba raramente, casi de manera excepcional, en algunas grandes familias de la aristocracia europea. Destacarían sus conocimientos de aritmética y geometría. Sin embargo, tenía un carácter y un temperamento muy fuertes que la llevaban a destacar siempre. Dado su genio y figura, la vivaz Anna Constantia de entonces 14 años, sería a la postre convenientemente introducida en la pequeña corte ducal de Holstein-Gottorp, siendo la fortuna materna y la nobleza paterna unas inmejorables cartas de presentación para los duques Christian-Alberto y Frederika-Amalia de Holstein-Gottorp (nacida Princesa Real de Dinamarca). Con tal de domar la fierecilla impetuosa, se le buscó empleo y lugar donde aprender a pulir sus maneras, dandole el puesto de dama de compañía de la hija de los duques, la princesa Sophie-Amalia de Holstein-Gottorp (1694).
Retrato del Duque Augusto-Guillermo de Brünswick-Wolfenbüttel-Lüneburg (ob.1731). / Abajo, retrato del hermano del anterior, el Duque Ludwig-Rudolf de Brünswick-Wolfenbüttel-Lüneburg (1671-1735), amante de Anna-Constantia von Brockdorff, entonces dama de compañía de su cuñada.
Doce meses después, y habiendose comprometido la princesa holsteiniana con el heredero del ducado de Brünswick-Wolfenbüttel-Lüneburg, el duque Augusto-Guillermo, Anna Constantia von Brockdorff tuvo que hacer sus baúles y seguir a la novia a su nuevo destino en Alemania. Una vez allí, la hermosa dama de compañía de la flamante duquesa de Brünswick-Lüneburg se dejó conquistar por el cuñado de ésta, el duque Ludwig-Rudolf (entonces casado con la condesa Christine von Oettingen), y el escándalo no tardó en hacerse público cuando Anna Constantia constató que había caído encinta de su principesco amante. La estancia de la dama de compañía en la corte ducal alemana se hizo insostenible y fue fulminantemente expulsada y devuelta al hogar paterno, para mayor disgusto de sus padres.
Retrato del Barón Adolf Magnus von Hoym, Caballero Gran Cruz de la Real Orden del Danebrog.
No se sabe muy bien si su embarazo llegó a traducirse en un parto o hubo aborto provocado. El caso es que, al pasar un tiempo, Anna Constantia volvió a abandonar el hogar familiar para convivir con un nuevo amante, el Barón Adolf Magnus von Hoym, en el castillo de Burgscheidungen (1699). Tras cuatro años de escandaloso concubinato, los amantes se casaron para legalizar su unión el 2 de julio de 1703 y, tres años después, se separaban. La flamante Baronesa von Hoym, ya separada de su marido, se trasladó entonces a la corte sajona, en Dresden, en busca de una nueva oportunidad para rehacer su vida.
Retrato del Elector Federico-Augusto I de Sajonia (1670-1733), Rey electo de Polonia bajo el ordinal de Augusto II y apodado "el Fuerte", según una pintura de inicios del siglo XVIII.
Pese a sus antecedentes poco edificantes, Anna Constantia supo muy bien sacar provecho de sus armas de mujer para llamar la atención del mujeriego Elector Federico-Augusto I de Sajonia, también Rey Electo de Polonia con el nombre de Augusto II "el Fuerte". La consorte del monarca sajón y polaco, la princesa prusiana Christiane-Eberhardine de Brandenburgo-Bayreuth, fervorosa luterana, se había separado de él y retirado en el castillo de Pretzsch cuando éste, para poder ceñir la corona de Polonia, no dudó en abjurar de su fe protestante para abrazar la católica, confesión exigida por los polacos a cualquier candidato al trono. Indignada por ese oportunista cambio de religión, ésta optó por abandonar a su marido esgrimiendo su conflicto religioso y su total rechazo a esa maniobra política.
Retrato de la Margravina Christiane-Eberhardine von Brandenburg-Bayreuth, Electriz de Sajonia y Reina consorte de Polonia.
Pero el abandono de la Electriz consorte no pareció afectar lo más mínimo al Elector Federico-Augusto I de Sajonia, decidido a ceñir la corona polaca. Formidable mujeriego, el flamante Rey de Polonia Augusto II había hecho pública su adúltera relación con una hermosa condesa germano-sueca de renombrado linaje, Maria-Aurora von Königsmarck. Ésta había traido al mundo el fruto de sus ilícitos amores con el monarca sajón, el futuro Mariscal-Conde Mauricio de Sajonia, y pronto se vió tumbada por una estrella naciente de rancio abolengo, Ursula Katharina von Altenbockum, Duquesa de Teschen, y relegada a la vida monacal encontrando digno retiro en la abadía de Quedlinburg (de la cual llegaría a ser abadesa con rango de princesa soberana).
Retrato de Anna-Constantia von Brockdorff, Baronesa von Hoym y Condesa von Cosel.
Corriendo el año de 1704 a 1705, Anna Constantia von Brockdorff se empeñó en brillar más que la Duquesa de Teschen y se las arregló para conquistar el corazón del rey Augusto II y tenerle rendido a sus pies. Convertida en la nueva estrella ascendente de la corte de Dresden, la Baronesa von Hoym empezó a hacer sombra a su rival quien tuvo que hacer sus baúles y dejarle el sitio. Augusto II, loco de pasión por ella, la convirtió oficialmente en su nueva favorita todopoderosa y, en 1706, le concedió el título de Condesa von Cosel (Reichsgräfin von Cosel, que implicaba el prestigioso rango de Condesa del Sacro Santo Imperio Romano Germánico), amablemente ratificado por el Emperador José I de Austria. Semejante distinción coronaba su fulgurante carrera de favorita real y dejaba patente su enorme influencia sobre su real amante.
De sus amoríos con Augusto II nacieron tres retoños, dos hijas y un varón:
-Augusta Anna Constantia, n.24-feb.1708
-Frederika Alexandrine, n.27-oct.1709
-Friedrich Augustus, n.27-ago.1712
No contenta con reinar en la cama y en palacio, la Condesa von Cosel también amplió su campo de acción hasta inmiscuirse en los asuntos de la alta política. Su enorme ambición hizo que se granjease la enemistad de ciertos personajes influyentes de la corte sajona, a los que les faltó tiempo para tejer una conspiración que perseguía su caída. Desgraciadamente, la ambiciosa condesa les dió el motivo perfecto para tumbarla: Anna Constantia había conseguido arrancar de manos de su real amante una promesa escrita en la que Augusto II se comprometía a casarse con ella y coronarla reina.
Triple retrato de los reyes Augusto II de Polonia, Federico I de Prusia y Federico IV de Dinamarca y de Noruega, fechado en 1709, año en que los tres monarcas sellaron una triple alianza.
El chantaje se volvería finalmente contra ella al hartarse el rey de sus exigencias, y sus enemigos, en 1712, encontraron a la candidata ideal para erigirla en su más terrible rival: la joven y hermosa polaca Maria-Magdalena Bielinska, Condesa von Dönhoff. Puesta en el camino del rey, la joven polaca no tardó en enamorar al empedernido faldero asestando así un golpe mortal a la Condesa von Cosel, cuya belleza física se había opacado tras sus tres alumbramientos.
Schloss Pillnitz: recreación virtual del recinto palaciego a orillas del Elba, y residencia de verano de la corte sajona en tiempos del Elector Federico-Augusto I "el Fuerte" -Augusto II de Polonia-.
Retrato del Conde Detlev Christian von Rantzau (1684-1771), primo de la Condesa von Cosel.
Menos de un año después, en 1713, la Condesa von Cosel se vió repentinamente invitada a abandonar la corte de Dresden y a retirarse en el castillo de Pillnitz, por expresa orden del rey. Pero Anna Constantia no era como las anteriores amantes de Augusto II; no estaba dispuesta a resignarse y a sobrellevar la derrota cómodamente arrinconada, no sin luchar antes y librar la última batalla. Lejos de inclinarse amablemente ante la orden real, en 1715 hizo sus baúles y se dirigió, desafiante, a Prusia con el fin de recuperar la famosa carta en la que Augusto II se comprometía a casarse con ella, y que por entonces andaba en manos de un primo suyo, el conde Detlev Christian von Rantzau que, por curiosas casualidades de la vida, se vió inopinada y arbitrariamente encerrado en la cárcel de Spandau. Para colmo de males, la audaz condesa fue detenida por la policía prusiana (siguiendo las órdenes del rey Federico-Guillermo I, gran aliado de Augusto II) en la localidad de Halle an der Saale el 22 de noviembre de 1716 y devuelta a la frontera sajona donde fue entregada a la policía de Augusto II, e intercambiada por unos desertores prusianos. Fue arrestada bajo la acusación de rebeldía y traición, tachada de "criminal de Estado" por haber hecho caso omiso de la orden que la confinaba a Pillnitz y por "atentar" contra la seguridad del Estado.
Retrato del Elector Federico-Augusto I de Sajonia, Rey Augusto II de Polonia, en una miniatura esmaltada debida a Boit y fechada en 1718.
¿Qué fue de la famosa carta que comprometía al rey Augusto II? Seguramente los servicios secretos sajones se encargaron de confiscarla al depositario, tras confinarle en la prisión de Spandau, gracias a la preciosa colaboración del rey de Prusia. Puesto que se trataba de un Asunto de Estado que atañía directamente a Augusto II, la Condesa von Cosel y su primo el Conde von Rantzau debían ser silenciados y apartados de la circulación.
Retrato de Anna-Constantia von Brockdorff, Condesa von Cosel, realizado en su madurez.
Encerrada como una criminal, Anna Constantia fue finalmente sentenciada al exilio en la localidad que la vio nacer. Asignada a residencia de por vida, pasó sus últimos cuarenta y nueve años confinada en Stolpen.
El 1 de febrero de 1733, el rey Augusto II de Polonia y Elector de Sajonia (como Federico-Augusto I), fallecía. Su hijo y sucesor, el Elector Federico-Augusto II, también elegido rey de Polonia bajo el nombre de Augusto III, no pareció preocuparse por la suerte de la antigua amante de su padre y, ciertamente, tampoco pensó en levantar la orden de confinamiento que pesaba sobre ella aunque había dejado de ser un peligro en potencia.
De hecho, extraña sobremanera que la condesa von Cosel no aprovechara las dos ocasiones que se le presentaron en 1745 y en 1756, cuando el ejército sajón tuvo que retirarse ante el avance de las tropas prusianas, para huir y recobrar su libertad.
El 31 de marzo de 1765, a la edad de 85 años, Anna Constantia von Brockdorff, Reichsgräfin von Cosel, se apagaba serenamente en su residencia de Burg Stolpen.
El viejo castillo sajón de Burg Stolpen erigido sobre una montaña de basalto, según un grabado alemán de 1770, cinco años después de la muerte de la Condesa von Cosel...